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viernes, 16 de diciembre de 2016

PILAR PEDRAZA, PREMIO SHERIDAN LE FANU 2016



Lola Robles
Noviembre 2016

Hay algo profundamente radical, subversivo, en la literatura de Pilar Pedraza (12 de octubre de 1951). Y no solo en sus temas y personajes, sino en la coherencia de su obra, y en la perseverancia de la autora en escribir lo que desea y le gusta, sin dejarse llevar por la tentación del éxito rápido y masivo. Eso es muy difícil de encontrar en los tiempos que corren. Sin duda es por ello que Pedraza ha logrado reunir un público adicto, fiel hasta la muerte, nunca mejor dicho, dados los asuntos que trata en sus creaciones.
El 20 de octubre de 2016, en un cálido acto en el Museo Romántico de Madrid, la escritora recibió el Primer Premio Sheridan Le Fanu, otorgado por la Semana Gótica de Madrid (excelente idea dar al galardón el nombre de aquel gran autor irlandés que escribió Carmilla (1872) esa deliciosa narración sobre una vampira lesbiana). Un premio más que merecido a toda su carrera, «en reconocimiento a una trayectoria literaria que mantiene vivo el espíritu de la literatura gótica».
Pilar Pedraza nació en Toledo en 1951, aunque ha vivido desde hace muchos años en Valencia, donde se doctoró en Historia del Arte y dio clases en la Universidad sobre cine, una de sus especialidades. Ha escrito varios ensayos sobre las mujeres en las artes, el cine y la literatura: La bella, enigma y pesadilla: (esfinge, medusa, pantera) (1983, reeditada en 1991), Máquinas de amar: secretos del cuerpo artificial (1998), La mujer pantera: Jacques Tourneur (1942) (2002), Espectra: descenso a las criptas de la literatura y el cine (2004), Venus barbuda y el eslabón perdido (2009) y Brujas, sapos y aquelarres (2014). Pese a su evidente erudición, parece que prefiere los márgenes y, lo abyecto, lo que queda «fuera de», en lugar de la pulcritud celeste de las alturas académicas. Afortunadamente.
Además, tiene una espléndida obra de ficción fantástica, que inició en 1984 con la novela Las joyas de la serpiente. Siguió La fase del rubí (1987), uno de sus libros más conocidos, reeditado recientemente por Valdemar, donde desde hace algunos años publica de manera continuada. La fase del rubí puede definirse como una novela sadiana, cuya protagonista, Imperatrice, es una versión italiana, sofisticada y hasta risueña, de Erzébet Báthory, la Condesa Sangrienta, la noble húngara que en la primera mitad del siglo XVII hizo asesinar a más de seiscientas muchachas jóvenes y vírgenes para bañarse en su sangre y satisfacer su sadismo. Sobre la áspera y taciturna Condesa escribió la poeta argentina Alejandra Pizarnik, una obrita breve que es una auténtica joya, con ese título, La condesa sangrienta (1971), y está la biografía de Valentine Penrose, titulada igualmente La comtesse sanglante (1962), traducida al castellano por la editorial Siruela. Tras La fase del rubí vendrán otras novelas como La pequeña pasión (1990), Las novias inmóviles (1994), Paisaje con reptiles (1996), Piel de sátiro (1997), La perra de Alejandría (2003), El síndrome de Ambras (2008), Lucifer Circus (2012), Lobas de Tesalia (2015) y Mystic Topaz (2016).
Y en cuanto a relatos, todavía puede encontrarse en librerías Arcano trece (2000), una muy buena recopilación de sus narraciones cortas, aunque ha publicado asimismo bastantes cuentos en antologías colectivas, revistas y webs.

La literatura fantástica de Pedraza, que algunxs gustamos de llamar «gótica», y que tiene desde luego elementos de terror y repulsión, no hiela la sangre sin embargo, para eso mejor ponerse frente al Telediario. Su narrativa está configurada por el interés por la muerte, lo macabro y sus criaturas, vampiros y revénantes, en especial estos últimos seres que vuelven de la muerte, frontera que solo se debe cruzar en una dirección, pues de lo contrario nos encontraremos con lo siniestro, otro de los elementos fundamentales de la obra de Pedraza, como ella misma explica; lo siniestro es, según Freud, aquello que habiéndonos sido familiar, acogedor, tranquilizador, nos resulta de pronto extraño y amenazante, y también lo que debería permanecer oculto pero sale a la luz. Y asimismo gusta la autora de lo cruel y sadiano, que no necesita llegar a lo sangriento aunque aparezcan muchas vísceras y cadáveres; y es que el Marqués de Sade, escritor favorito durante muchos años de Pedraza, nos muestra la hipocresía de una sociedad burguesa que quiere ocultar sus propios pecados bajo la máscara de la virtud, y asimismo el mal que todos llevamos dentro y no queremos reconocer. Lo híbrido y lo monstruoso, también son elementos recurrentes; pero el monstruo no es una figura negativa, todo lo contrario: resulta revulsiva, y acaso liberadora y catártica de muchos tabúes sociales. De ahí que campen por sus respetos, en las páginas de la autora, gentes trans, andróginas, intersexuales o hermafroditas (dudo que a ella le disguste este último término porque ama la mitología). Hay poco espacio para el amor romántico, o más bien ninguno, pero sí para una sexualidad libre y placentera. En sus últimas novelas, lo cruel se atempera y lo tenebroso se mezcla con una vitalidad que siempre ha aparecido en sus libros, y ahora cobra más fuerza, al igual que lo sensual, la juventud y el disfrute de todo lo que merece ser gozado.

Este es un enlace a una bibliografía más completa de la escritora: http://escritorasfantastikas.blogspot.com.es/2008/10/bibliografia-de-pilar-pedraza.html, y también a una serie de artículos míos sobre sus principales publicaciones, que reuní en mi blog Fantástikas: http://escritorasfantastikas.blogspot.com.es/2010/02/entradas-en-este-blog-sobre-pilar.html.

Voy a comentar ahora algunas de sus últimas novelas, cuyas reseñas no están en el blog.

La novela Lucifer Circus (2012) sitúa su acción a finales del siglo XIX y principios del XX. Se nos cuenta la historia de un circo con toda su troupe. La narradora, Gemma, conocida también por Chinita, es una mestiza, hija de una trapecista china y un empresario catalán que dirige el circo y gusta de encontrar novedades para su negocio que atraigan público. Eso le llevará hasta Java en busca de animales híbridos entre tigre y león. Allí descubrirá algo mejor todavía, a Kreata, una muchacha considerada especial y casi sagrada que sufre de hipertricosis, lo que la va a convertir en un monstruo de feria, nunca mejor dicho, a causa de ese hibridismo que se interpreta entre lo humano y lo animal aunque ella sea plenamente humana. Ya en Europa y de gira por diversos países y ciudades, Kreata se convertirá en objeto de contemplación por parte del público, de estudio para Charles Darwin, y de deseo no solo para algún admirador particularmente fascinado por ella, sino para integrantes de sectas religiosas y ocultistas.


El tema de la mujer barbuda y peluda ya lo trató Pedraza en su ensayo Venus barbuda y el eslabón perdido (2009), así como en su novela El síndrome de Ambras (2008). En Lucifer Circus hay de nuevo criaturas que nos deleitan a lxs amantes de las identidades de género perversas. Hay mujeres con apariencia masculina o que se travisten de hombres; está Ma Blonde, persona intersexual o hermafrodita que vive como mujer aunque con una acusada apariencia y actitud ambiguas. Además de estas condiciones de género intermedio hallamos esa atmósfera cosmopolita donde se mezcla lo monstruoso con lo refinado, y se nos describen magníficos trajes y joyas más bellas todavía. Hay una sensualidad que se muestra desde el propio lenguaje, una belleza y vitalidad que no quita fuerza a lo freak, pero quizá lo hace menos revulsivo, y la ardiente juventud de muchos personajes, atractivos por demás, nos compensa de lo repugnante. La androginia y el hermafroditismo se presentan como una suerte de armonía entre lo masculino y lo femenino, que se puede considerar nos devuelve a aquella unidad perdida de la que nos hablaba Platón en El banquete (–308). Es una historia madura y brillante, de las mejores de Pedraza, ideal para empezar a conocer su obra si no se la ha leído.

Lobas de Tesalia apareció en 2015. Está narrada en primera persona por su protagonista, Lupercia, que vive en la Roma posterior a Nerón, y es una viuda todavía joven, farmaceuta de profesión, aunque este oficio tiene más que ver con la herboristería, la elaboración de remedios curativos con hierbas, de perfumes y elixires varios, que con otro tipo de medicina más elaborada. Se trata pues de una brujería de «baja intensidad», la brujería por cierto que reivindica el feminismo por su oposición a una medicina más «oficial» y patriarcal, y que es ejercida por unas mujeres que casi siempre, sobre todo de la mano de las religiones, serán duramente castigadas por su libertad y autonomía. Lupercia vive acompañada de dos esclavas, la vieja Demetria, excelente cocinera, y la joven Cátula, huérfana a la que ha prohijado aunque la chica tiene un carácter difícil.

El conflicto de la novela se inicia al fallecer Póstuma, amiga de la infancia y comadre de Lupercia, también hechicera pero con más nivel, y experta en los poderes sanadores de las gemas. Durante su sepelio, cuando va a ser incinerada, ocurre un extraño fenómeno meteorológico, y cae un rayo sobre el cadáver, el cual queda más maltrecho todavía que después del accidente en que se rompió la crisma. Además, desaparece una de sus manos, donde llevaba un hermoso berilo. Lupercia va descubriendo poco a poco que el espíritu de su amiga no descansa en paz, y que una hechicera de Tesalia, una tal Ericta, ha huido a su país llevándose la mano de la muerta. Mientras el cadáver no se recomponga y se lo despida adecuadamente en su camino hacia el Hades, tiene la seguridad de que Póstuma va a convertirse en un espectro maligno o «larva», que hará la vida imposible a sus propias hijas y a su antigua compañera. Por amistad y lealtad, la viuda romana decide ir en busca de Ericta y de la mano.

Inicia así un viaje en el que estará acompañada por Cátula, el ex gladiador, Lycofrón, que ejerce de guardaespaldas, y un joven etrusco, Veyano. En el camino coincidirán con Macaria, también con grandes conocimientos de hechicería, que por solidaridad se une al grupo en su misión.
Se trata de un viaje de ida y vuelta, por tierra y por mar, por Italia y por Grecia, viaje de búsqueda y descubrimientos, odisea llena de obstáculos para vencer y de un aprendizaje que adquirir. Ese viaje iniciático y maravilloso que es un topos literario. Hay esperanza y miedo en la ida, y melancolía y graves amenazas también al retornar. Que la protagonista sea una matrona romana es una circunstancia tan peculiar como atractiva. La historia pues se sitúa en un pasado real, en la Edad Antigua, al igual que otra novela de la escritora, La perra de Alejandría (2003). Pero no se trata de novelas históricas, sino como la propia autora ha indicado en entrevista, «de fantasías de ambiente. No me interesa la novela histórica propiamente dicha. Lo que trato de hacer es poner en pie mundos autónomos que tengan el colorido de otras épocas, y que, por ser lejanos, me permitan licencias y caprichos».

El protagonismo femenino es muy relevante al igual que en libros anteriores de la escritora. En la novela las mujeres colaboran entre sí, como amigas y aliadas, frente a una antagonista también femenina, Ericta. En ningún momento aparece esa rivalidad envidiosa que tantas veces se nos ha atribuido. De hecho, hay relaciones eróticas y sexuales entre las protagonistas, además de las que mantienen estas con los varones. Estos, Lycofrón, Veyano y en la segunda parte de la novela el marino Céfalo, un atractivo pirata que pone el «punto canalla», tienen un papel más secundario. Es posible que otros escritores, en una ficción con un personaje como el exgladiador, hubieran incluido más de una escena de mamporros, que aquí faltan; estamos ante una narrativa que explora el territorio de la crueldad y el mal, pero no el de la violencia física e inmediata. En todo caso las mujeres no se arredran ante estos hombres, sean amables o amenazadores. Y como de costumbre, la autora nos regala unas pinceladas cuir, por ejemplo con Veyano, quien culto, refinado y andrógino, rompe el estereotipo masculino patriarcal. Además se nos va a descubrir la intersexualidad de otro personaje.
Tras Lobas de Tesalia, Pedraza ha publicado Mystic Topaz (2016), donde recopila una serie de textos cortos aparecidos antes en la web El Butano Popular. Son historias que se ensartan como perlas de un collar, en torno a un establecimiento que vende piedras semipreciosas y objetos esotéricos. Debe tenerse en cuenta que la escritora sabe mucho y gusta de todo lo relacionado con el esoterismo o también la muerte, pero desde un punto de vista literario, sin que suponga que crea en ello, del mismo modo que las y los escritores de ciencia ficción no tenemos por qué creer en la existencia de vida extraterrestre. Y como de costumbre, hay inteligentes dosis de ironía y unas protagonistas con su punto de torpeza pero también de fuerza y arrojo para enfrentarse a las fuerzas de lo fantástico.
Y por último, en la actualidad se están publicando, en la web La charca literaria nuevos textos de la escritora fantástica, en esta ocasión sobre el amor, o más bien Eros, el diosecillo mitológico que va haciendo de las suyas entre sus camaradas del Olimpo. Ideal para amantes de la mitología. ¿Recordáis esas series estadounidenses de jóvenes brujas buenas enamoradas de apuestos diablos, tipo Embrujadas? Pues eso ya era moneda común en el Olimpo, cuyas divinidades más o menos celestiales y claramente infernales no solo andaban a la gresca sino también batallaban en campos de pluma (de las del colchón y de la pluma gay), añado. Aquí va el vínculo: http://lacharcaliteraria.com/author/pilarpe/.

Termino con el enlace a una entrevista realizada a la autora, precisamente durante la Semana Gótica. Merece la pena escuchar sus palabras en su propia voz:

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