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viernes, 8 de marzo de 2019

Chabuca Granda cantautora y folclorista peruana


María Isabel Granda Larco (Cotabambas, Perú, 3 de septiembre de 1920 - Miami, Estados Unidos, 8 de marzo de 1983), más conocida como Chabuca Granda, fue una cantautora y folclorista peruana. Compuso un gran número de valses criollos y ritmos afroperuanos. Su tema más conocido en el mundo es «La flor de la canela», seguido por «José Antonio», «El Puente de los suspiros» y «Fina estampa».


María Isabel Granda Larco nació el 3 de septiembre de 1920, en un asentamiento minero de oro, llamado Cotabambas, hoy parte de la Mina Las Bambas, en la provincia de Grau, cerca de la provincia de Abancay, Apurímac. Sus padres fueron el ingeniero de minas Eduardo Antonio Granda San Bartolomé, hijo de José Granda Esquivel, e Isabel Susana Larco Ferrari, perteneciente a la familia ítalo-peruana Larco.


En 1923 su familia se trasladó a Lima. Fue bautizada en la Iglesia de los Huérfanos. Realizó sus estudios en el Colegio León Andrade en el Cercado de Lima y, durante un tiempo, en el Colegio Sagrados Corazones Belén. Parte de su niñez lo transcurrió en el distrito de Barranco. Comenzó a cantar a los 12 años de edad, y debido a su voz de soprano, integró el coro de su colegio; además, fue nombrada vicepresidente de la Asociación de Canto del mismo. Culminados sus estudios escolares, siguió cursos libres en el Instituto Femenino de Estudios Superiores, de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

En 1937 integró el dúo Luz y Sombra, al lado de Pilar Mujica Álvarez Calderón. Por esos años trabajó como secretaria, pero sin dejar nunca su afición por la música.

En 1942, se casó en Lima con el brasileño Enrique Demetrio Fuller da Costa, con quien tuvo tres hijos: Eduardo Enrique, Teresa María Isabel y Carlos Enrique Fuller Granda. Su vida matrimonial fue breve, terminando en divorcio. Su despliegue personal como cantautora se inició precisamente luego de su divorcio, que fue visto como un escándalo por la sociedad limeña de aquella época.[cita requerida]

Incursionó en la composición de valses criollos, ganando en 1948 un concurso organizado por la Municipalidad del Rímac, con el tema «Lima de veras». En 1950 dio a conocer dos nuevos valses, «Zaguán» y «Callecita escondida». Este primer período de su producción creativa es netamente evocativo y pintoresco; "Chabuca" —este es el nombre con el que se hizo llamar— le cantaba a la Lima antigua, señorial, de comienzos del siglo XX. Es la ciudad que ella conoció a través de su padre, Eduardo Granda San Bartolomé, la del barrio de Barranco, de grandes casonas afrancesadas, con inmensos portales y jardines de invierno.

Su fama como compositora alcanzó en 1953 nivel nacional, cuando el conjunto Los Chamas grabó su tema «La flor de la canela», inspirada en una lavandera afroperuana, Victoria Angulo, cuya gracia y donaire alabó. Esta composición traspasó incluso las fronteras, hasta convertirse en la canción representativa de la música peruana. A esta primera etapa pertenecen también otros temas como «Gracia» y «Ha de llegar mi Dueño», popularizados por el trío Los Troveros Criollos; «José Antonio» y «Fina estampa», popularizados por Edith Barr; «Puente de los suspiros» y «Lima de veras», popularizados por el trío Los Morochucos; y «Zeñó Manué», popularizado por la propia compositora, entre otros.

Aquejada por una enfermedad a la garganta, viajó a Alemania en 1956 y a los Estados Unidos, en 1958. Ya restablecida, se propuso interpretar sus propias canciones, pese a que una operación en la garganta le había producido una voz grave. Ello, junto a un estilo de canto peculiar, conversado y matizado con un acompañamiento musical estilizado, le dieron una personalidad artística inconfundible.


La misma compositora cimentó su fama con un álbum llamado «Lo Mejor de Chabuca Granda». Este disco editado en 1962 y supervisado por la misma Chabuca reunió a sus intérpretes favoritos, Los Troveros Criollos, Los Chamas, Jesús Vásquez y Eloísa Angulo. A la calidad de los temas y las virtuosas interpretaciones, se sumó una calidad de sonido nunca alcanzada hasta entonces, por lo cual es considerado como uno de los mejores discos en la historia de la música criolla peruana.

Rompió la estructura rítmica convencional del vals peruano, y sus melodías, de tesitura muy amplia, alternaron el nuevo lenguaje que propuso con el de los antiguos valses de salón. Su producción también revela una estrecha relación entre letra y melodía, que fue variando con el tiempo hacia una tendencia poética cada vez más sintética.

Durante tres décadas (1950-1970), alternó haciendo dueto con el guitarrista pionero del Perú, Óscar Avilés. También trabajó al lado de los guitarristas Lucho González y Félix Casaverde, y los percusionistas Carlos “Caitro” Soto y Eusebio Sirio “Pititi”. Hizo una gira por casi todas las capitales de América Latina y España, permaneciendo largas temporadas en Buenos Aires, México D.F. y Madrid.

Más adelante, Chabuca quebrantó incluso las estructuras de la poesía convencional, y el ritmo de las canciones seguirá los pasos de esa evasión de las rimas, consonancias y métricas dadas. A esta última etapa pertenece un ciclo de canciones dedicadas a la chilena Violeta Parra y a Javier Heraud, poeta peruano asesinado en 1963.



En sus últimos años, Chabuca Granda interpretó un repertorio ligado al renacimiento de la música afroperuana que, a pesar de haber estado presente en el país, había sido denostada por razones sociales. Manejó con maestría “negra” el abanico de ritmos que enriquecieron la música popular peruana y su poesía, tomó el sesgo de la acuarela, el trazo sintético y sugerente de colores y sensaciones.

Su voz y su vasta obra se extendieron más allá de las fronteras de su país. Sus letras han sido cantadas también por intérpretes de todo el mundo, que han visto en sus composiciones una fina y sensible expresión de la música del Perú.

Todavía se hallaba abocada a diversos proyectos musicales, cuando falleció por una isquemia cardíaca en una clínica de Miami, Estados Unidos, el 8 de marzo de 1983.

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