Clementina Díaz y de Ovando (Laredo, Texas, 7 de noviembre de 1916 - Ciudad de México, 18 de febrero de 2012) fue una escritora, historiadora, investigadora y académica mexicana. Se especializó en las investigaciones de la arquitectura y arte de la Nueva España y en la pedagogía jesuítica de la época. Realizó estudios sobre el Colegio de San Pedro y San Pablo.
Realizó sus primeros estudios en la Escuela Anexa a la Normal de Maestros, en la Secundaria N° 8, y en la Escuela Nacional Preparatoria. Ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México obteniendo la licenciatura en 1939. Posteriormente en su misma alma máter obtuvo la maestría y el doctorado en Letras Españolas, en 1959 y 1965 respectivamente.
Fue profesora de literatura en la Escuela Nacional Preparatoria. Colaboró para el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México desde 1946 y fue directora de 1968 a 1974. Impartió clases en la Escuela Superior de Comercio y Administración del Instituto Politécnico Nacional de 1944 a 1968. Fue miembro de Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM de 1975 a 1978.
Fue la primera mujer en ingresar en la Academia Mexicana de la Historia, hecho que ocurrió en 1974, en donde ocupó el sillón N° 5. En 1975 fue nombrada miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia de Madrid. Fue designada miembro numerario de la Academia Mexicana de la Lengua el 24 de marzo de 1983 y tomó posesión el 13 de junio de 1985 de la silla XII. Fue investigadora emérita del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue vicepresidente de la Sociedad Defensora del Tesoro Artístico de México. Fue miembro asesor del Comité de Arte del Instituto Mexicano Norteamericano de Relaciones Culturales.6 Fue presidenta honoraria vitalicia de la Federación Mexicana de Universitarias. Falleció en la Ciudad de México el 18 de febrero de 2012.
Clementina Díaz y de Ovando: La alegría de vivir[i]
Patricia Galeana
El pasado 18 de febrero concluyó la fructífera existencia de la Doctora Clementina Díaz y de Ovando, Presidenta honoraria vitalicia de la Federación Mexicana de Universitarias.
Nuestra querida Clemen, como le decíamos todos con cariño, fue una mujer ejemplar que dedicó su vida a escribir la historia del siglo XIX mexicano y de la institución que la formó, nuestra Alma Mater. Su primera vocación fue la docencia, fue profesora de Literatura de la Escuela Nacional Preparatoria y fue nuestra maestra permanente, sus enseñanzas abarcaron no solo al campo profesional sino la vida misma. Abrió brecha para las mujeres en el campo de la investigación. Ingresó al Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM como ayudante de investigación en 1943, y después se convirtió en su directora, fue la primera mujer en dirigir a un instituto de investigación en nuestra Universidad. Fue también la primera mujer miembro a la Junta de Gobierno de nuestra máxima casa de estudios en 1976.
Su obra le mereció ser reconocida como investigadora emérita y recibir el Premio Universidad Nacional en Investigación en Humanidades.
Pionera en todo, fue también la primera mujer miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia, y de la Academia de la Lengua; consejera de la Fundación UNAM y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Grande es el legado que nuestra Clemen nos deja. Su historia de La Escuela Nacional Preparatoria: Los afanes y los días, es lectura obligada para conocer la evolución de la educación en México. También sobre nuestra universidad escribió: El Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo; La Ciudad Universitaria, una reseña histórica; Odontología y Publicidad en la primera mitad del siglo XIX, entre otras obras. Fue la cronista de la universidad histórica de México, institución a la que ha dedicó más de setenta años de vida profesional.
Sobre el siglo XIX, Díaz y de Ovando estudió a los personajes de la generación más brillante de nuestra historia, la que construyó a su estado nacional. Destacan su Antología de Vicente Riva Palacio, su Chente, como le decía con cariño, y las obras completas de Juan Díaz Covarrubias; Ignacio Manuel Altamirano y Juan Mateos.[ii]
Fue pionera en dar a la prensa periódica carácter de fuente primaria para la historia. Y fue también a la vanguardia historiográfica al dedicarse a la historia social y cultural. Estudió tanto las conmemoraciones cívicas como las fiestas populares, igual los cafés, que los bailes; los anuncios de ocasión, que las modas. Trabajó con un entusiasmo sin igual todas las manifestaciones culturales, desde las artes plásticas y la literatura hasta la cocina.
Su amor a su patria está presente en todas y cada una de las líneas que ha escrito, así como en todos los actos de su vida, por eso solía decir con orgullo que era más mexicana que el mole. En palabras del poeta Rubén Bonifaz Nuño fue un “Dechado ejemplar de cumplida humanidad”, su calidez envolvió todo lo que tocó. De ella dijo el poeta “no aspira a la perfección seguramente porque la ha conseguido”.
Lo mismo desentrañando documentos olvidados, que revisando minuciosamente periódicos de épocas pasadas y leyendo entre líneas lo que éstos solo pueden decir a quien tiene su sabiduría; o estudiando nuestra idiosincrasia a través de corridos y guisos, Clemen ha sabido no solo reconstruir nuestro pasado sino con la “sabiduría de la sencillez” nos entregó textos de amenidad tal que logra transmitirnos su amor al conocimiento histórico y su alegría por su trabajo, constante durante toda su vida. Esa alegría inmensa que solamente tienen quienes viven en convivencia tranquila porque han logrado una vida plena.
Clemen fue también una mujer comprometida con los derechos humanos de las mujeres. Feminista militante, luchó en defensa de los derechos de las mujeres mexicanas en todas las trincheras.
El optimismo de nuestra Clemen nos anima para proseguir la lucha por la causa de las mujeres. Fue un sol que irradiaba la alegría de vivir. Por su obra historiográfica y su defensa de nuestros derechos, le rendimos permanente homenaje.
[i] Publicado en La Jornada. 20 de marzo de 2012.
[ii] Crónica de una quimera: una inversión norteamericana en México en 1879, por solo mencionar algunas de ellas.
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