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sábado, 15 de octubre de 2016

Diane Arbus retratando su dolor en los otros

Diane Arbus (Nueva York, 14 de marzo de 1923 - Greenwich, Nueva York, Estados Unidos, 26 de julio de 1971) fue una fotógrafa estadounidense.

Nacida con el nombre de Diane Nemerov en el seno de una adinerada familia judía de Nueva York. Era hermana del poeta Howard Nemerov. Con 14 años comenzó su relación con Allan Arbus, con quien se casó cumplidos los 18 años, adoptando su apellido.
En los años cuarenta, el matrimonio se dedicó a la fotografía de modas en revistas como Esquire, Vogue y Harper’s Bazaar.
De 1955 a 1957, Diane Arbus estudió con la fotógrafa austríaca Lisette Model, que ejerció gran influencia en su trabajo posterior. En esa época se divorció de Allan.
La década del sesenta fue la más productiva. Recorrió los peligrosos barrios de Nueva York para seleccionar a los personajes que retrataba, entre los que se encontraban enanos, nudistas y prostitutas. En 1967 realizó la exposición «New Documents», que le dio a conocer al público mayoritario. Continúo trabajando para revistas importantes retratando a celebridades como Norman Mailer, Mae West y Jorge Luis Borges.

En 1971, después de una larga depresión, Diane Arbus se suicidó. Un año más tarde su trabajo fue seleccionado para participar en la Bienal de Venecia y fue la primera fotógrafa estadounidense en ser seleccionada. El MoMA de Nueva York organizó su primera gran retrospectiva.
Diane Arbus - Autorretrato con Doon, 1945


Influida por Model y por la película Freaks (La parada de los monstruos o Fenómenos, en castellano), de Tod Browning, Diane Arbus eligió a personas marginales para sus fotografías: gemelos, enfermos mentales, gigantes, familias disfuncionales, fenómenos de circo, etc. Los personajes miraban directamente a la cámara, lo que hace que el flash revele sus defectos. Su intención era producir en el espectador "temor y vergüenza".

Fue pionera del flash de relleno (flash de día).

La fotografía de Diane representa lo normal como monstruoso: cuando fotografiaba el dolor, lo encontraba en personas normales. Provocaba que la gente presuntamente normal aparezca como anormal. Rompía la composición, situaba al personaje en el centro. Su mirada siempre era directa, con tensión y fuerza. Para ella no existía el momento decisivo, trabajaba en continuo espacio temporal y obligaba a los retratados a que fuesen conscientes de que estaban siendo retratados. Buscaba una mirada nueva, pasando del tedio a la fascinación.


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