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lunes, 4 de julio de 2016

Monica McWilliams activista por la paz y defensora de los derechos humanos


SEPIDEH LABANI
Autora del texto

IRLANDA DEL NORTE, 1954, 28 de abril.  Ballymoney

Política y académica, fue profesora de Estudios de la Mujer y de Política Social en la Universidad de Ulster y es investigadora en el Instituto de Justicia Transicional (Transitional Justice Institute). Es co-fundadora de la Coalición de las Mujeres de Irlanda del Norte (Northern Irland Women’s Coalition). Ha sido representante en la Asamblea de Irlanda del Norte de 1998 hasta el 2003. En la actualidad, es la alta responsable de la Comisión de los Derechos Humanos de Irlanda del Norte (Northern Ireland Human Rights Commission). Sus trabajos han recibido varios premios, entre otros, el premio John F. Kennedy al Valor (Profile in Courage Award) y el Premio Frank Cousins para la Paz (Frank Cousins Peace Award). Es también doctora honoris causa de varias universidades.

Durante toda la segunda mitad del siglo XX, Irlanda del Norte fue el escenario de conflictos sobre el estatuto político de este territorio. Desde finales de los sesenta hasta llegar a los Acuerdos de Paz en 1998, el conflicto enfrentó a diferentes grupos políticos, organizaciones paramilitares y el ejército británico. Cuando estalló el conflicto en 1968, Monica McWilliams tenía solamente 14 años. Rápidamente adquirió una conciencia política y entendió, como muchos y muchas otras de sus compatriotas, que, en época de conflicto, lo personal es aún más político. Dos años más tarde, a los 16 años, empieza su implicación en la política. Su primer compromiso, que ha marcado toda su vida, fue con los derechos de las mujeres.

En el año 1975, el Parlamento del Reino Unido adopta la Ley contra la Discriminación por Sexo, cuyo objetivo era proteger a las mujeres y a los hombres contra las discriminaciones por motivo de su pertenencia a un determinado sexo, esencialmente en el campo del trabajo, de la educación, de la formación, del acoso sexual y del acceso a los bienes y servicios. Desgraciadamente, esta ley no se extendió a Irlanda del Norte. Fue en este momento cuando Monica, junto con otras mujeres de diferentes ámbitos políticos y sindicales, decidió crear un grupo de presión. El resultado fue la inauguración del primer centro para mujeres de Belfast. Fue en este momento cuando el Gobierno británico la contrató para hacer una extensa investigación sobre la violencia contra las mujeres. Esta investigación se convirtió en uno de los primeros planes de intervención sobre violencia hacia las mujeres en el Reino Unido.

En el año 1996, después de más de 30 años de violencia y conflictos, se presentó por primera vez la oportunidad de una mesa de negociaciones para la paz en Irlanda el Norte entre diferentes partidos. De esta mesa de negociaciones salió el Acuerdo del Viernes Santo o Acuerdo de Belfast (Good Friday Agreement) del 10 de abril de 1998. Después de haber trabajado durante 25 años con las diferentes comunidades y con los grupos de mujeres, Monica sabía que la presencia de mujeres en la mesa de las negociaciones era imprescindible para llegar a una paz duradera y estable. Entonces organizó, junto con otras mujeres, grupos de encuentro en todo el país y en todas las comunidades porque los problemas que querían tratar no eran exclusivos de un grupo u otro, sino que afectaban a todo el mundo y, sobre todo, a todas las mujeres. El resultado de este trabajo de sensibilización fue la creación de una coalición de mujeres con el objetivo de presionar a los partidos políticos para que aumentasen la presencia de representantes mujeres dentro de su partido y en la mesa de las negociaciones para la paz.

En un primer momento, la desilusión fue grande porque la mayoría de los partidos no respondió, ni siquiera consideró esta posibilidad como un tema de importancia. Entonces se dieron cuenta que su única alternativa era hacerlo ellas mismas. Así es como formaron su propio partido político, la Coalición de las Mujeres de Irlanda del Norte (Northern Ireland Women’s Coalition - NIWC) en el año 1996. La composición de este partido político fue en sí misma un ejemplo de la convivencia respetuosa y pacifista entre las comunidades y los grupos. Era el único partido político que era aceptado en todas las comunidades. Era la prueba de que escuchándose se puede ir construyendo, con el tiempo, el respeto y la confianza. Sus miembros eran mujeres y hombres procedentes de diversos ámbitos y orientaciones políticas: rurales y urbanos, jóvenes y mayores, republicanos, lealistas, nacionalistas, unionistas y otros. Para Monica McWilliams, era el único partido capaz de trabajar en la mesa de negociaciones sin chocar con las dificultades de las divisiones comunitarias. El objetivo del partido fue asegurar que los principios básicos de los derechos humanos, de la inclusión y de la igualdad formasen parte del acuerdo negociado. Todo fue muy precipitado pero era la única alternativa. Solo faltaban seis semanas para la celebración de los comicios y el único modo de asegurar la defensa de sus principios era presentarse a las elecciones. A pesar de la falta de tiempo, seis semanas después, consiguieron disponer de los votos para tener dos representantes en la mesa de negociaciones para la paz.

Más allá de su activismo político, era la primera vez que Monica McWilliams participaba formalmente en política, es decir, en la política representativa. Ella y sus compañeras se convirtieron en expertas en las debilidades del sistema, a pesar de las dificultades y, sobre todo, a pesar de la actitud sexista de los otros partidos políticos y de una parte de los medios de comunicación. Aun así, nunca les faltó el sentido del humor: en el noticiero de la Coalición crearon la sección “Insulto de la semana”.

Desde el conflicto, las mujeres concentraron sus energías y se involucraron cada vez más en la sociedad civil y en la política. Se convirtieron en agentes de cambio, más allá de las divisiones comunitarias, haciendo una labor muy valiosa para cada parte. En las negociaciones la Coalición fue promotora de numerosas propuestas como, por ejemplo, incidir en la importancia de crear escuelas comunitarias de integración para educar a niños y niñas protestantes y católicos juntos. Su contribución fue también decisiva en relación con el uso de las armas; mostraron una nueva perspectiva al advertir que el uso de armas ilegales no perseguía sólo objetivos políticos, sino que también posibilitaba ejercer actos de violencia domestica.

Monica siempre confió en el liderazgo de las mujeres. Ahora, ella misma es una líder. Desde el año 2005, Monica es la Alta Responsable de la Comisión de los Derechos Humanos de Irlanda del Norte (NIHCR). El NIHCR nació del Acuerdo del Viernes Santo y su papel es promover la defensa de los derechos humanos en Irlanda del Norte, analizar las leyes y las prácticas y asesorar a los miembros del Gobierno sobre las medidas legislativas necesarias para proteger los derechos humanos en Irlanda del Norte.

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