jueves, 31 de julio de 2014
Habla Domitila
Traemos un articulo de marzo de 2012 . Es preciso conocer en más profundidad a mujeres que se han ido y han sido importantisimas para el mundo. Somos diversas y es preciso que todas tengamos voz :
La semana pasada murió en Bolivia Domitila Barrios Cuenca (Llallagua, Potosí, Bolivia 7 de mayo de 1937 - Cochabamba, Bolivia; 13 de marzo de 2012) –así se presentaba sobre el final de su vida cuando se despojó del “de Chungara”, su apellido de casada–, una mujer que supo tanto cambiar la historia de su país al organizar una huelga de hambre, que comenzaron cuatro amas de casa, que terminó derrocando una dictadura, como enfrentar al feminismo conservador –en 1975– al oponer su testimonio de vida a quienes pretendían seguir hablando de los problemas de “la mujer” así, en singular. Minera, dirigenta, madre, indígena; Domitila es una de esas personas imprescindibles para entender la historia de las mujeres en América latina.
Por Malena Bystrowicz
Fue el 22 de enero de 2006, cuando asumía por primera vez en la historia de Bolivia un presidente indígena. La ceremonia duró varios días. Eduardo Galeano fue invitado al gran evento y fueron sus palabras (ver aparte) las que encendieron en mí la necesidad de saber más sobre Domitila.
Aquella tarde de fiesta en La Paz, Galeano recordó una asamblea de mineros en los años ’70. Allí se tejían las luchas clandestinas de los obreros y solía haber puros hombres. Pero en aquella ocasión una mujer alzó su voz y, mirando a cada uno a los ojos, preguntó: “¿Cuál es nuestro peor enemigo, compañeros?”
Unos respondieron “el capitalismo”; otros “la patronal”; algunos dijeron “la burguesía” o “el imperialismo”. Esa mujer, sin bajar la mirada, contestó: “No, compañeros, nuestro peor enemigo es el miedo, y lo tenemos dentro”. Ella junto a otras cuatro mujeres habían comenzado una huelga de hambre que desembocó, en 1978, en el derrocamiento de la sangrienta dictadura de Hugo Banzer. Esa mujer era Domitila Barrios de Chungara.
Quise saber todo de ella y fui a buscarla. Me encontré con una mujer bajita, de aspecto muy frágil pero que transmitía una poderosa fuerza emocional. Tenía una escuela de formación política en Cochabamba, 74 años y un cáncer que avanzaba sobre sus pechos. Lo que sigue es parte de la entrevista que tuve con ella el año pasado, una de las últimas que dio:
“Me llamo Domitila Barrios Cuenca porque cuando una se casa en Bolivia siempre lleva el apellido del marido: Chungara”, se presentó.
“Soy hija de un campesino de Toledo, un pueblito pequeño al lado de Oruro. Hasta que lo mandaron a la guerra con el Paraguay, mi padre criaba ovejas. Cuando regresó los animales habían muerto, ya no tenía nada y se fue a trabajar a la mina Siglo XX con la intención de ganarse un buen dinerito para comprar ovejas y volver a su pueblo otra vez.”
Pero el destino fue otro. “Las minas siempre están en las cordilleras más altas donde no hay ni siquiera mercado. El patrón hacía llevar alimentos y les vendía a los obreros. Pero nunca lo necesario, siempre muy poco. Y si les había prometido que les iba a pagar diez pesos por día, les daba cinco. Y encima los obreros le debían el transporte, las botas que le dieron y alguna otra cosita más. Desde el principio estaban deudores. Allí se casó con mi madre. Yo nací en Siglo XX, en la mina.”
Recuerdos de infancia
“Mi madre, al tener su quinto hijo, le hicieron una cesárea y murió. Yo tenía entonces diez años. Cinco hijos nos dejó y la huahua recién nacida. Todas mujeres. Y yo era la mayor.”
¿Y estaba yendo a la escuela?
–Las mujeres no mandaban a sus hijas a la escuela. Así era como se discriminaba. Pero mi padre siempre decía que había que estudiar, que había que leer. Mi madrina, no. Ella decía que la escuela era para mandar cartas a los novios. Pero mi papá habló con el gerente y le suplicó que nos diera permiso para ir a la escuela. De cien alumnos ochenta eran varones y veinte, chicas. Ninguna era hija de obreros.
¿Y tenía que cuidar también de las hermanas?
–Nos turnábamos con mi papá. Mi hermana, la más menorcita, tenía meses de haber nacido. La otrita estaba por cumplir un año. La siguiente tenía un año y más. Imagínense ¡eran pequeñas! No teníamos dónde dejarlas ni quién las vea. En el recreo yo corría a verlas y a darles la mamadera. Las teníamos ahí, a las dos huahuas, en un agujero en la pared. Años después, la más pequeña, que ya tenía tres años, se salió de donde estaba y se acercó a un basural donde habían echado comida podrida sobre las cenizas de carburo de las lámparas de los mineros. Yo volvía de la escuela y escuché “mamá”. No la había visto ahí sentadita, en el basural, y cuando la miro de su boquita salía una espuma. Con las dos manos había estado comiendo. Ha muerto con eso la huahua. Mi madrina me pegó, me agarró de mis cabellos, me jaló de las orejas y me pateó. Yo me aguantaba. El sufrimiento de la huahua muerta. Mi madrina me dijo que me dejara de hinchar con eso de la escuela. Yo contesté: “Tienes razón, yo no quise quedarme en casa para cuidar a mi hermanita”. Me sentí muy mal y le dije que no iba a ir más a la escuela.
¿Y tu padre qué dijo?
–Cuando volvió a casa y me vio cocinando me dijo “¿Y la escuela?”. Le respondí llorando que no iba a ir más porque por mi culpa mi hermanita se había muerto. Entonces mi papá me abrazó y me dijo “no es tu culpa hijita, es el destino que nos ha hecho así. Es necesario que la mujer se eduque y tú tienes que seguir estudiando. Yo me voy a llevar a la huahua a mi trabajo. Hija, ya nos vamos a arreglar”.
De repente un acceso de tos muy fuerte obliga a Domitila a hacer un alto. Pero no por mucho tiempo. Como si se acabara la vida ella vuelve a hablar de sus recuerdos, sin parar, sin respiro.
“Un día mi papá me anunció que se iba lejos, de comisión. Había comprado víveres. Me pidió que cuidara a mis hermanas y me dijo que si se acababa el alimento sacara la plata necesaria para comprar más. Al día siguiente cuando fui a la pulpería a recoger carne, vi las calles desiertas. Hacía un frío fuerte y parecía oscuro. Las mujeres sentadas en las calles, llorando. Decían que había guerra en Bolivia, que los hombres habían ido a luchar. Poco después, una mañana, empezaron a tocar las campanas, las sirenas y la gente salía y gritaba ‘¡Hemos ganado! ¡Hemos ganado!’ Había sido la revolución de 1952.”
Domitila se ríe de los recuerdos que vuelven a su mente. La revolución popular del 9 de abril de 1952 del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) fue un momento feliz para el pueblo boliviano. Derecho de voto para todos, alfabetización masiva, reforma agraria y reparto justo de la tierra; nacionalización de las minas de estaño y otros codiciados minerales, creación de la Central Obrera Boliviana, reemplazo del ejército regular por milicias populares fueron parte de esa transformación histórica.
“La gente decía: ‘¡Hemos destruido al Ejército! ¡Ya llegan los mineros!’ Y a la noche, llegó primero la banda con sus estandartes, luego los dirigentes del MNR y, todos en fila, con sus guardatojos brillando, varias filas de mineros. En la quinta, estaba mi papá con su fusil cruzado. Nosotras nos metimos por debajo de los pies de la gente y lo agarrábamos: ‘Papi, papi’. Me miró con mucha alegría y me dijo: ‘Hemos ganado, hijita, nunca más ahora los niños van a andar descalzos’. Y empezaron las medidas económicas para los obreros: bonos de producción, subsidio familiar, cajas seguro social. Ya todos podíamos ir al hospital...”
Los Gringos
¿Cómo fue que usted se integró a la lucha?
–En el año ’63, el gobierno se había entregado completamente al Fondo Monetario Internacional. Hubo una asamblea de la Federación de Mineros para decidir si rompía con el MNR. Hubo una emboscada y apresaron a varios dirigentes, entre ellos a Federico Escobar. Justo en ese momento había unos norteamericanos en Catavi. Cuando se supo sobre la emboscada, a la noche, los obreros apresaron a los gringos y los llevaron a la plaza para colgarlos. Les decíamos: “¿Qué vienen a hacer aquí, a asesinar a los dirigentes? Ahora van a morir ustedes”. Y los gringos lloraban. Ya estaban poniendo las cuerdas para colgarlos cuando una señora pequeñita dijo: “Compañeros, no nos dejaremos llevar por la ira. No sabemos si nuestros dirigentes están vivos o muertos. Yo sugiero que tengamos a los gringos de rehenes para canjearlos por nuestros dirigentes si es que están vivos. Si están muertos, ni modo, colgamos a éstos”. La señora era del sindicato de Amas de Casa y me dijo si no quería hacer guardia con ellas para vigilar a los gringos.
¿Y usted se sumó?
–Yo por entonces tenía tres hijos pequeños y dije que no podía. La señora que se llamaba Norberta y era la secretaria general de las Amas de Casa me dijo entonces: “Yo también tengo hijos pequeñitos” y me llevó a una sala llena de huahuas por todos los lados. Mi marido, que escuchó todo, me dijo, despreciándome, que no le hiciera perder tiempo a la señora y que me fuera a casa a cocinar que él se quedaba. Me dio tanta rabia que, aunque no estaba convencida de participar, le dije a Norberta: “Anóteme los tres turnos”.
¿Cuánto tiempo tuvieron a los gringos?
–Varias semanas. Un día vino Norberta y dijo que los norteamericanos iban a venir con su tropa más especializada, en helicópteros, a rescatar a los gringos. “Nos van a matar y van a sacar a los gringos”, nos dijo. El sindicato ordenó a todos llevar comida y agua e irse a resguardar a la mina. Pero la directiva de las Amas de Casa, responsable de vigilar a los gringos, dijo que se quedaba. Yo me sentí una miserable porque había pensado en irme. Ahí fue mi marido que me dijo: “Hay que seguir hasta el final. Yo no quiero que mis hijos se queden huérfanos. Si vamos a morir nos quedamos la familia entera, pues. Nadie va a decir que nosotros hemos traicionado.” Entonces, todo mi miedo desapareció.
¿Se quedaron dispuestos a todo?
–Claro. Todas las mujeres dispuestas a morir. Debajo del poncho teníamos cartucheras con dinamita. La señora Norberta se lo explicó a los gringos: “Sabemos que esta noche van a venir a rescatarlos en helicópteros. No los vamos a largar. Ustedes tienen mucho que perder, nosotras nada, solo nuestra pobreza y nuestro sufrimiento. Nos vamos a abrazar a ustedes, vamos a encender las mechas y nos vamos a volar todos aquí”. Y les mostramos los cartuchos. ¡Guay! Los gringos se asustaron. Lloraban y pedían un teléfono por favor. Esa noche fue la noche más triste, más larga. Pensaba en la familia, en mi padre. Pero los gringos hablaron por teléfono y no hubo ni ejército ni helicópteros. Finalmente, se llegó a un acuerdo con los dirigentes que estaban presos en La Paz y se liberaron a los gringos. Yo me sentí feliz, me sentí grande de compartir con esas mujeres dispuestas a morir pero jamás rendirse. Ese recuerdo me ha dado siempre valor: así tiene que ser el compromiso con el pueblo.
La dirigenta
¿Cómo fue el cambio de ser una militante dubitativa hasta llegar a ser una dirigente?
–Recuerdo la emoción del día en que Federico Escobar, que estaba en la clandestinidad, me iba a tomar juramento a mí y a un grupo de compañeras. ¡Escobar, qué honor! Tuvimos que ir por diferentes caminos porque era un lugar secreto. Ahí nos esperaba Norberta y cuando llegó Escobar le dijo que éramos las nuevas delegadas elegidas del Comité de Amas de Casa. Federico nos miró bien serio. Parecía enojado. Con las manos cruzadas atrás, nos dijo: “¡¿Ustedes saben a lo que están metiéndose?!?” Era como un reproche ¿no? Nosotras nos miramos y pensábamos qué pasa con este señor que en vez de animarnos nos dice esto. Y él siguió: “Ser dirigentes sindicales es como un sandwich. Por un lado, está el pueblo que te exige que cumplas los mandatos y por otro lado están la empresa y el ejército que no las va a dejar. Además tratándose de mujeres es peor la represión. Ahora estamos en dictadura militar. ¡No estamos en Carnaval, señoras! Ahora la represión es fuerte y a las mujeres, no sólo aquí en Bolivia, en todos los países donde luchan, cuando caen presas hasta llegan a violarlas”. Nosotras queríamos salir gritando. Hizo un silencio, nos siguió mirando y dijo: “Pero estoy seguro de que ustedes no quieren eso para sus hijas. Ustedes no necesitan hacer juramento, ustedes son nuestras compañeras dirigentes” y nos dio un abrazo.
Cinco Mujeres
Uno de los momentos más difíciles se vivió durante la dictadura de Hugo Banzer. ¿Cómo recuerda esa lucha?
–Estábamos cansadas de tanta persecución, de tanta represión. Un día se me acerca la señora Aurora de Lora, esposa de un dirigente trotskista y me cuenta que han decidido enfrentar al gobierno. Era el año 1977. El plan era iniciar una huelga de hambre en La Paz en Navidad. Y luego irían sumándose otros lugares de Bolivia. Lo planteamos en un congreso a los delegados de todos los distritos mineros pero los hombres nos tiraban los planes para abajo. “No se va a poder, que Banzer es tan fuerte que estamos yendo a la muerte, que esto y que lo otro.” Entonces llegó el momento de la decisión. Los que dirigían la asamblea dijeron que los que estaban de acuerdo con la huelga de hambre se pusieran de un lado y los que no estaban de acuerdo en el otro. ¿Puede creerme si le digo que éramos cientos de personas pero sólo cinco quedamos del lado de la huelga de hambre? Cinco y nadie más. Nadie, nadie, nadie, nadie.
Y a pesar de que la mayoría se oponía siguieron adelante.
–Nos fuimos a La Paz y lo primero que hicimos fue avisar a nuestros compañeros en Europa, en México, en Perú, en Venezuela. También en Suecia donde tenemos varios compañeros exiliados y donde más tarde tuve que exiliarme yo. Le contamos que el pueblo estaba cansado de pasar hambre, de injusticias y que había un grupo de mujeres que se había decidido a hacer una huelga de hambre respaldada por... por el pueblo. A mí me dieron todo el apoyo, todo el respaldo para hacer declaraciones a la prensa. Y así fue. Empezamos con un grupo en La Paz. Luego vino un segundo. Más tarde otro y otro más.
Los recuerdos de aquella gesta la hacen reír.
¿De qué se acuerda Domitila?
–Mire cómo sería la cosa que, según nos enteramos por noticias que venían de afuera, Banzer estaba desayunando lo más tranquilo mientras escuchaba la BBC y por esa emisora que transmitía desde Londres se enteró que en Bolivia, en su propio país, había empezado la lucha por la democracia, que un grupo de mujeres estaba haciendo huelga de hambre.
Meses después, la Central Obrera decretó huelga por tiempo indefinido hasta que cayó uno de los militares más sanguinarios que conoció Bolivia. Banzer participó junto con los dictadores de Argentina, Chile, Uruguay y Brasil en el Plan Cóndor, un método sistemático de colaboración para la desaparición y el asesinato de los opositores de los países de Cono Sur sin importar en cuál de ellos se encontraran. En el caso de Bolivia, además, se encontraron celdas de tortura y restos humanos en los sótanos del Ministerio de Interior.
Recuerda Domitila: “Todo, todo, todo el país paró. Banzer empezó a allanar y a meternos presas. Pero era tarde. Ese año el precio del mineral y del petróleo estaba alto y con la huelga no pudo cumplir los compromisos de entregar. Esa fue la tumba del Banzer”.
La relocalizacion
No hay recuerdo más triste para un minero boliviano que lo que llaman “la relocalización”, un destierro violento organizado por el último gobierno de Víctor Paz Estenssoro, el hombre que fue cuatro veces presidente de Bolivia, la primera con la Revolución del ’52 y la última, con el bochornoso gobierno que instaló el neoliberalismo (1985-1989).
“Los mismos que hicieron la Revolución volvieron en el ’85 y aprobaron el decreto 21.060 con el que nos botan a todos. Y otra vez sin trabajo, sin casa, sin escuela. En noventa días había que desocupar la vivienda. Me vine a Cochabamba”, explica Domitila.
¿Y cómo sobreviven?
–Por la relocalización daban una indemnización miserable. Al papá de mis hijos por treinta años de trabajo le dieron seis mil bolivianos que era equivalente a tres mil dólares. El se separó de nosotros, se fue con otra mujer y no nos dio nada. Entonces yo me vine con mis hijos a Cochabamba porque acá tenía a mis hermanas. Fue una etapa bien triste. Tuvimos mucho hambre. Nosotras éramos viejas. Cada quien por su lado tuvo que salir. La mayor parte se fue a la Argentina. Sobre todo los hombres se fueron y dejaron a sus familias aquí. Muchos no se han vuelto a juntar nunca más. Los otros se fueron a Europa y allá se casaron con otras mujeres y nos abandonaron.
Pero usted, Domitila, no se rindió.
–Entonces me di cuenta de que en el país que hacía falta la formación política. Los mineros estaban solos: los campesinos también. Empecé a dar charlas, me di cuenta de que era necesario seguir la lucha. Entonces creamos un pequeño grupo que al principio llamamos Escuela Móvil, porque íbamos a un lado y otro. Luego nos hicimos este lotecito, una casita, aquí un cuartito. Y empezamos a trabajar.
¿Qué piensa del gobierno de Evo Morales?
–Evo está en el poder, está alfabetizando al país. Pero la gente necesita también la alfabetización política, porque si no sabe dónde hay que ir, cómo hay que ir, entonces no va a poder apoyar nunca, más bien va a estar contra las medidas que va a tomar el gobierno. Cuando Evo dijo que del pueblo tiene que tener una Nueva Constitución a mí me alegró mucho. Le hicieron mucha guerra, le tiraron todo en Sucre. A mí me parece bien que haya un cambio y sea en favor del pueblo. Sí, yo creo en gran manera ha perdido el pueblo el miedo. ¤
Esta entrevista fue realizada en Cochabamba, Bolivia, el 23 de junio de 2011, en el marco de un documental; Domitila falleció el martes 13 de marzo pasado,
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-7138-2012-03-28.html
miércoles, 30 de julio de 2014
Las Hermanas Caronni.
Una es Laura, la otra es Gianna. Una toca el chelo y canta, la otra toca el clarinete y también canta. Juntas forman el dúo Las Hermanas Caronni. Son mellizas y nacieron en Suiza, donde sus padres se habían instalado poco antes de que las fuerzas armadas tomaran el poder en Argentina. Sin embargo, a un año y medio de edad fueron llevadas por sus padres, psicólogo él, médica ella, y ambos melómanos, a Argentina, donde la familia se instaló, en Rosario más precisamente, la ciudad de los progenitores. El árbol genealógico de las Caronni es un concentrado de Europa: un abuelo suizo italiano, y parte de la familia de origen ruso e irlandés.
“Los argentinos que vienen de Rosario o de Buenos Aires estamos cerca de un puerto y vivimos en una permanente nostalgia. De generación en generación estamos yendo y viniendo y un poco de eso es nuestra música”, explica Gianna Caronni. Tras ser diplomadas en Argentina y haber integrado conjuntos de música de cámara, orquestas y grupos de música tradicional, las hermanas Caronni se afincaron en la ciudad de Lyon, ambas becadas, en 1998 y, desde entonces, viven en Francia, en la ciudad de Burdeos.
"Un dúo como el nuestro -explica Laura- es como si uno debe hacer una pintura y sólo tiene blanco y negro, y eso te obliga a explorar todas las posibilidades que hay: yo uso el chelo como percusión, como contrabajo, como violín; Gianna canta, toca el clarinete y algunas percusiones. Tenemos que hacer una especie de construcción minimalista que nos lleva a buscar límites cada vez más lejanos".
Sobre sus grabaciones discográficas precisa Gianna: "en el primer disco prevalece mucho la música argentina y de inspiración latinoamericana. En el próximo reuniremos composiciones más cinematográficas, música para danza contemporánea, teatro y cortometrajes. Queremos que los discos tengan una unidad en sí".
“Nos miran como una rareza y lo somos. Siempre hemos cambiado, somos muy curiosas, no sé si eso es bueno o malo, y, en este caso, la curiosidad es inventar nuestra propia música, la cual es el resultado de lo que somos. Es honesto. No venimos del folclore pero lo conocemos, tenemos formación clásica y hemos hecho música del Renacimiento, hemos tocado con músicos de jazz, de rock o de músicas tradicionales”, concluye Gianna Caronni.
Entrevistadas: Laura y Gianna Caronni, músicas argentinas residentes en Burdeos, Francia
http://www1.rfi.fr/actues/articles/121/article_14162.asp
martes, 29 de julio de 2014
Dunya Mikhail poeta y traductora
Dunya Mikhail (Bagdad, 19 de marzo de 1965) Es una poeta y traductora. Ha publicado cinco libros de poesía en árabe y dos en inglés. Los títulos en árabe incluyen The Psalms of Absence y Almost Music. Su primer libro en inglés, The War Works Hard ganó el Premio de Traducción del PEN (En traducción de Elizabeth Winslow). Uno de sus últimos libros, Diary of A Wave Outside the Sea, ganó el Premio al Libro Árabe Americano. En 2001, recibió el Premio de los Derechos Humanos de la ONU a la Libertad de Escritura.
“Su poesía, tan pura y bella, es la mejor de su generación” comenta el poeta Iraquí Fadhil Al-Azzawi. Y para Saadi Simawe, “Ella ha renovado de forma impresionante el género del poema de guerra en la poesía árabe moderna, por introducir audazmente nuevas técnicas con una nueva visión”.
“El gesto que hace la poesía en el mundo es similar a la huella de la mariposa, delicado pero poderoso. ¿Este gesto podrá erguirse frente a las catástrofes? No estoy segura, pero el movimiento de una ola puede causar un impacto en la próxima ola dando a todo el mar aquella nueva experiencia pura bajo el sol. El espíritu humano está alienado por la violencia continua en el mundo. Nos sentimos solos, pero también juntos en nuestra alienación, y la inmensa luz que irradia la poesía es una señal hacia una comunicación no reivindicada. En el plano personal, la poesía me salvó la vida, no en el sentido metafórico, realmente lo hizo. Está escrito en el pasaporte iraquí que mi profesión es “poeta”. Eso me ayudó a salir de mi país cuando el tiempo era crítico y el papeleo era difícil. Por la poesía, nunca me sentí exilada. La poesía ha sido siempre mi país, y cuando leo a otros poetas siento que los conozco como si fueran mis vecinos...”
Yo tenía prisa
Ayer perdí un país.
Yo estaba de prisa,
y no advertí cuando se me cayó
como la rama rota de un árbol olvidadizo.
Por favor, si alguien pasa
y tropieza con él,
tal vez en una maleta
abierta al cielo,
o grabado en una roca
como una herida abierta,
o envuelto
en las mantas de los emigrantes,
o cancelado
como un perdido tiquete de lotería,
u olvidado en vano
en el Purgatorio,
o avanzando a prisa sin objetivo
como las preguntas de los niños,
o elevándose con el humo de la guerra,
o rodando en un casco sobre la arena,
o robado en la tinaja de Ali Babá,
o disfrazado con uniforme de policía
que agitó a los prisioneros
y huyó,
o en cuclillas en la mente de una mujer
que trata de sonreír,
o esparcido
como los sueños
de nuevos inmigrantes en América.
Si alguien se lo encuentra
Devuélvamelo, por favor.
Es mi país...
Yo estaba de prisa
Cuando lo perdí ayer.
La joya
Ya no se extiende a través del río.
No está en la ciudad,
ni en el mapa.
El puente que fue...
El puente que fuimos...
El puente Pontoon
que cruzábamos cada día...
Desplomado por la guerra, en el río
Igual que la joya azul
que aquella señora dejó caer
por el costado del Titanic.
Pronombres
Él juega a ser un tren.
Ella juega a ser un silbato.
Ellos se alejan.
Él juega a ser una cuerda.
Ella juega a ser un árbol.
Ellos se columpian.
Él juega a ser un sueño.
Ella juega a ser una pluma.
Ellos vuelan.
Él juega a ser un general.
Ella juega a ser un ejército.
Ellos declaran la guerra.
Saco de huesos
¡Qué buena suerte!
Ella ha encontrado los huesos de él.
La calavera está también en el saco
El saco en su mano
como todos los otros sacos
en todas las otras manos temblorosas.
Los huesos de él, como miles de huesos,
en la fosa común,
Su calavera, no como cualquier otra.
Dos ojos o agujeros
con los cuales él vio mucho,
dos oídos
con los cuales él escuchó la música
que contó su propia historia,
una nariz
que nunca conoció el aire puro,
una boca, abierta como un abismo,
no era como cuando él la besó
allí, silenciosamente,
no en este lugar
ruidoso con calaveras y huesos y polvo
exhumados con preguntas:
¿Qué significa morir toda esta muerte
en un lugar donde la oscuridad ejecuta todo este
silencio?
¿Qué significa encontrar a tu amado ahora
Con todos estos lugares huecos?
¿Devolver a tu madre
con motivo de la muerte
un puñado de huesos
que ella te había dado
con motivo del nacimiento?
Partir sin muerte o certificado de nacimiento
porque el dictador no da recibos
cuando se lleva tu vida.
El dictador tiene una calavera también,
una enorme.
Que resolvió por sí misma un problema matemático
que multiplicó una muerte por millones
y el resultado fue la nación.
El dictador es el director de una gran tragedia.
él tiene una audiencia, también,
una audiencia que aplaude
—hasta que los huesos empiezan a sonar—
los huesos en los sacos,
el saco lleno finalmente en la mano de ella,
a diferencia de su vecina decepcionada
que no ha encontrado aún lo suyo.
La sombra de una lágrima
En el tiempo de veloces saludos
y luces artificiales,
la sombra de una lágrima
cae sobre el cielo.
Ni las precipitadas ruedas
ni el camino
ni el borrador
pueden detenerla.
Sobre las granjas
Vuelan sin cuidado los pájaros.
Uno se rezaga,
Pero no te preocupes.
Alcanzará la bandada en poco tiempo;
sólo está distraído
por la sombra de una lágrima
quebrada sobre las ramas.
Traducciones de León Blanco
lunes, 28 de julio de 2014
María Ángeles Durán Heras
María Ángeles Durán Heras (Madrid, 30 de noviembre de 1942). Catedrática de sociología, investigadora y profesora del Consejo superior de Investigaciones Científicas de España.
Ha publicado un centenar de estudios sobre sociología económica, el uso del tiempo y la posición social de las mujeres. Premio Nacional de Investigación en Ciencias Jurídicas, Sociales y Económicas “Pascual Madoz”.
¿Cuánto vale el tiempo?
Doctora en Ciencias Políticas y socióloga, el currículum de María Ángeles Durán la ha llevado por universidades de medio mundo hasta recalar en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Sus últimos trabajos y análisis se centran en el uso que hacemos del tiempo, como se refleja en su nuevo libro El valor del tiempo. ¿Cuántas horas te faltan al día? (Editorial Espasa). Unas cuantas pistas que ayudan a la reflexión personal y propugnan un cambio de mentalidad colectivo. Texto: Marta Iglesias.
María Ángeles es una de nuestras sociólogas de más prestigio. Quizás contribuya a ello su capacidad para la reflexión y el análisis, o el hecho de que no separa la vida cotidiana de sus investigaciones. Quien la escuche seguramente pensará que por fin el sentido común ha llegado a la ciencia, como muestra en su nuevo libro. A sus pensamientos se suma un hablar dinámico, repleto de ejemplos que llevan a que nos planteemos qué valoramos, o en qué cosas empleamos mucho tiempo y nos aportan muy poco. Disfruten de una persona que piensa cada uno de sus actos, y sólo tiene miedo a la rutina y a que le abandone la pasión por conocer.
-¿Cómo y cuándo cayó en la cuenta de lo mal que administramos el tiempo?
-La verdad es que el libro tiene dos fechas. La primera es más visible y se remonta treinta años atrás, cuando volví a casa después de nacer mi segundo hijo. El bebé tuvo una colitis y tenía que poner seis lavadoras de ropa al día, con lo que aprecié que no caemos en la cuenta de la enorme cantidad de tiempo que se necesita dedicar a ciertas cosas. Entonces empecé a llevar un diario en el que escribía todos los tiempos que no tienen valor económico, o no aparecen nunca en la contabilidad nacional. Ese es el principio lejanísimo del libro. Más recientemente, llevo quince años dirigiendo un grupo de investigación que se llama ‘Tiempo y sociedad’ donde constantemente estamos investigando sobre el uso del tiempo. Resulta bastante evidente que, más que una mala organización, hay una distribución muy irregular del mismo que es poco beneficiosa para mucha gente.
-¿Pretende con su libro que la gente reflexione sobre dónde pierde el tiempo?
-Intento primero que reflexione y después que cambie, que entre todos tratemos de cambiar. Es que además el tiempo se distribuye mal en dos ejes. La gente es un poquito más consciente de lo que podríamos llamar el eje diario -hoy se me ha ido el día en nada, he tardado demasiado tiempo en esto-, pero luego hay otro eje del que no somos tan conscientes, que es el eje biográfico. Tenemos una tremenda sensación de escasez de tiempo en el día a día, en cambio cada año sin darnos cuenta estamos ganando un poco de tiempo porque nuestra vida se alarga. Tenemos más tiempo biográfico, por lo que no necesitamos hacerlo todo hoy, pero todavía no hemos aprendido a dosificar nuestras actividades a lo largo de un periodo más largo. Nos fijamos mucho en el corto plazo y no tanto en el largo.
-¿En qué mide el tiempo: en dinero, en rentabilidad, en placer...?
-Soy una investigadora del tiempo y por tanto más bien es casi al revés: mido el dinero en tiempo. El tiempo lo mido en tiempo. ¿Y a qué está más próximo el tiempo? A la vida. Así que no me interesa tanto el dinero en cuanto al tiempo, porque el tiempo es la vida. Entonces es al revés. Si a mí me dices que esto vale mucho, yo te respondo: ¿cuánto tiempo ha costado? ¿Cuánto tiempo se puede comprar con esto?
-El empleo del tiempo dice mucho de las aspiraciones y necesidades de cada persona. Pero, ¿cree que están pensadas o forman parte de un engranaje?
-He escrito el libro porque pienso que en buena parte es inercia y es cambiable. Pero para cualquier cambio social primero tiene que haber una creación de opinión, mucha reflexión individual, y como consecuencia resultan planteamientos colectivos y personales. Esto no tiene por qué seguir así, se puede cambiar.
-¿Por dónde recomienda comenzar el análisis del empleo del tiempo de cada uno?
-Yo le aconsejería a cualquiera que se hiciese un diario de tiempos donde apuntase qué hace de la mañana a la noche durante varios días distintos. A lo mejor uno cae en la cuenta del tiempo real que dedica al transporte, o lo que le supone comer en casa o fuera de ella. Entonces es probable que cambie muchos hábitos. Si usted hace el cómputo de qué porcentaje de su vida consume en ir en autobús a lo mejor llega a la conclusión de que no le vale la pena un chalet en las afueras. A lo mejor sí, pero en todo caso es más consciente.
-Como hizo usted, que cambió su casa de las afueras por la capital...
-(Risas) Bueno, yo lo sufrí treinta años. Tenía hijos pequeños y vivir en un sitio donde tuvieran sol, luz y seguridad, valía mucho. Cuando los chavales pasaron a ir en moto todo el día y a ser autónomos, mientras yo tenía los mismos inconvenientes, pues ya no eran las mismas circunstancias y me mudé.
- Cambios colectivos -
-Para usted el tiempo es un problema estructural y organizativo, algo que no se puede arreglar individualmente. ¿Somos conscientes de que vivimos prisioneros de un tiempo mal organizado y de que sólo se puede cambiar en conjunto?
-Como pertenezco a dos grupos profesionales soy más consciente de los elementos colectivos que hay en cualquier respuesta, incluida la mía. Sé que cuando respondo individualmente siempre lo hago dentro de un marco que es social. Y para que haya cambios muy profundos muchas veces no basta la voluntad individual. Por ejemplo en el tema de los horarios, de las infraestructuras que condicionan las carreteras o la disponibilidad de servicios próximos a los domicilios. Yo no me los puedo inventar, lo tenemos que resolver entre todos. O a nivel laboral una negociación, un tipo de convenios, ciertos cambios legales. Eso individualmente no se puede conseguir, aunque siempre hay alguien que empuja para lograrlo.
-Hablemos de un cambio conjunto: ¿Es posible combinar socialmente el tiempo que le sobra a muchos jubilados y parados que no desean estarlo, con la falta de tiempo de muchas madres trabajadoras?
-Claro, por eso tiene que ser un cambio colectivo. No tiene ni pies ni cabeza que ahora tengamos una población absolutamente estresada por falta de tiempo durante un periodo de unos veinte años, y después a una población absolutamente desconsolada por exceso de tiempo por otros veinte años. Parte del tiempo que después se tiene en exceso habría que tenerlo anticipadamente.
"Soy una investigadora del tiempo.
¿Y a qué está más próximo el tiempo? A la vida, porque el tiempo es la vida"
-¿Cómo propone usted eso?
-Creo que los horarios deberían ser más flexibles. Y además con una generación mayor de 75 años como vamos a tener dentro de nada, hay que comenzar a pensar que las fronteras de entrada y salida del mercado de trabajo tienen que ser mucho más flexibles. Empezar antes y terminar después, pero en cambio no trabajar con la intensidad con la que ahora es imprescindible hacerlo.
-Habla de pacto generacional, pero parece que sólo entregan los abuelos. ¿Qué les tienen que dar a cambio los jóvenes?
-Los jóvenes ahora mismo creo que entregan poco. En estos momentos la balanza del pacto generacional está muy, muy descompensada. Los jóvenes piensan que tienen muchos derechos y no tienen en cuenta de que se benefician de una generación mayor que tiene los valores de solidaridad familiar mucho más altos que ellos. A mí me parece muy bien que se haya suprimido el servicio militar, pero dentro de las familias tendría que haber una especie de servicio familiar, que consista en hacerte cargo repartidamente de los parientes enfermos y mayores. Y quien no tenga familia, más o menos lo mismo, con un voluntariado o algo equivalente. Antes esto recaía sobre las mujeres porque había una división del trabajo muy fuerte: ellas se hacían cargo de todo lo que concernía a la casa y los niños, y los hombres de ganar dinero fuera. Pero eso se acabó, por tanto hay que redistribuir la dedicación de tiempo a las personas que por sí mismas no pueden valerse, tanto enfermos como niños pequeños.
-En España la manera que hemos inventado para lograr la conciliación laboral es no tener niños. ¿En realidad estamos alargando nuestro enfrentamiento al problema de falta de tiempo?
-Lo estamos resolviendo mal. Estamos cerrando la herida en falso. No tener hijos no es solución, excepto que uno piense que la fábrica de hijos está en otro país y que igual que importamos camisetas baratas importaremos niños baratos. Un país tan por debajo de su capacidad de reproducirse me parece que se avoca a un suicidio poblacional a largo plazo.
-¿Los empresarios siguen pensando que prolongando las horas de trabajo, incrementarán la productividad?
-La mayoría de los empresarios sí, y además en algunos casos tienen razón. Pero está muy bien que se vaya generando opinión sobre cómo se puede aumentar la productividad en el trabajo que no sea a costa de alargar las jornadas. Esa es una preocupación que aún no hemos convertido en objetivo, cuando lo hagamos podremos cambiar muchas cosas que incrementen mucho la productividad en algunas zonas del mercado, pero sin emplear más tiempo.
"La manera en que empleamos el tiempo en buena parte es inercia y es cambiable. Pero para cualquier cambio social primero tiene que crearse opinión y realizar mucha reflexión individual"
- Los propios trabajadores tienen muy arraigada la costumbre de pasar horas de más en el puesto de trabajo. ¿Cómo cambiar esa mentalidad?
-Todo ello tiene un componente cultural, de valores, de que me vean, que está muy relacionado con la regulación del trabajo. En un mercado que esté muy regulado da igual que un trabajador sea muy productivo, porque no le va a traer ningún beneficio. Normalmente pensamos que son sólo los empresarios los que tienen que cambiar, cuando la realidad es que las jornadas y los estilos de trabajo los construimos entre todos. Y esto sucede hasta en la Administración Pública. En el campo en el que yo trabajo, el tiempo que se pasa en la oficina con frecuencia es el menos productivo en la investigación y sin embargo en casa puedes escribir, que es lo que sucede en mi caso. Yo todos los libros los he escrito de madrugada porque necesito unas condiciones de tranquilidad y concentración que durante el día con entrevistas -que me encantan-, reuniones de trabajo, recoger documentación... no dispongo. En cierto modo el trabajo en horario laboral es de menos calidad. El trabajo verdaderamente importante de producción de ideas y de síntesis lo hago con absoluto silencio, sin interrupciones por delante... En conclusión: lo hago en festivos y de madrugada desde hace cuarenta años. Y es un trabajo que para la propia legislación es como si no existiera.
-Si nos concentrásemos más y redujésemos tiempo de trabajo, si organizásemos mejor nuestras tareas domésticas... ¿Es posible que muchos se encontrasen ante un vacío de tiempo que no sabrían como llenar?
-Todo cambio cultural entraña ese riesgo: no saber cómo llenar el tiempo, administrar mal lo que se acaba de conseguir... Siempre hay una aventura por delante y creo que las ventajas serían mucho mayores que los inconvenientes. Hay jubilados -no todos- que pasan de tener poquísimo tiempo libre a no saber qué hacer con todo el día por delante. Están aburridos, desconcertados, muy malhumorados, incordian a todos los de alrededor porque de repente su tiempo se desestabiliza y está muy vacío. En esta conversación no hablamos de pasar del todo a la nada sino de mejorar, esperando que uno sea consciente de ello en su vida. Eso no te la cambia sustancialmente pero te la mejora. Dejaríamos de hacer cosas, y veríamos que hay muchas a las que podemos renunciar.
-¿De dónde reduce usted tiempo: del trabajo, del ocio o de la familia?
-A mí me gusta mucho mi trabajo, entonces pruebo sobre todo variaciones que se refieren a distintos tipos de trabajo. Cualquier persona, incluso un ama de casa, puede descomponer analíticamente su trabajo en veinte o treinta tareas distintas. Como además soy madre de familia y llevo un hogar, encuentro muchísimas cosas que podría hacer mejor como ama de casa y trabajadora. En mi caso algo que noto desde que los hijos han sido mayores, es que dedico mucho menos tiempo a la cocina y todo lo que es producir alimentos. Pasas de cocinar por obligación a la satisfacción de hacerlo de vez en cuando como algo exquisito, como un ejercicio de maestría que te sube la moral. Porque yo creo que podré seguir haciendo mi trabajo aunque me jubile.
MARÍA-ANGELES DURÁN HERAS. Madrid, España, 30 de noviembre de 1942. Catedrática de Sociología, investigadora y profesora de Investigación del Consejo Superior deInvestigaciones Científicas. Centro de Ciencias Humanas y Sociales.
Obtuvo la licenciatura de Ciencias Políticas y Económicas en la Universidad de Madrid (1964) con un promedio de sobresaliente. Simultáneamente cursó tres años de la licenciatura de Derecho. En 1971 obtuvo en la Universidad Complutense el doctorado cum laude en Ciencias Políticas por su tesis doctoral sobre “El trabajo de las Mujeres”, que constituye un hito referencial en la investigación española, y fija el punto de arranque del feminismo académico en nuestro país.
Ha sido profesora de Sociología, en las universidades Autónoma y Complutense de Madrid, C.E.U., Zaragoza. Es catedrática de Sociología y desde 1987 hasta la actualidad, profesora de Investigación en la especialidad de Ciencias Sociales en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Realizó estudios postdoctorales en 1972 becada por la Comisión Fullbright, especializándose en socialización diferencial de género y desigualdades sociales en el Institute for Social Research (ISR) de la University of Michigan. Ha realizado estancias para impartir docencia o llevar a cabo investigación en la Pontificia Universidade Católica de Río de Janeiro (1981), University of Cambridge (1988 y 1997), University of Washington, Seattle (1989) y en el Instituto Europeo de Florencia (1997). Ha dirigido una decena de tesis doctorales.
Ha ejercido docencia en las universidades Complutense de Madrid, Autónoma de Madrid y Zaragoza. Asimismo ha impartido docencia en los programas de doctorado en las Universidades de Santiago de Compostela, Salamanca y Granada. Su labor investigadora ha sido reconocida con el máximo número posible de sexenios (6) y excelencia investigadora. Líneas de investigación: mujer, uso del tiempo, bienestar social, desigualdad, trabajo no remunerado. Ha publicado un centenar de estudios sobre sociología económica, el uso del tiempo y la posición social de las mujeres.
Premios recibidos: por sus investigaciones sobre el trabajo no remunerado y la situación social de las mujeres recibió en el año 2002 el Premio Nacional de Investigación en Ciencias Jurídicas, Sociales y Económicas “Pascual Madoz”.
También ha recibido, por decisión del Consejo de Ministros, la Medalla de Oro al Mérito del Trabajo, así como, entre otros, el Premio Mensajeros de la Paz, el Premio de la Fundación Catalana del Cáncer (FEFOC) y el Premio de Urbanismo “Fernández de los Ríos”.
Ha sido miembro, entre otros, del Jurado del Premio Nacional de Investigación “Pascual Madoz”, y del Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política del Centro de Investigaciones Sociológicas.
La Universidad Autónoma de Madrid ha dado su nombre al Premio de Innovación Científica en el Estudio de las Mujeres, al que concurren hombres y mujeres de todo el mundo.
Autora de numerosas publicaciones, entre sus libros destacan: “Nuevos objetivos de igualdad en el siglo XXI: las relaciones entre mujeres y hombres” (coord.) (2000); “Si Aristóteles levantara la cabeza. Quince ensayos sobre las ciencias y las letras” (2000); “The future of work in Europe” (dir.), Comisión Europea, Dirección General V (1999); “La ciudad compartida: conocimiento, afecto y uso” (1998); “Los costes invisibles de la enfermedad (2000-2003)”, o “De puertas adentro” (1988). A través de sus libros y de la publicación de sus numerosas investigaciones, ha hecho valiosas aportaciones al análisis de género.
Actividades directivas, de representación profesional y de asesoramiento:
- Fundadora y primera directora del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma de Madrid. Este instituto universitario ha sido uno de los pioneros en el mundo en llevar la investigación rigurosa a nuevos campos de investigación relacionados con los cambios en la posición social de las mujeres.
- Presidenta de la Federación Española de Sociología (1999-2001).
- Miembro del Executive Committee de la International Sociological Association (2002-2006).
- Fundadora y coordinadora del Grupo de Trabajo “Tiempo y Sociedad” de la Federación Española de Sociología.
- Co-fundadora y miembro de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnológas (AMIT).
- Miembro del Patronato de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (2000-2008).
- Miembro del Consejo Rector del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
- Miembro del Consejo Asesor de la Fundación Carolina.
- Miembro del Consejo Asesor de la Fundación Alares.
- Miembro de la Comisión Asesora “Envejecimiento y Dependencia”, Ministerio de Sanidad y Consumo.
- Miembro de la Junta Consultiva de la Universidad Autónoma de Madrid.
- Compareciente ante la Comisión de Trabajo y Asuntos Sociales, para la emisión del informe para la conciliación de la vida laboral y profesional, Congreso de los Diputados, noviembre 2005.
- Compareciente ante la Comisión de Población, para el informe sobre Dependencia en España, Parlamento Andaluz, 2005.
- Compareciente ante la Comisión Nacional para la Racionalización del Uso del Tiempo, Congreso de los Diputados, 2007.
http://www.amazon.es/Libros-Maria-Angeles-Duran/s?ie=UTF8&page=1&rh=n%3A599364031%2Cp_27%3AMaria%20Angeles%20Duran
http://www.revistafusion.com/2007/noviembre/entrev170-2.htm
http://pendientedemigracion.ucm.es/info/ucmp/cont/descargas/prensa/tribuna1464.pdf
domingo, 27 de julio de 2014
Anabel Ochoa
Anabel Otxoa fue una sexóloga, psicoanalista, actriz, escritora, agnostica y locutora española. Nace en Bilbao, España el 14 de diciembre de 1955 y fallece victima de un derrame cerebral en la ciudad de México el 19 de noviembre de 2008.
A lo largo de su vida vivió en varios países, entre los que se cuentan Sri Lanka, India, Indonesia,Polinesia Francesa y México, país donde ella vivió durante más de 20 años hasta la fecha de su fallecimiento. Realizó estudios de psicología y psiquiatría en su país natal, con especialidades en sexología, psicología social, psiquiatría comunitaria y psicoterapia grupal, entre otros. Adquirió un doctorado en medicina oriental de la Universidad de Pekín (con sede en Sri Lanka), trabajó en investigación científica, labor clínica y docencia universitaria. Madre de dos hijas y esposa del escritor Josu Iturbe.
Su llegada a México fue con el fin de editar un libro. Sin embargo, permanece en el país, donde empieza a desempeñarse como comunicadora, revolucionando el tema de la sexualidad a través de su participación en varios programas de televisión y de diversos espacios propios en la radio mexicana, caracterizándose por su lenguaje directo y sin tapujos para abordar dichos temas ("sin pelos en la lengua" era como ella misma describía su estilo). Cabe mencionar que Anabel Otxoa marcó un antes y un después en la difusión de la educación sexual mexicana, pasando así de programas radiofónicos nocturnos a transmisiones diurnas con repeticiones en diferentes estaciones, sumando así nueve horas de programa diario, de las cuales tres horas eran en vivo y seis de repeticiones. También fue colaboradora de diversos programas televisivos, entre los que destacan: Hoy, El Circo de Brozo, Con sello de mujer y Sexo en la ciudad, entre otros.
En una entrevista dijo lo siguiente:
``¿Por qué tenerle miedo a la actitud de demostrar nuestra sexualidad? Les dire por qué. Siendo seres humanos, pensamos que separamos de una crítica de inconfundible odio racial o a la crítica que trata de construir un escalón nuevo al respeto a la vida tanto bisexual, homosexual, lésbica y transgénero, no ocultamos el mismo al género heterosexual y no tratamos de explorar lo bueno de la vida, porque no sólo establecemos en nuestro propio criterio bardas o paredes que no nos permiten, no nos ayudan a saber cómo reaccionar a respetar o a no causar daños psicológicos a estas personas maravillosas. Sin embargo, todos tenemos este criterio que podemos formarlo sanamente o podemos dejarlo en el olvido. ``
Sin dejar atrás la publicación de varios libros y su cargo como directora de la revista "Desnudarse". En 1996 fue considerada por "Viceversa", entre las 100 personas que más influyen en la opinión de los mexicanos.
Algunos de sus libros son:
-Respuestas para vivir una sexualidad inteligente y segura (Selector 1998).
-La lengua muerta (Ediciones Imprevisibles)
-Mitos y realidades del sexo joven (editorial Aguilar)
-Tras el falo (editorial Colofón)
-Versiones y perversiones (con Aguilar)
-La palabra común, diccionario erótico México-España (con colofón)
-Juegos de pareja (editorial aguilar).
http://www.grupoacir.com.mx/contenidos/publish/Noticias/Fallece_Anabel_Ochoa.php
http://arvm.mx/propone-laura-flores-recordar-a-anabel-ochoa/http://www.contactox.net/index.php/cultura/eve-gil/1136-anabel-ochoa-entrevista
http://es.wikipedia.org/wiki/Anabel_Ochoa
http://www.informador.com.mx/entretenimiento/2008/56241/6/rinde-homenaje-a-anabel-ochoa-en-los-monologos-de-la-vagina.htm
https://www.facebook.com/119893691479318/photos/pb.119893691479318.-2207520000.1406429746./363223600479658/?type=3&theater
sábado, 26 de julio de 2014
Kazuyo Sejima arquitecta contemporánea japonesa
Kazuyo Sejima (妹島 和世 Sejima Kazuyo) (29 de octubre de 1956, Ibaraki, Japón), es una arquitecta contemporánea japonesa.
En 1981 se gradúa como arquitecto en la Universidad de Mujeres de Japón, entrando a trabajar en el estudio de Toyō Itō. En 1987 funda su propio estudio, llamado Kazuyo and Associates y, en 1995 y con base en la ciudad de Tokio funda, junto con Ryue Nishizawa, el estudio de arquitectura SANAA (Sejima + Nishizawa and Associates).
Kayuzo ha sido profesora en varias escuelas de arquitectura:
Profesora en la Universidad de Keiō, Tokio, Japón 2001.
Profesora visitante en la Escuela Politécnica Federal de Lausana, Suiza. 2006.
Profesora visitante en la Universidad de Princeton, EE.UU. 2006.
Traemos un magnifico articulo de 2008 de ANATXU ZABALBEASCOA que nos ayuda a conocer a Kazuyo Sejima
"Camino hacia la extrema sencillez"
Esta mujer japonesa es una 'rara avis' entre los arquitectos estrella. Frente al espectáculo, la fama y el dinero, defiende la discreción y el trabajo perfeccionista. Así, con su dedicación casi religiosa, se ha convertido en un referente mundial.
Tiene cuerpo de niña y voz ronca. Fuma sin apenas descanso y no podría contar los cafés que bebe al día. Asegura que hablar no es su fuerte, que le cuesta encontrar las palabras exactas para expresarse. Pero sus edificios, sus decisiones, sus costumbres, su actitud y hasta sus gestos retratan a una profesional atípica, una persona con ambiciones singulares en el mare mágnum de las estrellas arquitectónicas. No quiere construir por todo el mundo; quiere poder pensar cada proyecto. De momento, Kazuyo Sejima (Ibaraki, Japón, 1956) sólo se ha preocupado por ser Kazuyo Sejima, una mujer de carácter decidido, pero discreto. Esa actitud ha marcado un antes y un después en la arquitectura. No es éste un campo en el que las mujeres suelan brillar en solitario. Si nos fijamos en el autobús de las vedettes arquitectónicas (de Norman Foster a Jean Nouvel), la única mujer que acompaña a Sejima en fama universal es la iraquí Zaha Hadid, pero ella habla el mismo idioma de poder y ubicuidad que sus colegas masculinos. Sejima es otra cosa. No necesita ni levantar la voz ni llegar a tres cifras en su número de empleados. Ella sólo sabe trabajar con tiempo. Y eso implica reducir sus horas de sueño, pero también su número de clientes.
MÁS INFORMACIÓN
Sejima y Nishizawa ganan el premio Pritzker
La entrevista se concierta en Barcelona. Lleva todo el día visitando edificios de la ciudad de la mano del arquitecto Óscar Tusquets, responsable del Premio Década, dedicado a premiar la vigencia y el mantenimiento de los edificios y que cuenta como jurado a un único arquitecto de fama mundial. Nunca había sido una mujer; este año, Sejima ha aceptado atravesar el mundo para comprobar cómo funcionan algunos edificios singulares de Barcelona 10 años después de inaugurarse. Al tour urbano han invitado a El País Semanal. Por la mañana, en casa de Tusquets, Sejima admira una taza diseñada por el anfitrión. Éste le dice que le enviará seis a Tokio. "No. Dos es suficiente. Mi casa es pequeña", dice ella. "Una se puede romper", le indican. "Las cuidaré", contesta.
Ha conseguido hacer historia; no sólo por su arquitectura, sino también por su forma de relacionarse. Usted no emplea una actitud agresiva de dominio y demostración de poder con la que tantos arquitectos famosos se han movido por el mundo. ¿Ha elegido esa otra manera de ser cercana tanto en su arquitectura como en su actitud? Todo va junto. Y todo es lo mismo. Soy así. Forma parte de mi carácter. Pero yo no creo ser poderosa. Y también doy un grito de vez en cuando. Con todo, no me gustan los juegos de poder. En mi trabajo, tratar de entender al cliente y tratar de desarrollar mis ideas me deja sin tiempo para nada más. Por eso no soy una arquitecta que pueda hacer muchos edificios. Cada uno me cuesta mucho, me lleva mucho tiempo. Mi oficina no crecerá nunca más allá de las 30 personas que somos ahora.
Pero usted tiene fama de trabajar de sol a sol. ¿Por qué está convencida de que no le dará tiempo a hacer muchos edificios? Porque no me interesa tanto hacer muchos como hacerlos con tiempo. Yo necesito tiempo para decidir qué es lo realmente importante en cada edificio. Me cuesta hacerlos.
¿El dinero y la fama no son importantes para lograr hacer lo que quiere? La fama, en absoluto. El dinero... es necesario. Y además me gusta ir de compras. Pero no tengo ningún interés en tener un jet privado, si a eso se refiere.
Vive en una casa en el centro de Tokio, ¿la diseñó usted? No. Hubiera sido difícil y caro levantar una casa en Tokio, donde no hay apenas suelo. Pero soy una persona que necesita flores y algún árbol cerca. Por eso he buscado tener un jardín, aunque sea muy pequeño. Tengo cuatro árboles: un limonero, un manzano, un arándano y un naranjo chino en apenas tres metros.
¿Por qué necesita el jardín? Cuidarlo me hace sentir bien. Además, es muy interesante observar los árboles y las plantas. Las flores no sólo son bonitas, cambian continuamente. Los insectos también son interesantes. En un jardín, por pequeño que sea, siempre están pasando cosas.
¿Tiene tiempo de observar la naturaleza? Un jardín hay que regarlo cada día. Y mientras lo riegas, lo miras.
¿Siempre le ha gustado la naturaleza? No siempre. Yo crecí en el campo de Hitachi, en Ibaraki. Vivíamos rodeados de naturaleza, pero no me dedicaba a observarla. En realidad, cuando mi madre me enviaba a coger hortalizas o frutas, lo odiaba. Luego, viviendo en la ciudad, algo cambió.
¿Qué le hizo decidir que quería ser arquitecta? En Japón debes decidir qué harás con el resto de tu vida cuando tienes 16 años. La arquitectura no era popular donde yo vivía, una ciudad de provincias, alejada de la información y del ritmo de Tokio. Mis padres no son arquitectos, mi padre es ingeniero industrial y trabajaba para Hitachi, y mi madre era ama de casa.
Entonces, ¿de dónde le venía el interés? Cuando era pequeña, debía de tener ocho años, mis padres decidieron hacerse una casa. Y compraron revistas para buscar ideas. Por casualidad un día vi una que mostraba una fotografía de la casa de Kiyonari Kikutake, un arquitecto metabolista, el maestro del que luego sería mi maestro, Toyo Ito. Yo no tenía ni idea de que la casa era famosa, pero me sorprendió y me fascinó. Tanto, que me involucré mucho en la construcción de nuestra casa.
¿Con ocho años? Sí. Empecé a proponerles a mis padres que hicieran la fachada así o asá, la distribución, los materiales. Hice montones de dibujos.
¿Le hicieron caso? Para nada. Pero me quedé con el recuerdo. Luego, dos años después, cuando vivíamos en un barrio de viviendas pareadas de empleados de Hitachi, todas exactamente iguales, llegó un ingeniero americano. Y cuando entré en su casa sentí otra gran sorpresa. Su manera de usar la misma casa que teníamos nosotros era diferente. Por dentro era completamente distinta. Habían cubierto todo el suelo de moqueta roja. Habían eliminado particiones; el espacio era continuo. Con cuatro elementos habían transformado una casa y el modo de habitarla. Las casas eran muy sencillas; todas completamente iguales. Pero estaba claro que permitían una gran libertad individual.
¿Eso le hizo ser arquitecta? Eso lo viví y nada más. Pero cuando con 15 años tuve que decidir qué estudiar, recordé los dos momentos y pensé que quería hacer casas. Así es que me apunté a arquitectura. Nada más empezar fui a la biblioteca y busqué la casa que tanto me había gustado de niña. Y descubrí que era de Kikutake y que era un arquitecto muy famoso.
¿Lo llegó a conocer? No hice nada para conocerlo; pero un día sucedió algo. Cuando hice la Casa de los Ciruelos me llamó. Me pidió verla. Se la mostré y así lo conocí. Sus comentarios eran extraños. Decía que era una casa transparente. Y no lo era. Pero por transparencia él quería decir que era una casa comunicada, limpia.
¿Le contó que había sido su casa lo que la había empujado a hacer viviendas? Tan claro no. Pero creo que, por lo que hablamos, se debió de dar cuenta. Espero que se diera cuenta.
¿Fue ésa la razón por la que luego trabajó para Toyo Ito, el discípulo de Kikutake? No. Antes de la generación de Ito, en Japón no había encargos para casas unifamiliares. Podías aspirar a hacer la casa de tus padres o de un primo, pero no la de un cliente desconocido. Con Ito eso se rompió. Y en los setenta, los arquitectos comenzaron a hacer pequeñas viviendas de nueva planta. Por eso cuando estaba en los últimos cursos de mis estudios supe que Ito buscaba becarios y me postulé. Trabajé con él más de dos años.
Ha hecho muchas viviendas pequeñas. ¿Es lo que más le interesa? La casa es la célula. Y me atrae mucho su evolución. Pero la gran escala también me interesa. Lo que no haría sería dejar de proyectar viviendas para diseñar sólo grandes edificios. Uno se mide cada vez que hace una vivienda. Todas las viviendas que he hecho ilustran mi biografía arquitectónica, mi evolución como arquitecta, los intereses de cada momento.
¿Y hacia dónde camina ese sendero? Hacia la extrema sencillez.
Diseñando casas ha asumido riesgos. Esa evolución que dice que reflejan sus casas habla también de un experimento continuo: con usted es difícil que un cliente sepa el resultado. ¿Ha sido fácil su relación con los dueños de sus casas? Al principio, su reacción ante mis propuestas no era fácil. Lo nuevo cuesta asumirlo. Hoy en día es distinto. Quien me llama quiere una vivienda capaz de responder de otra manera. Hoy no tengo problemas. Ha sido una evolución gradual.
Usted se educó en la Universidad de las Mujeres. Antes de la II Guerra Mundial, las mujeres sólo podían estudiar en un par de universidades japonesas. Y la Universidad de las Mujeres era, entre éstas, la institución más antigua. Pero yo no fui allí por una cuestión ideológica, sino por pragmatismo. Fue la única, de las tres en las que solicité plaza, que me admitió. Pensé en preparar de nuevo mis solicitudes y esperar un año, pero entonces habló mi padre. Mi padre era un tipo que jamás hablaba. Hablaba poquísimo, pero esa vez lo hizo. Dijo que no debía perder un año de mi vida, que estudiara allí. Y como nunca hablaba, para una vez que lo hacía, le hice caso. Así fue.
Usted también es callada... No soy una habladora nata, porque no soy buena expresándome. Pero me gusta tener amigos. Mi padre sí es callado.
¿Y su madre? Ella es lo contrario.
¿Haberse educado en una universidad progresista fue importante en su educación? Trabajábamos mucho la pequeña escala. Mientras que en las otras escuelas del país se dedicaban a proyectos en escalas mayores.
¿Eso por qué? ¿Creían que las mujeres arquitectas iban a dedicarse a construir sólo casas? No sé, tal vez (se ríe). Pero creo que tenía más que ver con el profesorado. No había muchas mujeres que quisieran ser arquitectas, y fueron formando el departamento poco a poco. De todos modos, soy una persona muy lenta. Necesito tiempo. Si hubiera estudiado en otro lugar, con mayor ambición, tal vez no hubiera conseguido acabar. Tal vez la escala, o el hecho de que en el tercer curso ya nos pusieran a hacer grandes proyectos, me hubiera superado. Necesito aprender despacio, y allí pude hacerlo.
¿No la tentaron otros estudios? ¿La moda, por ejemplo, que parece interesarle? La moda siempre me ha interesado. Y mucho. Pero donde yo crecí, lejos de las grandes ciudades, si era difícil estudiar arquitectura, más difícil aún era estudiar moda. De todos modos, pensaba que sí podía diseñar vestidos con facilidad, vestidos especiales, que me hicieran sentir especial, pero la arquitectura era otra cosa. No tenía ni idea de cómo construir; por eso pensé que debía estudiarla.
¿Le sigue interesando la moda? Sí. Puede que no tanto, pero me gusta ir de compras. Fundamentalmente me gusta Comme des Garçons por una razón práctica: sus diseños están pensados para el cuerpo japonés. Pero a veces compro prendas que no podré ponerme nunca.
¿Para qué las compra? Para mirarlas. Las saco del armario y las miro.
¿Como una escultura? Algo así.
[Hoy Sejima viste Comme des Garçons: un jersey estampado con labios muy rojos sobre un fondo negro y falda larga].(foto primera )
¿Qué le hizo decidir el tipo de arquitectura evanescente que hace? ¿Por qué fuerza los materiales hasta su máxima delgadez? Al principio, lo que más me interesaba era la planta del edificio: la relación entre el interior y el exterior y entre los espacios de la casa. Ahora me interesa la relación de un edificio con su ubicación. Cada lugar tiene un peso. Y yo decido mis edificios a partir del peso del lugar. Por eso trato de que mis edificios no se aíslen y a la vez tengan vida interior.
Ha dicho que necesita estar cerca de la naturaleza. Pero muchos de sus edificios se cierran al exterior y se vuelcan a una vida interior. Cuando hago un museo, como el de Nueva York, lo habitual es controlar la luz e incluso las vistas. Pero ahora estoy haciendo una galería completamente transparente en la isla de Innoshima, en Hiroshima. La idea de mostrar una escultura o una pintura como flotando en el paisaje me parece preciosa.
¿Cómo protegerá las pinturas? Estamos trabajando en eso. Por eso necesito tanto tiempo para hacer las cosas [se ríe].
¿Cuántas horas trabaja? Normalmente empiezo a las diez, a menos que esté muy cansada. Y acabo sobre las dos o las tres.
No es un horario excesivo. ¡Dos o tres de la madrugada! [Se ríe]. Son 15 horas o algo así. Como y ceno en el trabajo.
¿Y sus 28 empleados? Ellos hacen turnos. Trabajamos en Estados Unidos y en Europa y necesitamos poder hablar con ellos.
¿Cuántas horas duerme? Unas cinco.
¿Y cuántos cafés bebe? Todo el rato.
Cigarrillos, ¿cuántos? Muchos también.
¿Fuma en el estudio? Sí. No está prohibido en Japón.
Corre la leyenda de que la gente de su oficina duerme debajo de la mesa. ¡Es verdad! [Se ríe]. Nos agotamos. Yo también me meto después de cenar. Treinta minutos y como nueva.
¿Debajo de la mesa? Sí. Es como un cuartito. Tengo una colchoneta y la despliego.
¿En su oficina se habla inglés? Sí, porque hay muchos extranjeros y el japonés es muy difícil de aprender.
¿La arquitectura es lo más importante del mundo para usted? Bueno... En el mundo hay muchas cosas interesantes. E importantes. Pero uno ha de aceptar sus límites. Precisamente porque el tiempo en la vida es algo muy limitado. Visto así, tal vez la arquitectura sea suficiente para mí. Me gusta hacer otras cosas. De todo tipo. Ir de compras, aunque sea rápido [se ríe]. Pero si me dedico a la arquitectura necesito tiempo para hacerla. Antes lo tenía muy claro. Pero gradualmente, a medida que pasa el tiempo... A veces dudo...
¿Qué le gustaría hacer? [Silencio de cerca de cinco minutos. Parece que está pensando, pero al final la entrevistadora también duda. Mejor preguntar de nuevo].
Hay arquitectos que trabajan mucho, tanto como usted, pero parecen más preocupados por su negocio que por la arquitectura. Su caso parece lo contrario. No trabaja tantísimas horas para construir mucho y por todo el mundo, sino para hacerlo con perfección. ¿Por qué esa dedicación casi religiosa a la arquitectura? No es perfecto. Lo que hago no es perfecto.
¿Necesita que sus edificios sean perfectos? Necesito hacerlo bien. Dar todo lo que puedo. Y para eso ya le he contado que, como soy lenta, necesito tiempo. Cualquier cambio -una nueva tipología, un proyecto mayor, construir en otro continente- me exige adaptación. Y para eso necesito tiempo. Nuestros proyectos han crecido y son más complejos. Para controlar cada detalle necesito aún más tiempo.
¿Por qué cree que la arquitectura es una profesión tan complicada para las mujeres? Hay muchos arquitectos famosos, pero pocas arquitectas. Para hacer grandes obras tienes que crecer y manejar un estudio grande. Una mujer puede hacer eso, pero los grandes proyectos suelen estar relacionados con la política. Y ahí, una mujer, por lo menos en Japón, no lo tiene fácil.
Muchas mujeres arquitectas están casadas con arquitectos. Y el hombre es el que termina llevándose el reconocimiento. ¿Fue ésa la razón por la que usted y su pareja, Ryue Nishizawa, decidieron formar una sociedad común (Sanaa) y dos independientes en las que hacer trabajo en solitario? Al principio le pedí a Ryue que dejara de ser mi empleado y se convirtiera en mi socio porque para mí era un reto trabajar con él. Es muy inteligente. Cuando me invitaron a hacer un proyecto de gran escala le pedí que se asociara. Él contestó que sí, que quería asociarse, pero también mantener su propia firma independiente. Y eso hicimos. Los grandes proyectos los firmamos juntos y luego cada uno tiene los suyos.
Cuando le pidió que se asociara, ¿fue una decisión profesional o emocional? ¿Era ya su pareja? No, no lo era. La decisión fue profesional. Me interesó su talento.
¿Qué le gustaba de él? Encontré en él ideas que me sorprendieron. Yo trabajaba muy influida por lo que había aprendido en el despacho de Toyo Ito. Y de repente me encontré con un arquitecto que pensaba de otra manera. Él me hace dudar siempre y creo que eso es bueno.
¿Es también callado? Profesionalmente es muy agresivo, pero cuando habla japonés. En inglés se muestra más callado.
¿Todavía hacen cosas separados? Sí. Sobre todo en Japón. Los clientes vienen con la idea precisa de a quién quieren encargarle su casa o su pabellón. Incluso tenemos un cliente, el de la galería transparente en la isla de Innoshima, que nos ha encargado un proyecto a cada uno en dos islas vecinas. Las viviendas privadas las hacemos separados. Son algo más personal.
¿Qué ha tenido que sacrificar para ser la arquitecta que es? [No entiende la idea de sacrificio].
¿Se ha perdido algo para ser la arquitecta que es? No he sentido que me estaba perdiendo nada. Pero el hecho es que no he podido tener un hijo.
¿Por qué? Se me ha pasado el momento. Siempre tenía algo que hacer, y al final la vida ha pasado. De pequeña siempre me imaginaba de abuela. Porque las abuelas tienen una vida descansada, relajada.
Pero usted no ha elegido una vida relajada. No. Mi vida es más acelerada que descansada. Y eso que soy una persona que necesita tiempo. Todo me cuesta. No sé hacer un croquis en un minuto. Sólo funciono con tiempo. En el primer despacho donde trabajé conocí la dureza del trabajo y la frustración, pero estaba contenta de trabajar y de pensar. Luego, toda la vida he trabajado con esa sensación.
Usted parece una mujer muy cerebral y a la vez muy mundana. Una vez declaró que no leía libros, sólo revistas. ¿Es cierto? [Carcajada]. ¡Qué peligro tiene lo que dices por ahí! Me gusta leer, pero no los asuntos sesudos que leen los arquitectos.
¿No le interesa la teoría? No mucho. Pero no leer lo suficiente es mi complejo. Mis padres leían mucho. Mi casa estaba forrada de libros. Y para mí era agobiante. Reaccioné. Busqué otras cosas.
Dice que ha empezado a dudar si debería o no hacer algo más. ¿Qué le gustaría probar? [Calla durante más de dos minutos]. A veces pienso que hasta aquí he llegado. Pero luego me vuelven ganas de seguir haciendo arquitectura. Pienso que no es suficiente lo que he hecho. Sé que debería intentar, por lo menos, conocer otras cosas, porque dedicar toda tu vida a hacer una sola cosa no es suficiente. Pero no me veo capaz de hacer mucho más.
http://es.wikipedia.org/wiki/Kazuyo_Sejima
http://www.domusweb.it/en/architecture/2011/12/14/tokyo-s-vertical-thresholds-1-kazuyo-sejima.html
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Zollverein_School_of_Management_and_Design_3116754.jpg
http://pfialac3.blogspot.com/p/biografia_27.html
http://claudipuchades.blogspot.com/2013/02/kazuyo-sejima.html
http://claudipuchades.blogspot.com/2013/02/kazuyo-sejima.html
http://diariodesign.com/2010/01/wallpaper-presenta-los-finalistas-de-los-design-awards-2010/
http://workdifferent.wordpress.com/2010/09/23/vivienda___/
http://perversaperspectiva.wordpress.com/category/nuevos-creadores/