Sabina Naftulovna Spielrein (en ruso Сабина Нафтуловна Шпильрейн; Rostov del Don, Rusia, 7 de noviembre de 1885 – Rostov del Don, Unión Soviética, 12 de agosto de 1942) fue una psiquiatra y psicoanalista rusa de origen judío. Fue una de las primeras mujeres en la historia del psicoanálisis, siendo su principal aporte teórico la elaboración del concepto de «pulsión destructiva y sádica» con base en el cual Freud desarrollará más tarde la pulsión de muerte.
Sabina SpielreinNota nació en Rostov del Don, en el seno de una familia de origen judío, tradicional y de clase social alta. Fue la mayor de los cinco hijos del matrimonio formado por Naphtul Moshkovich (más tarde: Nikolai Arkadievich) comerciante, y Emilia Eva Marcovna Lublinskaya, odontóloga.
Aunque las familias acomodadas de Rostov enviaban a sus hijos al jardín infantil francés, los padres decidieron que Sabina asistiera junto con su hermano Yakob a una pequeña escuela primaria del movimiento pedagógico Froebel, que gozaba de cierta reputación por su innovador enfoque, ilustrado y liberal, para la enseñanza de niños pequeños.En el hogar recibió educación adicional en música, había una profesora privada residente en casa, además de una niñera polaca. De sus padres aprendió a hablar inglés, francés, alemán y yidis. Más tarde completó sus competencias lingüísticas con el hebreo bíblico.
Las reseñas biográficas la describen como una niña difícil y rebelde, que frecuentemente era castigada, intelectualmente muy inquieta, con un rendimiento escolar brillante, de gran imaginación y con un interés sexual precoz.
Cuando su única hermana Emilia acababa de cumplir un año y Sabina ya tenía once, Nikolai compró un terreno en la excelente ubicación de la avenida Pushkinskaya 97 e hizo construir en 1896 una elegante y amplia casa para la familia en estilo neorococó. Este mismo año en que comenzó la construcción de la casa, Sabina fue admitida en una escuela secundaria de alta exigencia, el «Yekaterinskaya Gymnasium». De las notas en su diario se desprende que el padre la sometía a una gran presión respecto del rendimiento académico. Paralelamente a las tareas escolares destinaba además muchas horas a ensayos y estudios musicales de violín, piano y canto.
Permaneció en Rostov hasta los 18 años, momento en el que fue internada en una clínica psiquiátrica: fue enviada a Zúrich por sus padres para que se sometiera a un tratamiento en el Burghölzli Mental Hospital donde permaneció desde el 17 de agosto de 1904 hasta el 1 de junio de 1905.
Tras la complicada infancia descrita, padecía ahora de crisis depresivas. Acababa de pasar por un episodio psicótico agudo y presentaba trastornos de la afectividad, con alternancia de llantos y risas compulsivas. Allí conoció a Carl Gustav Jung, quien la atendió aplicando las técnicas del recientemente desarrollado tratamiento psicoanalítico para tratar la histeria.
Según los describe Jung en sus notas, ambos padres eran histéricos (los documentos de la historia clínica fueron publicados en 2001). El padre, colérico e impulsivo, además de recurrir repetidamente al maltrato físico, así como al castigo moral y trato humillante, amenazaba también con el propio suicidio cuando Sabina a los 16 años intenta algunos pasos independientes. La madre aparece descrita por Jung como una mujer infantil y seductora que a veces tiende a rivalizar con su hija.
El tratamiento de Jung fue exitoso, curándose completamente de sus graves síntomas. Por otro lado, Sabina se enamoró de su analista y se hicieron amantes.
Inmediatamente después de recuperada, ingresó a la escuela de medicina de la Universidad de Zúrich, de hecho, durante las primeras semanas continuaba residiendo en la clínica Burghölzli y concurría desde allí a sus clases hasta que alquiló un apartamento. Puesto que Zúrich fue la primera universidad europea en aceptar mujeres, se había convertido en un polo de atracción para ellas, especialmente para las estudiantes rusas, de modo que Sabina estaba lejos de ser la única: en 1910 había 362 estudiantes rusas en la Universidad de Zúrich. El hecho de haber pasado un tiempo en la clínica psiquiátrica, si bien había retrasado sus planes (desde siempre quiso estudiar medicina) también le había dado una cierta ventaja: se había hecho más adulta, tenía experiencia en el trato con médicos de renombre y dominaba mejor el idioma alemán que sus compañeras y compañeros inmigrantes. Según los análisis de pasajes de su diario, los estados de ánimo que más caracterizan su vida personal en los años de la escuela de medicina fueron cambiantes, volubles, pero acompañados siempre de un serio compromiso con el estudio científico. Sus palabras denotan grandes anhelos de amor, pero a la vez profundo temor y desprecio por el matrimonio y miedo a las decepciones. En cuanto a sus sentimientos por Carl G. Jung durante esta época de estudiante, no parecen ser predominantemente eróticos, sino más bien marcados por una profunda admiración, donde lo pasional es menos notorio que el «culto al héroe».
Se graduó en medicina en 1911 defendiendo una tesis sobre un caso de esquizofrenia (Über den psychologischen Inhalt eines Falles von Schizophrenie, «Acerca del contenido psicológico en un caso de esquizofrenia»); su tesis fue dirigida en Zúrich por Eugen Bleuler y es uno de los primeros aportes teóricos para el abordaje psicoanalítico de los pacientes con esquizofrenia. Fue escrita principalmente en el transcurso de 1910 y presentada en febrero de 1911. Con ella obtuvo la licenciatura en medicina y una matrícula de honor en psiquiatría.
Le cuesta mucho separarse de Jung, mas tiene que asumir la realidad de que se trata de un hombre casado que no dejará a su mujer. La idea fija, que mantuvo por largo tiempo, de querer tener a toda costa un hijo de Jung, también será abandonada. Así, no sin dificultades, logra dejar Zúrich, para pasar primeramente algunas semanas de descanso en Chailly s. Clarens, a orillas del lago de Ginebra. Enseguida continúa rumbo a Múnich, donde pasa algunos meses estudiando Historia del Arte y terminando su trabajo más importante Die Destruktion als Ursache des Werdens.
En este mismo año, fue elegida miembro de la Wiener Psychoanalytische Vereinigung, convirténdose en la primera mujer miembro de una asociación de psicoanálisis. En esta asociación expuso por primera vez (en una reunión del 25 de noviembre de 1911) su tesis sobre la pulsión de destrucción. Este trabajo se publicó un año más tarde con el título de Destruktion als Ursache des Werdens («La destrucción como causa del devenir»).
En 1912 se casó con Pavel Scheftel, un médico ruso de ascendencia judía y a partir de allí llevó por un tiempo su apellido. Del matrimonio nacieron dos hijas, Renate, nacida en 1913, y Eva, nacida en 1926.15
En los años siguientes se dedicó al trabajo clínico psicoanalítico, en Viena, en Berlín y principalmente en Ginebra, donde trabajó en el laboratorio de Édouard Claparède y se hizo miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Ginebra que él lideraba. Se concentró por esta época en temas de pedagogía y psicología evolutiva y daba conferencias sobre psicoanálisis con niños en el Instituto Jean-Jacques Rousseau.
En 1922 fue la psicoanalista de Jean Piaget, quien fue su analizando y alumno más notable, en una relación de tratamiento didáctico que duró ocho meses.
En 1923, y con apoyo de Sigmund Freud, Spielrein regresó junto a su hija a Rusia, que entre tanto se había convertido en república soviética. Se hizo miembro de la Asociación Psicoanalítica Rusa y analista didáctica, trabajando como médico en la ambulancia del instituto estatal psicoanalítico de Moscú. Paralelamente, fue jefa de la unidad de paidología de la universidad estatal y trabajó junto a Vera Schmidt en un jardín de infancia en Moscú, denominado White Nursery (todos los muebles y paredes eran blancos). La institución fue creada con la finalidad de fomentar el crecimiento de niños como personas libres lo más pronto posible, siendo clausurada tres años más tarde por las autoridades bajo acusación falsa y atribución de practicar perversiones sexuales en los niños (de hecho, Stalin alistó realmente a su propio hijo, Vasily, en el White Nursery bajo nombre falso).
Un poco más de un año tras su regreso a la Unión Soviética, Sabina Spielrein volvió a su ciudad natal, donde vivió nuevamente con su esposo. En 1926, tuvo a su segunda hija, Eva, y trabajó como médico en el policlínico psiquiátrico.
En 1936 se prohibió definitivamente la paidología, de modo que comenzó a trabajar como médica de escuelas públicas. A pesar de que el psicoanálisis estaba prohibido en la Unión soviética, continuó trabajando hasta 1940.
Su esposo Pavel Naumovich Scheftel falleció víctima de una infarto en 1937 o en 1938, según otra fuente.Sus tres hermanos, Jan, Isaac y Emil fueron arrestados y desaparecieron en el Gulag durante la Gran Purga de Stalin. El 26 de diciembre 1937, el mayor, Isaac, quien había sido psicólogo, pionero de la psicología del trabajo en la Unión Soviética, fue condenado a muerte por fusilamiento, sentencia que se ejecutó de inmediato. Su cuerpo inerte fue arrojado a una fosa común. Jan y Emil, por ser sus hermanos y además científicos, fueron también ejecutados. En enero de 1938 fusilaron a Jan. Emil recibió un disparo en Rostov en junio del mismo año. El 17 de agosto 1938, a la edad de 77 años murió Nikolai, el padre de Sabina, en circunstancias no esclarecidas, puesto que, aunque no era joven, tampoco estaba enfermo.
En 1942, tras la ocupación de Rostov por la Deutsche Wehrmacht (el ejército alemán de Hitler), Sabina Spielrein y sus dos hijas fueron asesinadas, junto a otros judíos de Rostov, por un Comando de las SS.
Las cartas, los diarios y las copias de Sabina Spielrein de los expedientes del hospital fueron revelados y publicados, al igual que su correspondencia con Jung y Freud.
Sabina Spielrein elaboró el concepto de pulsión destructiva y sádica, sin duda, su principal contribución, cuya directa influencia en el desarrollo que llevó a Freud a postular la existencia de la pulsión de muerte ha quedado demostrada y bien documentada. Los argumentos que despliega en Destruktion als Ursache des Werdens («La destrucción como causa del devenir») son la base que inspira las tesis desarrolladas por Freud en su famoso ensayo Más allá del principio de placer, obra fundamental con la que se produce un gran giro en la teoría, abriendo paso a lo que se conoce como «segunda tópica».
Igualmente se ha reconocido la influencia relevante de Sabina Spielrein en la elaboración de la noción de ánima realizada por Jung, un concepto fundamental de la psicología analítica, en parte debido a una referencia que hizo Jung cincuenta años después en su autobiografía compilada y editada por Aniela Jaffé Recuerdos, sueños, pensamientos en la que alude a un encuentro interior desde la técnica de la imaginación activa con una voz femenina que despertó su conciencia del ánima. Relató que "sabía que la voz provenía de una mujer y reconocí en ella la voz de una paciente, una psicópata muy inteligente que tenía una gran confianza en mí. Había llegado a ser una forma viviente en mi interior". Sin embargo, en la transcripción inédita de los comentarios de Jung registrada por Aniela Jaffé en 1957, Jung dejó claro que esta mujer era María Moltzer y no Spielrein. No obstante, Lance Owens ha documentado que la relación con Spielrein fue de hecho crucial para la evolución de la concepción de Jung de lo que mucho más tarde denominó el "ánima".
Poco antes de partir a Viena para continuar su formación con Sigmund Freud, hizo los acabados finales en la redacción de su tesis sobre la esquizofrenia. Se trataba del análisis de la historia clínica de una paciente esquizofrénica muy deteriorada, en cuyos delirios primaban contenidos de muerte y decadencia, sin que fuese capaz de expresar la mayoría de ellos de manera verbal. Spielrein trabajó rigurosamente en el desciframiento y organización de estos contenidos, descubriendo una dualidad en la pulsión sexual, con un elemento disgregador destructivo y un elemento constructivo. Este último, denominado por ella «componente transformador», es una noción conceptualmente cercana a lo que más tarde Freud introdujo como sublimación, y en el antagonismo descrito, que ciertamente guarda una similitud estructural con la pulsión de vida y de muerte, algunos autores ven una primera aproximación a los conceptos que sustentan la pulsión de muerte, mientras que otros analizan que en este primer escrito de Sabina Spielrein lo que hay es el inicio «de una elegante teoría de la represión» sobre la que Spielrein regresará en trabajos posteriores.
En tiempos recientes, principalmente tras el redescubrimiento de su diario, escritos personales y correspondencia en 1977 (publicados parcialmente por primera vez en 1980) se la reconoce además como pionera del psicoanálisis infantil y se le atribuyen contribuciones teóricas relevantes en psicología evolutiva y del desarrollo, compartiendo una posición que hasta hace muy poco ocupaban de manera exclusiva Anna Freud y Melanie Klein.
Una importante proporción de estos trabajos fueron desarrollados antes de su trabajo en el hogar de niños de Moscú, durante su estadía en Ginebra. Allí publicó muchos artículos, en parte basados en protocolos de observación y notas sobre el comportamiento de su propia hija, Renate, acerca del desarrollo del lenguaje infantil y los posibles orígenes de trastornos afásicos. Al respecto postuló la tesis de que los trastornos del pensamiento que se observan en la afasia muestran rasgos estructuralmente similares al pensamiento infantil.
La vida de Sabina Spielrein destapa las miserias ocultas de Jung y Freud
Su biógrafo, Karsten Alnaes, rescata su dramática memoria íntima
IGNACIO CARRIÓN
OSLO 27 DIC 1996
Karsten Alnaes, periodista e historiador noruego, desconocía la existencia de Sabina Spielrein hasta que su esposa, maestra de escuela en Oslo, leyó un artículo sobre la paciente y amante de C. G. Jung, víctima de plagio en alguna teoría psicoanalítica por parte de Sigmund Freud, y finalmente carne de cañón de los nazis, ya que, por pertenecer a una familia judía, la fusilaron con sus dos hijas frente a, la sinagoga de Rostov, en la antigua Unión Soviética. La biografía novelada de una personalidad extremadamente conflictiva e inusual estaba por hacer, pensó Karsten Alnaes. Y decidió que valía la pena intentarlo.
Karsten Alnaes estudió el diario íntimo y las cartas de Sabina Spielrein, hallados accidentalmente en el Instituto Rousseau de Ginebra por una mujer de la limpieza. Al parecer, Sabina los olvidó allí en un descuido de última hora, cuando ya había decidido regresar de la URSS, falsamente ilusionada con la idea de crear allí un centro especial para el tratamiento de niños mentalmente perturbados. En el Instituto Rousseau de Ginebra, Sabina Spielrein trabajó como psicoanalista, una vez que fue dada de alta por su terapeuta C. G. Jung y abandonada por éste en calidad de amante suyo. El historiador Alnaes visitó los lugares donde había vivido Sabina Spielrein y entrevistó a cuantas personas pudieran suministrarle información de primera mano acerca de ella. Una vez recopilado todo el material disponible, regresó a su casa de Oslo, lo ordenó pacientemente y comenzó a redactar el libro que daría por concluido al cabo de dos años.
Pero cuando el autor ya había entregado su manuscrito a los editores tuvo conocimiento del hallazgo en archivos rusos de nuevos escritos de Sabina, sobre todo cartas, que completaban ciertas lagunas en su historial clínico producido durante su tratamiento psicoanalítico a cargo de C. G. Jung. Estos informes, por ejemplo, revelaban que de niña había sido víctima de palizas propinadas por sus padres (él, un distinguido comerciante; y ella, una dentista educada en Odessa), así como que Sabina, que se sentía incomprendida y estaba desesperada, amenazó a su familia con suicidarse en varias ocasiones. La violencia física la excitaba sexualmente hasta el punto de que cuando su padre la maltrataba ella sentía la urgencia de masturbarse.
Estos y otros rasgos de la personalidad de Sabina intuidos por Alnaes en la novela confirmaban con los documentos lo certero que había sido su perfil biográfico. La imaginación del novelista había llenado perfectamente las lagunas del historiador. Todo esto se ha incluido oportunamente en la versión española del libro, a cargo de Ediciones Siruela, donde se ofrece un epílogo que completa y potencia el valor documental de la obra.
"De todas formas, lo que deseo resaltar de mi trabajo", dijo Alnaes en la entrevista mantenida en su casa de Oslo, "es la imagen de Sabina Spielrein que me ha quedado fija en la mente después de escribir el libro, del que todavía no he conseguido liberarme. Es la imagen de la Sibila, de una profetisa, de lo que en los países nórdicos llamamos la volva, una persona elegida, excepcional, alguien que a través del destino de su pueblo y de su propio sufrimiento fue capaz de penetrar en el fondo del alma, en la profundidad del ser humano". Y, como es lógico, añade Karsten Alnaes, "una persona así jamás es aceptada en su tiempo, nadie la cree, es sistemáticamente rechazada por todos".Rechazada y explotada. Aunque Alnaes no se ensaña con los santones del psicoanálisis Freud y Jung, como otros autores menos imparciales que él podrían hacerlo, el lector queda perfectamente persuadido de la mala fe demostrada por ambos con Sabina, así como de la manipulación a que, por distintas razones, la sometieron. De ello da prueba la correspondencia entre uno y otro, donde la culpa de Jung (un analista no puede éticamente practicar el sexo con su paciente) encuentra en la absolución interesada de Freud el espaldarazo para el ascenso profesional que a ambos beneficiaba.
En cuanto a la talla moral de Freud mismo, el libro de Alnaes -y sus palabras en esta entrevista- dejan poco espacio para la duda: "Freud se sentía escéptico ante la tesis de Sabina sobre un instinto de autodestrucción, siendo mérito de ella haberlo desvelado en los círculos psicoanalíticos que se limitaban a conceder importancia únicamente a la fuerza de la libido. Lo que hace Freud es copiar la tesis de Sabina Spielrein y simplificarla creando el instinto de muerte. Se limita a citar, en Más allá del principio de placer, a Sabina en una sola nota. Pero esto es algo que Freud acostumbraba a hacer. Tomaba cosas de otros. Las utilizaba, las falsificaba o las incorporaba en su obra".
Según explica Alnaes, los freudianos noruegos no han rechazado su visión poco elogiosa de la figura de Freud. Nadie puede negar que en 1911 y en una de las reuniones de los miércoles en casa de Freud, en Viena, Sabina expuso la conexión existente entre el retorno a la materia de origen y el volver a nacer, y en la relación entre el elemento agresivo y destructor en lo erótico del comportamiento humano, algo que ella, por su experiencia personal, estaba mejor capacitada que otros para intuir.
"Sabina aparece como una Casandra moderna que anticipa el destino, que vislumbra, cuando nadie lo vislumbra, el holocausto y la tragedia. Ella advierte a sus colegas de los peligros que todavía nadie ve", afirma Alnaes. Y por eso la considera también víctima y mártir del psicoanálisis.
El regreso de Sabina, como el de tantos otros intelectuales y artistas judíos, a la Unión Soviética, lo atribuye Alnaes a la fe que éstos depositaban en un futuro idílico que les garantizaba verse libres de persecuciones. "Sabina, que había publicado artículos, que había psicoanalizado a Jean Piaget, creyó que sus conocimientos debía ponerlos a disposición de la nueva URSS. Allí deseaba abrir una clínica para niños con trastornos psíquicos, como ella lo había sido, y confiaba en que el psicoanálisis recibiría, . si no un apoyo abierto, sí, al menos, una satisfactoria tolerancia oficial. Se equivocó. Lo que encontró fue la muerte".Estas páginas finales del libro (como las del comienzo, cuando la enfermedad avanza hacia ella) son las más conmovedoras. Karsten Alnaes reconstruye aquella procesión forzosa de judíos por las calles de Rostov. Es el año 1941. Sabina va con ellos, de la mano de sus dos hijas, hacia la sinagoga, donde encuentran armados a los nazis que habían vuelto a adueñarse de la ciudad. Los camiones que se llevaría a los ejecutados esperan con los motores en marcha. El oficial Fritz Neuman dio la señal. Todo fue rápido.
https://www.routledge.com/Sabina-Spielrein-Forgotten-Pioneer-of-Psychoanalysis-Revised-Edition/Covington-Wharton/p/book/9780415817493
https://www.fundacion-jung.com.ar/forum/sabina.htm
https://elpais.com/diario/1996/12/27/cultura/851641209_850215.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Sabina_Spielrein
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