La periodista de radio y televisión, Gladys Díaz, nacida el 10 de julio de 1936, era una de las más conocidas personalidades del MIR. Después del golpe pasó a la clandestinidad y fue detenida el 20 de febrero de 1975 en Santiago, siendo torturada en un centro de detención secreto de la DINA. En esta primera fase de la detención, llamada “incomunicación“, los detenidos podían “desaparecer“ en cualquier momento sin dejar rastro, porque las autoridades negaban tenerlos en su poder. Esta fase duraba el tiempo necesario para que los agentes de la DINA pudieran arrancarle información útil a los prisioneros, lo que podía variar desde un par de días hasta algunas semanas, pues después de este tiempo sus contactos en la clandestinidad eran advertidos y suspendían los encuentros secretos. Gladys Díaz estuvo incomunicada durante 80 días en el centro de torturas de Villa Grimaldi en Santiago.
El grupo Chile de Amnistía Internacional en Francfort del Meno (RFA1) y otros grupos de solidaridad denunciaron la situación que vivía Gladys Díaz. Uno de los recursos para detener la tortura y detención de un prisionero era conseguirle un puesto de trabajo en Alemania, lo que además era la condición para incorporar a esa persona en la iniciativa de acogida de los prisioneros políticos chilenos en la RFA. Gracias a la intermediación de Amnistía Internacional, Gladys Díaz recibió una oferta de trabajo de la “Fundación Cogestión“ (Stiftung Mitbestimmung) de la Confederación de Sindicatos alemanes (DGB), que posteriormente sería la Fundación Hans-Böckler.
La embajada alemana en Santiago, a la cual se había enviado la oferta de trabajo, “estuvo facultada hasta marzo de 1976 para rechazar, sin consulta al gobierno alemán, las solicitudes de los miristas que buscaban ser incorporados en la iniciativa de acogida“, hecho que era totalmente desconocido para los grupos de solidaridad con Chile. La embajada rechazaba desde un principio a los militantes del MIR. Al parecer, la embajada se refiere a esta selección previa cuando responde a Gladys Díaz: “por razones de seguridad“ no existe “por el momento ninguna posibilidad de acogida en la República Federal de Alemania“. En la misma carta añade: la Fundación Cogestión, que había ofrecido un puesto de trabajo a Gladys Díaz para facilitar su acogida, debería “pedir información lo más detallada posible sobre el pasado de sus protegidos“ a Amnistía Internacional (que impulsaba la iniciativa de acogida de la RFA para los prisioneros políticos chilenos junto a la Diakonischen Werk) y ofrecerle trabajo sólo a aquéllos que no representen un riesgo de seguridad. La embajada cataloga al MIR como una organización terrorista con más de 8.000 militantes durante el gobierno de Allende (carta de la embajada alemana al Ministerio de Relaciones Exteriores alemán del 14.5.1975, ZA (2)2 108.031).
En cambio, el Ministerio del Interior de la RFA estaba dispuesto a incluir en la iniciativa de acogida a los miristas detenidos y amenazados con la tortura y el asesinato y asumió la revisión de la seguridad. Hubo reuniones con el Ministro de Estado Hans-Jürgen Wischnewski y con el subsecretario adjunto Jürgen Schmude. Amnistía Internacional también abogó por Gladys Díaz ante el Ministerio del Interior. El Departamento 3 del Ministerio de Relaciones Exteriores apoyó los reparos de la embajada y una decisión en favor de la práctica anterior de no admitir el ingreso de miristas en la RFA. El resultado de las negociaciones fue que se realizaría una revisión caso a caso y que los miristas, a quienes se les otorgara el asilo, debían firmar una declaración y contar con una especie de garante en la RFA.
Johannes von Marré, consejero de legación en la Cancillería, revisaba durante los fines de semana “decenas de expedientes recopilando información sobre el MIR para Wischnewski, quien es repetidamente atacado por rechazar a los miristas (entre otros a Gladys Díaz)“ (carta de la Cancillería a la Embajada alemana del 8.9.1975, ZA 100.786)
El 27 de abril de 1976, cuando el Ministro del Interior decidió autorizar el ingreso de Gladys Díaz, la embajada “recibió la noticia con sorpresa“ y manifestó su temor de que se propagara el terrorismo internacional en la RFA (carta de la Embajada alemana a la Cancillería, del 31.5.1976, ZA 108.031). La extrañeza era recíproca, como lo sabe el autor por haber participado en ese entonces en las negociaciones con el Ministerio del Interior alemán. El Subsecretario adjunto Schmude consideraba que la designación del embajador alemán en Santiago, Erich Strätling, había sido una mala elección.La DINA hacía “desaparecer“ a sus detenidos sacándolos de sus centros de detención secretos y entregándolos a un comando de exterminio. Gladys Díaz fue sacada cinco veces desde el centro de detención en que se encontraba y, cada vez que eso sucedía, parecía que fuera a ser “desaparecida“. En esas ocasiones era trasladada durante horas o días a un lugar desconocido, donde no sucedía nada, y luego era devuelta al centro original. En una de esas situaciones es posible reconstruir lo ocurrido: un miembro del grupo Chile de Amnistía Internacional llamó a la embajada de Chile en Bonn y preguntó por la situación de Gladys Díaz. La respuesta fue que ella no estaba detenida. Amnistía Internacional inició inmediatamente una acción de envío de telegramas. En la DINA deben haber pensado que ciertos poderes supremos se habían conjurado en su contra y los agentes decidieron dar pie atrás y la devolvieron al centro original. Gladys Díaz se transformó en un caso emblemático. Una vez que ambos Estados comenzaron a negociar su liberación y la dictadura ya no la podía torturar, fue puesta en una celda junto a Luis Corvalán, el detenido más prominente del Partido Comunista, por cuya liberación también cursaba una campaña internacional.
Entre los “peticionarios“ que abogaron por la liberación de Gladys Días frente al Ministerio de Relaciones Exteriores alemán se contaban el escritor Gerhard Zwerenz y su esposa Ingrid, la periodista berlinesa Vera Gasenow, los académicos Elmar Altvater, Klaus Knothe y Peter von Oertzen y la asociación de la iglesia protestante alemana Diakonische Werk.
Al igual que otros militantes detenidos del MIR, Gladys Díaz debió firmar una declaración en la que se comprometía “a abstenerse de realizar cualquier actividad política en la RFA que pudiera atentar contra el orden y la seguridad públicos o la formación de voluntad política u otros intereses importantes“ de la RFA. Un pastor evangélico de Hamburgo actuó como garante. Sólo entonces fue trasladada desde la prisión hacia el aeropuerto, para volar desde allí a Hamburgo acompañada de su pequeño hijo.
Como pude constatarlo en una conversación con ella, no tenía prácticamente ningún conocimiento acerca de la RAF (Rote Armee Fraktion – Fracción Ejército Rojo3) y se mantuvo alejada de las presentaciones públicas y actividades políticas que pudieran afectar la política alemana. Para los miristas exiliados en Alemania eran tabú los contactos con la RAF. Gladys Díaz permaneció poco tiempo en la RFA, viajó a Nicaragua y volvió a Chile tan pronto como le fue posible hacerlo. En la actualidad está finalizando estudios de sicología y sigue empeñada en la posibilidad de construir una sociedad mejor y más justa, sín militancia politica.
http://www.menschenrechte.org/lang/de/lateinamerika/gladys-diaz
http://www.elciudadano.cl/2012/09/10/57022/en-memoria-de-jose-carrasco-tapia-a-26-anos-de-su-asesinato/
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