Son mujeres, la mayoría jefas de hogar con dos y tres hijos que se dedican a recolectar bolsas de plástico en la comunidad para darle valor agregado. Con esto protegen la costa, las tortugas marinas y aseguran sus necesidades básicas con ingresos que en promedio superan los 100 dólares al mes
Por Amparo Aguilera | Economía
Ellas se dicen llamar las “tejedoras por la naturaleza”. Sin embargo, cuando empezaron a recolectar las bolsas de plástico en la costa de El Astillero, en Tola Rivas, para elaborar accesorios femeninos con agujas de tejer, la gente se burlaba del oficio y les gritaba a medio sol: “allí van las zopilotas”.
Eso fue entre 2007 y 2009 “cuando comenzábamos el quehacer, con apoyo de Flora y Fauna Internacional y la Cooperación Alemana. Fue una época un poco difícil, pero para nosotras valió la pena”, dice Anielka Aguirre, integrante de la Cooperativa Mujeres Tejiendo por la Naturaleza.
Luego en 2010, cuando la Fundación Centro Empresarial Pellas optó por apoyarlas, el sobrenombre cambió a “las tejedoras de los Pellas” y a las “hijas de los Pellas”. “Total que no nos dicen como deberían pero, eso sí ahora nos respetan”, recalca Aguirre.
Y no es para menos. Las 21 tejedoras, con edades que oscilan entre los 18 y 45 años, recolectan desde 2007 bolsas de plástico que los pobladores y turistas desechan. La labor incluye recorrido en la costa y en las calles del pueblo que conlleva buena parte del día.
“Con eso, ellas no solo reducen la basura sino que evitan que se asfixien las tortugas marinas que suelen confundir las bolsas plásticas con medusas, su alimento. Al hacerlo las tragan y se les quedan atoradas en el tórax y mueren. Entonces, hablamos de una labor con un componente ambiental, social, y claro, económico”, aclara la coordinadora de las mujeres, la bióloga Alma Chávez Narváez.
Chávez refiere que no tienen contabilizada la recolección, “pero calculamos que se ha reducido en un 70% las bolsas tiradas en El Astillero”, destaca.
“También --agrega-- estamos claras que con 300 bolsas que se recojan en la costa, se evita que 300 tortugas mueran. Incluso, ahora hasta la misma comunidad nos apoya con las autoridades municipales y de gobierno. Entre todos y todas hacemos la recolección”.
Operan como empresa
En términos económicos, también hay buenas noticias, pues la producción de accesorios como bolsos, cartucheras, monederos y fajas es similar respecto a cuatro años atrás, una de las mejores épocas de las tejedoras.
En el 2007 elaboraban al mes de 40 a 80 artículos, y por eso Fauna y Flora le pagaba a cada mujer 1,500 córdobas, equivalente a 79 dólares en ese entonces. “Hoy, cada una recibe en promedio 100 dólares o más mensualmente por lo que vende, que no está mal para un pueblo como El Astillero que solo vive de la pesca”, reflexiona la bióloga.
Además, ahora están más organizadas, las mujeres han conformado comisiones para ser más rentables. Así que tienen una Junta Directiva, una Comisión Económica, otra de Control de Calidad, de Etiqueta, Mercadeo y de Ventas.
Aguirre lidera el grupo encargado de las finanzas. “Llevamos el control contable: ¿Cuánto se invierte?, ¿cuánto se gasta y cuánto se destina para las necesidades como grupo?, ya que a veces, algunas se enferman y toca apoyarlas. Por eso hay un fondo. Por artículos grandes cada una da 10 córdobas y por el pequeño 5 córdobas, todo se apunta”, explica.
El fondo tiene un total de 5,000 córdobas, en concepto de ingresos, en la actualidad.
“Eso nos servirá cuando nos toque ir a ferias, o bueno cuando alguien tenga una emergencia por una enfermedad”, expone.
Pagan deudas y aseguran “los frijoles”
Aguirre, aparte de eso confirma que el quehacer tiene efectos “positivos” en la vida familiar.
“Ahora tengo más comodidad en mi casa, tengo una cama que hace dos años no podía comprar y eso hace feliz a mis hijos de 10 y 4 años. O sea, tengo con que ayudar a mi familia”, apunta indicado que a veces labora de 9 de la mañana a 11 y 12 de la noche para garantizar más recursos económicos.
“Como cada una produce a su ritmo, yo trato de tejer rápido y así logro hasta 3,000 córdobas (132 dólares al cambio actual) o más”, indica.
La presidente de la cooperativa, Jazmina del Carmen Gurdián, de 41 años, agrega que en su caso el oficio la sacó de una “gran jarana”.
La señora cuenta que hace dos años tenía una deuda de 5,000 córdobas con el banco.
“No sabía cómo pagarla porque mi mamá estaba grave, muy mal de salud, así que tejiendo las bolsas de plástico sin salir de mi casa logré saldarla. Hoy dedico lo que gano a la comida y lo invierto porque vendo rosquillas, y así voy dándole vuelta al dinero”, subraya.
El esposo de Gurdián es albañil. “A él le salen rumbitos por allá (no siempre), entonces lo que hago es de gran ayuda, eso lo sé. Mi esposo, mis hijos también lo aprecian”, sostiene.
Entre tanto, Ana María Cerda, de 42 años, menciona que con la venta de accesorios de bolsas de plástico asegura los tres tiempos de comida, y además invierte en el pequeño negocio de tortillas y atol que tiene por temporadas.
“Si no fuera por los Pellas, no sé que haría. Gracias a Dios que le tocó el corazón a ellos y nos están apoyando con la comercialización y venta del producto, en esto nos dan un gran aventón”, enfatiza.
Mientras, las mujeres más jóvenes del grupo destinan sus ingresos para estudiar. Claudia Ortiz, de 21 años, especifica que la mitad de lo que gana va para sus estudios de guía turística.
“Estudio en Managua con el apoyo del Centro Pellas y la Escuela de Hotelería. Así que tengo que movilizarme, pero estoy feliz porque ya puedo costearme la carrera y de paso le doy una ayudadita a mi mamá. Estoy feliz”, recalca, indicado que a futuro quiere verse como una mujer emprendedora.
El resto también. Algunas como Gurdián recalcan que ya se ven en Guacalito de la Isla, el megaproyecto del Grupo Pellas, ofreciendo su peculiar producto a los turistas en las villas que lo englobarán.
Otras, en tanto, esperan que la cooperativa se convierta en un par de años en una “gran” empresa “Sostenible” y “rentable”. Por lo pronto, “hay que seguir trabajando por la naturaleza y por nuestras familias”, puntualiza Aguirre.
Empujón del Centro Pellas
La Fundación Centro Empresarial Pellas, en alianza con la Embajada de los Países Bajos en Nicaragua, se encuentra desde junio de 2009 desarrollando en las zonas de Granada, San Juan del Sur y la Isla de Ometepe, el proyecto “Desarrollo del Turismo en el Sur-Occidente de Nicaragua”, el cual tiene como objetivo principal elevar la competitividad de 500 micro, pequeñas y medianas empresas.
En ese contexto nace el programa Fomento y Desarrollo de Turismo Rural Comunitario, que incluye el componente de Gestión Empresarial y Cadena de Valor, en el que cabe el apoyo a la Cooperativa Mujeres Tejiendo por la Naturaleza, que son capacitadas bajo la técnica reciclaje amigable con el medio ambiente.
La coordinadora de la Cooperativa, Alma Chávez Narváez, adelanta que con el Centro Empresarial Pellas están fortaleciendo la comercialización del producto, y afinando un tour turístico, con el cual conectarán la arribada de tortugas con el quehacer.
Podéis ver una foto de su trabajo en el link adjunto:
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