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viernes, 3 de marzo de 2023

Ariane Mnouchkine directora escénica



Ariane Mnouchkine (Boulogne-Billancourt (cerca de París), Francia, 3 de marzo de 1939) es una directora escénica francesa, directora del Théâtre du Soleil (Teatro del Sol), y también guionista y productora de cine.


Ariane Mnouchkine es hija de la actriz británica Jane Hannen y del productor de cine Alexandre Mnouchkine, que ha llamado a su compañía cinematográfica “Les films Ariane” (Las películas Ariane). Ha empezado en el teatro en una compañía universitaria en Oxford donde estudiaba inglés. Cuando volvió a Francia, ha creado la Association théâtrale des étudiants de Paris (ATEP) (Asociación teatral de los estudiantes de París) de la Universidad Sorbonne. En 1964, con otros miembros de la asociación coo Philippe Léotard y Jean-Claude Penchenat, Ariane Mnouchkine crea la compañía Théâtre du Soleil. Luego, en 1970, la compañía se domicilió en La Cartoucherie de Vincennes, un lugar dedicado a la creación teatral y coreográfica cerca de Paris.


Le Théâtre du Soleil se encuentra en la Cartoucherie de Vincennes, un lugar cultural, dedicado a la cultura, ocultado en el bosque de Vincennes (al lado de París). Allí, hay cuatro teatros (Théâtre de l’Aquarium, Théâtre de l’Epée de bois, Théâtre du Chaudron y Théâtre du Soleil), una escuela de danza y establos. En el pasado, este lugar era una fábrica de armas que se ha convertido en un lugar cultural cuando Ariane Mnouchkine y su compañía se domicilian allí, en 1970, mientras que el gobierno francés no estaba de acuerdo al principio. Es con el espectáculo 1789, que trata de la revolución —revolución teatral, revolución en los hombres— dentro del contexto de liberación de los años 70, que la compañía se acapara de la Cartoucherie. Este primer espectáculo fue un gran éxito. Ver un espectáculo en el Théâtre du Soleil no es solamente ver teatro, porque lo que Ariane Mnouchkine quiere es crear una experiencia humana. Su objetivo es hacer que la gente vuelva a creer algunas horas más en la bondad de los valores humanos. En ese sentido, ha desarrollado un teatro muy humano en la cual el confort del público es muy importante. Por ejemplo, ella en persona aloja al público a la entrada del teatro, distribuye mantas a los espectadores con el fin de que no tengan frío… Ariane Mnouchkine fundó el Théâtre du Soleil como un grupo de trabajo con un espíritu de comunidad. Algunos de los principios que rigen el funcionamiento de la compañía han marcado los espíritus, tales como la igualdad de remuneración para todos, el maquillaje público, la cena antes de las muestras…


Siguiendo la idea precedente de teatro humano, las puestas en escena de Ariane Mnouchkine permiten reflexionar sobre la condición humana. En efecto, su teatro trata de temáticas muy actuales, tal que la vida de los inmigrantes en su creación Le dernier Caravansérail (2003). Este espectáculo narra episodios de la vida de todos los días, en Afganistán y en el norte de Francia, donde los refugiados intentan entrar clandestinamente en Inglaterra, con la esperanza de encontrar una vida a la que no se puede acceder en su país de origen. Uno de los primeros éxitos de Ariane Mnouchkine es La Cuisine de Arnold Wesker (1967). Esta obra relata la vida de un gran restaurante - gran por el nombre de clientes más que por la cualidad de la comida -. Lo interesante con esta obra es la ausencia de comida en los platos o sartenes, todo es un trabajo gestual. En efecto, los espectadores pueden figurarse la comida tras los gestos de los actores mientras que no hay comida. Para Ariane Mnouchkine, lo que hace la teatralidad de este espectáculo es que no hay comida real. De manera general, lo que le apetece es romper con la realidad en el teatro y esta ausencia de comida permite romper con la realidad. En efecto, ella opina que el teatro occidental es demasiado realista y que eso va a matar al teatro. Es en este sentido que ella se interesa en el teatro oriental, tal que el teatro Kabuki o el teatro Nō. Esta influencia oriental se puede ver mucho en su estética escénica. De manera general su teatro es conocido por su estética y por algunas características recurrentes en sus puestas en escena tal que sus escenografías con plataformas sobre ruedas que se pueden mover gracias a hombres. En efecto, casi en todas sus producciones hay hombres vestidos de negro, que mueven las plataformas o las telas. Las plataformas sobre ruedas permiten ver la misma escena desde diferentes ángulos. También, trabaja mucho con las telas, por ejemplo con telas azules para simbolizar el agua.


Ariane Mnouchkine nunca realiza trabajo de mesa. No distribuye papeles, no impone ningún personaje a los actores: prefiere trabajar a partir de situaciones y estados, pero no de las emociones. En su trabajo de creación teatral, la música desempeña un papel importante. Desde 1979, trabaja con el músico Jean-Jacques Lemêtre. Este músico sabe tocar un montón de instrumentos, tantos que se lo puede calificar de hombre-orquesta. Ya sea durante los ensayos o las muestras, el músico está en el borde del escenario para tocar la música en directo. Durante los ensayos, Jean-Jacques Lemêtre, Ariane Mnouchkine y los actores hacen trabajo real de grupo. La metodología de Ariane consiste en un trabajo “en triángulo”. Es decir: los actores proponen algo en el escenario, el músico integra música para ilustrar los sentimientos de los actores y la directora escénica está aquí para decir si funciona o no. Si Ariane Mnouchkine piensa que no funciona, los actores proponen una nueva propuesta y el músico sigue integrando la música en función de la nueva propuesta. Ariane Mnouchkine es un poco como un “catalizador”, que permite que todo quede coordinado y funcione. Categoría:Miembros del Colegio de Francia


Alicia Trueba – Microponencia en el Encuentro ‘Las artistas que hay en mí’, 6 de marzo de 2019.

Ha habido muchas mujeres que han sido una referencia para mí desde que era una niña. Bailarinas, profesoras y actrices que de alguna manera influyeron a lo largo de mi vida. Pero hay un encuentro clave en mi trayectoria profesional con una mujer llamada Ariane Mnouchkine hace 20 años, en París, que marca un antes y un después. Una mujer que ha permanecido como una especie de guía desde entonces y que, sin conocerla personalmente, ha estado presente en mis decisiones más importantes, de una forma casi inconsciente. Ha sido solo hace unos meses que caí en la cuenta de lo mucho que este encuentro marcó el destino de mi proyecto futuro.

Esta mujer es un coloso del teatro desde hace más de cincuenta años, y su compañía, Le Théâtre du Soleil, un ejemplo de trabajo colectivo creador.  Ariane Mnouchkine nació en Francia en 1939. A los 20 años, cuando aún era estudiante de psicología en la Sorbona, se estableció con un grupo de teatro independiente. En 1964, este grupo se convirtió en el Théâtre du Soleil. En 1970, se instaló en la Cartoucherie del bosque de Vincennes, una vieja fábrica, antiguo arsenal del ejército, en las afueras de París, que la compañía usaba para ensayar y que transformó en teatro. (En la década de los 70, Mnouchkine y el Théâtre du Soleil, celebraron su primer éxito internacional con la legendaria obra 1789, inspirada en la revolución francesa). Su objetivo fue establecer nuevas relaciones con el público y distinguirse del teatro burgués para hacer uno popular de calidad.

Me gustaría detenerme especialmente en el recuerdo del espectáculo de “Tambours sur la Digue” de otoño de 1999: Todo ha sido pensado para que la llegada a la Cartucherie sea amable y mágica. Un autobús gratuito conduce a los espectadores de la estación de metro más cercana a este inmenso centro teatral en donde conviven cuatro teatros, además del Théâtre du Soleil. El sitio, en el corazón del bosque de Vincennes, es un remanso de paz. El espectador es el personaje central de la aventura. Cada noche lo recibe la propia directora, ella es quien hacía el control de las entradas. El interior del teatro es pura convivencia: restaurante popular, librería, encuentro con los actores que se maquillan, acogida de la directora, una gradería en donde se ve perfectamente bien desde cualquier punto. La música siempre es en vivo, los espectáculos, una garantía de calidad y compromiso.

Me gustaría terminar con algunas reflexiones recogiendo las palabras de la propia Ariane Mnouchkine, una dosis de inspiración en estado puro:

Concibo el teatro como un lugar de encuentro, de comunión, de identidad colectiva. Es el “palacio de las maravillas”, como decía Meyerhold. Allí alimentamos nuestro corazón, nuestro estómago, nuestro cuerpo. Vamos al teatro para tener confianza unos en otros. Incluso cuando vemos una tragedia, la Orestea por ejemplo, el hecho de verla juntos, de ver que los actores se han tomado tanto tiempo para elaborar ese espectáculo, nos devuelve la confianza en el ser humano. Incluso en el silencio, a través de la piel, nos decimos que nos parecemos. El público se habla aún sin hablarse.

El teatro es una especie de milagro. En ese momento compartido con nosotros, los actores se ponen la máscara y los espectadores se la quitan. Compartir la comida es un signo de amistad, de ternura, tenemos ganas de que estén bien alimentados, de que no tengan hambre durante el espectáculo. De que tengan tiempo de calmarse y de olvidarse de las situaciones conflictivas del día o de su trabajo. Creo que el teatro es, durante algunas horas, una utopía. 600 personas que respiran juntas, que no se matan, que no se pelean todo el tiempo, que se miran, que se hablan. El teatro es un reflejo de lo que el mundo podría ser

“Un teatro no es ni una boutique ni una oficina ni una fábrica. Es un taller para encontrarse y compartir. Un templo de reflexión, de conocimiento, de sensibilidad. Una casa donde debemos sentirnos bien, con agua fresca si tenemos sed y algo para comer si tenemos hambre”.

“Me empecino en decir que no es ni ilegítimo ni ilógico pensar que la cultura debería ser subvencionada por todos los ministerios a los que les rinde servicios inestimables. Es notorio que somos útiles para la salud mental, ayudamos a prevenir la delincuencia y la violencia, somos eficaces contra la ignorancia, somos portadores de la imagen honorable de Francia en el exterior; por lo tanto somos indispensables a los Ministerios de Salud, de Justicia, del Interior, de Educación, de Turismo y de Relaciones Exteriores, sin olvidar al de Juventud y Deportes, y al de Asuntos Sociales”.

«Y lo más importante, digamos a nuestros hijos que llegan a la tierra casi al principio de una historia y no en su final desencantado. Todavía están en los primeros capítulos de una epopeya larga y fabulosa de la que serán, no los engranajes silenciosos, sino, al contrario, los autores inevitables. Deben saber que, afortunadamente, tienen una obra, compuesta de mil obras, para realizar, juntas, con sus hijos y los hijos de sus hijos. Digámoslo alto y claro, porque muchos de ellos han escuchado lo contrario, y creo que eso los desespera. ¿Qué mejor legado podemos dejar a nuestros hijos que la alegría de saber que la génesis aún no ha terminado y les pertenece? ¿A qué esperamos?»








https://cdat.es/ariane-mnouchkine/

https://es.wikipedia.org/wiki/Ariane_Mnouchkine

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