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domingo, 6 de enero de 2013

Dionisia López Amado madre de la plaza de Mayo de A Coruña

Una madre de la plaza de Mayo de Coruña 


Dionisia López Amado, la mujer que sería conocida como “la gallega de zona norte” o simplemente como Nisa había nacido el 7 de febrero de 1928 en Cerdeira (A Coruña). Una niñez agridulce marcada por un padre que se había quitado la vida delante de su madre y los juegos infantiles en la playa eran parte de sus recuerdos. Registros y percepciones que se agolpaban en su cabeza y que sobrevivieron a una guerra y a una dictadura. Varios de los integrantes de su familia habían sido fusilados durante el régimen franquista. Ella rememora que su espacio de recreación había sido nada menos que un campo de concentración. Los recuerdos también aparecen delineando su carácter y convirtiéndola en una mujer solidaria cuando revela que su abuela le envolvía el pan en un pañuelo para que lo pasara por debajo del alambrado donde se encontraban los prisioneros de la dictadura.
La juventud de Dionisia se mezclaba con fiestas de santos, grupos de amigos y amigas, los temores de la guerra y el triunfo de un pueblo amenazado por el terror. En ese contexto, en un ambiente devastado y gris la mujer y la madre construyeron su propia historia. A Nisa le gustaban más las agujas y los retazos de tela que los libros, sin embargo su personalidad curiosa y comprometida cultivó un espíritu de reflexión y de lectura propios. De grande, ni bien pudo burlar la faja de la prohibición, logró acercarse a sus libros y a los autores/as favoritos.
Con veinticuatro años y sin saber demasiado de las cosas de la vida contrajo matrimonio y tuvo un hijo: Antonio Adolfo Díaz López. Antonio llevaba ese nombre por Antonio Machado; Dionisia lo llamó así en medio de esas lecturas clandestinas y resistentes que dejaba filtrar la postguerra. Su hijo había nacido en el barrio Carrido en Ferrol (A Coruña) el 5 de febrero de 1952. Cinco meses después, Dionisia, su marido y su bebé viajaban a la Argentina para comenzar de nuevo. Por aquellos años el temor ante nuevos hechos de violencia, la situación económica y la falta de libertad expulsaban a hombres y a mujeres hacia tierras lejanas. Así fue que la gallega, como tantas otras y otros, llegó a la ciudad instalándose junto a su familia en la zona del Delta del Tigre, en la provincia de Buenos Aires. La Argentina era un país pujante, repleto de riquezas y al mismo tiempo de desigualdades sociales. No faltó mucho tiempo para que en 1955 un alzamiento militar pusiera fin a otro gobierno elegido por el pueblo. Otra vez, la acción militar se imponía en la vida cotidiana, otras vez bombardeos, otra vez represalias ponían freno a la libertad de las personas. Sin embrago, absolutamente, nada hizo prever lo peor de los años venideros.

De Galicia a la Argentina
En 1952 a Dionisia, a su marido y a su hijo Antonio de tan solo cinco meses los parientes les pagaron un billete a la Argentina para buscar bienestar. Fue así como llegaron a instalarse en una casita muy humilde en la zona norte del gran Buenos Aires. Al poco tiempo Nisa comenzará a trabajar en una fábrica textil como modista; también llegaría su segunda hija Rosaura y la separación de su marido. La gallega, como así la llamaban y como también le gustaba que la llamasen, no se rendía fácilmente ante ninguna adversidad y por eso el trabajo de la fábrica lo trasladó a su casa. Cocía, bordaba, zurcía y acondicionaba ropa. Así pasaron los años, las nostalgias y los recuerdos de su infancia y de Galicia; encontraría un nuevo amor y también la tragedia.
El 24 de marzo de 1976 un golpe militar pondría fin al gobierno de María Estela Martínez de Perón (Isabelita), viuda de Juan Domingo Perón, y daría paso a lo que se conoció como terrorismo de Estado que significó el secuestro, tortura, asesinato y desaparición de 30.000 hombres, mujeres, niños y niñas.
El 15 de mayo de 1976 su hijo Antonio y su nuera Stella Maris Riganti eran secuestrados por un grupo operativo de la dictadura militar, ambos tenían veinticuatro años, exactamente la misma edad con la que Dionisia se había casado. Antonio y Stella Maris lo habían hecho cinco meses antes de su desaparición, ella era enfermera y él fotógrafo.
"La última vez que vieron a mi hijo con vida fue entrando por la puerta número 4 en las instalaciones militares de Campo de Mayo [uno de los mayores centros clandestinos de detención y exterminio de la dictadura]"…"Me quedé sin voz la primera vez que visité las instalaciones, sólo de pensar que allí habían asesinado a mi hijo".
Desde aquel día Nisa ya no fue la misma, volvió a nacer como otra nueva, una que emprendería sin dudarlo una lucha cuerpo a cuerpo por la verdad y contra todo tipo de injusticias.
“A meu fillo levárono porque facía traballo social nas villas miseria. Tiña ideas de esquerda, pero nunca estivo metido na guerrilla nin nada parecido. Eu non me podo mover polo odio, non podería facer nada do que lle fixeron a Antonio. O que nunca farei será esquecer. Ata o día da miña morte seguirei loitando, porque podo chorar, pero non hei quedar paralizada”.
De esta manera y apoyada en el convencimiento de que hacía lo correcto, comenzó a reunirse con un grupo de mujeres que también buscaban a sus hijos e hijas. Sin darse cuenta, se iba a transformar en aquella postal de mujeres que darían vuelta a la Plaza de Mayo y conmoverían al mundo reclamando por el paradero de sus familiares. "Me convertí en una de las primeras Madres de Plaza de Mayo con mi pañuelo blanco y mi dolor a cuestas"
Junto a otras mujeres recorrieron penitenciarias, cuarteles militares, hospitales, morgues, sin llegar a tener respuesta. Un 10 de diciembre de 1977 un doble agente se infiltró en las filas de las Madres de Plaza Mayo; posteriormente fueron secuestradas sus compañeras Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga, María Ponce de Bianco y las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet. Dionisia había experimentado un malestar físico que le impidió asistir a una cita de la que no hubiera podido regresar. En ese momento comprendió el verdadero sentido de la palabra “desaparecido”. El resto de la historia ya la sabemos y es imposible de narrar.
“Cando chega o 24 de marzo cámbiame a saúde. Vólvome moito máis sensible cando recordo ao meu fillo, do que xa hai moito tempo que non teño esperanza de atopar vivo. Non creo que haxa nada semellante a que che desapareza un ser querido. Porque cando non o podes enterrar, porque non o viches morto, como elaboras un duelo?”
Desde ese entonces hasta hoy nunca dejó de pelear por lo que seguía creyendo justo, siempre afirmó que el odio no la movilizaba, sino el ansia de justicia. Tal vez por ello, hasta su muerte fue titular de la Comisión de Familiares de Desaparecidos Españoles, presidió, en forma honoraria, la Comisión por la Memoria, la Verdad y la Justicia de la Zona Norte del gran Buenos Aires y militó en la organización de la diáspora del Bloque Nacionalista Galego. La asociación de mujeres de ascendencia gallega Herbas de Prata le otorgó el 8 de marzo de 2007 el premio “Rosalía”. 
“Dionisia López Amado falaba con enerxía e sorría con picardía. Tiña unha voz na que o fume do tabaco deixara un ronroneo que, no seu falar, era agarimoso. Cantaba con ledicia e non era extraño vela bailar nos actos e festas da colectividade galega en Bos Aires. Amiga, confidente, nai de todos e avóa dos mais novos. Dionisia foi unha homenaxe á vida ao longo de 80 anos. E vivirá, dende logo, máis alá das circunstancias do seu corpo. Porque a vida é moito máis cunha chea de órganos. É un compromiso” en palabras de Débora Campos.  
El 29 de noviembre de 2008 falleció dejando atrás historias, anécdotas, sueños y pesadillas y un incalculable legado. 
Micaela Fernández Darriba


http://www.lavozdegalicia.es/mundo/2008/12/02/0003_7361859.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Dionisia_L%C3%B3pez_Amado
http://www.gabitogrupos.com/LACUBADELGRANPAPIYO/template.php?nm=1294711163

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