Lola
Robles
Noviembre
2016
Hay
algo profundamente radical, subversivo, en la literatura de Pilar
Pedraza (12 de octubre de 1951). Y no solo en sus temas y personajes, sino en la coherencia
de su obra, y en la perseverancia de la autora en escribir lo que
desea y le gusta, sin dejarse llevar por la tentación del éxito
rápido y masivo. Eso es muy difícil de encontrar en los tiempos que
corren. Sin duda es por ello que Pedraza ha logrado reunir un público
adicto, fiel hasta la muerte, nunca mejor dicho, dados los asuntos
que trata en sus creaciones.
El
20 de octubre de 2016, en un cálido acto en el Museo Romántico de
Madrid, la escritora recibió el Primer Premio Sheridan Le Fanu,
otorgado por la Semana Gótica de Madrid (excelente idea dar al
galardón el nombre de aquel gran autor irlandés que escribió
Carmilla
(1872) esa deliciosa narración sobre una vampira lesbiana). Un
premio más que merecido a toda su carrera, «en reconocimiento a una
trayectoria literaria que mantiene vivo el espíritu de la literatura
gótica».
Pilar
Pedraza nació en Toledo en 1951, aunque ha vivido desde hace muchos
años en Valencia, donde se doctoró en Historia del Arte y dio
clases en la Universidad sobre cine, una de sus especialidades. Ha
escrito varios ensayos sobre las mujeres en las artes, el cine y la
literatura: La
bella, enigma y pesadilla: (esfinge, medusa, pantera) (1983,
reeditada en 1991), Máquinas
de amar: secretos del cuerpo artificial (1998),
La
mujer pantera: Jacques Tourneur (1942) (2002),
Espectra:
descenso a las criptas de la literatura y el cine (2004),
Venus
barbuda y el eslabón perdido (2009)
y Brujas,
sapos y aquelarres (2014).
Pese a su evidente erudición, parece que prefiere los márgenes y,
lo abyecto, lo que queda «fuera de», en lugar de la pulcritud
celeste de las alturas académicas. Afortunadamente.
Además,
tiene una espléndida obra de ficción fantástica, que inició en
1984 con la novela Las
joyas de la serpiente.
Siguió La
fase del rubí
(1987), uno de sus libros más conocidos, reeditado recientemente por
Valdemar, donde desde hace algunos años publica de manera
continuada. La
fase del rubí puede definirse como una
novela sadiana,
cuya protagonista, Imperatrice, es una versión italiana, sofisticada
y hasta risueña, de Erzébet Báthory, la Condesa Sangrienta, la
noble húngara que en la primera mitad del siglo XVII hizo asesinar a
más de seiscientas muchachas jóvenes y vírgenes para bañarse en
su sangre y satisfacer su sadismo. Sobre la áspera y taciturna
Condesa escribió la poeta argentina Alejandra Pizarnik, una obrita
breve que es una auténtica joya, con ese título, La
condesa sangrienta
(1971), y está la biografía de Valentine Penrose, titulada
igualmente La
comtesse sanglante (1962),
traducida al castellano por la editorial Siruela. Tras La
fase del rubí
vendrán otras novelas como La
pequeña pasión (1990),
Las
novias inmóviles
(1994), Paisaje
con reptiles
(1996), Piel
de sátiro (1997),
La
perra de Alejandría
(2003), El
síndrome de Ambras
(2008), Lucifer
Circus
(2012), Lobas
de Tesalia
(2015) y Mystic
Topaz
(2016).
Y
en cuanto a relatos, todavía puede encontrarse en librerías Arcano
trece
(2000), una muy buena recopilación de sus narraciones cortas, aunque
ha publicado asimismo bastantes cuentos en antologías colectivas,
revistas y webs.
La
literatura fantástica de Pedraza, que algunxs gustamos de llamar
«gótica», y que tiene desde luego elementos de terror y repulsión,
no hiela la sangre sin embargo, para eso mejor ponerse frente al
Telediario. Su narrativa está configurada por el interés por la
muerte, lo macabro y sus criaturas, vampiros y revénantes,
en especial estos últimos seres que vuelven de la muerte, frontera
que solo se debe cruzar en una dirección, pues de lo contrario nos
encontraremos con lo siniestro,
otro de los elementos fundamentales de la obra de Pedraza, como ella
misma explica; lo siniestro es, según Freud,
aquello que habiéndonos sido familiar, acogedor, tranquilizador, nos
resulta de pronto extraño
y amenazante, y también lo
que debería permanecer oculto pero sale a la luz.
Y asimismo gusta la autora de lo cruel y sadiano,
que no necesita llegar a lo sangriento aunque aparezcan muchas
vísceras y cadáveres; y es que el Marqués de Sade, escritor
favorito durante muchos años de Pedraza, nos muestra la hipocresía
de una sociedad burguesa que quiere ocultar sus propios pecados bajo
la máscara de la virtud, y asimismo el mal que todos llevamos dentro
y no queremos reconocer. Lo híbrido y lo monstruoso, también son
elementos recurrentes; pero el monstruo no es una figura negativa,
todo lo contrario: resulta revulsiva, y acaso liberadora y catártica
de muchos tabúes sociales. De ahí que campen por sus respetos, en
las páginas de la autora, gentes trans, andróginas, intersexuales o
hermafroditas (dudo que a ella le disguste este último término
porque ama la mitología). Hay poco espacio para el amor romántico,
o más bien ninguno, pero sí para una sexualidad libre y placentera.
En sus últimas novelas, lo cruel se atempera y lo tenebroso se
mezcla con una vitalidad que siempre ha aparecido en sus libros, y
ahora cobra más fuerza, al igual que lo sensual, la juventud y el
disfrute de todo lo que merece ser gozado.
Este
es un enlace a una bibliografía más completa de la escritora:
http://escritorasfantastikas.blogspot.com.es/2008/10/bibliografia-de-pilar-pedraza.html,
y también a una serie de artículos míos sobre sus principales
publicaciones, que reuní en mi blog Fantástikas:
http://escritorasfantastikas.blogspot.com.es/2010/02/entradas-en-este-blog-sobre-pilar.html.
Voy a comentar ahora algunas de sus últimas novelas, cuyas reseñas no están en el blog.
La
novela Lucifer
Circus
(2012) sitúa su acción a finales del siglo XIX y principios del XX.
Se nos cuenta la historia de un circo con toda su troupe.
La narradora, Gemma, conocida también por Chinita,
es una mestiza, hija de una trapecista china y un empresario catalán
que dirige el circo y gusta de encontrar novedades para su negocio
que atraigan público. Eso le llevará hasta Java en busca de
animales híbridos entre tigre y león. Allí descubrirá algo mejor
todavía, a Kreata, una muchacha considerada especial y casi sagrada
que sufre de hipertricosis, lo que la va a convertir en un monstruo
de feria, nunca mejor dicho, a causa de ese hibridismo que se
interpreta entre lo humano y lo animal aunque ella sea plenamente
humana. Ya en Europa y de gira por diversos países y ciudades,
Kreata se convertirá en objeto de contemplación por parte del
público, de estudio para Charles Darwin, y de deseo no solo para
algún admirador particularmente fascinado por ella, sino para
integrantes de sectas religiosas y ocultistas.
El tema de la mujer
barbuda y peluda ya lo trató Pedraza en su ensayo Venus
barbuda y el eslabón perdido
(2009), así como en su novela El
síndrome de Ambras (2008).
En Lucifer
Circus
hay de nuevo criaturas que nos deleitan a lxs amantes de las
identidades de género perversas.
Hay mujeres con apariencia masculina o que se travisten de hombres;
está Ma Blonde, persona intersexual o hermafrodita que vive como
mujer aunque con una acusada apariencia y actitud ambiguas. Además
de estas condiciones de género intermedio hallamos esa atmósfera
cosmopolita donde se mezcla lo monstruoso con lo refinado, y se nos
describen magníficos trajes y joyas más bellas todavía. Hay una
sensualidad que se muestra desde el propio lenguaje, una belleza y
vitalidad que no quita fuerza a lo freak,
pero quizá lo hace menos revulsivo, y la ardiente juventud de muchos
personajes, atractivos por demás, nos compensa de lo repugnante. La
androginia y el hermafroditismo se presentan como una suerte de
armonía entre lo masculino y lo femenino, que se puede considerar
nos devuelve a aquella unidad perdida de la que nos hablaba Platón
en El
banquete (–308).
Es una historia madura y brillante, de las mejores de Pedraza, ideal
para empezar a conocer su obra si no se la ha leído.
Lobas
de Tesalia
apareció en 2015. Está narrada en primera persona por su
protagonista, Lupercia, que vive en la Roma posterior a Nerón, y es
una viuda todavía joven, farmaceuta de profesión, aunque este
oficio tiene más que ver con la herboristería, la elaboración de
remedios curativos con hierbas, de perfumes y elixires varios, que
con otro tipo de medicina más elaborada. Se trata pues de una
brujería de «baja intensidad», la brujería por cierto que
reivindica el feminismo por su oposición a una medicina más
«oficial» y patriarcal, y que es ejercida por unas mujeres que casi
siempre, sobre todo de la mano de las religiones, serán duramente
castigadas por su libertad y autonomía. Lupercia vive acompañada de
dos esclavas, la vieja Demetria, excelente cocinera, y la joven
Cátula, huérfana a la que ha prohijado aunque la chica tiene un
carácter difícil.
El conflicto de la novela se inicia al fallecer Póstuma, amiga de la infancia y comadre de Lupercia, también hechicera pero con más nivel, y experta en los poderes sanadores de las gemas. Durante su sepelio, cuando va a ser incinerada, ocurre un extraño fenómeno meteorológico, y cae un rayo sobre el cadáver, el cual queda más maltrecho todavía que después del accidente en que se rompió la crisma. Además, desaparece una de sus manos, donde llevaba un hermoso berilo. Lupercia va descubriendo poco a poco que el espíritu de su amiga no descansa en paz, y que una hechicera de Tesalia, una tal Ericta, ha huido a su país llevándose la mano de la muerta. Mientras el cadáver no se recomponga y se lo despida adecuadamente en su camino hacia el Hades, tiene la seguridad de que Póstuma va a convertirse en un espectro maligno o «larva», que hará la vida imposible a sus propias hijas y a su antigua compañera. Por amistad y lealtad, la viuda romana decide ir en busca de Ericta y de la mano.
Inicia
así un viaje en el que estará acompañada por Cátula, el ex
gladiador, Lycofrón, que ejerce de guardaespaldas, y un joven
etrusco, Veyano. En el camino coincidirán con Macaria, también con
grandes conocimientos de hechicería,
que por solidaridad se une al grupo en su misión.
Se
trata de un viaje de ida y vuelta, por tierra y por mar, por Italia y
por Grecia, viaje de búsqueda y descubrimientos, odisea llena de
obstáculos para vencer y de un aprendizaje que adquirir. Ese viaje
iniciático y maravilloso que es un topos
literario. Hay esperanza y miedo en la ida, y melancolía y graves
amenazas también al retornar. Que la protagonista sea una matrona
romana es una circunstancia tan peculiar como atractiva. La historia
pues se sitúa en un pasado real, en la Edad Antigua, al igual que
otra novela de la escritora, La
perra de Alejandría
(2003). Pero no se trata de novelas históricas, sino como la propia
autora ha indicado en entrevista, «de
fantasías de ambiente. No me interesa la novela histórica
propiamente dicha. Lo que trato de hacer es poner en pie mundos
autónomos que tengan el colorido de otras épocas, y que, por ser
lejanos, me permitan licencias y caprichos».
El
protagonismo femenino es muy relevante al igual que en libros
anteriores de la escritora. En la novela las mujeres colaboran entre
sí, como amigas y aliadas, frente a una antagonista también
femenina, Ericta. En ningún momento aparece esa rivalidad envidiosa
que tantas veces se nos ha atribuido. De hecho, hay relaciones
eróticas y sexuales entre las protagonistas, además de las que
mantienen estas con los varones. Estos, Lycofrón, Veyano y en la
segunda parte de la novela el marino Céfalo, un atractivo pirata que
pone el «punto
canalla», tienen un papel más secundario. Es posible que
otros escritores, en una ficción con un personaje como el
exgladiador, hubieran incluido más de una escena de mamporros, que
aquí faltan; estamos ante una narrativa que explora el territorio de
la crueldad y el mal, pero no el de la violencia física e inmediata.
En todo caso las mujeres no se arredran ante estos hombres, sean
amables o amenazadores. Y como de costumbre, la autora nos regala
unas pinceladas cuir,
por ejemplo con Veyano, quien
culto,
refinado y andrógino, rompe el estereotipo masculino patriarcal.
Además se nos va a descubrir la intersexualidad de otro personaje.
Tras
Lobas
de Tesalia,
Pedraza ha publicado Mystic
Topaz
(2016), donde recopila una serie de textos cortos aparecidos antes en
la web El
Butano Popular.
Son historias que se ensartan como perlas de un collar, en torno a un
establecimiento que vende piedras semipreciosas y objetos esotéricos.
Debe tenerse en cuenta que la escritora sabe mucho y gusta de todo lo
relacionado con el esoterismo o también la muerte, pero desde un
punto de vista literario, sin que suponga que crea en ello, del mismo
modo que las y los escritores de ciencia ficción no tenemos por qué
creer en la existencia de vida extraterrestre. Y como de costumbre,
hay inteligentes dosis de ironía y unas protagonistas con su punto
de torpeza pero también de fuerza y arrojo para enfrentarse a las
fuerzas de lo fantástico.
Y
por último, en la actualidad se están publicando, en la web La
charca literaria
nuevos textos de la escritora fantástica, en esta ocasión sobre el
amor, o más bien Eros, el diosecillo mitológico que va haciendo de
las suyas entre sus camaradas del Olimpo. Ideal para amantes de la
mitología. ¿Recordáis esas series estadounidenses de jóvenes
brujas buenas enamoradas de apuestos diablos, tipo Embrujadas?
Pues eso ya era moneda común en el Olimpo, cuyas divinidades más o
menos celestiales y claramente infernales no solo andaban a la gresca
sino también batallaban en campos de pluma (de las del colchón y de
la pluma gay), añado. Aquí va el vínculo:
http://lacharcaliteraria.com/author/pilarpe/.
Termino con el
enlace a una entrevista realizada a la autora, precisamente durante
la Semana Gótica. Merece la pena escuchar sus palabras en su propia
voz:
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