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domingo, 17 de febrero de 2013

Impronunciable



Si queremos movernos en el terreno de lo éticamente BUENO, donde la IGUALDAD no llega  se aplica la JUSTICIA, y ésta para ser tal, tiene que contemplar el caso concreto para eliminar desviaciones provocadas por agentes ajenos a quien sufre una situación de subordinación respecto de quien se compare; y eso es la EQUIDAD
La igualdad es la forma más elemental de justicia, es el principio de no discriminación negativa.
Cuando la desigualdad ya está instalada  solo podemos corregirla aplicando la justicia, es decir, creando unas condiciones sociales que apoyen a quien en esa relación estratificada permanece de manera subordinada
Esta es la discriminación positiva, la que va a facilitar que esa igualdad sea efectiva, entre quienes arrastran una asimetría desde el  origen.
La justicia aplicada al caso concreto es la equidad, una forma de corregir abusos  y desproporciones arrastradas.
Todo esto hablando desde un punto de vista ético, no legal, porque otra sería la reflexión entre lo legal lo legítimo y lo justo.

Igualdad, justicia y equidad son  términos grandilocuentes, expresiones salidas de algún desideratum, extraídas de una Declaración de Intenciones (nadie  pública y conscientemente defiende la desigualdad ni la injusticia)

Son palabras queridas y valoradas por toda la sociedad, y todas las personas nos sentimos abanderadas de sus causas.
Son términos que nos humanizan, nos hacen mejores, más altruistas.
¿Podría alguien sustraerse de apoyar un movimiento que exigiera para los negros iguales derechos que para los blancos?
El movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres, según el Diccionario de la Real Academia Española es el FEMINISMO
¿Se puede estar en contra de un pronunciamiento de esa naturaleza?
De manera  ignominiosa, infame y miserable se ha venido degradando un término que sólo pretende acabar con privilegios, y se le ha dotado de un contenido beligerante que solo tiene frente a quienes no quieran apearse de su posición de dominio.
Hablar de FEMINISMO, es hablar de igualdad, de justicia y de equidad .
Es eso y no otra cosa.
Es verificar un desequilibrio y tratar de subsanarlo aplicando  simultánea o sucesivamente la IGUALDAD para eliminar el desequilibrio instalado, la JUSTICIA para corregir las desviaciones que ese partir por la mitad  con los ojos vendados provoca para quien es más débil, y la EQUIDAD para impartir justicia entre iguales que no lo son tanto.
Quien ha querido denostar interesadamente  el término Feminismo  y hacerlo impronunciable, lo que ha querido es cargarse el concepto de ecuanimidad que encierra; ha querido mantener la subordinación sobre la igualdad, la parcialidad sobre la justicia y la inmoralidad sobre la equidad.
Desconfiad de quienes desconfían de este término, porque lo temen  y pretenden mantenernos relegadas, o porque lo ignoran y padecen la ceguera de la estulticia  colectiva  siendo víctimas de ello en la mayor parte de los casos.
En toda la normativa  que recoja algún derecho de los que nos hemos visto sustraídas, tendría que incorporar el término FEMINISMO en sus Exposiciones de Motivos, porque pocos términos encierran tanta filantropía y altruismo  y buenas intenciones, como aquel que defiende que el 51% de la población no permanezca  subordinada.
Rosalía Hernández Sánchez