Amelia Cuñat i Monleon ( Valencia, 10 de marzo de 1878- ibidem, 8 de junio de 1946 ) es citada siempre como la mujer de González Martí, pero está todavía por escribir la historia de esta mujer polifacética y de gran cultura, como la de tantas de su época que pasaron por ser “acompañantes” de la carrera intelectual de sus maridos, cuando la realidad remite a papeles más complejos y ricos dentro de la producción intelectual.
Nació en una familia ligada a la producción cultural y artística de Valencia. Era nieta de Sebastián Monleón, arquitecto y fundador en 1858 de la fábrica de azulejos de San Pio V, conocida popularmente como “La Bellota”; y sobrina de Rafael Monleón, que ha pasado a la historia como un importante paisajista. La pasión por la cerámica y su historia le viene desde la infancia, y acabará marcando también a su marido, quien explicó que su afición por escribir la historia de la cerámica y su conservación fue sembrada por su esposa desde el momento en el que contrajeron matrimonio: “Proyecté para mi hogar de casado decorar a mi gusto el comedor. Pensé para ello en un zócalo de madera con friso de azulejos y me dediqué a comprar los que creí mejores; pero con mi búsqueda compré muchos que no habían de servirme. Entonces mi mujer, que tenía más afición que yo si cabe a la cerámica, me incitó a ordenarla y fue surgiendo la colección”. Amelia Cuñat conocía y amaba el valor histórico de los objetos, y su afán coleccionista no se detuvo en la cerámica. A lo largo de su vida fue comprando y guardando abanicos, hasta conseguir una amplia colección que hoy custodia el museo, aunque no se encuentre en exposición por motivos de espacio.
Esta práctica la sitúa en la esfera de muchas mujeres de las clases altas que, expulsadas de la ejecución de las artes, en muchos casos se volcaron a desarrollar tareas de coleccionistas, estando en el origen de importantes museos españoles. Sirvan como ejemplo, Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII que fue la impulsora del actual Museo del Prado; Amelia del Valle Serrano que inició la colección que alberga el Museo Cerralbo de Madrid, o Clotilde Castillo, esposa de Sorolla, responsable de la creación de la casa-museo, también en Madrid, del pintor. Todas ellas son muestra del interés de las mujeres por el arte, a pesar de todas las trabas que sufrieron para poder formarse y para poder desarrollar con naturalidad las prácticas artísticas.
Amelia Cuñat no fue sólo coleccionista, sino también estudiosa, dibujante y ceramista. Realizó con sus propias manos centenares de dibujos de azulejos y cerámicas, y colaboró mano a mano en la realización del trabajo teórico más importante llevado a cabo por González Martí: “La cerámica del Levante español” publicada en 1944, que sigue siendo la base fundamental para el estudio de este campo. Son cientos de dibujos los que ilustran estos textos y los debemos, en su gran mayoría, al apasionado trabajo de Amelia Cuñat.
Su faceta de ceramista estuvo muy cercana a sus estudios y tarea como dibujante, realizando obras basadas en elementos tradicionales de las piezas valencianas. El jarrón que estamos observando es un ejemplo muy rico de todo el conocimiento que Amelia Cuñat fue acumulando a lo largo de una vida de estudio de la cerámica. La autora colaboró con la Escuela de Cerámica de Manises, fundada en 1916 y dirigida por su marido entre los años 1923 a 1947, donde trabajó con otras ceramistas como Carmen Rives (o Ribes) o Dionisia Masdeu, mujeres que, a la vez que continuaban con la tradición de las pintoras de las cerámicas de las fábricas que en Valencia se habían establecido en el siglo XIX, consiguieron elevar la dignidad no reconocida de las mujeres dedicadas a la pintura de la loza.
Jarrón Autora: Amelia Cuñat , Primer tercio del siglo XX Moldeado, Esmaltado, Pintado a mano |
De esta pieza podemos deducir los grandes conocimientos acumulados de la autora, que reconoce y recrea una tradición muy concreta: la clásica loza valenciana gótica con atauriques, profusamente adornadas de hojas o palmetas disimétricas típicas de las piezas nazaríes y los motivos vegetales. El detalle principal es la figura de un ángel femenino típico de la decoración medieval: ángeles de cuerpos rayados y alas extendidas que eran propios de las llamadas “escudillas de monja” que, a su vez tenían un alto valor simbólico, ya que se las consideraban signos de protección de las casas. El estilo recuerda a las losetas denominadas “socarrats” típicas de la cerámica de Paterna de los siglos XIV y XV donde aparecían estas figuras aladas con un sentido de protección para el espacio familiar y portadoras de buenas suerte.
http://www.museosenfemenino.es/museo_ceramica_gonzalez_marti/creacion-y-memoria-de-las-mujeres/jarron
http://www.museosenfemenino.es/museo_ceramica_gonzalez_marti/creacion-y-memoria-de-las-mujeres/jarron
https://ca.wikipedia.org/wiki/Amelia_Cu%C3%B1at_i_Monle%C3%B3n
https://ca.wikipedia.org/wiki/Amelia_Cu%C3%B1at_i_Monle%C3%B3n
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