Marilyn Waring (7 de octubre de 1952) es actualmente una granjera, consultora nacional e internacional y conferenciante principal en política social y trabajo social en la Universidad Albany de Nueva Zelandia. A la edad de 22 años, Marilyn Waring fue elegida diputada al Parlamento de Nueva Zelandia, condición que mantuvo entre 1975 y 1984. Durante ese período estuvo como presidenta del Comité de Gastos Públicos, miembro principal del gobierno en el Comité de Asuntos Exteriores, y en el Comité de Control de Armas y Desarme.
Entre 1991 y 1994, la Dr Waring fue conferenciante principal en Política Pública y la Política de Derechos Humanos del Departamento de Política en la Universidad de Waikato, Nueva Zelandia. En 1990, se le concedió la Subvención del Consejo de Investigación de la Universidad de Waikato para que continuara su trabajo sobre "derechos humanos femeninos". Ha trabajado como consultora para organizaciones tales como la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la Mujer (UNIFEM), el Gobierno del Territorio del Yukon, la Fundación Ford y el Gobierno Provincial de Ontario.
Entre las publicaciones de Marilyn Waring se encuentran If Women Counted, publicado en 1988 por Macmillan, y Three Masquerades: Essays on Equality; Work and Human Rights, publicado en 1996 por Auckland University Press/Bridget Williams Books, Auckland.
Waring obtuvo una Licenciatura en Ciencias Políticas y Política Internacional en la Universidad de Victoria, Wellington en 1973. En 1989, obtuvo un doctorado en Filosofía en Economía Política.
Género, mentiras y economía global: la fuerza laboral "invisible" adquiere carta de ciudadanía
En muchas partes del mundo donde el estiércol es considerado un valioso recurso hay mujeres que pasan días enteros siguiendo las huellas de las manadas de animales para recoger, con sus propias manos, el estiércol todavía humeante que depositan en cestas de mimbre para transportarlo, sobre la cabeza, a sus hogares. La carga es pesada y el trabajo de recoger, transportar y procesar ese recurso es extenuante, pero el acceso al estiércol es una cuestión de supervivencia ya que proporciona el fertilizante, sirve de combustible para cocinar y, en algunos países, se emplea como material básico en la construcción, mantenimiento y decoración.
"La leche, las pieles, la carne y los subproductos animales todos se incluyen en la contabilización de la producción ganadera de un país, pero no así el estiércol", apunta Marilyn Waring, conferencista principal sobre política y trabajo sociales en la Universidad Massey de Nueva Zelandia. Y agrega: "tampoco se cuenta como un factor en la producción energética. Como tampoco se contarán como trabajo en ningún registro contable las horas empleadas por las mujeres recogiendo estiércol, transportándolo, cocinando con él, procesándolo, o utilizándolo para trabajos decorativos".
Se ignora la contribución de las mujeres
Como señalara Marylin Waring durante un foro del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (CIID) , "ciertamente, debido a una variedad de razones logísticas y de otra índole — ninguna de las cuales puede excusar esa práctica — la contribución de las mujeres a la mayoría de las formas de agricultura productiva y de subsistencia se ignora generalmente o se refleja pobremente en las estadísticas oficiales.
Por ejemplo, un estudio sobre la fuerza laboral realizado en un país asiático puso de manifiesto que el 92% de las mujeres mayores de 10 años de edad estaban "inactivas". El estudio también arrojó que solamente el 0,5% de la población femenina participaba en la agricultura. En una conversación con la Dra. Waring, el subjefe de estadísticas del gobierno responsable del estudio señalaba que "se espera de mí que incluya en las estadísticas a las mujeres que recogen forraje, leña y agua. Si hago eso, tengo que contar a todas las mujeres [del país]. Están locos si piensan que haré esto!
Cuestiones cruciales de política
La Dra. Waring subrayó, sin embargo, que si se excluye el trabajo no remunerado de las mujeres de las cuentas nacionales, ello "plantea cuestiones cruciales de política que han recibido poca o ninguna consideración por parte de los árbitros que deciden lo que es y lo que no es importante. Mucha de la retórica utilizada para garantizar la continua exclusión de esas actividades", dijo, "se hace sobre la base de que todo esto tiene poco o ningún efecto sobre la mayor parte de la actividad microeconómica y toda la macroeconómica".
"Sin embargo, las consecuencias son inmensas", advirtió la Dra. Waring. En Nepal, por ejemplo, el Banco Mundial ha estimado en 8 millones de toneladas la cantidad de estiércol quemada como combustible cada año. "El uso de estiércol como combustible [en vez de fertilizante] es un ejemplo mayor de substitución de importaciones, y representa un ahorro nacional en cuanto a la deuda en que se incurriría al importar combustibles comerciales si las ingeniosas mujeres no hubieran empleado esa alternativa".
La Dra Waring añadió que la manera de contabilizar el trabajo no pagado puede tener repercusiones significativas sobre las políticas. En Bangladesh, por ejemplo, el censo de población de 1984 informó que el 90% de la fuerza laboral femenina activa en las áreas rurales estaba integrada por amas de casa (categoría excluida de la definición que daba el estudio de actividad económica), si bien una encuesta realizada el año anterior puso de relieve que la inmensa mayoría de las "amas de casa" participaban en la elaboración de alimentos y otras tareas agrícolas. La encuesta de la fuerza laboral realizada en Bangladesh en 1992 continuaba excluyendo de las definiciones el trabajo de las amas de casa, a pesar de que se trataba de una versión revisada. Sin embargo, la dicha encuesta incluía el trabajo agrícola remunerado.
"Ahora bien, no está del todo claro que haber sido contado en la encuesta de 1992 garantiza que las campesinas de Bangladesh tendrán acceso a facilidades de crédito, clases de extensión agrícola y la gama de aportes disponibles en proyectos de desarrollo agrícola", concluyó. "Lo que está claro es que si no se hubieran contado las mujeres, no hubiera habido ningún reconocimiento".
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