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domingo, 26 de enero de 2014

¡Los Estados deben hacerse responsables de la defensa de los derecho de las mujeres!


Víctimas de violencia evitan denunciar por temor a sufrir una "doble agresión"

 Aunque cifras oficiales de los últimos  años muestran mayor determinación de mujeres para reportar el maltrato, organizaciones creen que todavía hay casos ocultos

Carla Alvarenga

Vivian Díaz, de Amnistía Internacional- Venezuela, considera aberrante la idea de que a la mujer le gusta el maltrato
Caracas.- Empieza la conversación hablando de Daniel, su exnovio con estatus de "relación complicada" desde hace poco más de cuatro años. Esta venezolana de 28 años prefiere mantener en el anonimato su testimonio para El Tiempo.

"Estábamos en la cama, él sobre mí, conversando. Comenzó a preguntarme por el pasado, por cosas que siempre le han molestado. Como siempre se inventó una historia (...) No sirve de nada contestarle, no me cree, se cree la que tiene en su cabeza, lo que yo diga es un intento para engañarlo. Me asfixia con las mismas manos que me acarician. Me inmoviliza con su cuerpo encima, me muerde la barbilla hasta hacerme sangrar, se levanta, comienza a dar vueltas por el cuarto. Soy una perra falsa, eso me dice. Soy basura, eso me grita. Le contesto algo que no le gusta, se viene hacia mí, trae el puño cerrado....".

Detrás de la cortina
Amnistía Internacional maneja estadísticas globales, según las cuales por cada denuncia que se hace, nueve casos de violencia contra la mujer dejan de reportarse. La complejidad de este problema social abarca factores mucho más allá de lo obvio.

“¿Cómo denuncias?, si lo primero que hacen es mirarte con cara de lástima o decirte "si te lo calas te gusta", reclama la mujer cuyo historia no entra en la estadística que presentó en febrero de 2011 la presidenta de la Comisión Nacional de Justicia de Género, Yolanda Jaimes.

Según la magistrada del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), los juzgados creados por la alta corte en los últimos dos años para enfrentar los ataques a la mujer, han contabilizado 118 mil 500 casos de agresiones, lo que significa que en promedio se reciben diariamente 162 denuncias.

Aunque en los últimos dos años se han abierto canales de comunicación institucional para consignar denuncias por agresión, en estos momentos se hace patente una nueva barrera: la suspicacia de la propia víctima en torno a la efectividad de una justicia “machista” y el temor a ser señalada por la incomprensión de los funcionarios que atienden los casos.

Logros y cifras
No sólo el TSJ ha creado nuevas instancias para la recepción de casos de agresión.

El Ministerio Público (MP) cuenta con 40 fiscalías con competencia en violencia de género en todo el país. En 2010, estas instancias recibieron más de 96 mil denuncias -no sólo en cuanto a violencia física sino también psicológica, entre otros delitos. Algunas de estas acusaciones todavía se están procesando.

La fiscal general, Luisa Ortega Díaz, aclaró que la cifra de casos que ingresaron el año pasado no es la misma que sale con el perfil definitivo de agresión. “Primero hacemos una desestimación para saber si los hechos narrados constituyen o no delitos. En apariencia parecieran delito, y una vez que se inicia la investigación, procedemos a acusar, sobreseer o archivar. Procesamos las denuncias y después determinamos si reviste o no carácter penal”, dijo.

La cifra de 2010 se equipara con las 95 mil 560 acusaciones por violencia contra la mujer, que ingresaron al Ministerio Público en 2009 y casi duplica los 58 mil 421 casos que se contabilizaron en el mismo órgano para 2008.

El número de denuncias refleja la penetración de este problema social en la realidad nacional. El Viceministerio para la Transversalidad Política de Género advirtió el año pasado que “en uno de cada tres hogares venezolanos, una mujer es víctima de violencia”.

La directora del Observatorio Bolivariano de Género, Victoria Aguirre, explica que “es difícil estimar si hay más agresión o no, pero lo que sí es seguro es que la mujer se está atreviendo a denunciar más porque se siente amparada”.

La razón que Aguirre da al comportamiento de las cifras en los dos últimos años no se aleja de la realidad, los avances que sobre el tema se han tenido en Venezuela han sido importantes. Actualmente se cuenta con el Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género, y el Instituto Nacional de la Mujer -ente adscrito al Ministerio mencionado. Así se creó la línea 800-Mujeres y luego la Defensoría Nacional para los Derechos de la Mujer.

En 2007 se aprobó la Ley Orgánica para el Derecho a la Mujer a una Vida Libre de Violencia, donde se hallan 19 tipologías de violencia, y se convierte en delito la ejecución de éstas. En 2008 se amplió la plataforma tecnológica de la línea 800-Mujeres. Anualmente el MP reporta avances en capacitación de funcionarios y creación de tribunales especializados.

Expertos en la materia aprecian los progresos. Sin embargo, consideran que quedan aspectos por trabajar.
La capacitación de funcionarios y la cultura estadística son algunos de ellos. Actualmente las cifras del país se encuentran dispersas en los órganos receptores de denuncias y los organismos colaboradores. No será sino hasta adelantado este año cuando -según fuentes oficiales- se puedan tener cifras nacionales.


Victimización al cuadrado


Vivian Díaz, antropóloga y coordinadora de Amnistía Venezuela para la campaña de violencia contra la mujer, dice que uno de los pilares en Aiven es la capacitación de los funcionarios públicos que se desempeñan en el área.

“Tienen que estar preparados no sólo en el conocimiento de la ley, sino en la comprensión de qué significa la violencia de género, para evitar una doble victimización”.

Díaz no se refiere únicamente a quienes trabajan en tribunales. “El funcionario policial debe entender que cuando detiene al hombre que está agrediendo, y después la mujer va a llevarle la sopa, no significa que a ella le guste que la maltraten. Lo que significa es que hay una dependencia afectiva y que seguramente no hay conciencia de lo que está pasando, pero de cualquier modo el funcionario está en la responsabilidad de cumplir con su deber, que es proteger a quien está siendo víctima”, señala.

Desde Aiven la propuesta es clara -concordando internacional y localmente con otras organizaciones y expertos-: información, formación de multiplicadores y voluntariado, generar conciencia en todos los ciudadanos de la situación que se vive en torno a la violencia contra la mujer; cambiar la cultura a base de educación.


“El mensaje fundamental es que la violencia contra la mujer es un delito, y que quien identifique que está en una situación de violencia debe denunciarlo”, afirma.

Otro punto en el que confluyen los especialistas es que, como explica Díaz, “la información que la mujer maneje hace una gran diferencia, no es que estar informada la va a alejar de un posible agresor, pero en la medida en la que ella tenga un nivel de conciencia sobre la violencia, podrá tomar una decisión a tiempo”.

Estado machista
La directora del Observatorio Bolivariano de Género manifiesta que el carácter “machista” que tiene el Estado venezolano es la raíz más profunda de la violencia contra la mujer. El panorama es “una ideología donde hay relaciones desiguales, donde el hombre se siente con el derecho a tener el poder: ésta es mi mujer, es mía y yo decido lo que haga” indica.

Aguirre asegura que aunque cada caso tiene sus particularidades, existen tres factores comunes en la víctima de violencia: nivel de instrucción, ambiente social y antecedentes familiares. Como se puede ver todos los elementos tienen su fuente de origen en la sociedad y la cultura, donde juega un rol importante la presión social y familiar.

Por mucho tiempo se consideró que quienes tenían un nivel económico mayor y un nivel de instrucción más avanzado, se iban separando de la posibilidad de ser víctimas de violencia. Hoy se sabe que esto no es más que un mito, pues tal y como lo cita Aguirre, “estudios internacionales indican que todas las mujeres en algún momento de su vida han sido víctimas de algún tipo de violencia”.

En Venezuela “49,5% de las mujeres víctimas de violencia tienen un nivel de instrucción entre secundaria y técnico medio”.

Aun cuando los niveles socioeconómicos y de instrucción no la eximen de ser víctima, Aguirre indica que cuando ella tiene independencia económica no tolera la agresión perennemente, y en algún momento busca -y encuentra- la salida a la situación, con o sin ayuda de los organismos públicos.

Diferente es la realidad de la que depende económicamente de su agresor.

Violencia no identificada
En opinión de Díaz, todos los aspectos que influyen para que una mujer soporte una situación de violencia son culturales. “La dependencia económica, pero sobre todo afectiva que tiene con su pareja, es un lazo muy difícil de romper”. Aguirre arrojó cifras de esa realidad descrita: “73,6% de las que denuncian, aseguran que la situación la viven desde hace años”. Es decir, que mucho más de la mitad de las víctimas que se atreven a denunciar han soportado la violencia por largos períodos. Pero, ¿qué lleva a una mujer a tolerar agresiones?

La cultura invita a la tolerancia, pues coloca en un rol de dominio al hombre, además del resto de las creencias que posicionan a la mujer en una situación de sacrificio.
Luego -y muy atado al aspecto cultural - está la dependencia económica, paralela a la dependencia afectiva –un factor psicológico con componente social-. Y entre otros tantos, resalta uno: el miedo.
“El temor es un aspecto fundamental: temor a la agresión, incluso si están protegidas, temor a que la situación la conozcan terceros, temor por el apoyo que le pueda brindar o no el sistema judicial”, asegura Díaz.
Advierte la experta que a despecho de lo que piensen terceros -a causa de la cultura machista-, la situación nada tiene que ver con esa creencia popular de 'ella está ahí porque le gusta'. “Nadie escoge ser maltratado, nadie quiere ser agredido”, puntualiza.

http://eltiempo.com.ve/venezuela/sociedad/victimas-de-violencia-evitan-denunciar-por-temor-a-sufrir-una-doble-agresion/19334