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miércoles, 12 de enero de 2011

Las heroínas del día a día en Haiti




Rui Ferreira Puerto Príncipe
 12/01/2011 00:42
Se sabia que la sociedad haitiana es sumamente matriarcal. El seísmo del año pasado lo confirmó con creces. Pasado el susto inicial, recuperadas del espanto y el dolor, rápidamente se pusieron a la obra para mantener, en lo posible, la familia inquebrantable.

Desde el inicio dieron un ejemplo de seriedad, por la forma con que rápidamente intentaron dar un aspecto de normalidad a lo que quedaba del hogar, se distinguieron por la organización dentro de los campos de refugiados. Fue por ello, que las autoridades internacionales decidieron entregar la ayuda alimentaria solamente a las mujeres, cuando descubrieron que los hombres no la compartían o la vendían.

Fueron las mujeres que en medio de la tragedia, el humo y el polvo, que aseguraron que sus hijos volvieran al colegio impecablemente vestidos, como si nada pasara, e insistieron con sus maridos a ponerse un traje para seguir yendo los domingos a misa como si todo fuera normal.

Conocí a una mujer que vivía en un campamento e todos los días vestía a su hija con su impecable uniforme escolar, incluyendo las trenzitas adornadas con lazitos de colores, aunque el colegio de la chica se había derrumbado. Me dijo que quería que su hija no perdiera las buenas costumbres de la pulcritud.

No muchos hablan de ello, pero me hablan de que ha habido muchos divorcios en los campamentos de refugiados. Usualmente son las mujeres que están botando a los maridos, cuando estos no muestran estar a la altura de las circunstancias.

Junto a los niños, buscan la comida, casi siempre montaron pequeños negocios ambulantes de reventa de bebidas, comida preparada o golosinas. Un capitán del Ejército brasileño al servicio de Naciones Unidas me habló de dos casos en que mujeres entregaron sus maridos a las autoridades porque los encontraron pillando en los días siguientes al seísmo.

En los hospitales, aguantan firmemente sin quejarse el dolor de las heridas propias o las enfermedades, en particular el cólera, que ahora padecen sus hijos.

A una de ellas la vi en el aeropuerto de Puerto Príncipe defender como una leona a su hija, porque el funcionario haitiano no quería creer que la niña había nacido en Estados Unidos, y por lo tanto no podía ser evacuada. Al final, la mujer terminó volando a Miami. No se sabe si porque al final el funcionario entendió que su pasaporte estadounidense era genuino o se rindió ante el genio de esa mujer.

La gente de la Cruz Roja me contó que en St. Marc, el epicentro de la epidemia de cólera, una viuda se hizo cargo de cinco niños huérfanos sin que le importara mucho que ya tenia otras tres bocas que alimentar en la casa.

Hay muchas historias como estas. No hay duda, son las heroínas de esta gran tragedia.

http://www.elmundo.es/america/2011/01/12/noticias/1294810045.html

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