Mercedes Núñez Targa (Barcelona, 16 de enero de 1911 - Vigo, 4 de agosto de 1986) fue una política republicana española.
Secretaria
de Pablo Neruda, luchadora antifascista, resistente y deportada a Ravensbrück.
Mercedes sufrió la guerra, la cárcel, el exilio y la
deportación. Mujer rebelde y valiente, consideró que tras la derrota
republicana su lucha debía continuar y que tras la ocupación nazi de Francia su
deber no era aceptarla, sino combatirla. Se enfrentó al fascismo en España,
Francia y Alemania, sobrevivió al horror nazi con coraje y dignidad hasta la
liberación del campo donde fue deportada y cuando por su falta de salud solo
era una destinada al crematorio. Una mujer a la que el dolor tatuó cada pliegue
de su Memoria, que convirtió ese dolor en resistencia y vivió con la imperiosa
necesidad de transmitir su testimonio, porque siempre creyó en un mundo de
justicia, sin guerras, sin hambre, en un mundo libre.
Algunos datos biográficos
De madre catalana y padre gallego, de Bergondo, nació
en el seno de una familia acomodada. A pesar de ello Mercedes, independiente y
decidida, quiso trabajar desde joven y a los 16 años fue auxiliar de
contabilidad y mecanografía en un laboratorio cinematográfico, tarea que
compatibilizó con la de mecanógrafa en el Consulado de Chile en Barcelona. En
1935, cuando Pablo Neruda fue nombrado cónsul en sustitución de Gabriela
Mistral, Mercedes comenzó a ejercer de secretaria del poeta. Se afilió a la
Juventudes Socialistas Unificadas y en 1936 al PSUC (Partido Socialista
Unificado de Cataluña), en el que colaboró ejerciendo tareas burocráticas
durante toda la guerra. En enero de 1939 la dirección del Partido Comunista le
encargó la reorganización del partido en La Coruña, ciudad a la que llegó en
marzo de ese año.
La cárcel
Seis meses después de llegar a Galicia fue detenida
por agentes de la Dirección General de Seguridad de Madrid, que llevaban meses
vigilándola. Se le incautó un tintero, un frasco de tinta invisible, unos
cuadernos en blanco y varios sobres; material "altamente peligroso"
que la condujo a ingresar en la prisión de mujeres de Betanzos, en la prisión provincial
de La Coruña y, en marzo de 1940, en la prisión de Ventas de Madrid. Hasta ese
momento Mercedes había sido católica practicante, pero el trato recibido por
las monjas de esta cárcel hizo que su fe desapareciera. En el Consejo de Guerra
celebrado el 25 de octubre de 1940 Mercedes fue condenada a la pena de doce
años y un día por auxilio a la rebelión, situándola como la responsable del
Partido Comunista en La Coruña. Obtuvo la libertad condicional en enero de
1942, por un error administrativo, mientras esperaba la resolución de otro
juicio bajo la acusación de pertenecer al SRI (Socorro Rojo Internacional) y a
organizaciones marxistas.
La huida
Regresó a Barcelona y preparó su huida clandestina. En
julio de 1942 cruzó los Pirineos hacia Francia bajo la falsa identidad de
Francisca Colomer. Dos meses después fue detenida por la policía francesa y
encarcelada en la prisión de Perpignan, bajo la acusación de paso clandestino
de la frontera y condenada a un mes de prisión. En octubre de ese año fue internada
en el campo de Argelès, mientras en Barcelona se dictaba una orden de búsqueda
y captura contra ella:"Se trata de un elemento activo de izquierdas que ha
tenido importantes responsabilidades en la causa roja".
En enero de 1943 encontró trabajo como cocinera en el
Estado Mayor de las fuerzas de ocupación nazis en Carcassonne. Se incorporó a
la Resistencia francesa, formando parte la 5ª Agrupación de Guerrilleros
Españoles del Departamento de l'Aude como enlace, bajo el pseudónimo de Paquita
Colomer. Realizó labores de logística y falsificación de documentos.
La deportación
En mayo de 1944, junto a once compañeros de su
agrupación guerrillera, fue detenida y sometida a un violento interrogatorio en
la sede de la Gestapo en Carcassonne. El oficial alemán que lo ejecuta fue René
Bach. Trasladada bajo la falsa identidad de Francisca Colomer al fuerte de
Romainville, fue un mes después deportada en condiciones infrahumanas a los
campos de Sarrebruck, donde permaneció ocho días comiendo ortigas cocidas, y Ravensbrück.
Durante cinco días de viaje permaneció en un vagón de ganado precintado con
otras 52 mujeres, sin comida (tan solo un bocadillo para todo el trayecto) y
sin agua. En uno de los extremos del vagón había un enorme barril para orines y
excrementos que según sus palabras "permaneció así durante los cinco días
hasta desbordarse". Cuando el tren se detuvo en la estación de
Fürstenberg, el 23 de junio de 1944, Mercedes y sus compañeras fueron recibidas
por los SS y sus feroces perros y obligadas a iniciar una marcha a pie hacia el
campo de Ravensbrück.
Ravensbrück
Mercedes cruzó las puertas de este campo a las cinco
de la tarde del 23 de junio de 1944, bajo la falsa identidad de Francisca
Colomer, esposa de Puig. Durante doce horas, junto a sus compañeras de
infortunio, permaneció en posición de firme bajo la vigilancia de los SS y los
kapos, que no tuvieron reparo en repartir bofetadas, palos y latigazos: "A
las cinco de la mañana nos introdujeron por grupos en unas duchas y allí nos
dejaron tal y como vinimos al mundo. Nos arrebataron absolutamente todo,
incluso pañuelos, sostenes y paños higiénicos. A las que tenían bellas
cabelleras se las cortaron (hacían tejidos con ellas) y a algunas les obligaron
a soportar examen íntimo". Ya no era Mercedes, ni Francisca, sino tan solo
un número, el 43255.
Permaneció hacinada durante cuarenta días en un
barracón. La única salida permitida y obligada era para formar en el patio
durante interminables horas. En ese tiempo los nazis realizaban su habitual
selección: las jóvenes, fuertes y sanas eran aptas para trabajar. Las enfermas,
las ancianas y las embarazadas solo eran destinadas al exterminio.
Kommando HASAG
Este lugar era un complejo industrial situado en
Leipzig, donde las prisioneras eran obligadas a trabajar en una fábrica de
armamento destinado a abastecer al ejército alemán.
Mercedes fue integrada en este kommando el 21 de julio
de 1944. Junto a ella se encontraban siete españolas, de un total de seis mil
mujeres. Allí le dieron como matrícula el número 4068. Su tarea consistía en la
producción de obuses. "Se nos obligaba a trabajar en esa fábrica de
armamento doce horas por días, siempre de pie, comiendo una sopa y una pequeña
rebanada de un pan que tenía de todo menos harina".
Los magnates de la industria alemana habían realizado
diversos estudios que aseguraban que en esas condiciones la esperanza de vida
de cada presa no superaría los nueve meses. Pero no contaban con la solidaridad
de las mujeres, que renunciaban a una pequeña porción de su comida para dársela
a las que más lo necesitaban.
Mercedes y sus compañeras rechazaron la condición de
víctimas, pues se consideraban presas políticas y combatientes:
"Considerábamos, pues, el sabotaje como un deber primordial y la verdad es
que los obuses y las máquinas quedaban inutilizados con gozosa
frecuencia".
Mantuvieron en alza su dignidad:
"Decidimos arriesgarnos a una acción, de cara a reivindicar nuestra
condición de presas políticas frente a los obreros alemanes, a quienes habían
dicho que éramos ladronas, prostitutas, etc, a las que reeducaban por el trabajo
y con las que no debían hablar en absoluto". La ocasión se presentó cuando
los nazis decidieron pagarles un ficticio salario en bonos de cantina delante
de los obreros y los rehusaron públicamente al grito: "No somos obreras
libres, somos presas políticas, no queremos dinero de Hitler".
Con esta acción concertada entre todas las
prisioneras de distintas nacionalidades se ganaron el respeto de los operarios
de la fábrica y la furia de los nazis.
El Kommando fue abandonado por los nazis
el 13 de abril de 1945. Mercedes, enferma de tuberculosis y escarlatina ya no
era útil para el trabajo y se encontraba en la enfermería del campo. Desconocía
que ese mismo día los nazis habían decidido su traslado a la cámara de gas.
La libertad
Mercedes celebró la liberación del campo
por el Ejército Rojo colocando sobre su ropa una banderita republicana
confeccionada por sus compañeras españolas. En una entrevista en la televisión
catalana en marzo de 1986 relató aquel día: "El día de mi liberación no sé
lo que hice. No puedo recordarlo. Fue tal el choque. Hubo mujeres que se
murieron aquel mismo día, que no se podían mover y estaban agonizando en la
cama y que se pusieron de pie al oír la noticia. Era una cosa de locura. Fue
una alegría inmensa. Lo que sí recuerdo es que mis compañeras españolas que
fueron evacuadas me habían confeccionado una banderita republicana. Era el 13
de abril aquel día. Me dijeron mis compañeras: "Mira, si mañana 14 de
abril eres liberada, te la pones". Yo cogí y me la puse. Es el único dato
concreto que recuerdo de aquel día de mi liberación. Lo demás es un poco
difuso. Anduve, salté, corrí…".
Pero la liberación no puso fin al
sufrimiento. Muchas mujeres, hombres y niños fallecieron en las semanas y meses
siguientes. Los que lograron sobrevivir padecieron las secuelas de su reclusión
y el recuerdo permanente de su estancia en el campo.
Mercedes no sentía odio por el pueblo
alemán: "Jamás las españolas confundimos al pueblo alemán con los asesinos
nazis y sus amos. Los antifascistas alemanes de la Thaelmann y de la Edgar
André no habían escrito en vano esa lección con su propia sangre. Nunca
podremos olvidarla".
El incierto futuro
Mientras que sus compañeras de infortunio
eran repatriadas a sus países de origen, Mercedes no podía regresar a España.
Era una apátrida para el régimen franquista. Regresó a Francia en mayo de 1945
e ingresó en el Hospital Bichat de Paris. Estaba enferma y débil. Dos meses
después y se desplazó a Carcassonne para participar como testigo de la
acusación en el juicio seguido contra René Bach, su torturador al servicio de
la Gestapo, que fue condenado a muerte y fusilado en septiembre de ese mismo
año.
Meses después conoció a Medardo Iglesias,
capitán republicano de la Guardia de Asalto en Madrid. Medardo había estado
internado en los campos de África del Norte desde que llegó a Orán a bordo del
Stanbrook. Vivieron juntos en Drancy, y su casa se convirtió en lugar de
encuentro de numerosos militantes clandestinos, represaliados e intelectuales.
Mercedes padeció importantes secuelas
producidas por la deportación. A consecuencia de las mismas años después le
extirparon un pulmón. A pesar de contar con la opinión desfavorable de los
médicos, en otro rasgo de valentía, decidió tener a su hijo, Pablo, nacido en
1949.
Retorno a la militancia
Nunca cesó su actividad militante: atendía a los
emigrantes españoles, participaba en congresos sobre deportación, colaboraba en
diversas publicaciones españolas y francesas, coordinaba el programa De Ribadeo
a Tuy en Radio España Independiente, estación pirenaica, participó activamente
en la creación del Partido Comunista de Galicia formando parte de su primer
Comité Central, escribió Cárcel de Ventas y Candidata al crematorio, su valioso
testimonio de resistente y deportada y colaboró con la Amical, creada en 1962
en la clandestinidad.
El gobierno francés concedió a Mercedes la Legión de
Honor (máxima condecoración civil francesa) en 1959, así como la Medalla
Militar (máxima condecoración militar francesa), la Cruz del Combatiente
Voluntario de la Resistencia, la Medalla de la Deportación e Internamiento por
hechos de Resistencia, la Cruz de Guerra 1939-1945 y la Cruz del Combatiente.
El regreso
Tras la muerte del dictador, Mercedes y Medardo
regresaron a España y se establecieron en Galicia. Continuó impartiendo
conferencias en centros escolares presentando el documental Noche y Niebla,
charlas y debates en radio y televisión. También la prensa escrita recogió su
testimonio.
En 1983, Mercedes fue nombrada delegada en Galicia de
la Amical de Mauthausen y otros campos y se encargó de elaborar un censo de más
de 200 gallegos muertos en los campos de concentración nazis.
Mercedes falleció en Vigo el 4 de agosto de 1986, sin
conseguir de las autoridades gallegas y estatales el reconocimiento a los
deportados.
María Torres
www.buscameenelciclodelavida.com
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