María Herminia Avellaneda (Pasteur, Argentina, 3 de noviembre de 1933 - Buenos Aires, 7 de julio de 1997) fue una productora y directora de televisión y cine argentina, una de las pioneras del género se desempeñó también como directora artística de la cadena ATC en 1984.
Estudió arte escénico con Antonio Cunill Cabanellas y debutó como asistente de dirección televisiva en 1955 en el programa de la periodista Blackie.
Entre 1960 y 1990 fue responsable de recordados éxitos como Doña Disparate y Bambuco, "Alfonsina", con Soledad Silveyra; la adaptación de "La bahía del silencio", de Eduardo Mallea, con Federico Luppi y Jorge Marrale, la versión de Pablo Neruda de Romeo y Julieta con Rodolfo Bebán y Evangelina Salazar en 1962, Señoritas alumnas con Selva Alemán, Marilina Ross, Teresa Blasco y Virginia Lago, Mi mamá me ama con Graciela Borges y Las vueltas de la vida de su compañera María Elena Walsh con quien condujo el programa La cigarra acompañada de Susana Rinaldi con quien ideó y dirigió su primer unipersonal Dale nomás.
En 1971 filmó su primer largometraje: Juguemos en el mundo sobre guion de María Elena Walsh con Perla Santalla, Jorge Mayor, Eva Franco, Zulema Katz, Virginia Lago y Norman Briski.
En 1980 realizó su segundo, Rosa de lejos con Leonor Benedetto y en 1989 Pasión, coproducción franco-argentina. En 1981 recibió el Diploma al Mérito de los Premios Konex como una de las 5 mejores Directoras de TV de la Argentina.
En 1982 dirigió el espectáculo Hoy como ayer sobre textos de María Elena Walsh con Susana Rinaldi en el desaparecido Teatro Odeon.
Silvia Gsell escribio sobre ella :
De María Herminia Avellaneda surgieron nuevas, diferentes, cualitativas maneras de encarar la dirección televisiva, a la que dedicó la mayor parte de su tiempo, quizá porque algo deseaba cambiar en el medio mundialmente más atrapante de audiencia. Aunque su labor no quedó en la guía de cámaras de la pantalla chica; pasó a las de cine y a dirigir en escenarios teatrales. ¿Espíritu de líder? Seguramente, en Avellaneda no cabía el existismo; sí, el respeto para realizar, en lo suyo, lo mejor y exigiendo para esto el máximo a los dirigidos. Por eso comprendió muy bien el sentido penetrante de la televisión, que tan fácilmente puede proporcionar aprendizaje, abastecer de conocimiento en cualquier materia como permitir que la chatura y el facilismo pasen a ser los objetivos.
Su vocación no nació así nomás:de su pueblo de origen fue a estudiar en el Conservatorio de Arte Dramático, que dejó, hasta que en 1955 comenzó como asistente de dirección de Antonio Cunill Cabanellas en Canal 7.
Desde entonces, Avellaneda, aún con su color de pelo natural, castaño, que años más tarde aclaró al rubio ceniza, manejó cámaras como ideas. Que tenía muy claras y siempre en defensa de lo bueno sin caer en esnobismos culturosos. Comprendía el arte, la poesía del artista, el vuelo de los creadores, el talento escondido. Tanto es así que fue con ella que María Elena Walsh debutó en la televisión, como sucedió con Susana Rinaldi como actriz, en tiempos en que la actual cantante era estudiante de teatro.
Avellaneda se decía melancólica; se reconocía vacilante. Esas imágenes interiores no se traslucían en su personalidad austera, de rara semisonrisa y hablar pausado. Puede que su otro don fuera el de desentrañar lo que otros tienen dentro, revelarlo para que todos lo disfruten y sin promoverse descubridora de nada.
Tradujo el mensaje del alma de María Elena Walsh en varios espectáculos, tanto para teatro y cine como para televisión, el último en "La cigarra". Comprendió su visión, tan simple y tan elevada, comprensible por niños y por adultos.
Estaba contenta de ciertos hits, de haber llegado con maestría a la popularidad de las telenovelas. Así lo probó con "Rosa de lejos" y "La señora Ordóñez". Pero se dio el gusto de concretar proyectos que se diferenciaron de otros programas:supo dar elegancia y sencillez a lo más importante, con el afán de que la gente, el público común, sin etiquetas, lo entendiera. Más que nada, lo sintiera. De tal modo, Avellaneda hizo arte, ayudó al arte y dio perfil artístico a todo programa que emprendió.
Su mano se notó en cada realización, aunque, como se sabe, un director siempre es invisible al espectador. Detrás de las cámaras armonizó literatura con folletines, shows musicales con programas infantiles. Grabó obras de Mallea, Ibsen; se inspiró en Victoria Ocampo; sacó a la luz temperamentos simples y queribles como el de Rosa, la de lejos.
http://www.lanacion.com.ar/72346-murio-la-directora-de-tv-maria-herminia-avellaneda
http://www.cinenacional.com/persona/maria-herminia-avellaneda
http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2015/06/27/nosotros/NOS-13.html
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