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domingo, 25 de mayo de 2014

Seyla Benhabib pensadora contemporánea


Seyla Benhabib (Estambul, 9 de septiembre de 1950) es una pensadora contemporánea, profesora de ciencia política y filosofía política en la Universidad de Yale, Estados Unidos, y directora del programa de ética, política y economía de la misma universidad. Es conocida por haber sabido combinar la Teoría crítica (Escuela de Frankfurt) con la teoría feminista. Enseñó previamente en los departamentos de filosofía de la Universidad de Boston, SUNY Stonybrook y en la New School of Social Research en Nueva York, así como en el departamento de gobierno de la universidad de Harvard. Sus libros suelen abordar las obras de  Hannah Arendt y Jürgen Habermas. A partir de este último, Benhabib reformula la noción de "espacio público", empleando para ello un enfoque feminista.


Según Seyla Benhabib, ésta se inscribe dentro de una visión liberal, que concibe la esfera de la justicia y la esfera del cuidado básicamente bajo una dicotomía, en la que la primera representa el verdadero punto de vista moral universalizable. La visión liberal recogería las 4 primeras posiciones, que si bien son presentadas por separado por Blum, se encuentran estrechamente conectadas.
Según Benhabib, la concepción de Kolhberg sobre el dominio moral está basada en una fuerte diferenciación entre justicia y vida buena, coincidente con las teorías liberales modernas. Para los primeros teóricos del contrato social, la justicia se volvió el centro de la teoría moral en un mundo desencantado en que había de crearse una base legítima del orden social. Si las bases sociales de la cooperación y los derechos individuales eran respetados, el sujeto autónomo podía definir qué entendía por una vida buena, según su propia conciencia. Así, las relaciones de "parentesco, amistad, amor y sexo" comienzan a ser vistas como esferas de decisión personal. Como señala Benhabib, mientras los hombres celebraban la transición de normas socialmente aceptadas a la generación de un
contrato social basado en principios, la esfera doméstica permanecía en el nivel convencional:"La esfera de la justicia, desde Hobbes a Locke y Kant es vista como el dominio en que hombres independientes, jefes del hogar negocian con los demás, mientras la esfera íntima y doméstica es puesta más allá de la justicia y restringida a las necesidades reproductivas y afectivas de los paterfamilias burgueses.(...) Un campo entero de la actividad humana, a saber, la crianza, la reproducción, el amor y el cuidado, que se vuelve el área de la mujer en el curso del desarrollo de la sociedad moderna burguesa, es excluído de las consideraciones morales y políticas, y relegado al reino de la „naturaleza‟".

La identidad de la mujer está constituída por una serie de negaciones y carencias: no es autónoma, no es independiente, no es competitiva, no es pública.
La mujer es lo que el hombre no es. Su vida se mueve fuera de la historia, en el terreno de la naturaleza, en el mundo repetitivo de la crianza y la reproducción: "La esfera pública, la esfera de la justicia, se mueve en la historicidad mientras la esfera privada, la esfera del cuidado y la intimidad, no cambia y es atemporal".

Esta distinción es internalizada por el propio hombre, que se divide a sí mismo en persona pública y persona privada. En el discurso de la moral y teoría política contemporánea, estas dicotomías son esenciales en la forma en que se constituye el yo. Según Benhabib, en esta distinción entre lo público y lo doméstico se asienta el ideal de autonomía de esta tradición. Un yo autónomo es un yo separado, independiente, que debe afirmarse contra la amenaza constante del otro. La ley contiene esta amenaza al definir rígidamente las fronteras entre los sujetos, pero no la elimina.
Según Benhabib, las teorías morales universalistas contemporáneas como la de Kohlberg han heredado esta dicotomía y esto es visible en su intento de restringir el punto de vista moral a la perspectiva del otro generalizado. Aunque el propio Kohlberg reconoció que el descubrimiento de Gilligan de una orientación hacia el cuidado y la responsabilidad ampliaba el campo moral -y por tanto, reconoce que forman parte de él-, considera que concierne a esferas -como el parentesco, el amor, la amistad, el sexo, etc.- que son más personales que morales, presentando así los términos como opuestos. Esto evidentemente corresponde a la posición 3 caracterizada por Blum.
Benhabib describe dos concepciones de las relaciones entre el yo y el otro que delinean dos perspectivas morales y estructuras de interacción: la perspectiva del otro generalizado y la perspectiva del otro concreto. En la teoría moral contemporánea, estas concepciones son vistas como antagónicas e incompatibles y reflejan claramente otras dicotomías de la modernidad: autonomía y cuidado, independencia y ligazón, lo público y lo doméstico, y más ampliamente, justicia y vida buena.
La distinción de Benhabib entre la perspectiva del otro generalizado y la perspectiva del otro concreto resulta de suma utilidad para caracterizar la ética de la justicia y la ética del cuidado.

El punto de vista del "otro generalizado", tomando una expresión de G. H. Mead, requiere que veamos a cada individuo como un ser racional, provisto de los mismos derechos y deberes que desearíamos tener nosotros. Asumimos que el otro, como nosotros, es un ser con necesidades concretas, deseos y afectos, pero que lo que constituye su dignidad moral no es lo que nos diferencia, sino lo que poseemos en común como agentes morales.
Nuestra relación con el otro está gobernada por las normas de equidad formal y reciprocidad: cada uno puede esperar y asumir de nosotros lo que nosotros podemos esperar y asumir de ellos. Las normas de interacción son primariamente públicas e institucionales. Las categorías morales que acompañan estas interacciones son el derecho, y la obligación y los sentimientos morales correspondientes son el respeto, el deber, el merecimiento y la dignidad.


El punto de vista del "otro concreto", por el contrario, implica que veamos a cada ser racional como un individuo con una historia, identidad y constitución emocional concreta. Para asumir este punto de vista, nos abstraemos de lo que compartimos y nos focalizamos en la individualidad. Alcanzamos a comprender lo que el otro necesita, sus motivaciones, lo que busca y desea. Nuestra relación con el otro está gobernada por las normas de la equidad y la reciprocidad complementaria: cada uno puede esperar y asumir de los demás formas de conducta a través de las cuales el otro se siente reconocido y confirmado como un individuo concreto, con necesidades, talentos y capacidades específicos. Las normas de interacción aunque no exclusivamente privadas, no son institucionales. Son normas de amistad, amor y cuidado, que están más allá de la ley y mediante ellas, confirmo al otro no sólo en su humanidad sino también en su individualidad.
Las categorías morales que acompañan estas interacciones son la responsabilidad, los lazos afectivos, y el compartir. Los sentimientos morales correspondientes son el amor, el cuidado, la simpatía y la solidaridad
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Bibliografia

The Rights of Others (Cambridge University Press, 2004)
The Reluctant Modernism of Hannah Arendt (Rowan Littlefield, 2003)
The Claims of Culture (Princeton University Press, 2002),
Las reivindicaciones de la cultura. Igualdad y diversidad en la era global (Buenos Aires y Madrid, Katz Barpal Editores, 2006, ISBN 8460983625)
Democracy and Difference (Princeton University Press, 1996)
Critique, Norm and Utopia

Fuentes :
http://mediaethicsmorning.wordpress.com/2014/02/12/my-philosopher-seyla-benhabib/
http://www.actio.fhuce.edu.uy/Textos/12/Fascioli12.pdf
http://es.wikipedia.org/wiki/Seyla_Benhabib
http://frankfurterschule.blogspot.com/2010/11/seyla-benhabib-doctora-honoris-causa.html
http://habermas-rawls.blogspot.com/2009/09/seyla-benhabib-awarded-ernst-bloch.html

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