Guadalupe Campanur Tapia(1986-16 de enero de 2018) era dicharachera, terca, alegre, lista, movida, comprometida con su comunidad, buena para hacer amigos y bordados, muy positiva, una mujer valiente y libre que no hizo caso a los prejuicios morales, aunque sí le dolían los señalamientos por su soltería y su forma no tradicional de noviazgo.
Guadalupe Campanur Tapia fue asesinada y su cuerpo encontrado durante la noche del 16 de enero sobre la carretera Carapan-Playa Azul, en el municipio de Chilchota, Michoacán. El personal especializado en medicina forense estableció que la causa de la muerte fue asfixia mecánica por estrangulación, reveló que la muerte se produjo entre 36 y 48 horas antes del hallazgo. María Guadalupe Campanur, tenia 32 años
La noche después del sepelio, en una cenaduría, la comunera Martha compartía “no entiendo por qué a ella, Lupe sólo supo darse a la comunidad, participaba en los grupos de la iglesia, en la ronda, en el barrio tercero, andaba en puras actividades en bien de la comunidad, era amiguera y querida, no entiendo cómo alguien pudo quitarle la vida. Es algo muy alarmante para nosotros, porque además se trata de una mujer”.
“Yo allá en el cerro me siento ¡uh! ¡plena! ¡feliz! Porque es hacer algo importante por mi comunidad”, contaba Guadalupe Campanur en 2014 con sus ojos bien abiertos y una sonrisota.
La fiscalía estatal precisó que en la escena del crimen encontró diversas evidencias que permitieron identificar como autor del crimen a Primitivo S., quien mantenía una relación sentimental con la víctima.
En enero de 2016, en una entrevista Lupe contó lo siguiente:
“Soy originaria de Cherán y del Barrio Tercero, a mí me interesó integrarme a la Ronda Comunitaria para cuidar a mi comunidad, he sido muy activa en muchas cosas, no me gusta estar encerrada o de brazos cruzados, cuando puedo ayudar en algo me meto, a lo mejor voy contra la corriente, me gusta hacer las cosas que los hombres hacen, no como las demás mujeres, estar encerrada en la casa, y de esa forma entre ahí.
“Fue un reto, por ser mujer. En febrero del 2012, se conforma la ronda oficialmente por los cuatro barrios, solo éramos dos mujeres una del barrio primero y yo del barrio tercero; empezamos y a los quince días, nos dicen que iba a subir un grupo al cerro denominado guardabosques y para eso tenías que tener buena condición y segundo saber lo que era caminar en campo y no tener miedo, todo eso y empezaron a hacer entrenamientos muy especiales a los de abajo. Yo quería ir a campo y les dije que quería ir, no me querían por ser mujer; segundo, por no saber nada de armamento y porque no conocía el campo.
“Comencé a entrenar de día y de noche, y ya que nos dicen que teníamos que ir a campo, y como yo quería, me presenté. Nos entran en un cuarto, los que supuestamente íbamos a ir y comienzan a dar las armas a todos, y a mí me pasan, y me dicen que no alcancé. Les digo que quiero ir y para ese entonces el Chino se desfunda su arma y me la da.
“Recuerdo las palabras de un compañero que dijo ‘en lugar de andar cuidando arriba, vamos a andar cuidando a la 14 (término para referirse a una mujer), que se quede abajo’. Y dije ‘¿qué se creen estos cabrones, que yo no voy a poder?’, yo sí voy a ir. Me dicen vamos a caminar de seis a ocho horas y les dije ‘no importa, yo voy a caminar’, y fue de la forma que me integré al grupo de los guardabosques que estuve año y tres meses.
“Siempre manejamos que el grupo de nosotros era un grupo como de familia, de hermanos donde todos nos protegíamos las espaldas, los costados, de frente, de todo y era muy independiente del grupo de abajo, claro que cuando había detalles en la comunidad nos agregábamos de apoyo.
“Lo que hacíamos en el campo nadie lo sabia;las estrategias las sabíamos sólo nosotros, siempre decíamos ‘vamos a bajar en este punto’, y nunca lo hacíamos, porque sabíamos que había alguien infiltrado (…).
“En 2013, que ya estaba más tranquila la comunidad, nos empezamos a debilitar, empezamos a ver que ya no había respaldo, habían pasado situaciones fuertes como la pérdida de los dos compañeros de bienes comunales, esa vez nosotros subimos a campo a las 3 de la mañana y fue un cuatro bien hechecito y nos venadearon a los compañeros de comunales y fue algo que fracturó esa parte donde decíamos nosotros: ‘¿cuántos más van a caer?’, y nosotros nada mas somos un grupo, y se abrió otro grupo que abrió Bienes Comunales, ese sí roto.
“Un compañero ya no podía dormir, empezó a sentirse mal y dijo que se retiraba. Al irse él, luego se fue otro y dos más, y yo me retiré con otro compañero, se quedaron dos y se hace otro nuevo grupo, pero ellos decidieron retirarse en el mismo 2013.
“Nosotros platicando internamente dijimos que nos íbamos a retirar porque nos empezaron a decir que había demandas contra nosotros y que nos iban a encerrar y así, nos empezaron a seguir y por seguridad dejamos las cosas un rato pero no del todo y nos volvimos a incorporar de manera voluntaria, de esa manera seguimos en pie, si fuera algo fuerte en la comunidad nos volveríamos a levantar.
“Siempre hubo detalles, eso es normal, pero ahora los hay más, se ha perdido un poco la seguridad y se ha vuelto la ronda un asunto de trabajo y no respetan el uniforme que traen, no respetan las reglas internas. Si le faltabas a tu familia y lo reportaban a la ronda, te suspendían el pago y se lo daban a tu familia de manera directa, si le faltabas a tu superior se te sancionaba económicamente y ese dinero se repartía entre todos. Este segundo Concejo Mayor no ha funcionado como esperábamos”.
El municipio indígena de Cherán, en Michoacán, es un ejemplo único de autogobierno en México. Los vecinos se levantaron hace seis años contra sus gobernantes y contra delincuentes que hacían de la tala ilegal de madera uno de los principales negocios de la región. Se organizaron, crearon instancias propias de Gobierno —entre ellos un Consejo Mayor— e instituyeron rondas ciudadanas para cuidar la seguridad e impedir la devastación de sus bosques. Los habitantes que ayudaron a transformar Cherán suelen referirse a la reducción de la violencia como uno de los principales indicadores del éxito de la experiencia: la última vez que ocurrió un homicidio fue en 2012, según los últimos datos disponibles del Gobierno federal.
Por eso, la noticia del asesinato de una mujer de esta comunidad, en el cercano municipio de Chilchota, ha conmocionado a los habitantes de Cherán y revivió los recuerdos de los tiempos en que los casos de violencia eran una realidad más frecuente. A Guadalupe Campanur Tapia, de 32 años, la encontraron en una carretera, había sido estrangulada. Al lado del cuerpo había una credencial con su nombre, y después de exámenes se confirmó su identidad. “Sí nos tocó mucho, también por la vida más tranquila a la que nos habíamos acostumbrado los últimos seis años”, comenta Pedro Chávez Sánchez, miembro del Consejo Mayor de Cherán.
De acuerdo con la Procuraduría General de Michoacán (PGE, la Fiscalía estatal), el deceso de Camapanur se produjo entre las 36 y 48 horas previas a la localización del cadáver. La familia no había presentado ninguna denuncia sobre la desaparición de la víctima, pero autoridades municipales de Cherán se enteraron después de que ella llevaba ya algunos días sin regresar a casa.
La muerte impactó de lleno a la comunidad porque Camapanur había participado en el proceso de transformación del municipio y llegó a trabajar por un periodo como guardabosques. "Por ser mujer, por ser activista y por participar del movimiento comunero el asesinato nos indigna profundamente", añade Chávez.
https://cuartopodermichoacan.com/cae-en-tijuana-homicida-de-activista-indigena-guadalupe-campanur/
https://elpais.com/internacional/2018/01/19/america/1516332208_984179.html
http://terceravia.mx/2018/01/asesinan-a-activista-defensora-los-bosques-en-michoacan/?fbclid=IwAR1z6sF3rRnHVQCPjbxytoJPs6sWE1doxmzb3UlGY9XP6uhz2-QvOjnsPr4