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jueves, 14 de noviembre de 2013

Georgina Herrera Cárdenas poeta cubana



Georgina Herrera (23 de abril de 1936-13 de diciembre de 2021)  Poeta cubana que cultiva la poesía afrocubana y el tema de lo femenino. Su primer libro se publicó con el sello editorial El Puente.

Nació en Jovellanos, provincia Matanzas, Cuba, en el seno de una familia humilde. Se traslada a la capital siendo muy joven, donde busca mejorar su situación económica.

Comienza a publicar a los 16 años, en periódicos y revistas de La Habana.

Desde 1962 trabaja en la emisora Radio Progreso, donde escribe novelas, cuentos y teatro. Tanto en la literatura como en la radio ha recibido premios y distinciones; también trabaja para la televisión.

En toda su obra abunda la temática feminista. Ha participado en diferentes eventos nacionales e internacionales, en los que aborda precisamente este tema, poniendo especial énfasis en la mujer negra, sobre cuyos orígenes investiga actualmente.

Su poesía ha sido traducida a varios idiomas, incluida en Antologías y se estudia en Universidades en Inglaterra, Estados Unidos y Canadá. Pertenece a la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Del libro en preparación Gatos y Liebres
El tigre y yo, durmiendo junto

El tigre tuvo sueño,
se echa junto a mí, se duerme
como un regalo inusitado; tiendo
la mano y lo acaricio.
Dichosa es esta mano que se pierde
entre el dibujo de su piel.
Me arrimo aún más.
El tigre es tibio y manso. Pego
mi oído a su corazón.
Apenas late. Cómo
puede ser tan pausado
el corazón del tigre?.
Entre él y yo no hay selva,
tempestad ni miedo,
ninguna distancia nos separa.
Respira suave; huele
cerezas el aliento
de este animal que amo y cuido.
Se mueve ahora; vuélvese
al otro lado; no despierta,
pero temo
que el sueño acabe.
No el del tigre, el mío.

Reencarnación

Como será si vuelves
y yo también,
sin que sepamos
que fuimos ya; sin un indicio.
Ser otra vez, sin más destino
que encontrarnos así,
como si nunca.

Quiero llegar a ti y que tú vengas
en despacioso viaje, como
tú sólo sabes.
No tener más destino
que el de siempre.
Asombrarnos los dos.

No importa que paguemos
deudas que no sabemos cuales fueron,
pero que vuelvas
y venga y, para estar juntos,
queriéndonos, mientras
se hace palabras sobre mi piel
aquel asombro tuyo al descubrirme;
yo, asombrada también.
Que me concedas lo que ya me diste,
que nuevamente
me prometas lo que sí cumpliste.

Morirse es malo

Lo malo de la muerte es ese llanto,
no el de los que se quedan;
a esos, la misma vida
les devuelve la risa poco a poco.
Hablo de los que parten.
Yo pude ver en sueños
lo malo que es morirse.
Te la pasas llorando todo ese tiempo,
todos cruzan llorando por tu lado,
nadie da consuelo
porque nadie lo tiene,
y pasamos sin ver a los que amamos
y ellos igual... sin vernos.
Nada de bienvenidas,
no se hacen preguntas;
la palabra es el llanto.
Llegas
a ese lugar que no se sabe donde
queda ni lo que es,
ligera, como en vuelo,
sin venir de algún sitio
ni andar a otro,
ni estarse en paz.
Llorando.
Así es la muerte:
sin besos, sin abrazos,
sin odio, sin amarse,
llorando todo el tiempo.

Primera vez ante un espejo

(viendo una cabeza terracota de mil años, excavada en Ifé)

¿Dice alguien que no es
mi rostro este que veo?
¿Que no soy yo, ante el espejo
más limpio reconociéndome?
O.... ¿Es que vuelvo a nacer?
Esta que miro
soy yo, mil años antes o más,
reclamo ese derecho.
Mi mano va
desde ese rostro al mío
que es uno solo y de las dos,
asciende, palpa
el mentón purísimo,
la espaciosa boca. Sí,
con mucho espacio, así que un solo beso
de ella basta
para pedir la bendición al viento,
la tierra, el fuego y la llovizna.
Ahora toca mi mano la nariz.
De un lado a otro va sobre ese rostro
de las dos. Esa nariz... mi dios; en la pradera
para mí sola, esa que llaman Universo,
en la que ando a mi albedrío,
atrapa olores.
Olor a fuego, a tempestad,
a tierra y agua juntos,
olor de amor, de vida inacabable
entra por ella; es
el total alimento de mi sangre.
Mi mano, al fin, a lo más alto
de ambos rostros llega:
los pómulos, la frente, baja
un poco nada más hasta los ojos
que yo miro y me ven.
Ojos tremendos
en los que apaga y aviva sus fuegos la tristeza.
Soy yo. Espejo o renacida.
http://www.ecured.cu/index.php/Georgina_Herrera
http://www.festivaldepoesiademedellin.org/pub.php/es/Revista/ultimas_ediciones/59_60/herrera.html
http://www.afrocubaweb.com/herrera.htm
http://negracubanateniaqueser.wordpress.com/negras-cubanas/georgina-herrera/
http://directoriodeafrocubanas.com/tag/poeta/

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