Me decía Toya que escribiera sobre su último libro, que sin
duda es delicioso. Ella no sabe que para mí cada persona es como un libro. Al
acercarnos a cada ser siempre podemos aprender multitud de visiones de la vida,
acciones con las que afrontarla, peripecias variadas…Conocimientos que nos
ayudan a vivir en forma más sabia.
Frente al libro de “ La Toya “ en el que Victoria recuerda y
olvida lo que quiere, yo recreo parte de la desbordante personalidad de su
autora, y su texto, me lleva a su palabras , gestos, expresiones llenas de
fuerza, contundencia, alegría, sorna, rapidez, delicadeza y me hace desear su compañía y que nunca
termine lo que cuenta .
Presté su libro a mi madre y se sintió plenamente
identificada, lo que me confirmo la universalidad de ciertos sentimientos y la
cercanía de Victoria a su lado español. No es ella una Dulcinea pasiva, ella es
una mezcla entre don Quijote y Sancho, un ser humano a la que el género no pudo
definir felizmente, aun cuanto tenga todo lo que las Feministas de la Diferencia
denominaban como lo mejor de las mujeres.
El día que conocí a Victoria,
me llevo a su casa, y como mujer que se precie me tentó con su manzana particular,
en su caso fue una pitahaya que yo jamás había probado y su pequeño libro “Y de
repente “. Caí presa en sus redes de mente joven abierta al cambio. Desde que leí
sus libros de poemas me encanto su sutileza y sigo recreándome en lo que dicen:
Ayer descubrí / polvo de tu piel / en mi sonrisa
Me gusta también lo que sentencia este poema: “No,
definitivamente no. / No voy a suicidarme esta semana”.
Deposité el libro “La Toya” en la Biblioteca de Mujeres de Madrid
porque Victoria es una ecuatoriana universal y sería bueno que todas las
personas puedan acceder a su sabiduría.
Ustedes tienen acceso a ella y a su último libro “La Toya “en
Quito el día 14 de enero a las 19 horas en el centro Cultural Benjamín Carrión.
No se la pierdan. Sus libros están también en diversas librerías de Ambato y
Quito.
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