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lunes, 29 de febrero de 2016

Mujeres y guerra


Decidieron hacer memoria, contar cómo la guerra se les instaló en su cotidianidad y reclamar su paz. Son cerca de 80 mujeres que han logrado exorcizar múltiples violaciones a sus derechos y continuar dando significado a sus vidas en medio del conflicto armado colombiano.

No solo han sufrido violencia sexual. Las desplazaron, les arrebataron sus proyectos de vida, perdieron hijos, esposos, vecinos. Tampoco son solo víctimas. Resistieron, se involucraron en procesos de reclamación y siguen luchando por una vida digna para ellas, sus familias, sus comunidades de origen… Cuando Piedad Julio Ruiz subió a un escenario en Bogotá, frente a cerca de 600 personas, en su gesto no parecía haber huellas del conflicto armado, pero en su voz, en sus palabras, se armaron las piezas del rompecabezas de la violencia en el Caribe.

Piedad, su tez bronceada y una firmeza que transmite su temperamento, decidió abrir la jornada con un vallenato que ella misma compuso.

No debo quedarme callada
Vallenato compuesto por Piedad Julio Ruiz 

I
Y me puse a pensar que no era feliz
Y me puse a pensar que debía
hablar
Y es por eso que ahora vivo
buscando la paz
Y es por eso que ahora quiero
decir la verdad
No debemos estar ciegas ante
la injusticia
No podemos estar mudas ante
la verdad
II
Oye mujer: tú eres la luz que
alumbra en la oscuridad.
Tú, con tu amor,
Llenas al mundo y le das
seguridad
III
Se violaron tus derechos y tu
integridad.
No lo dudes. No lo pienses.
¡Hay que denunciar!
IV
Oye mujer: tú eres la luz que
alumbra en la oscuridad.
Tú, con tu amor,
Llenas al mundo y le das
seguridad.

Pero en su historia hay mucho más que este son para aligerar su carga. Esa mañana, de finales de 2011, fue la primera de varias mujeres en hablar de su trabajo. Se trata de la labor de cerca de 80 víctimas presentada en varias ciudades del país en dos informes (ver ‘Mujeres y guerra’) del proyecto Género y memoria en la región Caribe, que coordina el grupo de investigación Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR).

Para perseguir la conquista de sus derechos, una reparación integral y la no repetición de hechos violentos en su región, los investigadores las han orientado desde hace tres años con talleres de memoria.

Partiendo del supuesto de que las memorias son muy subjetivas pero también muy colectivas, trabajaron con líneas de tiempo, biografías visuales, mapas del cuerpo, dibujos y ejercicios en los que rememoraron historias de sufrimiento, vejación y resistencia, experiencias que ahora quieren que Colombia conozca.

“Es mortificante y vergonzoso lo que pasó en este país. Y es descorazonador que todavía haya amenazas en distintas regiones y aún así los colombianos nos estemos montando en el cuento de que el país ya está en una etapa de  posconflicto”, reprocha durante una conversación telefónica María Emma Wills, doctora en Estudios Latinoamericanos  de la Universidad de Austin (Texas) y coordinadora del proyecto.

Se nota en su voz la cercanía que logró con Piedad Julio, con María Zabala, con Magola Gómez, con Margarita (cuya  identidad real, por razones de seguridad, debe conservarse en el anonimato. Así se hizo tanto en el texto del que participó  como en el evento en el que habló y cantó: no hubo fotos ni video).

“Se hace inteligible para la víctima lo que aconteció –expone Wills, profesora de Ciencia Política en Los Andes–. Adicionalmente, esta persona puede concluir que la ciudadanía no solo se funda en ideas abstractas de derechos   individuales sino en vínculos de amistad”. En el proceso, agrega, más que una relación entre víctimas y académicas, descubrió “una relación más cinética y paritaria”.

Además de escucharlas, ella las entendió, las conoció bien y admiró su claridad ética, la sabiduría y la valentía que tuvieron, por ejemplo, cuando rescataron personalmente a sus hijos del reclutamiento paramilitar.

Wills aprendió, por otra parte, las “lógicas” de quienes ejercen la guerra: “Son capaces de ejercicios de sevicia infinita, pero para eso pasan por procesos de adiestramiento que les inculcan unas experticias particulares. Los comportamientos brutales de integrantes de las Farc y de las AUC no han sido improvisados ni han sido una mera coincidencia.

Cada organización armada recluta y adiestra hombres y mujeres para que repliquen repertorios brutales: torturar públicamente, masacrar, secuestrar, imponer toques de queda y vestimentas en los pueblos bajo su dominio. Prácticas de guerra infundidas en sus reclutas”.

Así como nadie nace ciudadano, enfatiza María Emma Wills, sino que se hace en una serie de aprendizajes democráticos, un guerrero resulta de procesos de socialización, adiestramiento e inculcación de repertorios de violencia.

Añade que lo más grave no radica en que existan las organizaciones paramilitares o guerrilleras sino que prosperen y se arraiguen en regiones del país con la complacencia de sectores sociales, políticos e institucionales.

¿Dónde estaban fuerza pública, jueces, autoridades electas, políticos, periodistas o académicos cuando se cometieron atrocidades en el Caribe?

“Nuestra indiferencia, nuestros miedos, nuestra pereza ayudaron a que estos grupos se convirtieran en el monstruo de mil cabezas que aún desafía el proyecto de una Colombia democrática y en paz”, fueron sus palabras durante el emotivo discurso que dio  cuando se realizaba el lanzamiento de los dos libros que resultaron de los talleres de memoria.

Una prueba de las cabezas del monstruo está luego en el análisis que hace durante esta entrevista, cuando ha pasado el agite por la presentación de ambos volúmenes: lo grave de fenómenos como las Bacrim (bandas criminales emergentes integradas por unas seis mil personas) son sus alianzas que permiten la impunidad.

En su labor, María Emma Wills trabaja con la antropóloga Camila Medina, la filósofa y politóloga Viviana Quintero, la también politóloga María Luisa Moreno y el fotógrafo Jesús Abad Colorado. Hoy existe otro grupo que realiza un trabajo similar en Putumayo, con el mismo ánimo de esclarecimiento y de memoria histórica; con la misma misión: “Que nos indigne el horror y nos inspire para actuar”.
Por: Beatriz García Nova
bgarcia@uniandes.edu.co



“Me afectó la guerra”
Canción inédita de Piedad Julio Ruiz
I
Por efecto de la guerra hoy quedé sin ningún lugar
Deambulando por las calles y mis hijos sin papá.
No queremos más violencia. Esto debe acabar.
Colombia se está desangrando. No resiste un muerto más.
II
Muere el pobre. Muere el rico.
El guerrillero. El militar.
Siendo todos colombianos
No se deben de matar (bis).
III
Pobrecitas las mamás
Que tienen a su hijo en la guerra.
Con angustia y con dolor
Esperan a que su hijo vuelva.
IV
Somos bastantes las mujeres
Afectadas por la guerra.
Lucharemos muy unidas
Para así acabar con ella.

http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/index.php/informes-gmh/informes-2011/mujeres-y-guerra-caribe

http://uniandes.edu.co/noticias/ciencias-sociales/rendirse-jamas

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