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martes, 21 de noviembre de 2017

María Blanca Chancoso Sánchez indígena kichwa

María Blanca Chancoso Sánchez (Cotacachi, Imbabura, Ecuador, 1955)  Indígena kichwa de Otavalo. Bachiller en Ciencias de la Educación. Ha ocupado diferentes cargos dentro del moviendo indígena ecuatoriano. Fue fundadora y dirigente de ECUARUNARI y CONAIE y Directora de la Escuela de Formación de Mujeres Líderes “Dolores Cacuango”. Entre sus publicaciones sobre Buen Vivir destaca el artículo “Sumak Kawsay desde la visión de la mujer”, publicado en 2010 en el número 453 de la revista América Latina en Movimiento.


“El Sumak Kawsay desde la visión de mujer” Blanca Chancosa (2010)


 En los últimos años nosotros hemos logrado posicionar el Sumak Kawsay, término que podría ser llamado una utopía, porque lo que reclama y propone, es la lucha constante por la igualdad. La propuesta del Sumak Kawsay es incluyente, tiene en cuenta mujeres, niños, ancianos, indios, afros, mestizos, es para toda la sociedad. Más bien pueden traducirla desde su idioma y desde su cultura. Esa palabra no es sólo para indígenas porque está en nuestro idioma, miremos más bien la interpretación que cada uno le puede dar en el marco del cambio para alcanzar el Buen Vivir.

El Sumak Kawsay, desde la traducción literal, sería la vida en plenitud, la excelencia, lo mejor, lo hermoso. Pero ya interpretado en términos políticos, es la vida misma, una mezcla de quehacer y voluntades políticas que significan cambios para que no le falte el pan del día a la gente, y para que no haya esas desigualdades sociales de hombres y de mujeres. El Sumak Kawsay es el sueño no solo para los indígenas, sino también para todos los humanos.

Cuando hablamos del Sumak Kawsay no se trata de regresar a un pasado, porque tampoco podemos decir que éste ha sido perfecto, pero sí tuvimos y vivimos el Sumak Kawsay. Parte de ello ha permitido que hasta hoy sobrevivamos estos 518 años de marginación, de discriminación, de desigualdad, y de racismo, porque hemos vivido parte de esto desde lo colectivo y lo comunitario. No tenemos las tierras como antes, porque se han dividido en el minifundio, pero de alguna manera ha habido esa solidaridad y esa reciprocidad que nos ha permitido pervivir a través de la lucha y la resistencia.


 Principios del Sumak Kawsay

La reciprocidad, la solidaridad, la igualdad, el respeto mutuo en la diversidad, el apoyo conjunto en todos los espacios y momentos, son parte del Sumak Kawsay. En las comunidades la reciprocidad está, por ejemplo, en el trabajo de la chacra, en el momento de la cosecha, cuando se presta la mano aluno y en la próxima se vuelve a acompañar. También en caso del matrimonio, de un duelo, de un parto, o de una enfermedad, llega el vecino y comparte la comida, una manta, o lo que sea. La reciprocidad está en la forma de visitar, de hacerse presente mutuamente.

En la construcción de una casa es aun mayor el apoyo, porque no solo vienen a prestar la mano para construir, sino que traen hasta materiales y alimento. Si ven muy atareada a la familia que está construyendo, llegan los vecinos con cuchillo en mano para ayudar a pelar las papas y se ofrecen a hacer lo que sea necesario. Así la reciprocidad es permanente.

Junto con la reciprocidad está la solidaridad, que si usted vino, bueno yo me quedo en deuda, pero aparte de eso, la solidaridad, es de expresión y de acompañamiento en todo momento: en el dolor y en la alegría. Es identificarse con el sentir del otro de todas las formas posibles. Eso es importante porque de lo contrario nos individualizamos también. Hay que retomar en el Sumak Kawsay este principio de solidaridad.

También la complementariedad es clave para el Sumak Kawsay. Las mujeres hemos sido tratadas como un apéndice del hombre, porque según se dice fuimos creadas de la costilla del hombre, por esto ellos creen que nosotras solo estamos para servirlos, atenderlos y/o ir de acompañante sin voz ni derechos. En las culturas sucede lo mismo, unas se imponen y buscan homogenizar a las otras. La complementariedad es tratarse en igualdad de condiciones, es lavar la cara con las dos manos, es ayuda mutua. También es romper la imposición, el egoísmo y la individualidad. Es el aporte de lo que le falta al otro, no es ser el bastón del otro ni la escalera del otro, y menos, las peonas del otro. Es apoyarse mutuamente para resolver, desarrollar e impulsar sueños conjuntos.

Vivir en comunidad
Vivir en comunidad no es solo por el hecho de estar compartiendo el mismo lugar geográfico ni por la relación sanguínea que tengamos, es la vida colectiva de sentirse identificado y familiarizado en un conjunto. Eso permite compartir alegrías, pero también la preocupación mutua de cómo ir avanzando en forma colectiva y sentirse parte del mismo árbol como pueblo.

Ahora bien, la comunidad no interfiere la vida personal. Al contrario, hay un respeto mutuo en ese sentido, porque lo comunitario no significa uniformar ni colocar un solo patrón de vida. Es una vida colectiva que busca avances en conjunto y desde ahí compartimos. Cabe resaltar, que en la comunidad hay normas regidas por autoridades propias, las cuales se deben respetar, siempre y cuando defiendan el bien común.


Respetar la diversidad

Vivir en diversidad es reconocer la historia y la cosmovisión del otro, reconocer mi historia desde el respeto mutuo, luchar por los mismos derechos por la vida desde la diversidad en igualdad de condiciones, que es parte del Sumak Kawsay. También permite hermanarnos aun siendo de diferentes pueblos. Pero la falta de reconocernos como diversos ha abierto brechas en las que se crea gente de primera y gente de segunda, y hemos vivido mucho tiempo distanciados, recibiendo tratos injustos por desconocimiento del idioma.

Para alcanzar el Sumak Kawsay desde la diversidad debemos trazar políticas con iguales oportunidades a partir de lo diverso. Para alcanzar el Sumak Kawsay en el país es importante romper con las viejas estructuras y con el acaparamiento de la élite, y reconstruir un Estado integrador con una política de redistribución de las riquezas, con políticas de desarrollo, con políticas económicas y sociales para el conjunto de la sociedad. El Sumak Kawsay está unido a la plurinacionalidad y esto es desarrollar políticas para avanzar en el marco de la diversidad, en igualdad de condiciones para todos y para todas.

La Pachamama 

Para los pueblos, la Pachamama es vida, es como el vientre de nuestra madre, ella nos abriga, nos alimenta, nos da trabajo, en ella encontramos la alegría, por eso hay que cuidarla, hay que quererla, porque es la vida misma. Durante mucho tiempo la Pachamama ha sido maltratada, saqueada y desnudada, por la voracidad del modelo económico y hoy se encuentra enferma, muestra de ello tenemos el cambio climático y los desastres naturales como los ocurridos en Haití y en Chile. Hoy estamos en alerta naranja en el mundo, por no haber comprendido el dolor de la Pachamama.

Lo anterior exige que las políticas globales deban ser redireccionadas en la búsqueda de la reparación al daño causado a la Pachamama. De otro lado, nosotros tenemos la responsabilidad de ayudar a sanar esa enfermedad, puede ser con la forestación y reforestación, con el cuidado de los páramos, del agua y de los animales. También evitando las erosiones para sentir el aire y el calor del sol que nos da la vida, sin que sean interrumpidos con las políticas extractivitas que alteran la armonía de la Pachamama.

 La plurinacionalidad 

La plurinacionalidad la concebimos desde la igualdad en la diversidad. Significa reconocer derechos y políticas para todos y para todas. Si no hay políticas desde la diversidad entonces no hay plurinacionalidad. Si no hay políticas donde reconozcan derechos en igualdad de condiciones, no habrá plurinacionalidad. Tiene que haber el derecho de pueblos, de humanos, de individuos, con iguales oportunidades. Además, hay que romper con los monopolios, hay que combatir el racismo, hay que acabar las injusticias, administrar la justicia con visión plurinacional, reconocer y respetar los territorios de los pueblos indígenas, y permitir el desarrollo de los pueblos desde la diversidad.

La plurinacionalidad no divide al país, exige el reconocimiento de todos los pueblos que existimos, y es hacer la verdadera democracia. Es construir el poder del pueblo. La plurinacionalidad no es solamente de los indígenas, pero con las particularidades que hemos exigido, por primera vez podríamos estar en igualdad de condiciones. Nadie queda excluido en esto y en realidad se puede ejercer con tranquilidad desde la educación, la salud y en todos los ámbitos. Tampoco se trata de nombrar un ministro indio, un ministro afro o un ministro no indígena para decir que ya tenemos un Estado Plurinacional, cuando la política base, las leyes, los reglamentos y la agenda, están tratadas solamente desde la visión uninacional.

Por más ministra india o afro que esté integrando el Gobierno, no puede aplicar la política plurinacional, ni tampoco en la comunicación y en la educación, si está desde esa visión. Nosotros somos parte del Estado, pero somos diversos como pueblos, no solamente por la vestimenta.

 Hay culturas, hay historias y hay espacios territoriales a los que se les debe permitir el desarrollo de esos entornos. Tiene que haber una política que permita responder a cada uno de éstos, y tiene que estar transversalizada en todo el quehacer político, para que facilite el desarrollo en cada departamento, en cada ministerio, en todos los ámbitos.


 Las mujeres en el Sumak Kawsay

La excelencia, la plenitud, la felicidad, la alegría, la belleza eso es Sumak. ¿Cómo puedo ser feliz si no tengo trabajo?, ¿si mi papá y mi marido emigran?, ¿si no puedo educar a mis hijos?, ¿si no tengo que comer? Así no puedo tener alegría porque estamos enfermos. Para las mujeres es muy importante el Sumak Kawsay unido a la Pachamama. Las mujeres como humanas somos dadoras de vida, no solo porque parimos sino porque hacemos crecer a ese nuevo ser. Nosotros somos parte y estamos dentro de ese vientre que es la Pachamama. Aquí la exigencia es reconocer la vida para todos, pero también con el ejercicio de derechos: iguales oportunidades y espacios para hombres y mujeres.

Hasta los horarios de trabajo tienen que cambiar en el caso exclusivo de las mujeres para llegar al Sumak Kawsay, porque una mujer que está dando de lactar a su hijo, que debe dejar la comida hecha para salir a trabajar, no puede llegar a la misma hora que los demás. La participación política para las mujeres se debe tener en cuenta, pero también estas particularidades que nos permitan seguir siendo mujeres con nuestras responsabilidades.

Tampoco queremos causar problemas entre hombres y mujeres, que se ven cuando una mujer avanza en un liderazgo. Suelen haber rupturas familiares y eso es lo que queremos evitar, pues no queremos causar la desintegración familiar. Entonces toca hacer una adecuación hasta en la educación, en la salud y en los horarios de trabajo, porque de lo contrario, para la mujer no llegaría el Sumak Kawsay.

Somos conscientes que las mujeres, por las responsabilidades propias, no hemos tenido las mismas oportunidades que los compañeros, ni tiempo, ni espacio para estar en iguales condiciones de conocimiento. Esto no quiere decir que las mujeres no estemos capacitadas ni tengamos nuestra inteligencia. Sin embargo, en la experiencia que hemos tenido en la formación con mujeres, nos han hecho sentir que podemos estar un poco atrás de los hombres, aunque hemos caminado juntos en el trabajo de la comunidad y en las movilizaciones. Como que los hombres caminan más rápido, por el tiempo que se han dado para conocer mejor y participar en reuniones.

 Además, por la misma facilidad que los padres les han dado para que se eduquen y avancen hasta el colegio, mientras la mujer llega hasta cuarto grado, porque solo importa que sepa leer. Aunque hoy en día hemos ganado el reconocimiento de ciertos derechos como la participación en los espacios de trabajo y de liderazgo. También el reconocimiento de ciertas leyes que benefician a la mujer y a la familia, pero no están siendo aplicadas debidamente. Hace falta una mayor sensibilización y concienciación en los compañeros hombres.

El cambio lo esperamos de la nueva generación, por eso creemos importante la formación en conjunto con la familia. Compartir qué sentimos las mujeres y los hombres, para superar esas situaciones del tiempo y del espacio, y de responsabilidades familiares conjuntas, para que nos sintamos en iguales condiciones. Las mujeres debemos participar porque tenemos opiniones y podemos reforzar las agendas que se están planteando dentro de un movimiento, al menos si culturalmente decimos que está compuesto por niños, hombres, mujeres y jóvenes.[i]

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