Nació Rosalía de Castro en Santiago de Compostela el 23 de febrero de 1837. En su partida de nacimiento figura como «hija de padres incógnitos», puntualizándose, sin embargo, que «va sin número por no haber pasado a la Inclusa».
Su madre, doña María Teresa de la Cruz de Castro y Abadía, de familia hidalga venida a menos, nació el 24 de noviembre de 1804. Doña Teresa tenía treinta y dos años y tres meses cuando nació Rosalía. Su padre, don José Martínez Viojo, nacido el 7 de febrero de 1798 acababa de cumplir treinta y nueve, y era sacerdote; no pudo, por tanto, reconocer, ni legitimar a su hija, aunque sí parece que se interesó por ella y encargó de su cuidado a sus hermanas.
Fueron las tías paternas de Rosalía, doña Teresa y doña María Josefa, quienes se hicieron cargo de la chiquilla en los primeros tiempos, llevándola a vivir con ellas, primero en Ortoño en la casa familiar llamada «Casa do Castro», y después en Padrón.
Parece, que la madre no se atrevió a afrontar sola el nacimiento de su hija en los primeros momentos. Es una actitud explicable por la presión social e incluso por la vergüenza que debió de producir aquel nacimiento «sacrílego» en la familia materna.
Aunque no sabemos con exactitud en qué momento doña Teresa se hizo cargo de su hija,en 1842, consta que reside doña Teresa de Castro, con su hija Rosalía y una criada llamada María Martínez. En ese registro se dice que el estado civil de doña Teresa es el de soltera .Rosalía tiene en ese momento cinco años y siete meses.
. No sabemos si doña Teresa vio con frecuencia a su hija mientras ésta vivió con la familia paterna; quizá sí por el profundo cariño que llegó a inspirar a su hija. Rosalía se casa en el año 1858, interrumpiéndose la convivencia entre las dos mujeres. Doña Teresa muere repentinamente cuatro años más tarde, en 1862. Rosalía escribe entonces un tomito de poesías, A mi madre, donde da muestras de un gran dolor y sobre todo de un sentimiento de soledad que ya no la abandonará nunca. Nada pudo llenar el hueco que había dejado la madre en su vida.
La imagen que Rosalía nos transmite de su madre es la de una mujer cariñosa que le dio protección y amor:
Yo tuve una dulce madre,
concediéramela el cielo,
más tierna que la ternura,
más ángel que mi ángel bueno.
(O. C. I, p. 469)
Al dolor por la muerte de su madre se suma el dolor de haber perdido un refugio seguro. Pese a estar casada y tener una hija, Rosalía siente que ha perdido su «nido»:
¡Ay, qué profunda tristeza!
¡Ay, qué terrible dolor!...
¡Ella ha muerto y yo estoy viva!
¡Ella ha muerto y vivo yo!
Mas ¡ay!, pájaro sin nido
poco lo alumbrará el sol,
¡y era el pecho de mi madre
nido de mi corazón!
(O. C. I, p. 468)
En su primera novela La hija del mar, Rosalía brinda un homenaje al valor de su madre cuando, refiriéndose a una niña expósita dice: «Hija de un momento de perdición, su madre no tuvo siquiera para santificar su yerro aquel amor con que una madre desdichada hace respetar su desgracia ante todas las miradas, desde las más púdicas hasta las más hipócritas».
No cabe duda de que algunos caracteres de su visión del mundo -por ejemplo, la vinculación de amor, remordimiento, pecado- están íntimamente relacionados con su historia familiar.
Aunque la sociedad gallega tenga frente a los hijos naturales una actitud más abierta y comprensiva que otras sociedades, el hecho de ser «hija de cura» debió de inclinar la balanza negativamente del lado de las reticencias. No parece extraño que en una niña sensible e inteligente la falta de padre y su condición de fruto de amores prohibidos influyeran en su carácter y en su concepción de la vida.
¿Qué clase de instrucción recibió Rosalía? Parece que fue escasa. No sabemos si cursó estudios, aunque los biógrafos se inclinan a pensar que no, excepto algo de Dibujo y Música en las aulas de la Sociedad Económica de Amigos del País.
Un capítulo importantísimo en su vida son sus relaciones con Manuel Murguía con quien contrae matrimonio el 10 de octubre de 1858. En las escasas cartas o fragmentos conservados, encontramos reproches unidos a confesiones de cariño, exigencias o disculpas por esas exigencias, que pueden parecer excesivas. La impresión que sacamos es que Rosalía encontró en Murguía uno de los pocos apoyos de que disfrutó en su vida, que le consideraba como «la persona a quien más se quiere en el mundo», que muchas veces no se sentía correspondida en la misma medida, y que, entonces, o rabiaba o hacía «reflexiones harto filosóficas respecto a la realidad de los maridos y la inestabilidad de los sentimientos humanos».
Fue además de gran escritora madre prolífica. Tuvo cinco hijas y 2 hijos
Murió Rosalía el 15 de julio de 1885 a los cuarenta y ocho años. Recordemos sus últimos momentos a través del relato de González Besada:
(...) recibió con fervor los Santos Sacramentos, recitando en voz baja sus predilectas oraciones. Encargó a sus hijos quemasen los trabajos literarios que, reunidos y ordenados por ella misma, dejaba sin publicar, dispuso se la enterrara en el cementerio de Adina, y pidiendo un ramo de pensamientos, la flor de su predilección, no bien se lo acercó a los labios sufrió un ahogo que fue el comienzo de su agonía. Delirante, y nublada la vista, dijo a su hija Alejandra: «Abre esa ventana, que quiero ver el mar», y cerrando sus ojos para siempre, expiró...
Desde Padrón, en donde murió Rosalía, no puede verse el mar. Impresionan esas últimas palabras de una persona para quien el mar fue una perenne tentación de suicidio. Recordemos sus versos:
Co seu xordo e costante mormorio
atráime o oleaxen dese mar bravío,
cal atrái das serenas o cantar.
«Neste meu leito misterioso e frio
-dime-, ven brandamente a descansar».
El namorado está de min... ¡o deño!
i eu namorada del.
Pois saldremos co empeño,
que si el me chama sin parar, eu teño
unhas ansias mortáis de apousar nel.
Rosalía penetraba, por fin, en ese mar-muerte donde tanto había anhelado reposar.
Pilar García Negro, autora de la definición de Rosalía de Castro como "feminista en la sombra", nos trasmite que la preocupación por las mujeres constituyó un "principio organizador" de su obra. La catedrática piensa que esa implicación fue constante a lo largo de su trayectoria, destacando especialmente su obra Las literatas (1865), donde Rosalía se defiende de las acusaciones aclarando que es ella misma quien escribe sus obras, y no su marido, Manuel Murguía.
Amelia Valcárcel destaca la capacidad de superación de la escritora santiaguesa, por todos los problemas a los que tuvo que enfrentarse a lo largo de su vida. "Es un genio, porque solo un genio hubiera podido superar sus circunstancias y llegar hasta donde llegó", explicó. Compara a Rosalía de Castro con Emily Dickinson, asegurando que poseen "registros similares". Y puntualiza que no se trata de una autora restringida a la tradición literaria gallega, sino también a la española.
La importancia de Rosalía de Castro se pone de manifiesto al ser la publicación de Cantares Gallegos la que pone fecha al día de las Letras Gallegas . Siendo Rosalía el máximo exponente de estas letras cuya influencia se hace universal por su profundidad y belleza.
Del mar azul las transparentes olas
mientras blandas murmuran
sobre la arena, hasta mis pies rodando,
tentadoras me besan y me buscan.
Inquietas lamen de mi planta el borde,
lánzanme airosas su nevada espuma
y pienso que me llaman, que me atraen
hacia sus salas húmedas.
Mas cuando ansiosa quiero
seguirlas por la líquida llanura,
se hunde mi pie en la linfa transparente
y ellas de mí se burlan.
Y huyen abandonándome en la playa
a la terrena, inacabable lucha,
como en las tristes playas de la vida
me abandonó inconstante la fortuna.
Rosalía de Castro. 1837-1885
En las orillas del Sar.
http://www.rtve.es/television/20130914/negra-sombra-poema-rosalia-castro/744761.shtml
Su calidad humana nos la retrata González Besada cuando cuenta lo que una mendiga decía llorando el día del entierro de Rosalía :
Nunca dejaba a los pobres sin consuelo, y cuando no podía dar limosna les daba consejos y palabras dulces que se agradecen a veces mucho más que el dinero. Yo nunca vine a verla que no me acompañara hasta la puerta.
Agradecemos el texto de Marina Mayoral de
la biblioteca virtual
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