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sábado, 2 de julio de 2016

Lorena Oña



Lorena es una mujer afectada por varios tipos de violencias (física, psicológica, patrimonial), que solo quiere retomar su vida y a quien como a muchas otras, la justicia no le da una respuesta efectiva. Al contrario, se torna agresiva y parcializada, pues alejarla de su domicilio para evitar que sea agredida, es una respuesta burda. Se esperaba que la actuación de la nueva jueza  fuera diferente. Pero suspender la audiencia sin que se cumplan los presupuestos legales determinados en el artículo 642 y 643,2 no es un buen augurio. 

El Estado ecuatoriano tiene una deuda con las mujeres, a pesar de lo que se diga, la violencia persiste. La encuesta, aplicada entre el 16 de noviembre y el 15 de diciembre de 2011, nos demuestra que no han existido políticas consistentes dirigidas a erradicarla, pues 6 de cada 10 mujeres han vivido algún tipo de violencia de género. Respecto a la clase de violencia, 1 de cada 4 mujeres ha vivido la violencia sexual, la violencia psicológica es la forma más recurrente, seguida por la física (38,0%). En tercer lugar viene la violencia patrimonial, menos conocida, pero igualmente extendida, que afecta al 35,3% de las mujeres. Esta última categoría, se definió para objeto de la encuesta como “la transformación, sustracción, destrucción, retención o distracción de objetos, documentos personales y valores, derechos patrimoniales o recursos económicos destinados a satisfacer las necesidades de las víctimas”.

Es grave reconocer que la violencia sigue siendo parte de nuestra cotidianidad, de lo cual el Estado Ecuatoriano es el principal responsable.  De igual manera, el acceso de las mujeres a la justicia, sigue siendo un objetivo por alcanzar. Cuando conocemos casos como el de Lorena, solo podemos decir que la justicia no ha cambiado, sigue siendo misógina, androcéntrica, patriarcal.

Lorena se ve se obligada a contar su historia ante la indolencia de los órganos de justicia, que no le dan una respuesta efectiva frente a la violencia y por el contrario, la revictimizan. Pues no solamente la sacan de su casa, sino que le quitan la posibilidad de trabajar, dejándola en absoluta indefensión, sin capacidad de subsistir.  Todo por orden de una jueza, que sin analizar bien el caso, toma medidas arbitrarias, que afectan la vida de Lorena.

 Tomado del texto JUSTICIA PARA LORENA  de 9 junio, 2016 escrito por  Pilar Rassa

En reciente articulo se desvelan más de las violencias sufridas por Lorena  a las que se añade las propinadas por la "justicia ":  El 17 de junio le notificaron la sentencia de la apelación: volvió a perder. La jueza dijo que Lorena no rasguñó a Pablo ni agredió a los tres hombres, pero ratificó las boletas de auxilio que les impiden acercarse, repitió que Pablo no puede intimidarla de ninguna forma y que los dos debían ir a consulta psicológica. Pero la casa, el negocio y la propiedad siguen siendo de él.  
 Completen la información en el siguiente articulo :
Lorena denuncia 12 años de maltratos y una jueza le ordena olvidarlos

Lorena y Pablo

 por Lisette Arévalo Gross  • JULIO 4, 2016 •  EDICIÓN #262
Una mujer escapa a las agresiones de su pareja pero es acorralada por el sistema judicial del Ecuador.
¿Es ir a la corte otra forma de violencia de género?


 (...)Pablo no sólo empezó a controlar el dinero, sino con quién podía salir Lorena. Como él había tenido un problema laboral con el hermano de Lorena —quien trabajó por poco tiempo en la veterinaria— le prohibió verlo. Tampoco le permitía ver al resto de su familia. La mamá de Lorena dice que, cuando iba a Quito, la veía máximo diez minutos: él estaba siempre controlándola, llamándola al teléfono celular, o recogiéndola de inmediato. Pablo comenzó a decirle también cómo debía vestirse, peinarse y maquillarse. Según Lorena, cuando estaban solos en la casa le decía zorra, prostituta, tonta. Cuando tenían sexo solo le importaba su placer: durante toda la relación Lorena dice que tuvo solo dos orgasmos. Para ella empezó a parecer más a una violación: cada vez que se acostaban, Lorena terminaba llorando. Un día su ginecólogo le dijo que tenía las paredes de la vagina lacerdas. Lorena no había tenido relaciones sexuales con nadie más y pensaba que eso era normal. Luego se enteró que era porque no estaba lubricada y él la forzaba. Meses después, tuvo infección a las vías urinarias y no le dijo nada a Pablo pensando que estaba embarazada otra vez. El doctor le diagnosticó papiloma virus que ella supone él lo contrajo en los prostíbulos que él le confesó que frecuentaba. Cuando lo confrontó, él le prometió que no volvería a esos lugares y que la trataría mejor. Hoy, si es que Lorena no se trata por lo menos tres veces al año, corre el riesgo de quedar infertil o de que esa infección se convierta en cáncer. 

Una mujer maltratada, como Lorena, que continúa con su pareja después de tantas agresiones, no es una anomalía en el Ecuador. Según el censo del Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censo (Inec) del 2010, más de la mitad de las mujeres maltratadas en Ecuador no se separan de su pareja porque creen que las dificultades pueden superarse. La socióloga y directora del Centro Ecuatoriana para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam), Susana Balarezo, dice que esto sucede porque los roles de los hombres son vistos como más importantes que los de las mujeres. Muchas veces las mujeres aceptan cualquier exigencia que impone un hombre solamente para mantener la relación y pretender que todo está bien (...)


Desde aqui seguimos gritando : #JUSTICIAPARALORENA


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https://malcriadas.org/2016/06/09/justicia-para-lorena/

2 comentarios:

  1. Esta es una denuncia falsa, el hospital veterinario era del hermano de el difamado, ella no tuvo nada que ver en la compra de los inmuebles.

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