Traemos aquí parte de lo publicado por María Ángeles Bustamante Ruano dedicado a su abuela escrito por María Ángeles sola o en compañía de sus familiares. La foto que precede muestra la satisfacción infinita de esta mujer contemplando a su nieta cual tesoro (que realmente es). Imposible no responder con inmenso amor al que a ti te han dedicado. Reconocemos aquí a dos heroínas cotidianas la escritora y su abuela :
Estas letras son para decirte muchas cosas. Algunas te las he dicho. Otras, en cambio, las sabes de igual manera.
Hace un mes más o menos empezaste a enfermar. A hacerte pequeña, tan pequeña, que a veces siento que te deslizas entre mis dedos como arena. Como la Pulgarcita del cuento que me contabas cuando era niña. Una Pulgarcita que tú cambiaste para que fuera como yo. Y viviese todo tipo de aventuras. En muchas ocasiones, alejadas de la propia historia inicial.
Simplemente, por el puro placer de divertirnos. Y cambiar, al menos algunas cosas que se pueden cambiar. No como otras, imposibles de cambiar, por más que una quiera.
Abuela siempre fuiste sensacional, hasta en los peores momentos vividos por ti. Recuerdo cómo te decía el cura del pueblo, que vivía en el piso de debajo del vuestro, que a veces se sentaba a escuchar la conversación que mantenías con el abuelo. Cómo desdramatizabas. Cómo os reíais.
Como te encargabas de darle de comer lo que quisiese, aunque luego lo vomitase todo. Cómo en una ocasión compraste perdices en lata y te entretuviste en hacerles agujeros. El abuelo ya se había quedado ciego. Y cuando las tocaba te decía. “Ves, se nota que son de caza. Aquí se nota el perdigón”. Durante ese tiempo me regalaste un anorak rojo, tan rojo, que me decían en párvulos Caperucita Roja. A mi me encantaba. Y no sólo le parecía que me quedaba bien a mi abuelo que ya no me podía ver, si no que a mí también me parecía que estaba muy guapa con él.
Cuántos juegos, cuántos momentos de diversión, con elementos muy básicos: la goma, la
cuerda,…nuestra imaginación a raudales. Ahora que te veo apagarte poco a poco. Soy más
consciente que nunca de lo que hemos disfrutado juntas, de lo que te hemos disfrutado toda la familia. Ante ti me niego a llorar y pongo la sonrisa petrificada continua. Por dentro, siento
una inundación que temo se me escape por las orejas, pero por fuera solo soy sonrisa. Quiero
que siempre me recuerdes sonriendo. No cayéndome, ni llorando por aquí y por allá. Que le
pregunten a mis pobres rodillas llenas de cicatrices. Dolieron; pero en realidad cada una de
ellas acabó siendo un buen recuerdo porque me abrazaste tú, mi madre o cualquiera de la
familia a quien le tocase en ese momento en prenda el trastazo de marras.
HOMENAJE DE TUS NIETOS Y NIETAS
Querida abuela, pese a los muchos avatares que has vivido, naciste en 1920. Quienes conocemos la Historia de España sabemos que quiero decir. Siempre fuiste una gran mujer, una mujer referente, una mujer dura, nunca te sentiste superviviente. Siempre supiste disfrutar de la vida, aun cuando no tenías casi nada, sólo para comer. Aun cuando pasabas el domingo en casa asando castañas para que tus hijos e hija pudieran ir al cine.
Siempre fuiste humilde y muy consciente de lo que es la pobreza. Por ello compartías tu comida, con quienes tenían menos que tú; porque no tenían ni comida.
Siempre decías que “cuando mejor estabas y estábamos tu marido murió”; pero a continuación tu mirada perdida volvía de algún lejano lugar e ideabas alguna bien gorda con tus nietos y nietas, y hasta con tú biznieta.
Abuela te queremos. Somos parte de ti. Eres parte nuestra para siempre. Parte de lo que soy, de lo que somos, te lo debemos a ti.
Te hemos hecho caso en todo, menos en lo de llorar, sé que nos entiendes. Nos hemos reunido todos los primos y primas los dos días de tanatorio. Por una extraña razón no se entierra los domingos en Moncada. Y hemos recordado todos nuestros buenos recuerdos contigo. Todas las trastadas que te hicimos. Todas las veces que nos tapaste ante nuestras madres y padres. Toda la alegría de vivir que siempre tuviste y que compartiste. Abuela viviste dignamente, has muerto dignamente también. Siempre en nuestros corazones, que son el tuyo
http://www.lrmcidii.org/wp-content/uploads/2013/11/LIBRO-ABUELA-baja.pdf
http://www.lrmcidii.org/publicacion-querida-abuela-por-ma-angeles-bustamante-ruano-tu-nieta/
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