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lunes, 5 de marzo de 2018

Rosa Luxemburg


Rosa Luxemburgo (en alemán: Rosa Luxemburg, en polaco: Róża Luksemburg; Zamość, Imperio ruso, 5 de marzo de 1871​-Berlín, Alemania, 15 de enero de 1919) fue una teórica marxista de origen polaco-judío.

Rosa, nació con un defecto en el crecimiento que la discapacitó  físicamente toda su vida. Después de estar postrada en cama por una dolencia en la cadera a la edad de cinco años, se quedó con una cojera permanente.


Desde muy joven fue activista del movimiento socialista. Se unió a un partido revolucionario llamado Proletariat, más tarde conocido como SDKPL, y cuando sus líderes fueron perseguidos, Rosa se fue a Zurich, el centro más importante de emigración polaca y rusa. Ingresó en la universidad, donde estudió ciencias naturales, matemáticas y economía. Tomó parte activa en el movimiento obrero internacional. Integró entonces el grupo internacional que en 1916 se convirtió en Liga Espartaquista, grupo marxista que sería el origen del Partido Comunista de Alemania (KPD). Al terminar la guerra fundó el periódico La Bandera Roja, junto con el alemán Karl Liebknecht. 

Sus libros más conocidos, publicados en castellano, son Reforma o Revolución (1900), Huelga de masas, partido y sindicato (1906), La Acumulación del Capital (1913) y La revolución rusa (1918), en  dicho libro sostiene que la forma soviética de hacer la revolución no puede ser universalizada para todas las latitudes .Discutió sus ideas con los principales ideólogos del marxismo de la época. Se destacó por su pacifismo y la coherencia en sus ideas.

El 15 de enero de 1919 el culatazo de rifle de un soldado destrozó el cráneo de Rosa Luxemburgo. El movimiento internacional de los trabajadores perdió, con su muerte, uno de sus más nobles espíritus. "El más admirable cerebro entre los sucesores científicos de Marx y Engels", como dijo Mehring, había dejado de existir. En su vida, como en su muerte, dio todo por la liberación de la humanidad.


Rosa Luxemburgo posee una gran carga simbólica para el marxismo, especialmente en Alemania. Actualmente, un domingo a mediados de enero se celebra, cada año, en Berlín, el día de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, en recuerdo del asesinato de los dos dirigentes comunistas el 15 de enero de 1919.




Rosa Luxemburg según Clara Zetkin

En Rosa Luxemburg vivía una indomable voluntad. Dueña siempre de sí, sabía atizar en el interior de su espíritu la llama dispuesta a brotar cuando hiciese falta, y no perdía jamás su aspecto sereno e imparcial. Acostumbrada a dominarse a sí misma, podía disciplinar y dirigir el espíritu de los demás. Su sensibilidad exquisita la movía a buscar asideros para no dejarse arrastrar por las impresiones externas; pero bajo aquella apariencia de temperamento reservado, se escondía un alma delicada, profunda, apasionada, que no sólo abrazaba como suyo a todo lo humanos, sino que se extendía también a todo ser viviente, pues para ella el universo formaba un todo armónico y orgánico. ¡Cuántas veces aquella a quien llamaban “Rosa la sanguinaria”, toda fatigada y abrumada de trabajo, se detenía y volvía atrás para salvar la vida de un insecto extraviado entre la hierba! Su corazón estaba abierto a todos los dolores humanos. No carecía nunca de tiempo ni de paciencia para escuchar a cuantos acudían a ella buscando ayuda y consejo. Para sí, no necesitaba nunca nada y se privaba con gusto de lo más necesario para dárselo a otros.


Severa consigo misma, era toda indulgencia para con sus amigos, cuyas preocupaciones y penas la entristecían más que sus propios pesares, Su fidelidad y su abnegación estaban por encima de toda prueba. Y aquella a quién se tenía por una fanática y una sectaria, rebozaba cordialidad, ingenio y buen humor cuando se encontraba rodeada de sus amigos. Su conversación era el encanto de todos. La disciplina que se había impuesto y su natural pundonor le habían enseñado a sufrir apretando los dientes. En su presencia parecía desvanecerse todo lo que era vulgar y brutal. Aquel cuerpo pequeño, frágil y delicado albergaba una energía sin igual. Sabía exigir siempre de sí misma el máximo esfuerzo y jamás fallaba. Y cuando se sentía a punto de sucumbir al agotamiento de sus energías, imponíase para descansar un trabajo todavía más pesado. El trabajo y la lucha le infundían alientos. De sus labios rara vez salía un “no puedo”; en cambio, el “debo” a todas horas. Su delicada salud y las adversidades no hacían mella en su espíritu. Rodeada de peligros y de contrariedades, jamás perdió la seguridad en sí misma. Su alma libre vencía los obstáculos que la cercaban.


Mehring tiene harta razón cuando dice que Luxemburg era la más genial discípula de Carlos Marx. Tan claro como profundo, su pensamiento brillaba siempre por su independencia; ella no necesitaba someterse a las fórmulas rutinarias, pues sabía juzgar por sí misma el verdadero valor de las cosas y de los fenómenos. Su espíritu lógico y penetrante se enriquecía a con la instrucción de las contradicciones que ofrece la vida. Sus ambiciones personales no se colmaban con conocer a Marx, con dominar e interpretar su doctrina; necesitaba seguir investigando por cuenta propia y crear sobre el espíritu del maestro. Su estilo brillante le permitía dar realce a sus ideas. Sus tesis no eran jamás demostraciones secas y áridas, circunscritas en los cuadros de la teoría y de la erudición. Chispeantes de ingenio y de ironía, en todas ellas vibraba su contenida emoción y todas revelaban una inmensa cultura y una fecunda vida interior. Luxemburg, gran teórica del socialismo científico, no incurría jamás en esa pedantería libresca que lo aprende todo en la letra de molde y no sabe de más alimento espiritual que los conocimientos indispensables y circunscritos en su especialidad; su gran afán de saber no conocía límites y su amplio espíritu, su aguda sensibilidad, la llevaban a descubrir en la naturaleza y en el arte fuentes continuamente renovadas de goce y de riqueza interior.


En el espíritu de Rosa Luxemburg el ideal socialista era una pasión avasalladora que todo lo arrollaba; una pasión, a la par, del cerebro y del corazón, que la devoraba y la acuciaba a crear. La única ambición grande y pura de esta mujer sin par, la obra de toda su vida, fue la de preparar la revolución que había de dejar el paso franco al socialismo. El poder vivir la revolución y tomar parte en sus batallas, era para ella la suprema dicha. Con una voluntad férrea, con un desprecio total de sí misma, con una abnegación que no hay palabras con qué expresar, Rosa puso al servicio del socialismo todo lo que era, todo lo que valía, su persona y su vida. La ofrenda de su vida, a la idea, no la hizo tan sólo el día de su muerte; se la había dado ya trozo a trozo, en cada minuto de su existencia de lucha y de trabajo. Por esto podía legítimamente exigir también de los demás que lo entregaran todo, su vida incluso, en aras del socialismo. Rosa Luxemburg simboliza la espada y la llama de la revolución, y su nombre quedará grabado en los siglos como el de una de las más grandiosas e insignes figuras del socialismo internacional.

Reforma o Revolución sigue siendo un libro clave para entender que el feminismo es también una lucha de clases.

http://www.eldiario.es/cultura/feminismo/Historia-Feminismo-libro_0_363614130.html
http://tienda.elviejotopo.com/teoria-politica/957-rosa-luxemburg-actualidad-y-clasicismo-9788495224224.html
http://www.elviejotopo.com/topoexpress/rosa-luxemburg/
https://www.marxists.org/espanol/zetkin/1919/sep/01.htm
https://www.timetoast.com/timelines/rosa-luxemburg-career
https://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Luxemburgo

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