Agradecemos su labor de modeladora de futuros hombres y mujeres en base unas premisas de igualdad, libertad y respeto mutuo. Desde el colegio que ella creo sembró unos valores que nos hacen mejores a los y las que la rodeamos.
Gracias eternas, Josefina
Josefa Rodríguez Álvarez, conocida como Josefina Aldecoa (La Robla, León, 8 de marzo de 1926 – Mazcuerras, Cantabria, 16 de marzo de 2011)
Tomamos el texto de Marcos Giralt Torrente que resume las razones por las que para todas y todos nosotros Josefina Rodríguez de Aldecoa era una HEROINA
A Josefina no había que llamarla de usted, como tampoco a ninguna de las profesoras (todas lo eran, salvo el de gimnasia), y eso a pesar de que habría sido lo más conveniente, ya que las había realmente mayores. A Josefina le bastaba con una mirada para cuadrar a toda una clase de niños. O con abrir de golpe las puertas correderas de su despacho. Era la última instancia disciplinaria del colegio y ejercía su papel con resignación tan bien disimulada que los alumnos tendíamos a ver tan sólo su semblante severo sin darnos cuenta de que el raro oasis que habitábamos era obra suya. La finalidad de un colegio no es hacer felices a los alumnos, pero yo fui más feliz en el colegio Estilo que en cualquier otro de los que conocí. La razón es bien sencilla. Ni nos daban píldoras de la felicidad ni nos sobornaban con regalías. Simplemente percibías que lo que te rodeaba era como debía ser. Todo resultaba razonable, de sentido común. Las profesores eran buenas pedagogas, conocían su asignatura y trataban de enseñarnos más allá de lo que dictaban los romos programas oficiales. Sabían ser flexibles cuando era necesario y nunca se les ocurría representar lo que no eran. Las había francamente extravagantes, y con duros historiales de lucha política a sus espaldas de los que sin embargo no hacían ostentación. No nos impartían religión pero sí historia de las religiones; leíamos libros, como los cuentos de Maupassant, en los que ningún ministerio de educación español había reparado hasta entonces pero que nos introducían en la lectura más eficazmente que el canon oficial de la literatura castellana; hacíamos películas; cosíamos (también los chicos) sin que el rubor asomara a nuestros carrillos... Siempre he dicho que mi paso por el colegio Estilo me enderezó y me permitió, algunos años después, alcanzar la universidad. Aprendí que no es refugio la desidia. Se lo debo a Josefina y a las mujeres maravillosas de quienes supo rodearse.
MARCOS GIRALT TORRENTE 17/03/2011
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Recuerdos/alumno/elpepicul/20110317elpepicul_4/Tes
Con nuestro agradecimiento y el de Víctor y Violeta Doval
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