"La enseñanza no cambia. Las leyes,
los proyectos curriculares y los libros pueden hacerlo; el amor a la lectura y
a la pintura, el compañerismo, la capacidad de superación y la generosidad son
inmutables" (Josefina Aldecoa)
Josefina tuvo dos pasiones en su vida: la literatura y la
educación. Como pedagoga que siguió los principios de la Institución Libre de
Enseñanza, entidad que revolucionó la pedagogía a finales del siglo XIX,
mantuvo siempre el principio de que era más importante “formar personas que
sabios”.
Las Escuelas de la República fueron decisivas en su
formación y desarrollo intelectual posterior. Fundó el Colegio Estilo, pionero
en la coeducación en España y un referente de tolerancia, igualdad, excelencia
y creatividad.
Josefina Rodríguez Álvarez nació en un pequeño pueblo
agrícola y minero de la provincia de León, La Robla, el 8 de marzo de 1926, en
el seno de una familia vinculada a la enseñanza. Su abuela y su madre eran
maestras que participaban en la ideología de la Institución Libre de Enseñanza.
Su nacimiento tuvo lugar en casa de sus abuelos maternos. En esa misma casa, a
la sombra de un nogal, leía y resolvía los problemas que le preparaba su
abuela, maestra de un pueblo cercano.
Su abuelo materno era un hombre inteligente, autodidacta,
librepensador, ateo y republicano que le transmitió con fervor sus ideas y la
inició en la magia de la lectura. A los nueve años leyó “Los Miserables” y “Las
mil y una noches”.
Con diez años sus padres la enviaron a vivir a León con
dos tías maternas, jóvenes estudiantes, al objeto de que ella pudiera seguir
sus estudios de Bachillerato. La convivencia con las tías fue de vital
importancia para Josefina. Las curiosidades y preguntas de la condición
femenina surgieron en aquel primer curso de Bachillerato. Era el año 1936 que
cambiaría la vida de los españoles.
En 1944 junto con su familia se traslada a Madrid. Los
tiempos de postguerra eran difíciles. La comida escaseaba y había cartillas de
racionamiento de primera, segunda y tercera, de acuerdo con la categoría
económica de los ciudadanos.
Durante sus años de vida en León formó parte del grupo
literario de la revista de poesía Espadaña y en Madrid, tradujo para “Revista
Española”, dirigida por Ignacio Aldecoa, Rafael Sánchez Ferlosio y Alfonso Sastre,
el primer cuento publicado en España de Truman Capote.
Josefina ya había realizado el primer curso de Filosofía y
Letras en la Universidad de Oviedo. En Madrid continua sus estudios en la
Universidad Complutense, formando parte de la primera generación de posguerra
en la especialidad de Pedagogía. Se doctoró en 1956 y su tesis, que se publicó
en 1960 con el título “El arte del niño”, versa sobre la relación infantil con
el arte.
Durante los años de facultad entró en contacto con un
grupo de amigos que luego formarían parte de la llamada “Generación de los
cincuenta”, también denominada “Generación del realismo social” o “Generación
del Medio Siglo” y que eran: Rafael Sánchez Ferlosio, Jesús Fernández Santos,
Alfonso Sastre, Carmen Martín Gaite e Ignacio Aldecoa, con quien se casó en
1952 y del que tomó su apellido al enviudar en 1969.
La “Generación de los cincuenta”, que muchos etiquetaron
como “la literatura de la berza” por considerarla aburrida y carente de
interés, fue descrita por Josefina Aldecoa como la generación literaria hija de
la guerra, alimentada con la escasez, la desesperación, la cobardía y al mismo
tiempo la rabia, el deseo de vivir, la avidez y la curiosidad por todo.
En 1950 una sobrina de María Moliner le habló de una
residencia en Londres que en verano aceptaba estudiantes para sustituir a
quienes trabajaban en las tareas domésticas. Josefina pasó cinco meses en esta
residencia feminista fundada por sir John Crosby, una experiencia enriquecedora
que quedó plasmada en la novela “La Casa Gris” cuyo manuscrito fue
rescatado de un cajón del trastero por su hija Susana varias décadas después.
Nueve años después fundó en Madrid, junto a su amiga
Rosario Correa, el Colegio Estilo, inspirado en los
modelos pedagógicos de los colegios que visitó en Inglaterra y en los valores
del krausismo, el ideario y la metodología de trabajo de la Institución Libre
de Enseñanza, cuyas premisas fueron el laicismo y la igualdad. Una educación
basada en un sentido de la vida amplio y generoso, cultivando principalmente la
inteligencia y la sensibilidad de los niños, despertando su curiosidad por el
mundo que les rodea, invitándoles a explorar ese mundo para descubrir la
riqueza de posibilidades que su investigación ofrece. Una educación que
permitía estimular la creatividad, favorecía la libertad de pensamiento,
comunicación y expresión, y permitía el desarrollo del sentido crítico y
analítico.
Para Josefina Aldecoa, educar era lo más importante.
Argumentaba que la educación tiene que ver con una actitud ante la vida, una
filosofía de la existencia. Ella entendía que cada niño
es único y diferente a todos los demás, pero tiene que adaptarse a una sociedad
que va a exigirle un conjunto de conocimientos, actitudes, normas generales,
flexibles y de obligado cumplimiento, que necesita adquirir para desarrollar
una profesión futura de modo eficaz y satisfactorio y para mantener una
convivencia pacífica con los demás.
En 1969 murió su marido con tan sólo 44 años. Durante una
década se alejó de la literatura y se dedicó tan solo a la docencia. Josefina
confesó que Ignacio Aldecoa fue lo más importante que le pasó en la vida.
La suya fue una gran historia de amor que la vida prolongó hasta la
muerte de Josefina, pues ella siempre hablaba de él como si aún fuera a
aparecer.
Regresó a la escritura recopilando los cuentos de su
marido y firmando como Josefina Rodríguez Aldecoa. Publica Los niños de la guerra (1983), Cuento para Susana (1984), La enredadera (1984), Porque éramos jóvenes (1985), El vergel (1988), Historia de una maestra (1990), Mujeres de negro (1994), La fuerza del destino (1997), Confesiones
de una abuela (1998), Fiebre (2001), y El
enigma (2002). En 2008
publicó su último libro: Hermanas.
Nombrada en 2006 miembro del Patronato del Instituto
Cervantes, su carrera literaria se ha visto reconocida con el Premio Castilla y
León de las Letras, en 2003; el Premio Julián Besteiro de las Artes y las
Letras, en 2005; el Premio Internacional de las Letras y Premio de la Fundación
Cristóbal Gabarrón de las Letras, ambos en 2006. En 2005 le fue impuesta la
Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio y en 2006 recibió la Medalla de Oro
de las Bellas Artes. El pasado 8 de marzo de 2011, Día Internacional de las
Mujeres, Josefina Aldecoa fue reconocida con una de las medallas a la promoción
de los valores de la igualdad entregadas por el presidente del Gobierno, José
Luis Rodríguez Zapatero. La medalla de Josefina Aldecoa fue recogida por su
amiga la periodista Amelia Castilla.
El 16 de marzo de 2011, falleció a la edad de 85 años en su residencia de Mazcuerra, Cantabria, donde vivía desde que hace unos años se retiró de la vida pública a causa de una enfermedad degenerativa.
Josefina estuvo al frente de la dirección del Colegio
Estilo hasta pasados los ochenta años ya que no podía renunciar a la enseñanza.
Dejó un recuerdo imborrable en sus alumnos que confiesan que nunca se vieron
obligados a llamarla de usted y que lo mismo les daba de comer que les dejaba
juguetear con las joyas que llevaba puestas. Eso sí, una mirada le bastaba para
cuadrar a toda una clase
María Torres
Agrradecemos a Maria Torres, que nos permita difundir su articulo sobre nuestra querida y admirada Josefina. Les remitimos a su página : http://www.buscameenelciclodelavida.com/
Josefa Rodríguez Álvarez, conocida como Josefina Aldecoa (La Robla, León, 8 de marzo de 1926 – Mazcuerras, Cantabria, 16 de marzo de 2011)
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