Visitación Padilla (2 de julio de 1882-12 de febrero 1960) es una de las mujeres de mayor protagonismo político y social en la primera mitad del siglo XX, nació en Talanga, departamento de Francisco Morazán, en plena Reforma Liberal. Se educó bajo el cuidado de Guadalupe Reyes, conocida y sobresaliente maestra en su tiempo, declarada seguidora del pensamiento y obra de Ramón Rosa, lo que, sin duda alguna, propició su formación intelectual y política para desenvolverse con propiedad en el ambiente culto de las/os escritoras/es de su tiempo.
Conoció a las/os pensadoras/es latinoamericanos y del mundo de entonces. Este es el caso del escritor, diplomático y político socialista argentino Manuel Ugarte, versado en el pensamiento de Rosa Luxemburgo. Para Ugarte, el socialismo en Latinoamérica debía tener un carácter nacional que opusiera resistencia al imperialismo anglosajón, perspectiva de la que se apropia brillantemente Visitación y la aplica al análisis de la realidad hondureña.
Su inteligencia, ánimo y capacidad la convirtieron en una de las principales dirigentes de los movimientos sociales de su época en contra de los regímenes dictatoriales y sus agentes. Destacó en su lucha por la construcción de una democracia auténtica. Exaltó a través de sus escritos las cualidades de otros, comunicando a su vez las propias convicciones. En su artículo de bienvenida a Ángel Zúniga Huete, quien regresa a Honduras después de un obligado exilio de 16 años, hace referencia a su calidad de “héroe del martirologio morazánida, centinela de los principios más avanzados de la República, que se mantiene firme en la roca del honor y el deber”. En esa ocasión escribe como miembra del Frente Femenino Pro Legalidad, de la que fue militante activa y creativa, desde donde luchó -junto a Dolores Fiallos de Reina- en contra de la dictadura.
Tenaz lectora, abrevó en las fuentes del pensamiento más avanzado y crítico de su tiempo. Así obtuvo las armas teóricas para enfrentar con valor y decisión las amenazas de sus adversarios a lo largo de su vida. Con talento y convicción nada comunes defendió todo aquello en lo que creía. Cumplidos los 62 años, alentó con sus escritos la lucha por el derecho a la libertad, siendo integrante del Comité Pro-Liberación de los Presos Políticos que organizó sendas manifestaciones de solidaridad con ellos el 29 de mayo y el 4 de julio de 1944.
Sin lugar a dudas, incidió en el proceso formativo del movimiento social hondureño. Contribuyó activamente a la organización de las mujeres, en todo el territorio nacional, a través de la Sociedad Cultura Femenina Hondureña (1926). Por iniciativa suya, ésta se afilió a la Federación Obrera Hondureña, lo que significó para esa organización una mayor beligerancia política. Muy tempranamente escribió sobre el feminismo en Honduras y el mundo. Se convirtió en pionera indiscutible y la más combativa defensora de los derechos civiles y políticos de la mujeres de su tiempo. Por su compromiso político sufrió allanamientos y persecución, particularmente por sus denuncias desde el Frente Femenino Pro Legalidad.
Su trabajo social fue sabiamente combinado con sus deberes como maestra: fundó jardines de niños, trabajó como catedrática de escuelas normales, fundó la primera Escuela Nocturna para Adultos, en beneficio de las trabajadoras domésticas, vendedoras ambulantes y del mercado, lavanderas y amas de casa. Asimismo, se esforzó por instruir a los primeros gremios de obreros que buscaban acrecentar sus conocimientos y asegurar su bienestar. Escribió el libro de lectura para niños, Azucenas, y el ensayo Pasatiempos e Historias de la Educación Pública Hondureña.
Su rica personalidad se refleja también en su actividad periodística. Fue columnista del periódico “El Nacional”; dirigió la revista “El Mentor Hondureño”, en 1913; fundó y escribió en la revista antialcohólica “Regeneración y Prosperidad”. Coherente con sus posiciones, se constituyó en ferviente defensora de la soberanía nacional, al lado de Froylán Turcios. En 1924 dejó constancia escrita de su repudio a la presencia de marinos norteamericanos que habían ocupado Tegucigalpa bajo el pretexto de la guerra civil de ese año.
Choncita denunció en las páginas del “Boletín de la Defensa Nacional” que esta ocupación constituía una afrenta a la soberanía nacional y que en realidad respondía al hecho de que Honduras era el primer exportador de bananos en el mundo, y la ocupación buscaba asegurar las grandes ganancias para la United Fruit Company y proteger los intereses económicos y políticos de Estados Unidos en la región. Ella misma, el 23 de marzo de ese fatídico año, reconoce en las páginas del Boletín que su Dios Único es La Libertad.
Su vida y obra, su correspondencia, sus escritos, ya están siendo materia de estudio, constituyen un legado valioso y ejemplarizante, tanto para las escritoras en ciernes como para toda/o hondureña/a que forja, días tras día, su temple como demócrata. El 12 de febrero de 1960 falleció en la ciudad de Tegucigalpa. Esta personal conmemoración es también un público reconocimiento a la UNAH por haber declarado este 2010 como “El Año de Visitación Padilla”.
Anarella Vélez
Nuestras hondureñas mujeres desarrollando sus grandes capacidades sostienen nuestro paIs lo largo de nuestra historia, siembran una huella imborrable q vasta reconocerla como ha sucedido con nuestra alma grande Visitacion Padilla
ResponderEliminarSin duda que son un pilar fundamental en el país y tristemente no tan valorado como debiera .
EliminarExcelente documental todas las mujeres formamos parte de una sociedad y tenemos las capacidades para ejercer en el pais
ResponderEliminarConocer lo que otras hicieron nos da referentes y empodera . Ayudemos a que elmundo la conozca
EliminarNecesito ayuda alguien que me diga obras de visitacion padilla en apoyo a la mujer lo necito ayudenme plissss😦😦😢😭necesito ayuda
ResponderEliminarAyudame BAKA si eters otaku entenderas
Investiga y nos las cuentas para que el.mundo la reconozca ¡
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