Jane Caputi (27 de octubre de 1953 EE. UU.) es profesora PhD de la cátedra de Estudios sobre Mujeres, Género y Sexualidad, en Florida Atlantic University. Autora de los libros La era del crimen sexual, Malas lenguas, gorgonas y brujas: los destinos de la Tierra y Diosas y monstruos: mujeres, mito, poder y cultura popular. Ha realizado dos documentales cortos educativos: La pornografía de la vida cotidiana y Alimentad a los verdes: voces feministas para la Tierra.
La Dra. Caputi fue Maestra Distinguida de la FAU (Florida Atlantic University) en 2001 y recibió el premio de Actividades Académicas y de Investigación de la FAU (nivel de profesora) en 2005 y 2012. En 2013, fue nombrada "Feminista del Año" por la Organización Nacional de Mujeres del Condado de Palm Beach ( AHORA). En 2016, fue nombrada Erudita Eminente del Año por la Asociación Americana de Cultura / Cultura Popular.
En 2008, fue curadora de la sección de cultura popular de una exposición "El circo político 2008: odiando a Hillary, hostigando a Barak y complaciendo a Palin" y siguió en 2016 con From (Castrating) Bitch to (Big) Nuts and Beyond: Political Sideshow 2016, co-curada con Adrienne Gionta.
Traemos al recuerdo parte de dos articulos que se escribieron cuando visitó España en los que se habla del feminicidio, concepto del que fue cogeneradora :
Según Caputi, el feminicidio se basa en la ideología patriarcal dentro de los contextos de racismo, colonialismo, heterosexismo y la opresión de clase. Este imaginario define la masculinidad como sexualmente dominante y violenta y la feminidad como subordinada y vulnerable.
La propaganda del feminicidio conlleva a que se acepte social y culturalmente el terrorismo machista como una forma más de entretenimiento. En ese contexto en el que la violencia masculina es considerada atractiva, normal e inevitable, las mujeres son representadas como objetos inferiores, sexuales y reproductivos.
La experta en feminicidio, Jane Caputi, denuncia el silencio y la inmovilidad en todo el mundo sobre la violencia contra las mujeres
Ser humillada por ser mujer. Ser denigrada por ser mujer. Morir. Morir por ser mujer. Durante décadas la violencia machista ha sido no solo invisible, sino aceptada; aún lo es hoy en muchos rincones del mundo. Paula, arrebujada bajo una manta en un sillón orejero, exhala un suspiro: “¿Y qué explico? Era como era y no había otra cosa”. Este verano cumplió 87 años, pero solo “vive” desde hace tres, cuando murió su marido. Los ojos se le contraen en un esfuerzo por no dedicar una lágrima a ese hombre con el que pasó 66 años de su vida, el mismo que no perdonó un solo día de bofetadas, empujones o golpes. Las palizas en fin de semana. “Lo peor es que lo quería, con eso y todo. Pero solo respiro tranquila desde el día que lo enterré. Siempre pensé que me enterraría él a mí”.
Paula es un nombre entre el maremágnum infinito de estadísticas, gráficos y conteos que gobiernos, organizaciones y asociaciones de todo el mundo recopilan sobre violencia de género. Por suerte no está entre los números de víctimas mortales, 96 en lo que va de año en España según Feminicidio, una organización con un nombre del que Jane Caputi es una de las pioneras y arquitectas y que ahora, en España, está siendo usado para designar los delitos contra la vida de las mujeres. Esta estadounidense docente, activista y experta en feminicidio lo define como “un crimen nacido del sexismo y del sistema de supremacía masculina”. Pero no siempre fue así. “El patriarcado fue inventado hace unos 7.000 años. Como parte de la propaganda patriarcal nos venden que ha existido siempre, pero es una mentira”. Y tampoco lo es en todas partes: “Hay zonas en China, África o América en la que no existe”. Aunque añade que cubre como una telaraña porque el patriarcado “es imperialista, trata de conquistarlo todo”.
Caputi habla de “desprecio”, “miedo” o “vergüenza”. “A menudo los hombres mantienen su honor dominando a la mujer”. Así se sintió durante años el marido de Paula, que comenta que tras cada discusión, con o sin violencia física, él remachaba con un “aquí mando yo”. Es parte de la cultura, según la estadounidense, la creencia todavía extendida de que los hombres más deseados son dominantes. “En las culturas populares los héroes son hombres violentos, altamente individualistas, que dominan a las mujeres y las usan como objetos sexuales, por lo general”.
Opresión ideológica, represión física, una cultura en la que el erotismo se basa en la sumisión de la mujer y la dominación masculina y una enseñanza insuficiente son los ingredientes justos para que el patriarcado siga vigente. “Aunque se está desmoronando”, apunta Caputi. “Hay ya una resistencia mundial, a la que también los hombres se unen”. Aunque es difícil cuando desde todos los ámbitos se contribuye a crear una sociedad basada en lo que la experta denomina “terrorismo machista”. “En la religión el símbolo de Dios es un varón, un modelo para los hombres, y las mujeres pueden tener dos tipos de conducta: vírgenes o putas. Por poner un ejemplo”.
Romper con ese sistema estereotipado es lo que clama Caputi, “negarse a ese tipo de mensajes y crear unos nuevos. Todo esto solo es una construcción social que hemos aprendido, pero podemos desaprenderla, podemos cambiar”. ¿Cómo? “Tenemos que empezar por todas partes. Educar a los niños en el respeto mutuo y la igualdad es un primer paso. Incorporar esta idea en la vida diaria de cada uno es la única forma de que se pueda crear un movimiento de masas, un movimiento que transforme la conciencia pero también la práctica”, sentencia Caputi.
Paula, en su sillón, comenta que nunca es tarde si la dicha es buena: “Lo mío ya era un caso perdido. Pero por lo pronto, a una de mis nietas, le he aconsejado que deje a su novio, que se pasa todo el día mandándole mensajes de esos. Ella es joven, tiene toda la vida por delante y puede hacer con ella lo que quiera”.
ISABEL VALDÉS Traemos una entrevista que se le hizo de completa actualidad :
Jane Caputi: “El feminicidio sirve de modelo a otras formas de violencia”
Feminicidio: “Asesinato de mujeres por hombres motivado por el odio, el desprecio, el placer o el sentido de posesión hacia las mujeres”. Acuñado a finales de los 70 del siglo pasado, y definido por las activistas estadounidenses Diana Russell y Jane Caputi en 1990, el término feminicidio (femicide, en inglés), se usa para referirse a la violencia sistemática que sufren millones de mujeres en todo el mundo. Un concepto que no sólo abarca el maltrato, sino también el sexismo, la misoginia o la idea de que una mujer pertenece a un hombre y ha de subordinarse a él.
¿Qué ha cambiado desde que en los años 70 se acuñara el término feminicidio? ¿Cuánto hemos avanzado en este tiempo?
El feminicidio es una idea viva, un concepto global que defiende los derechos de los mujeres. Entre ellos, los más básicos: el derecho a la seguridad y a que vivan su vida por sí mismas. Definir el término sirvió para reconocer el problema y detener la cultura del silencio y la negación. Desde entonces ha habido importantes progresos: existe una mayor concienciación social sobre el hecho de que las mujeres no son inferiores y tienen derechos, y cada vez hay más leyes contra la violación de esos derechos. Pero hablamos de un problema milenario que hunde sus raíces en las del propio patriarcado.
Sin embargo, usted defiende que ese patriarcado es algo relativamente reciente…
Así es. El ser humano, tal y como lo conocemos, lleva unos 200.000 años sobre la tierra, mientras que la organización patriarcal de la sociedad sólo unos 7.000. Cualquier sistema opresor trata de defender que éste forma parte de nuestra propia biología, que estuvo ahí desde el principio. Pero eso es simple propaganda: no siempre fue así. De hecho, hoy en día existen sociedades no regidas por un patriarcado en las que se parte de una igualdad entre el hombre y la mujer, y se da por hecho que ésta forma una parte esencial del cosmos. En la mayoría de culturas, por el contrario, existe incluso una visión masculina de dios y una concepción de la mujer como algo malvado o impuro.
En ese sentido, ¿qué papel cree que juega la religión a la hora de perpetuar el feminicidio?
Las distintas religiones tienen que sobreponerse al precepto de que la mujer debe estar subyugada al hombre. Creo que deberían contar con imágenes de la divinidad femenina. Y desde luego, creo que deberían cambiar su manera de ver y entender la sexualidad. Porque esa concepción de la sexualidad tan arraigada en nuestra sociedad patriarcal, de la mujer subordinada al hombre, es una de las bases fundamentales del feminicidio.
Hablemos de España. ¿Conoce la situación que vive este país en materia de violencia contra las mujeres?
Sí. España, como cualquier otro país del mundo, sufre la violencia del hombre contra la mujer. Y la más habitual se produce dentro del hogar. Vivimos en una sociedad en la que el ámbito privado es, en muchos casos, el escenario en el que se refleja de manera más clara esa dominancia del hombre sobre la mujer. Para muchos hombres el hogar es como un castillo, un lugar privado en el que reina la impunidad, y en el que la mujer es parte de su propiedad. Pero no es algo exclusivo de España, ocurre en todos los países del mundo: una de cada tres mujeres del planeta sufrirán algún tipo de violencia a manos de los hombres en algún momento de su vida. He de decir que me conmovió la movilización contra la violencia machista que tuvo lugar en Madrid el pasado 7 de noviembre. Desde EE UU, donde mueren cuatro mujeres al día por violencia machista, lo vimos con mucha admiración y esperanza: ese tipo de manifestaciones por parte de la ciudadanía son muy importantes para que las cosas cambien.
De cara a las próximas elecciones en España, ¿cuál cree que debería ser la primera medida que tomase el nuevo gobierno, fuera el que fuera, para tratar de poner freno al feminicidio?
No conozco tan bien la situación en España, ni sé realmente cuáles son las medidas que se han tomado en el pasado, pero creo que cualquier país tiene que destinar importantes recursos en materia de educación. Introducir cambios en las leyes, como por ejemplo en lo que concierne al derecho de una mujer a abortar, ya que decenas de miles de mujeres mueren a diario al no poder hacerlo en condiciones seguras. Hay que apostar por que toda la sociedad, hombres y mujeres, reconozcan y denuncien las relaciones abusivas. Todas las mujeres deben tener acceso a los servicios sociales, independientemente de su condición social. Y hay que proteger a las trabajadoras sexuales, que están mucho más expuestas a una violencia que queda impune en la mayor parte de los casos. Pero todas estas medidas no conciernen a un solo país, sino a cualquier lugar del mundo.
En lo referente al derecho al aborto, usted habla de la negación del mismo como una forma de feminicidio legal. En ese sentido, desde Europa asistimos estupefactos a actos como el tiroteo en una clínica de planificación familiar de EE UU, el pasado 26 de noviembre, o al auge en las encuestas de un personaje como Donald Trump. ¿Se está volviendo la sociedad estadounidense más y más conservadora?
Respecto al aborto, pienso que negar a una mujer el derecho a mantener su integridad física si decide abortar es, efectivamente, una forma de violencia. En cuanto a Donald Trump… ha hecho infinidad de comentarios extremadamente racistas y misóginos. Cuando, en aquella ocasión, contestó a una reportera que le había interpelado que debería estar menstruando, lo que realmente insinuaba es que una mujer no es un ser humano, sino ‘algo’ inferior a un hombre, que posee un cuerpo sucio. Y sí, desgraciadamente, existe un porcentaje de estadounidenses que celebran este tipo de pensamiento. Pero la realidad es que esa manera de pensar, como cuando el propio Trump ha propuesto prohibir la entrada de los musulmanes al país es, de por sí, antiamericana. Va en contra de los principios de cualquier sistema democrático que se base en un mínimo sentido de la ética y la justicia.
¿Es optimista de cara al futuro?
Creo, tal y como comentábamos al arrancar esta conversación, que se han hecho grandes avances. Pero es una batalla que llevará mucho tiempo, pues hablamos de un problema muy arraigado y con múltiples dimensiones. De hecho, el feminicidio sirve de modelo a otras formas de violencia y opresión: desde la que se ejerce contra la madre tierra (no es casual que nos refiramos a ella como una mujer a la que ‘violamos’ sistemáticamente), hasta el concepto romántico del héroe violento que domina a las mujeres y las utiliza como meros objetos sexuales, pasando incluso por la concepción de la guerra, en la que la victoria y la conquista están relacionadas con la masculinidad, mientras que la derrota se asocia con la feminidad y la debilidad. Todo ese sistema está basado en una supremacía masculina injusta e insostenible.
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https://es.wikipedia.org/wiki/Feminicidio
http://www.lacasaencendida.es/en/node/4998
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