Adelaida García Morales (Badajoz, España 1945 - Dos Hermanas, España 22 de septiembre de 2014) fue una escritora española.
Compartí con Adelaida el colegio al que nuestros hijos fueron por varios años. Conocí su casa cuando ella vivía en Madrid y quedé fascinada por un cuadro clásico bellisimo, semejante a la joven de la perla de Vermeer. Hablamos de historias de mujeres y tuvimos amigas comunes.
Encontré uno de sus libros en una librería de segundamano en Valencia y decidí hacerle una entrada en esta página. No sospechaba su muerte. Descansa en Paz querida Adelaida !
A los 13 años se trasladó a Sevilla, de donde eran sus padres, ciudad donde vivió gran parte de su juventud. Se licenció en Filosofía y Letras en 1970 en Madrid, donde también estudió escritura de guiones en la Escuela Oficial de Cinematografía.
Trabajó como profesora de secundaria de lengua española y filosofía; fue modelo y actriz, formando parte del grupo de teatro Esperpento, y también traductora en Argelia.
Debutó en 1985 con un aclamado volumen que reunía dos relatos: El sur y Bene. El primer relato fue llevado al cine por su entonces pareja Víctor Erice con el mismo nombre El Sur.
Con su siguiente obra, El silencio de las sirenas, que transcurre en una localidad de las Alpujarras, lugar donde ella residió, obtuvo el Premio Herralde de Novela. La autora fue, además, galardonada con el Premio Ícaro por Diario 16.
Falleció el 22 de septiembre de 2014 en Dos Hermanas.
Adelaida García Morales. escritora: «La mística se alcanza por muchas vías, incluso bailando sevillanas»
Pacense, 50 años, se crió en Sevilla, por la Puerta Jerez, donde vive otra vez desde hace cuatro años. En 1981 escribió «El Sur», una pequeña joya literaria que su entonces marido, Víctor Erice, convirtió en una joya cinematográfica
Fíjese qué cosas: todo el mundo se guía por el norte y usted, en cambio, por «El Sur»...
-Coincidencias de la vida. Mis padres siempre querían volver a Sevilla. Me atrae este paisaje. Mi pasado está unido a la Puerta Jerez, a las piedras donde permanecen grabados los nombres de mi memoria. Me gusta el carácter de la gente de aquí, la espontaneidad, la vida en la calle, las costumbres... Y la memoria y la imaginación se conjugan para crear la ficción.
-Parece claro que le gusta vivir casi en el anonimato...
-Sí, eso es cierto. De niña me molestaba llamarme Adelaida, prefería llamarme Carmen, para pasar más desapercibida. Incluso la ropa que más me gustaba era el uniforme del colegio. Cuando empecé a publicar era una contrariedad dolorosa que algo que había creado en soledad, de una forma tan íntima, se convirtiera en un producto más de consumo.
-Incluso se fue a vivir unos años a La Alpujarra granadina, ajena al mundanal ruido y al trasiego de la fama...
-Viví allí cinco años, los más felices de mi vida. Era como estar en otro mundo, como un barco en alta mar que no se sabe cuándo ni a dónde llega.
-¿Todo eso denota inseguridad y timidez o es otra cosa?
-No, creo que responde a mi deseo de vivir el instante, el presente. La vida cotidiana es para mí como una actividad artística. Me he sentido siempre como una okupa de la existencia y no vivo en el papel de escritora. Publicar exige un tipo de vida que no me atrae nada en absoluto.
-Pero tendrá vanidad, como todo el mundo. ¿O no?
-Pues yo creo que la he perdido. No tengo vanidad, ni personalidad, ni ego.
-Pero una novela casi siempre habla de lo más recóndito de quien la escribe, ¿no cree?
-Sí. Además, las mías son bastante intimistas.
-Durante un tiempo ejerció como modelo y como actriz de teatro, quiero decir, dos actividades bastante exhibicionistas, ¿no le parece?
-Hice de modelo cuando era estudiante porque lo pagaban bien y no se trabajaba mucho. Luego estuve un año como actriz en el grupo Esperpento y lo dejé después de participar en varios cortos. Pero nunca me atrajo ser actriz y, aunque publiqué muy tarde, desde niña estuve muy volcada en escribir. Hacía cuentos, canciones, poesías... Escribía para verme más aceptada, una forma de llamar la atención y de buscar comunicación.
-¿Se sentía más desnuda sobre el escenario y sobre las pasarelas que después de una novela o lo contrario?
-En esa época yo estaba muy politizada y algunos compañeros me hacían sentir que ser modelo era una especie de cesión al capitalismo.
-Le va el punto místico y eremita, ¿no es eso?
-Sí, creo mucho en las experiencias interiores. La mística no es propiedad de ninguna religión y se puede alcanzar por muchas vías. Me atraen mucho la soledad y todas las experiencias relacionadas con la energía interior, aunque a la vez valoro mucho la amistad y la comunicación.
-En cambio, le gusta la Feria...
-Sí, porque es una explosión de color, de luz, de vida, de alegría. Además, siempre me gustó bailar sevillanas y supongo que no se me ha olvidado. Algunos bailes, como el de los derviches, el flamenco e incluso las sevillanas, pueden inducir ese tipo de experiencias.
-Cosas que le ponen de los nervios de este tiempo en que vivimos...
-El sufrimiento por motivos económicos. Casi el 80 por ciento del sufrimiento actual es por esa razón. A veces pienso que tendrían que desprivatizar el dinero. Estoy escribiendo una serie de fragmentos sobre mendigos, poetas y gente marginada o que viven sometidos al mercado, al consumo obligatorio. Se llamará «Retratos del subsuelo» y la mayoría son personajes de Sevilla, gente de barrios periféricos que vive en arquitecturas carcelarias, con jornadas laborales muy largas. Suele ser gente soñadora, marginal y poco práctica.
-Según Marx, la religión era el opio del pueblo, pero la lista de adicciones la hemos ampliado bastante a estas alturas, ¿no cree?
-El consumo es la mayor adicción actual y llena casi todo nuestro tiempo de ocio. Ese es el opio actual del pueblo.
-¿El laicismo beligerante no es también una religión?
-Todo lo que sea dogmatismo, intolerancia y fanatismo acaba en una forma de violencia y de religión perniciosa.
-¿Y el dinero?
-Es el dios, la divinidad actual. Pienso que habría que sustituirlo por otros valores y que el dinero no debería ser..., no sé, algo tan privado.
-ZP predicó el otro día en la Liga Árabe a favor de los derechos de la mujer, muy bello y muy justo, pero en ese foro pudo haber recitado maravillas del jamón de pata negra y habría surtido el mismo efecto, ¿no le parece?
-Bueno, sí, pero no está mal que lo haga; aunque no lo escuchen. La palabra tiene mucha fuerza.
-Perdone, ¿se pueden querer a dos mujeres, o a dos hombres, a la vez y no estar loco, o loca?
-Creo que sí. He conocido casos en la vida real. Quizá no se trate de sentimientos exactamente iguales, pero tengo pruebas directas y lo he visto con mis propios ojos.
-¿El amor, digo la pasión, es más bálsamo o condena?
-Es más fuerte que un bálsamo, una cumbre de la vida, y a la vez es una sombra, un abismo. En el amor hay felicidad y dolor unidos.
-¿Es más química, física, filosofía, religión, gimnasia, manualidades...?
-De todo un poco. En el amor hay algo misterioso que no tiene explicación lógica, que ocurre de un modo indescifrable.
-Creo que es de Dumas: «El matrimonio es una carga tan pesada que para llevarla hacen falta dos, y a menudo tres». ¿Algo que objetar?
-Lo pesado no es el matrimonio, sino la rutina, lo cotidiano. El amor es un terreno imaginario y el mecanismo entre dos personas es siempre conflictivo.
-¿Le deprimen más lo días nublados o los soleados?
-En mi caso no tiene que ver con el tiempo. Más con la luna.
-Hoy en día estamos todos obligados a parecer más jóvenes de lo que somos. ¿Qué locura es ésa?
-No sé por qué motivo se ha impuesto ese modelo. En EE.UU. hay obsesión con las cirugías y el aspecto. Es una forma de injusticia enorme, porque la vejez puede ser también una etapa interesante y uno no tiene por qué sentirse un deshecho.
Vuelta y vuelta
Su padre fue ingeniero técnico de minas y su madre, hoy con 93 años, tiene dos novelas sin publicar, ambos de Huelva.
Segunda de cinco hermanos, no fue al colegio hasta los 10 años, pues su madre les daba clases. Luego estudió en las Teresianas de Sevilla, en el Instituto Murillo y los dos primeros cursos de Filosofía y Letras en la Fábrica de Tabacos.
Acabó Filosofía pura en Madrid y estudió guionización en la Escuela de Cine. Trabajó como modelo, y como actriz en el grupo Esperpento, antes de dedicarse de lleno a la Literatura.
Vivió cinco años en Capileira, en la Alpujarra, tiene dos hijos y obtuvo el Premio Herralde de Novela y el Ícaro con «El silencio de las sirenas», y el Sésamo con «Archipiélago»
JOSÉ MARÍA ARENZANA/27/03/2005
¿Dónde estaba Adelaida García Morales? ¿Cuánto que no escribía? Hacía tiempo que la autora de El Sur, la película que inspiró a su marido Víctor Erice para hacer una de las películas más brillantes del cine español, parecía uno de los personajes de sus obras. Vagaba entre la memoria, la soledad y el pasado.
En el frágil -por olvidadizo- mundo editorial que no distingue las voces de los ecos Adelaida García Morales sorprendía por ser una autora casi secreta, ambigua, discreta. A pesar de haber conseguido el Premio Herralde en 1985 con El silencio de las sirenas y del éxito que obtuvo con El Sur, García Morales estaba desaparecida desde hacía años. Y eso se paga en el cruel mundo literario donde importan más las frivolidades en voz alta que el trabajo de alguien que no hacía mucho ruido y cuya literatura estaba dominada por la introspección literaria.
Adelaida García Morales había nacido en Badajoz en 1945, pero se trasladó pronto a Sevilla. Allí estudió en la Facultad de Filosofía y Letras e incluso perteneció al grupo de teatro universitario Esperpento en el que también participaron Amparo Rubiales o Alfonso Guerra.
Ese Sur que interiorizó hasta volverlo pura materia literaria es el que aparece en su novela corta y que Víctor Erice, su marido entonces, decidió trasladar al cine en un ejercicio fílmico que desvela la atmósfera contenida y subterránea de la obra de García Morales.
La autora contaba la historia de una niña en la posguerra que está obsesionada con los recuerdos y el pasado de su padre, un hombre del Sur lleno de secretos y de historias no desveladas. En la película, la protagonista, que interpretaba Sonsoles Aranguren de niña y luego la entonces adolescente Iciar Bollaín, vive en un Norte oscuro, neblinoso, lleno de silencios, pero anhela viajar al Sur, el mundo de su padre, lleno de promesas de felicidad.
García Morales narró el contraste entre el Sur soñado -apenas sugerido en unas postales coloreadas cargadas de melancolías- y un Norte que huele a frío, sopa, leña y hogar. El Sur es el otro lado de la historia, lo que sólo se intuye y se va desvelando con dosis medidas a través del relato del padre y los descubrimientos de la niña.
Como curiosidad, en la novela corta de Adelaida García Morales la protagonista sí viaja al Sur, pero no en la versión cinematográfica de Erice. La razón es que Querejeta, que era el productor de la cinta, decidió suspender la continuación de la historia a pesar de que ya estaba programado el rodaje e incluso elegido el reparto y el lugar donde se filmaría:el pueblo sevillano de Carmona. Erice no se lo perdonó. Sin embargo, ese Sur que no aparece más que intuido a través de los recuerdos y las fantasías de la niña es quizás lo más poético que se ha filmado en el cine español. Precisamente porque nunca se rodó. Un lugar que queda vagando en la niebla, pero que sí aparece en la novela de Adelaida García Morales. «¿Qué podemos amar que no sea una sombra?», era la cita de Hölderlin con la que la escritora introducía su obra.
La de García Morales era una literatura del desvelamiento, de personajes que apenas hablan o lo hacen a media voz, que callan y dialogan con lo fantasmal, con lo perdido. El recuerdo que se proyecta y actúa sobre el presente.
En sus novelas -La lógica del vampiro, El silencio de las sirenas, La señorita Medina- hay melancolía, dolor, tensión oculta bajo las apariencias de lo cotidiano. Suyas eran atmósferas magníficamente recreadas, una narrativa de la sugerencia que siempre parecía cargada de luz. Una luz blanquísima que iluminaba a sus personajes, aunque caminaran por plazas recién llovidas en oscuras noches de invierno.
EVA DÍAZ PÉREZ 24/09/2014
Novelas por orden de publicación
Archipiélago, 1981 Novela Finalista del Premio Sésamo 1981
El sur seguido de Bene (Anagrama, 1985)
El silencio de las sirenas (Anagrama, 1985) Premio Herralde 1985 y
Premio Ícaro 1985
La lógica del vampiro (Anagrama, 1990) Novela.
La mujeres de Héctor (Anagrama, 1994) Novela.
La tía Agueda (Anagrama, 1995) Novela.
Mujeres solas. Cuentos (Plaza y Janés, 1996) Cuentos.
Nasmiya (Plaza y Janés, 1996) Novela.
El accidente (Anaya, 1997) Cuento.
La señorita Medina (Plaza y Janés 1997) Novela.
El secreto de Elisa (Debate, 1999) Novela.
Una historia perversa (Planeta, 2001) Novela.
El testamento de Regina (Debate, 2001) Novela.
http://sevilla.abc.es/hemeroteca/historico-27-03-2005/sevilla/Home/adelaida-garcia-morales-escritora-la-mistica-se-alcanza-por-muchas-vias-incluso-bailando-sevillanas_201452063078.html
http://www.elmundo.es/andalucia/2014/09/24/54228f0b22601d6c478b4576.html
http://cotufasenelgolfo.blogspot.com/2013/05/adelaida-garcia-morales-el-silencio-de.html
http://www.abc.es/cultura/libros/20140924/abci-adelaida-garcia-morales-201409241121.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Adelaida_Garc%C3%ADa_Morales