Toda América del Sur llora a Marina Menegazzo y María José Coni las dos jóvenes argentinas que se creyeron capaces de recorrer el mundo y se encontraron con el machismo atroz que destroza vidas y sueños.
Nos quieren amedrentadas en casa, en espacios cerrados y controlados. Parece que no pueden vernos libres y quieren imponer su voluntad violenta y su ataque sexual.
Nos matan por ser mujeres y no podemos consentirlo.
No debemos organizar nuestra vida en base a los miedos que nos quieren trasmitir. Es preciso seguir tejiendo redes de apoyo para seguir creciendo fuertes y libres
Ayer hablábamos de la obligación de los Estados en trabajar por nuestra protección seriamente, desde la escuela, la universidad,la calle, los medios... Los feminicidios son evitables. La responsabilidad de transformar la sociedad es de todas y todos pero poco podemos hacer si desde el poder no se nos escucha , no se nos dan recursos , no se toman medidas....
Paremos este genocidio contra las mujeres !
Reportadas como desaparecidas el 22 de febrero de 2016
Añadimos el texto de Eli Vazquez , experta feminista y jurista :
Frente al asesinato de las argentinas María José y Marina en Montañita, los comentarios misóginos de redes sociales y otros espacios nos duelen y nos indignan a muchas.
Pero hay un sector relativamente silencioso que opina "académicamente": el gremio de juristas penalistas. Esa opinión es particularmente peligrosa porque en manos de ese gremio y de su mentalidad terminan decidiéndose los pocos casos de femicidio que llegan a judicializarse.
En Ecuador, buena parte de ese gremio pertenece al club de fans de Zaffaroni: un prominente jurista argentino que se opuso a la Ley de Femicidios en su país bajo el argumento de que el femicidio es un tipo penal imposible porque "nadie mata a una mujer por el hecho de ser tal".
A la fanaticada del club Zaffaroni le molesta que el activismo feminista invoque el femicidio "exageradamente"; en esta ocasión, conjeturándose que en el asesinato de Marina y María José podríamos estar nuevamente ante ese delito. A las juristas feministas, en cambio, suele molestarles lo contrario: lo poco reflexionado y tratado que está el delito en un mundo de pandemia femicida.
¿Cómo no va a ser común el femicidio cuando la violencia de género exhibe cifras alarmantes en todo el mundo? Las de Ecuador no son excepción: estadísticas oficiales del INEC señalan que 6 de cada 10 mujeres han sufrido alguna forma de violencia de género (sexual, física, psicológica o patrimonial en la clasificación del INEC). Quien es mujer sencillamente afronta la realidad de que sufrir violencia de género es un episodio tan probable en la vida como padecer cáncer de mama.
Que en una sociedad tan misógina como la que vivimos la opinión editorial de las escritoras feministas, así como la opinión del activismo feminista en redes señale un posible femicidio en el caso de las víctimas argentinas (como en otros), a mí ni me asombra ni me molesta. Distinto sería que un noticiero o medio informativo aseverara como cierto un hecho aún no comprobado, y muy distinto sería ya el contenido de una eventual sentencia penal, que tendrá que contar con el rigor propio de esa instancia.
Dado que las opiniones que circulan ni proclaman femicidio comprobado ni se pretenden sentencia ejecutoriada de juez penal, lo que realmente molesta a parte del gremio penal es que se hable de un delito cuya tipificación les parece imposible y, además, innecesaria: un exceso feminista, en palabras de algun@s, porque "la violencia no se cierne exclusivamente sobre las mujeres sino también sobre los hombres".
Tesis como las del club Zaffaroni hacen daño en la medida en que desalientan el tratamiento específico de la violencia de género en la ley y en la política pública. Cuando el gran Zaffaroni desmerece la importancia del femicidio y de la violencia de género desde la autoridad de su cátedra y desde la comodidad de su discurso técnico, en realidad está tomando una decisión política. Zaffaroni escoge pasar por alto el detalle de que ese 50% de la población que tiene casi la misma probabilidad de sufrir violencia sexual o de género que de sufrir cáncer de mama, no está ni de lejos en igualdad de condiciones respecto del otro 50%. El fenómeno delictivo no se cierne entre sujetos abstractos que habitan las mentes iluminadas del derecho penal. Está afuera en la calle y en la intimidad de los hogares; en una sociedad real atravesada por una cultura patriarcal que suscribe la idea de que los cuerpos femeninos (no los de los hombres) son apropiables, disponibles, controlables, violables y desechables. Por eso la consideración de que "la violencia no se cierne exclusivamente sobre las mujeres sino también sobre los hombres" se queda corta. Por eso el femicidio tiene su razón de ser penal. Y por eso señalar lo común que es el femicidio en general, y lo probable que es en un caso concreto, no debería molestarle al gremio penal. Eli Vásquez
Frente al asesinato de las argentinas María José y Marina en Montañita, los comentarios misóginos de redes sociales y otros espacios nos duelen y nos indignan a muchas.
Pero hay un sector relativamente silencioso que opina "académicamente": el gremio de juristas penalistas. Esa opinión es particularmente peligrosa porque en manos de ese gremio y de su mentalidad terminan decidiéndose los pocos casos de femicidio que llegan a judicializarse.
En Ecuador, buena parte de ese gremio pertenece al club de fans de Zaffaroni: un prominente jurista argentino que se opuso a la Ley de Femicidios en su país bajo el argumento de que el femicidio es un tipo penal imposible porque "nadie mata a una mujer por el hecho de ser tal".
A la fanaticada del club Zaffaroni le molesta que el activismo feminista invoque el femicidio "exageradamente"; en esta ocasión, conjeturándose que en el asesinato de Marina y María José podríamos estar nuevamente ante ese delito. A las juristas feministas, en cambio, suele molestarles lo contrario: lo poco reflexionado y tratado que está el delito en un mundo de pandemia femicida.
¿Cómo no va a ser común el femicidio cuando la violencia de género exhibe cifras alarmantes en todo el mundo? Las de Ecuador no son excepción: estadísticas oficiales del INEC señalan que 6 de cada 10 mujeres han sufrido alguna forma de violencia de género (sexual, física, psicológica o patrimonial en la clasificación del INEC). Quien es mujer sencillamente afronta la realidad de que sufrir violencia de género es un episodio tan probable en la vida como padecer cáncer de mama.
Que en una sociedad tan misógina como la que vivimos la opinión editorial de las escritoras feministas, así como la opinión del activismo feminista en redes señale un posible femicidio en el caso de las víctimas argentinas (como en otros), a mí ni me asombra ni me molesta. Distinto sería que un noticiero o medio informativo aseverara como cierto un hecho aún no comprobado, y muy distinto sería ya el contenido de una eventual sentencia penal, que tendrá que contar con el rigor propio de esa instancia.
Dado que las opiniones que circulan ni proclaman femicidio comprobado ni se pretenden sentencia ejecutoriada de juez penal, lo que realmente molesta a parte del gremio penal es que se hable de un delito cuya tipificación les parece imposible y, además, innecesaria: un exceso feminista, en palabras de algun@s, porque "la violencia no se cierne exclusivamente sobre las mujeres sino también sobre los hombres".
Tesis como las del club Zaffaroni hacen daño en la medida en que desalientan el tratamiento específico de la violencia de género en la ley y en la política pública. Cuando el gran Zaffaroni desmerece la importancia del femicidio y de la violencia de género desde la autoridad de su cátedra y desde la comodidad de su discurso técnico, en realidad está tomando una decisión política. Zaffaroni escoge pasar por alto el detalle de que ese 50% de la población que tiene casi la misma probabilidad de sufrir violencia sexual o de género que de sufrir cáncer de mama, no está ni de lejos en igualdad de condiciones respecto del otro 50%. El fenómeno delictivo no se cierne entre sujetos abstractos que habitan las mentes iluminadas del derecho penal. Está afuera en la calle y en la intimidad de los hogares; en una sociedad real atravesada por una cultura patriarcal que suscribe la idea de que los cuerpos femeninos (no los de los hombres) son apropiables, disponibles, controlables, violables y desechables. Por eso la consideración de que "la violencia no se cierne exclusivamente sobre las mujeres sino también sobre los hombres" se queda corta. Por eso el femicidio tiene su razón de ser penal. Y por eso señalar lo común que es el femicidio en general, y lo probable que es en un caso concreto, no debería molestarle al gremio penal. Eli Vásquez
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