Idoate Iragui, Ignacia. Oricaín (Navarra), 15 de enero de 1900 – Madrid, 18 de noviembre de 1975. Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl (HC). Su compromiso con la infancia y adolescencia desfavorecida la hizo acreedora de múltiples reconocimientos. Llego a superiora local del hospicio de Zamora.
Nacida en el seno de una familia de clase media, dedicada a la labranza, y de hondas raíces cristianas.
Sus padres, Carlos y María, dueños de la casa agrícola más importante de la aldea, le ofrecieron buena educación en el colegio que las Hijas de la Caridad tenían en Sangüesa (Navarra) desde 1825. Allí conoció a las hermanas y sus múltiples actividades sociales a favor de los pobres. Cuando decidió ser Hija de la Caridad, sus padres mostraron una gran oposición al ser la única heredera, a pesar de lo cual pudo ingresar en la compañía el 14 de marzo de 1919. Su primer y único destino fue el hospicio de Nuestra Señora del Tránsito de Zamora (15 de septiembre de 1919).
Aquella institución benéfica, establecida en el centro de la ciudad (15 de agosto de 1798), acogía entonces a niños pobres sin hogar o sin recursos económicos, mendigos y mujeres de la calle. Toda la actividad organizativa, educativa y benéfica recaía sobre las once hermanas que integraban la comunidad. La dirección y el gobierno correspondían a la Junta Provincial de Beneficencia de Zamora. Como todos los hospicios e inclusas de la época, tenía un torno ubicado en la plaza dedicada a Viriato, en la que se dejaban a los niños abandonados que se encontraban por las calles.
Éstos eran acogidos por las hermanas, cuidados con interés y cariño y educados con dignidad. Había también una sala dedicada a la lactancia de los niños y un departamento para la atención a mujeres en situación de dificultad. Éste fue el campo de acción de sor Ignacia a lo largo de su vida.
Desde su llegada a Zamora, se dedicó de lleno a la educación y promoción de los acogidos. Tan pronto se la ve en las clases como ayudando en el lavadero o en el comedor. Había que hacer de todo, y enseñar a los niños a valerse por sí solos ante las dificultades de la vida.
Éste fue el principio educativo que impulsó su actividad.
Quería que los niños y jóvenes de la institución se integraran en la sociedad “con salero y naturalidad”, y fuesen considerados como ciudadanos normales. En esta labor de dedicación y entrega callada pasó veintidós años, hasta que fue nombrada superiora de la comunidad y responsable de las actividades de la casa (1941). Eran años de posguerra y escasez, en los que desarrolló su ingenio para que los acogidos no pasaran hambre. Unas veces solicitó la ayuda de personas ricas; otras, llamaba a las puertas de los comercios y grandes almacenes pidiendo solidaridad, y siempre aprovechó los medios ofrecidos por la Junta Provincial de Beneficencia y la Diputación.
Su creatividad y audacia la llevaron a crear una fábrica de alpargatas (12 de mayo de 1947). Por aquellos años, los niños andaban casi descalzos por falta de medios, pues los comercios se negaron a abastecer de alpargatas al hospicio por falta de pago. Sor Ignacia, mediante convenio previo con el presidente de la Diputación, Prudencio Rodríguez Chamorro, decidió comprar las máquinas con recursos de la comunidad y establecer la fábrica, destinando a ello la herencia familiar recibida. De los locales para los talleres se encargó la Diputación, y la organización y productividad corrieron a cargo de los asilados, ayudados por las hermanas. De esta forma consiguió calzar a todos los beneficiarios del hospicio y, a la vez, proporcionar empleo a las jóvenes que debían salir de la institución por haber cumplido la edad reglamentaria. La fábrica de alpargatas tuvo éxito en Zamora y proporcionó recursos y medios a los jóvenes del hospicio. Junto a esta iniciativa, sor Ignacia creó la Casa Hogar María Inmaculada (1947) para residencia de las jóvenes.
Y junto a la misma, en locales proporcionados por la Diputación, organizó talleres de punto, sastrería, corte y confección, camisería, bordados, zurcidos y pintura. El pueblo y las autoridades zamoranas vieron con buenos ojos la iniciativa. Así nació la Casa Hogar San Vicente de Paúl, para los jóvenes que dejaban la institución cumplida la edad reglamentaria. Y junto a esta casa hogar surgieron los talleres de imprenta, zapatería, sastrería, carpintería y mecánica (1951).
Conocida la iniciativa por su visitadora, sor Justa Domínguez de Vidaurreta, logró extenderla por las instituciones similares, repartidas por la geografía española.
En ambas casas hogar se creó un ambiente de verdadera familia. Sor Ignacia era la madre atenta y comprensiva que animaba a la fraternidad, celebraba los éxitos de “sus hijos” y suplía todas las deficiencias.
Allí se organizaron asociaciones de militancia cristiana y de tiempo libre, fiestas, encuentros amistosos, excursiones y viajes, cursos prematrimoniales y bodas en toda regla. Su dedicación y la acción desarrollada en los cincuenta y cinco años de permanencia en la institución han sido reconocidas públicamente con la Medalla de Oro de la provincia (30 de enero de 1952), la Medalla Pro Eclesia et Pontífice (31 de agosto de 1969), la Gran Cruz de Beneficencia (28 de octubre de 1970), numerosos artículos en la prensa, la dedicación de la antigua calle de la Misericordia, actualmente calle de Sor Ignacia Idoate (25 de mayo de 1993) y un busto del escultor Antonio Pedrero colocado en la calle de Las Damas de Zamora (27 de septiembre de 2000).
Durante su estancia en Zamora la institución tuvo tres ubicaciones: palacio de los condes de Alba y Aliste, actualmente parador de turismo; Hospital de la Encarnación, hoy palacio de la Diputación Provincial, y, a partir de 1973, la actual, junto al Hospital Provincial. Con motivo del traslado de 1973, se reorganizó totalmente la casa, se adaptaron las instalaciones educativas a las exigencias de la Ley General de Educación (1970), se trasladaron los ancianos e inválidos a Toro, y cambió su nombre por el de colegio Nuestra Señora del Tránsito. En esta casa pasó sor Ignacia los últimos años de su vida, ya sin responsabilidades organizativas, pero con el mismo cariño y entrega a los niños. Los dos últimos meses de su vida fue trasladada a Madrid, donde murió. Al conocerse la noticia, la asociación de antiguos alumnos del colegio organizó inmediatamente el traslado de su cadáver a Zamora, donde está enterrada.
Bibl.: VV. AA., Libro de personal del antiguo Hospicio de Zamora (1860-1973), ms.; VV. AA., Recuerdos de un centenario (1860-1960), Zamora, Imprenta Diputación Provincial, 1960; P. Nieto, “Las Hijas de la Caridad en Zamora”, en Anales Españoles de la Congregación de la Misión y de las Hijas de la Caridad (AECMHC) (Madrid), 29 (1921), págs. 217- 248; Anónimo, “Sor Ignacia”, en El Correo de Zamora, 27 de septiembre de 1960; S. A., “Calle dedicada a Sor Ignacia Idoate”, en El Correo de Zamora, 26 de mayo de 1993; P. Vargas, Historia de las Hijas de la Caridad de la Provincia española, Madrid, 1996 (ed. informatizada por P. Junquera); D. Gavilán Santos, “Las Hijas de la Caridad, una institución”, en La Opinión-El Correo de Zamora, 31 de mayo de 1998; A. Ferreras, “La madre del Hospicio”, en La Opinión-El Correo de Zamora, 9 de octubre de 1999; M.ª J. Fernández, “Sor Ignacia Idoate, madre adoptiva de Zamora”, en La Opinión-El Correo de Zamora, 28 de septiembre de 2000; M.ª J. Refoyo, “Sor Ignacia, retrato de una madre”, en El Norte de Castilla, 28 de septiembre de 2000; A. Almazán Enríquez, “El busto de sor Ignacia Idoate”, 7 de octubre de 2000; H. Ramos Pérez, “Sor Ignacia”, en La Opinión-El Correo de Zamora, 7 de octubre de 2000; J. Vega, “A las Hijas de la Caridad del Tránsito”, en El Norte de Castilla, 8 de octubre de 2000; VV. AA., Lo que yo viví, recuerdos y experiencias, Zamora, 2000 (ed. informatizada); M.ª J. Fernández, “Sor Ignacia Idoate, madre adoptiva de Zamora (28 de septiembre de 2000)”, en AECMHC, 109 (2001), págs. 79-80.
Ángeles Infante Barrera, HC
Sor Ignacia Idoate Iragui, nacida en Navarra en 1900 y procedente de una familia acomodada, fue una Hija de la Caridad, destinada en los años de la preguerra al antiguo Hospicio Provincial de Zamora (actual Parador de los Condes de Alba y Aliste). Viendo las necesidades que había en el Hospicio para dar de comer y vestir a tantos niños y niñas (más de 400) en aquellos años, y sabiendo que la Diputación no podía cubrir esos gastos en su totalidad, dedicó gran parte de sus bienes a ello. Pero su labor no acabó ahí y demostró sus grandes dotes de mujer emprendedora. Siendo consciente de que sus chicas y chicos no tenían donde ir cuando cumplían los 18 años, fundó una residencia-taller, conocida en Zamora con el nombre de "la Casita" (emplazada junto al parque de San Martín), donde podían permanecer hasta que se casaran o se emanciparan y donde podían aprender un oficio. Empezó con un pequeño taller para hacer alpargatas y así poder calzar a los niños y niñas del Hospicio, y continuó con otros talleres: costura, sastrería, bordados y zurcidos (donde se hacía la ropa para los niños y uniformes para los funcionarios de distintas instituciones, y se bordaba todo tipo de banderas, estandartes, mantones, capas, mantelerías, etc). De esa manera, el dinero obtenido revertía en los propios trabajadores y en beneficio de los niños del Hospicio, que a finales de los años 50 pasó a llamarse Colegio de Nuestra Señora del Tránsito y del que fue superiora durante muchos años. Al inicio de los 70, vendió los terrenos de la antigua "Casita" y mandó construir un edificio nuevo en la calle Argentina, destinado a la misma finalidad que había tenido anteriormente. En 1975 muere Sor Ignacia y, como las necesidades eran distintas, el edificio, poco a poco, fue dejando de tener las funciones para las que se había creado y pasó a ser sede del actual colegio de enseñanza “María Inmaculadaâ€, que, dicho sea de paso, fue el nombre que tuvo en su día la antigua "Casita".
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