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martes, 28 de junio de 2022

Aloïse Corbaz una de las pocas artistas marginales aclamadas


Aloïse Corbaz (28 de junio de 1886 - 5 de abril de 1964) fue una artista marginal suiza incluida en  colecciónes de arte psiquiátrico. Es una de las pocas artistas marginales femeninas aclamadas.

Aloïse Corbaz nació en la ciudad suiza de Lausanne. Cuando tenía 11 años, murió su madre y la hermana mayor tomó las riendas del hogar de los Corbaz, cosa que hizo con una autoridad durísima.
limitando las libertades de sus cinco hermanos y se mostrandose especialmente tajante con sus hermanas menores. A pesar de todo, en la casa de los Corbaz se organizaban fiestas familiares: para la Pascua se teñían huevos con colores vivos; en Navidad se ponía la bota en la chimenea y recibian regalos; se adornaba el árbol con velas, bolas de colores, «cabellos de ángel» y pequeños paquetes que se encuentran frecuentemente en los dibujos de Aloïse. En lasfiestas se adornaban las mesas con flores y ramajes, se tocaba música, toda esta gran familia cantaba y algunos tocaban un instrumento o cantaban en un coro. Aloïse, que tenía una buena voz y adoraba el canto, tomaba clases particulares con el organista de la catedral de Lausanne y formaba parte del coro
de Saint–François que interpretaba música sacra, pero su género preferido era la ópera y poseía un repertorio operístico considerable; soñaba con ser cantante pero no pudo realizar sus ambiciones. Ya interna, por las tardes se escuchaba a Aloïse cantar en la celda del asilo psiquiátrico arias de Verdi.


Aloïse fue a la escuela secundaria donde estudió  entre  otras  materias cursos de latín y de lenguas modernas.  En  la  escuela  no  manifestó  ninguna aptitud especial para el dibujo. Después de recibir el certificado  de  estudiossecundarios a los dieciocho años, entró en una escuela profesional de costura y trabajó más tarde durante períodos cortos en diferentes colegios de Lausanne.

Según  su  sobrina  era  una  mujer  guapa  y  muy  elegante,  al  igual  que  sus hermanas, ella misma creaba su ropa.  Nunca se han conocido detalles sobre la  vida  amorosa  de  Aloïse,  cuya  obra  rebosa  un  erotismo  violento  y  sin embargo descarnado. Su sobrina, Charlotte Corbaz, contaba un episodio que Aloïse misma  nunca  mencionó:  se  habría  enamorado  a  un  estudiante  de  la Facultad de Teología Libre de Lausanne, un cura francés que había colgado susLa expresión plástica como alternativa de comunicación en pacientes esquizofrénicos hábitos, Joseph Sauvage. Este hombre vivió de hecho en enero y febrero de 1911 en régimen de pensión en la casa de Henri Corbaz, el hermano de Aloïse que habitaba la casa vecina. Ella iba a ver a su amante por la noche, cruzando el patio; sus amores fueron breves y ardientes porque su hermana Marguerite les puso un final abrupto. Henri tuvo que expulsar al señor Sauvage, Marguerite destruyó toda la correspondencia amorosa de la cual sólo quedó una carta. 

Después de esta ruptura en 1911, a la edad de veinticinco años, Aloïse se marchó a Alemania como institutriz particular, a casa de una familia noble de Leipzig. Pronto abandonó esta familia brillante y mundana para ser contratada por el capellán de Guillermo II como educadora infantil, de este modo vivió en el castillo de Potsdam, en el ambiente fastuoso de la Corte Imperial. Cantaba a veces los domingos para el Kaiser en su capilla particular. Bajo los árboles del parque donde jugaba con sus pequeños  alumnos,  vería  con  seguridad  a  la pareja  imperial.  Aloïse  escribió:  «En  el  parque  de Sans–Souci  siempre  y todavía  una  aparición  femenina  adorable  me  sigue  y  me  envuelve deliciosamente con su maravillosa sonrisa (como una brisa primaveral) que me ha curado de la nostalgia. La veo en sueños como águila–paloma idealmente rosa como Emperatriz de paz de Alemania sobre la cabeza preciosa  de  su Majestad el Emperador de paz, Wilhelm II».Se enamoró locamente del  Kaiser .

Cuando se produjo la declaración de guerra de 1914, Aloïse volvió a Lausanne con su familia que se sorprendería muy pronto por su comportamiento: ambivalente a los ojos de su padre, se aislaba para componer escritos religiosos, se afirmaba como pacifista y antimilitarista en plena guerra, se consideraba como chivo expiatorio, como víctima, creía estar embarazada de Jesucristo, gritaba en la calle que la asesinaban, que le robaban al novio, a sus hijos.
                                 


El 21 de febrero de 1918, Aloïse fue internada en el Hospital Psiquiátrico Universitario de Cery, cerca de Lausanne, por «demencia precoz», término utilizado en aquellos tiempos para lo que se llamaría más tarde esquizofrenia.
Desde aquel momento vivió dos vidas paralelas: la de la apariencia en la que aceptaba su suerte con mayor indiferencia, y la que revelan sus escritos de la misma época y que son un «grito de dolor […] ahogado en la sala de visitas donde he jurado en linterna apagada toda mi vida de buena vaudoise sin fanatismo de locura amorosa del mundo que me ha arrancado todo del cuerpo».
El sentimiento de su profundo decepción participaba de su suplicio, de su «dolor de agonía»; estaba sometida a la «telepatía prensa de fruta que decapita sin embargo a distancia»; sufría de cenestesia, se consideraba como muerta «de rodillas» delante de su ataúd y aquel de su padre. Guardaba una concepción clara de lo que la rodeaba y de su pasado, y emitía juicios objetivos: particularmente explicaba de la manera más razonable su posición de «pacifista antimilitarista», muy mal acogida, sobre todo en aquel período de guerra. Entonces no había ningún tratamiento específico para la esquizofrenia, y, en los meses que siguieron a su internamiento, su estado empeoraba progresivamente; su fisionomía se volvía rígida, su mirada yerta. Se callaba o murmuraba a regañadientes un discurso interminable, del que era difícil entender el sentido. De este período datan los primeros dibujos a lápiz y la mayoría de los escritos que nos han llegado. Textos coherentes, que parecen a primera vista un amasijo de ideas confusas, de redundancias y asonancias. Pero se percibe en este discurso, si se desenmaraña esta madeja desordenada, la cosmogonía de Aloïse, grandiosa y ya acabada.

El 12 de octubre de 1920 Aloïse fue trasladada al asilo de la Rosière, en Gimel, porque el empeoramiento de su estado ya no permitía esperar una mejoría. El gobierno del cantón de Vaud acababa de crear este establecimiento para enfermos mentales crónicos, en un antiguo balneario con grandes terrazas y un amplio jardín. La disciplina no era muy estricta y, a pesar de la terrible multitud de esquizofrénicos sin esperanza, la atmósfera era generosa. Durante los primeros años de su estancia, Aloïse no parece que sacó provecho de este régimen más blando. Encerrada cada vez más frecuentemente dentro de sí misma, inmóvil, indiferente, dejaba explotar de repente sus celos y su agresividad .


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