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domingo, 5 de octubre de 2014

Parinoush Saniee


Parinoush Saniee nació en 1949 en el seno de una familia erudita de Teherán. Socióloga y psicóloga de formación, es autora de dos novelas. La primera de ellas, El libro de mi destino, nació como resultado de un proyecto de investigación realizado en torno a la generación de mujeres que vivieron la Revolución durante su adolescencia. A pesar de haber superado las veinticuatro ediciones, la novela fue prohibida en Irán y publicada clandestinamente. Los derechos de traducción se han vendido a veinticinco países, y en 2010 obtuvo el prestigioso Premio Bocaccio a la mejor novela extranjera en Italia.

“Soy cruel porque la realidad es cruel”

Digamos primero lo que no es esta novela: no es una innovación de estilo, no juega con tiempos ni personajes, no salta hacia la complejidad narrativa ni esperen de ella que inaugure una vanguardia literaria, no. Leer a Parinoush Saniee es como leer una plácida novela británica de hace un siglo —de toda la vida, en fin— sin adornos, sin recargos, sin trucos ni sobresaltos trepidantes, más allá de las magulladuras que te van contagiando los personajes heridos. Que son grandes.

Eso nos lleva a lo que sí es esta novela: es un retrato rotundo y descarnado de un país, y qué país. De la mano de una pequeña que solo aspiraba a estudiar —y a ver otra vez más en el camino al colegio el rostro chispeante del joven Said—, el lector se da de bruces con el Irán de los sahs, de la revolución y de la guerra, y de paso con un mundo adulto donde quien te ama, te puede matar. El libro de mi destino (Salamandra) recorre un universo de orgullos y tradiciones, de guerras y exilios, de rebelión y rendición, de machismo de hombre y de machismo de mujer. Y de supervivencia obligada y dura entre las tragedias de un pueblo que es rico en cultura y en recursos pero, sobre todo, en traumas.

Y hay otra cosa que también es: es el descubrimiento de una autora iraní que, harta de contar realidades en estudios sociológicos que nadie leía, se pasó a la novela. Proceso curioso. Saniee, socióloga y psicóloga de 64 años, obsesa de la estadística y de los perfiles humanos, desarrolló primero su propio estudio, encuesta a encuesta, para construir una base científica sobre la que luego edificar un mundo. Y para demostrar a los censores que todo era real. Después, creó.

Cuando los censores no autorizaron su publicación, les preguntó:

—¿Cuál es el problema? —relata aún con rabia.

—Que provocará que la gente se haga preguntas —respondieron los guías del pueblo, según su reconstrucción.

—Pero está basado en historias reales, no hay nada falso ni equivocado, es resultado de estadísticas —replicó.

—Cierto.

—¿Y entonces qué hay de malo?

—Que es amarga. Demasiado amarga.

—Entonces decidme algo dulce y bueno que haya pasado aquí en los últimos 35 años y lo escribiré.

La conversación terminó ahí.

Y es que aquí hay dos historias: la que cuenta la novela y la del propio libro. Luego volveremos.

Saniee recibe a Babelia en un barrio de clase media alta de Heidelberg, en esta Alemania que ha acogido a sus dos hijos, una informática y un ingeniero electrónico que ponen rostro a las generaciones de jóvenes que huyeron de Irán y que también pinta en su libro. El dúplex blanco, moderno, y el sol radiante nos hacen olvidar el mundo de ahí fuera, donde los adoquinados, los castillos en las colinas cercanas y la universidad más antigua de Alemania conservan aromas de viejas guerras de religión, de filosofía y hasta de un nazismo fuerte que los aliados no castigaron. Heidelberg no fue bombardeada y —paradojas del destino— el general Patton murió por accidente en 1945 aquí.

Pero de esa Alemania aquí dentro solo queda el aire, y en el piso de la hija de Saniee lo que brillan son las frutas, los dulces (de Mars y Cadbury, no de Irán), la cocina americana y las terrazas blancas con las cortinas al viento. Hace calor. Podría ser Barcelona, Santorini o Qom. Territorio de jóvenes inmigrantes con ingresos, sin nostalgias, adaptados.

Se sirven zumos, aguas, cafés. La traductora de persa es otra iraní occidentalizada —todas visten tirantes o manga corta, aquí no hay rastro de chador o hiyab— simpática y eficaz, salvo los sustos que nos da en alguno de esos momentos tipo El gran dictador de Charles Chaplin, ¿recuerdan?, cuando Hynkel-Hitler soltaba parrafadas que la mecanógrafa resumía en pocos toques y palabras sueltas que nunca terminaba de teclear. Así ocurre alguna vez en las dos horas y media de conversación, pero la mirada de Saniee, que también entiende inglés, es tranquilizadora. Debemos confiar. BERNA GONZÁLEZ HARBOUR 


Artículo extraído de http://cultura.elpais.com/cultura/2014/07/29/babelia/1406640227_448053.html


La mujer iraní, entre la sumisión y la rebeldía (Luis Matías López )


El libro de mi destino, de Parinoush Saniee (Salamandra), se lee como una entretenida y con frecuencia apasionante novela realista que pretende reflejar la situación de la mujer en Irán antes y después de la revolución que derribó al shah en 1979  e implantó la república islámica que, con sus luces y sombras, marca aún la sociedad de un país troncal en Oriente Próximo.

La protagonista, Masumeh, se debate a lo largo de 435 páginas entre la tradición y la modernidad, la sumisión y la rebeldía. El resultado es una sucesión de derrotas y algunas victorias, resultado estas últimas de titánicos esfuerzos para convertirse, al menos en parte, en tutora de su propio destino.

Se resiste, con resultado dispar, a los intentos de matrimonios concertados, a las exigencias de una madre que no reconoce su libre albedrío, al fanatismo de unos hermanos que la consideran una mercancía sin voz ni voto, a un entorno en el que las mujeres son ciudadanas de segunda clase destinadas a servir a un marido al que ni siquiera tienen derecho a elegir. Sin embargo, al mismo tiempo, hay atisbos de esperanza que llegan desde sectores sociales que cuestionan costumbres que el tiempo ha convertido en ley, y desde un sistema educativo que, por encima de sus limitaciones, implanta ideas más igualitarias que las que impone la familia tradicional.

Masumeh es tachada de impía y pecadora por un romance que apenas pasa de unas conversaciones y unos pocos versos de su enamorado; consigue escapar con ayuda de su padre del matrimonio con el amigo de uno de sus fanáticos y violentos hermanos; y se resigna a una boda convenida con un militante comunista que lucha contra el shah y que, aunque apenas le hace caso, le da varios hijos y estimula su anhelo de emancipación y de dotarse de una sólida educación como vía de escape.

El Irán de siempre nunca deja de acosarla y condicionarla, pero ella sobrevive nadando entre dos aguas, mientras el país cambia a pasos agigantados en un proceso revolucionario que, como suele ocurrir, termina devorando a algunos de sus propios hijos, incluido el marido de Masumeh que, tras sufrir un largo encarcelamiento en la época del shah, termina ejecutado por quienes le derribaron en 1979 en nombre de Alá y el imán Jomeini.

El nuevo régimen, al menos en la visión de Parinoush Saniee, se nutre de muchos advenedizos que se suben al carro del vencedor, rechaza con violencia toda muestra de disidencia, no modifica de forma radical el papel subsidiario de la mujer y alcanza grados de crueldad, revanchismo, intransigencia y fanatismo que rivalizan con los de la monarquía autoritaria y fiel a los dictados de EE UU.

Al final de la novela, la vida de Masumeh, que tras recibir duros golpes del destino, seguía un trazo discontinuo que la acercaba hacia la armonía y algo parecido a la felicidad, siempre en un equilibrio inestable, da un giro inesperado hasta cerrar un círculo, en una vuelta al origen que la fuerza a tomar una decisión trascendental que revelará los tremendos y a veces insalvables obstáculos para conquistar la libertad individual. Aún a riesgo de revelar más de lo que debería, señalo que opta por reconocer su derrota, síntoma de un fracaso que casi priva de sentido a la larga lucha que podría haber dado sentido a su existencia.

Parinoush Saniee justifica su opción por un final infeliz en el hecho de que El libro de mi destino, pese a un estilo realista y directo que recuerda los novelones decimonónicos, no es sino la traslación al formato de ficción del resultado de sus investigaciones de varias décadas. Eso hace que Masumeh, en esa hora crítica, actúe como lo habría hecho la gran mayoría de las mujeres iraníes de encontrarse en su misma situación y tener que optar entre su interés personal y el sacrificio que le exigen los prejuicios sociales y la intransigencia y el egoísmo de su entorno familiar.

Más que escritora, Parinoush Saniee se considera investigadora, socióloga, psicóloga y terapeuta familiar. Sin embargo, con El libro de mi destino, demuestra que, quizás por encima de todo ello, incluso de su declarada opinión personal, es también una gran novelista, con esa infrecuente capacidad para captar la atención del lector, emocionarle con las peripecias de sus personajes e interesarle con la descripción de una realidad social que desmantela estereotipos muy consolidados. Un libro, en fin, para disfrutar y saber algo más de la encrucijada en la que se encuentra la mujer iraní.

http://poderdemujer.net/?author=1
http://blogs.publico.es/luis-matias-lopez/2014/09/30/la-mujer-irani-entre-la-sumision-y-la-rebeldia/
http://salamandra.info/autor/saniee

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