Patricia Karina Vergara Sánchez, mexicana nacida en 29 de octubre de 1974, es feminista, periodista y profesora. Mujer revolucionaria, orgullosa de sí misma, de su lucha, de su orientación sexual y su raza, escribe desde hace años en sus blogs Esta boca es mía y Cuentitos pa’ llevar
A la discriminación por ser mujer, se une la discriminación en función de la clase, la etnia, la orientación sexual, la libertad para romper los moldes establecidos. El poema “Soy india” es un grito de denuncia y también de empoderamiento.
India lesbofeminista, madre, poeta y académica, habitante de México en traje de mujer, cual oficio de valientes, Karina no se esfuerza. De su boca emana un lenguaje de justicia, una histórica que se nos debe. Reclama su parte del mundo desde la faena artística más pobre: la poesía, y a través de ella denuncia aquello que ya no es tolerable para nosotras: “seca tus mejillas y escucha, levanta el rostro. / No hay justicia que no hagas por ti misma”.
Soy india
Soy india.
Morena, chata de la cara,
en un país
obsesivamente racista.
Soy lesbiana,
en una nación
que compulsivamente me persigue.
Insisto,
en la libertad de decidir sobre mi cuerpo,
en territorio
de quienes realizan leyes
que buscan doblegarme.
No creo en su dios,
aun cuando habito un Estado
opresivamente católico.
Invoco a las diosas,
dentro de un patriarcado
que hace miles de años intenta ocultarlas.
Participo en la lucha laboral,
de un pueblo
ya comerciado y en las manos del patrón.
Conozco la importancia
de la labor contestataria,
cuando en mi patria
se encarcela a quien disiente.
Soy antiimperialista,
viviendo al lado de Bush.
Soy gorda,
en la cuna
de la tortura estética,
de la anorexia y de la bulimia.
He dado a luz,
en una era
que acabó con la esperanza,
ya hace tiempo.
Le apuesto a la lucha libertaria,
en el reino del televisor.
Soy pobre,
en un planeta
en donde comen migajas
tantos millones de pobres.
Soy feminista,
en una tierra hostil
a la palabra mujer.
Soy mujer.
En un tiempo
en que el feminicidio
nos ha vuelto desechables.
Por supuesto,
dicen que estoy loca,
extremadamente loca.
Que soy rara, que me he vuelto extraña.
Que no tengo lugar en el mundo.
Entonces, no me queda de otra:
Tengo que darle nombre al racismo,
que señalar el desprecio,
que elegir sobre mi vida,
que armarme antipatriarcal,
que inventar la fe para dársela a mi hija,
que rebelarme contra el patrón,
que escribir por la libertad a las presas políticas.
que denunciar al imperio,
que amar mi cuerpo,
que apagar el televisor,
que mostrar mis bolsillos,
que actuar contra la misoginia,
que buscar justicia para las mías,
que demandar castigo a los asesinos.
Es por todo ello,
que no tengo más remedio
que darles la mala noticia
a las buenas y tranquilas conciencias:
Estoy aquí.
Exigiendo a gritos,
la parte que me corresponde del mundo.
Y no voy a callarme la boca, ni a desaparecer.
ME DIJERON
El otro día me dijeron
que frene la lengua,
que modere los actos,
que critique, que señale,
que me inconforme.
Pero, en voz baja.
Y entre nosotras.
Que los compañeros de lucha,
cualquier lucha,
se pueden sentir afectados.
Que espere, que el movimiento social,
cualquier movimiento social,
tiene planes para las mujeres,
pero, que espere,
todavía no es el tiempo, ni la hora.
El otro día me dijeron
que sea más responsable
al decir antipatriarcado,
al denunciar al que acosa,
al señalar al que desprecia.
Que cuide a los compañeros,
que sea amorosa,
que les haga sentir bienvenidos,
que mis reclamos no vayan a ofenderlos.
Me lo dijo una, que se dice compañera,
y le he preguntado.
Pero, no ha ido a ver al indio,
para decirle que denuncie bajito
al caxlan que lo desprecia.
Y no ha ido a ver al obrero,
para decirle que espere,
que sea más amable
en sus reclamos con el patrón.
Y no ha ido a ver al campesino,
para decirle que defienda su tierra
con amabilidad y sonrisa.
Pero a mí, si ha venido a hablarme
para decirme que no vea,
que si veo no señale,
que no lo tome como ofensa.
Que comprenda.
Me dijeron.
Que finja, que no me de cuenta
de que éste mira mis senos,
de que éste me estorba la palabra,
de que éste me llama a la elegancia femenina,
de que éstos no son de los míos.
De que dicen lesbiana, pero en voz baja.
Que por las buenas son mejor las cosas.
Que no demuestre el abuso.
Que no llame machista.
Que no use la palabra misoginia
para el que me niega.
Que acompañe al movimiento
y, por las buenas, ya irá tocando la nuestra.
Me dijeron,
y estoy pensando que no es justo.
Para murmurar el descontento,
para perpetuar los roles,
mejor me habría quedado en casa a lavar los platos.
Que nada más no puedo.
Ni he de callarme.
Ni cerrar lo ojos, ni fingir.
Ni moderar la lengua ni los actos.
Que no dejaré de criticar, ni de señalar, ni de inconformarme.
Ya hemos dado mucho.
Ya dieron bastante mis madres y abuelas.
Hemos sido tantas:
Las presas políticas,
las agredidas,
las trabajadoras,
las que sostienen la casa mientras la huelga,
las que siembran la tierra,
las sindicalistas,
las maestras,
las que nunca son nombradas,
las que toman los medios.
las que barren y reparten volantes mientras el macho líder hace discurso.
Las que ya están hartas…
Todas, mis hermanas.
Que ya toca la nuestra y no para luego.
Que hay que decir: ya, a este tiempo y a esta hora.
Que para gritar contra la opresión, no hay corrección política.
Decir: hay una izquierda machista y reaccionaria, no me atemoriza.
Me dijeron, me sugieren, me invitan a moderarme.
Pero yo, nada más no puedo.
Yo entiendo ser mujer de otra forma.
Yo quiero de otro modo hacer las cosas.
No voy a disculparme,
No puedo condolerme.
Porque tengo esta voz.
Es voz libre y autónoma.
Es voz nueva, revolucionaria.
Tengo esta voz fuerte.
Voz lesbiana, nunca más silenciada.
P Karina Vergara Sánchez~ Poeta mexicana lesbofeminista.
30 AÑOS 30 POEMAS: “SOY INDIA”. PATRICIA KARINA VERGARA SÁNCHEZ
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