Acerca de nosotras ·

martes, 29 de mayo de 2012

Paquita Rubio o Juana Francisca


Juana Francisca Rubio (Paquita) casada con Jose Bardasano nace en Madrid el 27 de diciembre de 1911 , tiene una hija Maruja y un hijo Jose Luis. Fallece en la misma capital el 28 de enero de 2008 . Fue extraordinaria dibujante e ilustradora de gran personalidad y rica fantasía . Al llegar a Mexico con su marido ilustra e ilumina postales y christmas . Diseña para la moda y los productos de belleza de Sara Glein. Realiza diversas exposiciones. 


A Juana Francisca Rubio todos la conocían como Paquita. Esta pintora fue una de las dos únicas mujeres cartelistas en los años de la Guerra Civil, como recordaba un familiar. Paquita murió en su residencia de Madrid a los 96 años. Casada con el pintor José Bardasano, compartió con él los sinsabores de la contienda en Madrid. Allí nació su primera hija, con la cual tuvo que marchar a Valencia al mismo tiempo que el Gobierno republicano era evacuado. Pero cuando tuvo bien situada a su hija, entonces de tres años, se montó a hurtadillas en un camión de verduras y, rodeada de coles, volvió a la capital junto a su esposo.



Bardasano dirigía el taller La Gallofa de las Juventudes Socialistas Unificadas. Allí Paquita diseñaba sus carteles, mientras otras mujeres bordaban banderas republicanas, como recordó hace cuatro años en una entrevista para EL PAÍS. Tenía entonces 92, y sus carteles estaban expuestos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. La muestra, organizada por la Fundación Pablo Iglesias, recogía la obra de otros cartelistas que ilustraron la propaganda durante la Guerra Civil. "Ninguno de los dos éramos cartelistas", recordó entonces Paquita refiriéndose a su esposo y ella, "pero pusimos nuestro arte al servicio de una causa que nos parecía justa". Bardasano intentó alistarse en las filas republicanas, pero las Juventudes Socialistas decidieron que se dedicara a la propaganda. "Estaban cayendo las bombas", recordó su esposa casi seis décadas después, "y ya estaba Pepe haciendo el cartel: Por aquí pasó la barbarie".


Al final de la guerra, Juana Francisca Rubio salió hacia Barcelona con su hija. Allí tomaron un tren hacia Francia, pero fue bombardeado y tuvieron que recorrer a pie la distancia que las separaba de la libertad. Bardasano tuvo menos suerte y terminó en el campo de concentración de la playa de Argeles Sur Mer. Pero Paquita, que ya estaba en París, movió allí sus influencias y consiguió que su esposo se reuniera con ellas. Poco después salieron todos en el buque Sinaia, fletado por el Gobierno de Lázaro Cárdenas para trasladar a los exiliados españoles a México. Allí estuvieron 20 años y nació su segundo hijo. Paquita se dedicó a la ilustración de libros para campañas de alfabetización. La familia regresa a España en 1960. Desde entonces se dedicó a su familia y siguió pintando, aunque en los últimos años sólo dibujaba "de vez en cuando".

LILA PÉREZ GIL 30 ENE 2008



Paquita Rubio, cartelista durante la Guerra Civil 


La pintora Juana Francisca Rubio relata sus recuerdos como cartelista en la Guerra Civil 



Juana Francisca Rubio, Paquita, ha sido una de las grandes ilustradoras españolas, aunque, por motivos que luego se explicarán, tuvo que trabajar demasiados años fuera de España. Descubrió que le gustaba el dibujo cuando era una niña y, a la salida del colegio, se fijaba en los carteles de Federico Ribas, que eran los que anunciaban los productos de Gal. Luego ella trataba de imitarle. También le gustaba Rafael Penagos y Méndez Bringa, que para ella, 'era un plato fuerte', según sus propias palabras. 'Hacía ilustraciones sobre la Primera Guerra Mundial, pero a mí me gustaban más los que eran más frívolos. Yo no pensaba en guerras, pensaba en cosas bonitas', relata Paquita mientras suspira. Suspira porque no muchos años después, esta artista que ahora tiene 92 vivía prácticamente encerrada en el taller del que salió una parte muy importante de los carteles que se pegaron por las calles durante la Guerra Civil. El taller se llamaba La Gallofa, pertenecía a las Juventudes Socialistas Unificadas (la agrupación que surge de la unión de las juventudes socialistas y comunistas) y al frente de él se encontraba el marido de Paquita, el también pintor José Bardasano. Muchos de aquellos carteles, incluido alguno de Paquita, se pueden ver estos días en una exposición que organiza la Fundación Pablo Iglesias en el Círculo de Bellas Artes.


No era muy normal que una mujer trabajara como cartelista. De hecho, en La Gallofa era la única, aunque lo que sí que había eran bordadoras dedicadas a hacer banderas. Porque en La Gallofa había todo tipo de artistas. 'Estaban los mejores artistas, dirigidos por Bardasano. Pepe consiguió reunir pintores, escultores, dibujantes, cinceladores, grabadores', recuerda. 

Cuenta Paquita que, al comenzar la guerra, que les pilló en Madrid, su marido se presentó en su regimiento como soldado. Pero las Juventudes Socialistas le reclamaron para que organizara la labor de propaganda. De hecho, Bardasano se convirtió en el comisario de ese área. 'Ninguno de los dos éramos cartelistas', cuenta Paquita, 'pero en aquel momento pusimos nuestro arte al servicio de una causa que nos parecía justa'. 

La actividad en La Gallofa era frenética. Se calcula que de ese taller salió un cartel al día durante toda la guerra. 'Trabajábamos noche y día. Incluso vivíamos en el taller. Según las bombas iban cayendo en las casas, la gente se metía donde podía', relata Paquita. 'Estaban cayendo las bombas, y ya estaba Pepe haciendo el cartel: Por aquí pasó la barbarie. Muchas veces, él los pintaba sobre la plancha'. Para entender la importancia que tenía esa propaganda entonces, hay que pensar que en aquel momento no había televisión ni radio. Los carteles servían para denunciar, para animar, para contar. Eran, en definitiva, un importante medio de comunicación. 'Decía Bardasano', cuenta Paquita, 'que los carteles eran como un puñetazo en un ojo'. 

En un primer momento, la sede del taller estaba en la Gran Vía. Y la imprenta, en la cuesta de San Vicente. 'Eran los talleres de la editorial Rivadeneyra. Cuando paraban de caer obuses, mi marido y yo bajábamos corriendo hasta la imprenta. Y para volver, también había que esperar otra pausa. Pero no teníamos miedo', explica la artista. Luego añade: 'Yo odiaba la guerra'. Más tarde, La Gallofa se trasladó al palacio March, un edificio pegado a la actual fundación que lleva ese nombre, en pleno barrio de Salamanca. En aquellos tiempos, se había convertido en la sede del Partido Comunista. Paquita estaba muy vinculada a una agrupación denominada la Unión de Muchachas, perteneciente a las Juventudes Socialistas Unificadas. Más tarde formó parte de la Unión de Mujeres Antifascistas, aunque ella puntualiza que 'no era de nada'. 'Odiaba esa guerra y sufría mucho'. La mayoría de los carteles que pintó entonces aludían a la mujer y su colaboración en la guerra. 

La Gallofa se trasladó a Valencia junto al Gobierno de la República. Allí fue también el matrimonio Bardasano que ya tenía una niña. Y de Valencia, a París. Ya había terminado la guerra. 'Tuvimos miedo. Además, todos nuestros carteles estaban firmados. Nos hubieran fusilado'. Paquita cruzó andando los Pirineos con su hija Maruja. Su marido estuvo preso en el campo de concentración de Argeles-sur-Mer, del que consiguió sacarle la propia Paquita a base de influencias. Y de Francia, la familia Bardasano se exilia en México. 'Si me dicen ahora que tengo que sufrir otro traslado, digo que no, que prefiero morirme', asegura Paquita. Luego añade: 'Nos decían que no deshiciéramos las maletas, que pronto volveríamos a España. Y estuvieron sin deshacer 20 años'. 
Exposición: 'Carteles de guerra' -Madrid, del 15 de enero al 27 de marzo de 2004 
Un puñetazo en un ojo 

El País | RITAMA MUÑOZ-ROJAS - Madrid 




1 comentario:

  1. necesito alguien me diga sobre un cuadro mural de esta pintora que se llama El ultimo Vals, pintado en Ferrol en el 94

    ResponderEliminar