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miércoles, 12 de junio de 2013

ECUADOR: DE HEROÍNAS COTIDIANAS Y DE CÓMO APROPIARSE DE LA HISTORIA



En Esmeraldas, ciudad costeña y cálida del Pacífico ecuatoriano, que acoge a miles de refugiados y solicitantes de asilo procedentes de Colombia, las mujeres se han apropiado del discurso.
Las mujeres aparecen en la historia como actrices secundarias, de reparto, con esa bandera enarbolada por la frase hecha de estar “detrás de un gran hombre”. Y, sin embargo, las heroínas, reconocidas y cotidianas, están ahí, y este pasado 8 de marzo alzaron sus voces. Y con sus voces, han cantado otras voces de mujeres que han ido edificando al ritmo del tiempo. Alejandra Pizarnik, Marcela Lagarde, Diana Duque, Florence Thomas, Hellen Keller… han sido reconstruidas por Doris, Johanna, Carmen, Betsabé… en un ejercicio conjunto de cotidianidad.

Como si de ropa se tratara, ellas leían y colgaban estos pensamientos, ideas, en tendederos de presencia y deseo de otra realidad. Un ejercicio sencillo, casi rutinario, como el que ellas realizan cada día. Pero que muestra fortalezas, esas miradas de seguir adelante y sobreponerse, de perseverar. Para adaptarse a un nuevo país, para superar historias de pérdidas, para aprender a vivirse de nuevo cuando uno ha tenido que huir.

Veintitres mujeres, 23 fotografías, 23 pensamientos, inundaron la bulliciosa Esmeraldas para darles voz a todas ellas.  “Soy mujer, y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea”, dice Alejandra Pizarnik. Y le contesta una mujer refugiada: “Aprendamos a amar los intentos”. “Diré lo que pienso y hablaré de mi misma hasta la última página y no pediré perdón”, Elizabeth Smart. Y replica  Malala Yusufzai: “Alzaré la voz. Si no lo haglo yo, ¿quién lo hará”.

Unas 150 mujeres acompañaron este ejercicio de re-pensamiento, en el marco de las actividades organizadas por la municipalidad. De reflexión en el Día Internacional de la Mujer, que es una fiesta, una fiesta de la lucha por los derechos. En un país donde 6 de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de violencia, de explotación sexual, laboral, donde los embarazos adolescentes alcanzan cotas inauditas, donde las mujeres refugiadas reviven historias de maltrato, dar voz a las mujeres debería ser un ejercicio de responsabilidad constante. Amplificar sus experiencias y actuar ante ellas.

Desde ACNUR trabajamos, con ellas, con otras organizaciones, con las instituciones públicas. Pero aún queda tanto por hacer, que parece un mar inmenso como ese que bordea Esmeraldas.

Alexandra Almeida y Sonia Aguilar, con el apoyo de Miriam Tudela de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador Sede en Esmeraldas
http://www.un.org.ec/?p=2371#more-2371

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