Carmen de Burgos y Seguí (Almería, 10 de diciembre de 1867-Madrid, 9 de octubre de 1932) conocida como Colombine, también firmó con otros seudónimos como «Gabriel Luna», «Perico el de los Palotes», «Raquel», «Honorine» o «Marianela». Perteneció a la generación del 98 y se la considera la primera periodista profesional en España y en lengua castellana por su condición de redactora del madrileño Diario Universal. También está considerada como la primera corresponsal de guerra.
María del Carmen Ramona Loreta de Burgos y Seguí nació en la ciudad andaluza de Almería, primogénita de los diez hijos de José de Burgos y Cañizares y su esposa Nicasia Seguí y Nieto. Se crio en Rodalquilar (Níjar), donde su padre poseía tierras, minas y el cortijo La Unión. Recibió la misma educación y cultura que sus hermanos varones. En 1872, su padre fue nombrado vicecónsul de Portugal en España, dependiente del consulado de Cádiz.
En 1883, con dieciséis años y en contra del consejo paterno, se casó con Arturo Álvarez y Bustos, un bohemio pintor y periodista, doce años mayor que ella. Este era hijo de Mariano Álvarez y Robles, gobernador civil de Almería, quien además tenía en propiedad la empresa tipográfica que imprimía el principal diario de la capital. Esto permitió a Carmen familiarizarse con el mundo de la prensa desde joven, colaborando en distintos aspectos de la impresión. Publicó sus primeros artículos en la revista satírica Almería Bufa, que dirigía su marido. En junio de 1895 obtiene la titulación de maestra de Enseñanza Elemental Primaria y en 1898 la de Enseñanza Superior, en Madrid. En 1901 obtiene plaza mediante oposición en la Escuela normal de Maestras de Guadalajara.
Desde el primer momento el matrimonio constituyó una desilusión para Carmen, ya que su marido le maltrató y fue infiel y sus tres primeros hijos fallecieron prematuramente. Desde 1898 comienza a pasar cada vez más tiempo en el hogar paterno y alejada de su marido. En agosto de 1901, tras la muerte su hijo Arturo, nacido en 1893, decide abandonar a su marido para comenzar una nueva vida sin él en Madrid, llevándose consigo a su única hija superviviente, María (de los Dolores Ramona Isabel) Álvarez de Burgos, nacida en 1895. Inicialmente, se instaló con su tío, el senador Agustín de Burgos y Cañizares, pero después de que este intentara propasarse con ella abandona su casa.
A partir de 1902 colaboró con el periódico El Globo, en el que escribía una columna titulada Notas femeninas, que analizaba asuntos como ‘La mujer y el sufragio’ o ‘La inspección de las fábricas obreras’. En 1903, Augusto Suárez de Figueroa fundó el Diario Universal y la contrató para llevar una columna diaria titulada Lecturas para la mujer, bajo el seudónimo de «Colombine», sugerido por el propio editor. Era la primera vez en España que una mujer fue reconocida como periodista profesional. En su columna, Carmen de Burgos trataba de modas y modales, pero introducía ideas que ya se estaban popularizando en otros países europeos. Hizo campaña para que se legalizara el divorcio, lo que le valió la admiración de Giner de los Ríos y Blasco Ibáñez, pero recibió ataques por parte de la Iglesia y de los sectores conservadores que buscaron desacreditarla. En 1905 consiguió una beca del Ministerio de Instrucción Pública para estudiar los sistemas de enseñanza de otros países, y viajó durante casi un año por Francia, Italia y Mónaco.
En 1907 fue admitida en la Asociación de la Prensa de Madrid, junto con Consuelo Álvarez Pool, Violeta.
A finales de 1906 retomó su labor docente y periodística y lanzó una campaña en el Heraldo de Madrid a favor del sufragio femenino con una columna titulada «El voto de la mujer». A su regreso de Francia creó una reunión semanal denominada ‘La tertulia modernista’, a la que acudían escritores, periodistas, músicos, artistas plásticos, poetas y artistas extranjeros de paso por Madrid. Allí conoció a Ramón Gómez de la Serna, entonces un desconocido estudiante de diecinueve años, veinte años menor que ella, que se convierte en su admirador. Puntualmente, todos los días iba Ramón a visitarla a su casa a las cinco de la tarde, escribían juntos y luego paseaban por los cafés de la Puerta del Sol hasta medianoche. Sobre 1909 iniciaron una larga relación amorosa y literaria. Además, aquella tertulia se mantuvo varios años y estuvo en el origen de la Revista Crítica (1908-1909), de la que llegaron a salir seis números, en los que colaboraron Eduardo Zamacois, Salvador Rueda, Enrique Díez Canedo, Juan Ramón Jiménez, Antonio de Hoyos y Vinent, Rafael Cansinos-Assens, Ramón Gómez de la Serna y Tomás Morales, entre otros. También eran asiduos de la tertulia Eduardo Barriobero y José Francés. En 1907, con la llegada al gobierno del conservador Antonio Maura, el ministro de Instrucción Pública Rodríguez-San Pedro la destinó a Toledo para alejarla de Madrid, según su biógrafa Concepción Núñez. Pero Carmen seguía volviendo a su casa de Madrid todos los fines de semana para animar la tertulia literaria que había creado.
Se relacionó con la completa intelectualidad de su momento historico. Desarrolló además una estrecha amistad con la escritora portuguesa Ana de Castro Osório.
En el año 1908, Carmen funda la Alianza Hispano-Israelí en defensa de la comunidad sefardita internacional. La difusión de la misma se realiza a través de la Revista Crítica. Tras el desastre del barranco del Lobo en el Rif en 1909, Carmen de Burgos decidió acercarse a las tropas españolas que luchaban alrededor de Melilla. Allí ejerció de corresponsal de guerra del diario El Heraldo de Málaga. Una vez de vuelta a Madrid publicó el artículo ¡Guerra a la guerra! en el que defendía a los pioneros de la objeción de conciencia. En 1909 falleció su esposo y quedó viuda.
En 1911 es nombrada profesora de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, trabajo que compagina con el de dar clase a personas ciegas y sordomudas.
Carmen y Ramón Gómez de la Serna no se casaron, pero compartieron su vida y su pasión por la literatura durante unos veinte años, residiendo en distintos países, pero regresando siempre a Madrid. Escribían en revistas y periódicos, apoyaban proyectos de jóvenes autores y viajaron a Portugal y a Italia, manteniendo Carmen su interés por los temas sociales. Carmen esperaba que su hija María siguiera sus pasos como escritora, pero aunque logró ser publicada, prefirió dedicarse a la interpretación. En 1917, su hija se casa con el también actor Guillermo Mancha, y finalmente se trasladan a América. En 1929, tras el fracaso de su matrimonio, su hija regresa con ella a Madrid, donde Carmen consigue para su hija, una actriz sin éxito y con problemas de adicción, un papel menor en la obra de Gómez de la Serna Los medios seres, que fracasaría en taquilla. El autor y su hija iniciaron un romance durante los ensayos, que duró menos de un mes y que terminó con una escapada a París de Gómez de la Serna. La longeva relación de Carmen y Gómez de la Serna se rompió irremediablemente, y si bien se distanciaron, esta no dejó de considerarle un amigo.
Con la proclamación de la Segunda República en 1931, la nueva constitución reconoció el matrimonio civil, el divorcio y el voto femenino, colmando así las aspiraciones de Carmen de Burgos. Se afilió al Partido Republicano Radical Socialista y fue nombrada "presidente" de la Cruzada de Mujeres Españolas y de la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas. Fue también elegida ‘vicepresidente primero’ de la Izquierda Republicana Anticlerical, y en noviembre de 1931 ingresó en la masonería, donde fundó la logia Amor, de la que era gran maestre.
El 8 de octubre de 1932, mientras participaba en una mesa redonda sobre educación sexual en el Círculo Radical Socialista, Carmen de Burgos empezó a sentirse mal y fue trasladada a su domicilio, donde la atendieron tres médicos, entre los cuales estaba su amigo Gregorio Marañón, pero sin éxito. Falleció a los sesenta y cuatro años de edad, a las dos de la madrugada del día 9, y fue enterrada en el cementerio civil de Madrid en presencia de los principales políticos e intelectuales de la época. Clara Campoamor, junto con varios intelectuales, pidió que se diera su nombre a una calle de Madrid. Su hija falleció en 1939, con cuarenta y un años.
Tras la Guerra Civil y la victoria del régimen franquista, su nombre fue incluido en la lista de autores prohibidos y sus libros desaparecieron de las bibliotecas y las librerías.
Obra
Trabajó en el Diario Universal, El Globo, La Correspondencia de España, El Heraldo de Madrid y ABC, diario del que fue la primera redactora. Cubrió diferentes episodios de la Guerra de Melilla en 1909, siendo una de las primeras mujeres corresponsales de guerra de la historia de España. Firmó, además de con «Colombine», con seudónimos como «Perico el de los Palotes»,10 «Gabriel Luna», «Raquel», «Honorine» y «Marianela».
Además de su intensa obra periodística son destacables sus conferencias en el ámbito del movimiento feminista; como por ejemplo: La misión social de la mujer (1911) y La mujer en España. Entre sus novelas más populares puede citarse Puñal de claveles, escrita al final de su vida y basada en el suceso conocido como el «crimen de Níjar», que tuvo lugar el 22 de julio de 1928 en el Cortijo del Fraile, en los Campos de Níjar, y que fue una de las inspiraciones con que contó Federico García Lorca para sus Bodas de sangre.
Se le considera una de las primeras defensoras del papel social y cultural de la mujer. Defendió asimismo la libertad y el goce de existir. Decididamente independiente, creyó en un mundo mejor y fue una temprana "feminista", aunque ella odiaba ese término. En su obra La mujer moderna y sus derechos (1927) definía su postura como un feminismo conciliador al explicar: «No es la lucha de sexos, ni la enemistad con el hombre, sino que la mujer desea colaborar con él y trabajar a su lado». No fue muy bien considerada por un importante sector de los críticos y escritores contemporáneos, que en muchas ocasiones colocaron su labor y su obra relegada y reducida a la condición de «amante» de Ramón Gómez de la Serna.
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