Rosalina Hernández Lozano (13 de julio de 1903- 4 de febrero de 1993) cuidadora ejemplar de hijas, hijo, esposo, nietas y nietos.
Hoy se cumplen 25 años de la partida de mi abuela, aunque su alzheimer la había llevado algún año antes.
Recuerdo cuando sus respuestas eran la repetición de mis preguntas y recuerdo con dolor no haberla cuidado como se merecía al estar yo viviendo lejos y envuelta en mi maternidad. Ojala consigamos unos servicios sociales capaces de dar calidad de vida a todas las personas, máxime cuando se trate de las que han aportado mucho a la comunidad.
Junto a ella, descubrí las luces de la ciudad que me parecieron maravillosas, próxima a los cuatro año; Luego sus comidas riquísimas en una cómoda convivencia cómplice en la que todo estaba en orden sin que yo tuviera que hacer nada. También percibíamos lo mucho que nos quería y valoraba. Según sus ojos íbamos levantando admiradores por doquier.
Quedo huérfana de madre muy niña y quería mucho a su padre que le daba bastante libertad y autonomía. Se tuvo que manejar en un mundo machista que la ató y en el que intentaba la armonía y la felicidad para todas y todos los que le rodeaban en cada instante.
Hace años escribí esto sobre ella :
Se llamaba Rosalina Hernández Lozano, era de Cubillos del Pan, la quinta de siete hermanos. Nació en 1904, tiempos difíciles para todos y más para las mujeres.
Se casó, tuvo un hijo y dos hijas y dejó escondidos por el mundo once nietos y diez biznietos. Su sangre está dispersa por toda España, desde Palma hasta San Sebastián pasando por Valencia, Barcelona, Zaragoza, Granada, Málaga, Madrid o Salamanca además de Zamora.
Fue una de tantas mujeres pendientes de lo que le pedían los de su alrededor, sus horarios eran los de los demás, los de su marido, sus hijos o sus nietos y la mayoría de sus alegrías eran las alegrías de los otros.
Nos dejó un 4 de febrero de hace catorce años pero aún sigue con nosotros, dándonos ánimo y alegría, porque aún siendo una mujer normal de las que nadie se acuerda, que cumplió su papel perfectamente, fue una persona verdaderamente especial que dio felicidad a cualquiera que le acompañó en la vida.
Era profundamente buena, comprensiva y generosa, creo que en algún aspecto no quiso crecer para mantener la ingenuidad de una niña.
Me siento profundamente en deuda con ella por todo su cariño y dedicación. Mis más preciosos recuerdos están a su lado.
¿Qué sería del mundo sin seres como ella? Que dejan su semilla, ayudan permanentemente y no piden nada a cambio.
Representa, sin ella quererlo, a todas nuestras abuelas y bisabuelas que nos dieron la vida, a veces perdiendo la suya, nos ayudaron a crecer, nos educaron y a las que le debemos lo mejor de lo que somos pero nunca son objeto de ningún homenaje.
Creo que se merecen todo nuestro reconocimiento y gratitud por su amor y entrega, aunque lo que ellas hubieran valorado habría sido una sonrisa, una caricia y un abrazo.
Estas letras son una carta abierta para decirte, Lita Rosa, que estás en mí, tu mano me cubre y me guía dándome fuerzas en la lucha de la vida. Gracias por tu compañía y tu ejemplo. Tu nieta.
También hable de ella por aquí
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