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viernes, 21 de mayo de 2021

Adelaida Chaverri Polini ecóloga forestal tropical y conservacionista proactiva


Adelaida Chaverri Polini (Costa Rica, 21 de mayo de 1947-Costa Rica, 20 de setiembre de 2003) fue una ecóloga forestal tropical y conservacionista proactiva .


Ingresa a la Galería de las Mujeres  de Costa Rica (Edición 2003) por su trayectoria de vida, y por haber marcado un hito para la historia de nuestro país con sus incansables y laboriosas investigaciones para salvaguardar la riqueza biológica del país.

Nace en 1947 y muere el 20 de septiembre de 2003. Científica reconocida en América Latina, Norte América y Europa, por su trabajo a favor de los bosques montanos y los pastizales del páramo alpino en el neotrópico de altura en Costa Rica, marcó un hito para la historia de nuestro país con sus incansables y laboriosas investigaciones en estos hábitats.

Estudió en la Universidad de Costa Rica y en el Bryn Mawr College, en Pennsylvania, Estados Unidos, la carrera de Matemática. En 1979 terminó una maestría en el Centro de Agronomía Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE). Más tarde, amplió sus conocimientos en el Oxford Institute of Forestry, en la Universidad de Oregon, en el Departamento de Botánica de la Universidad de la Florida en Gainsville; y en el Departamento Forestal de la Universidad de Gottingen, en Alemania.

Dictó clases desde 1975 en la escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional, en los campos de Ecología Forestal y Manejo Forestal.

Con su intuición, conocimiento y fuerza de voluntad,  Adelaida se caracterizó por trabajar incansablemente para asegurar la sobrevivencia de la biodiversidad en las montañas de Costa Rica. Una profunda convicción, aunada a su gran motivación y entusiasmo, permitió a esta científica y ambientalista de corazón generoso y sentido visionario, legar a ésta y futuras generaciones los frutos de la lucha por salvaguardar las riquezas biológicas del país.

Contribuyó en forma significativa a la consolidación del Servicio Nacional de Parques Nacionales y a la creación del Parque Nacional Chirripó.

Como naturista transmitía una concepción espiritual y sencilla de la vida, lejos de intereses consumistas o empresariales.

Adelaida Chaverri Polini fue una conservacionista de corazón, representa la valentía y la tenacidad. Su obra perdurará en los bosques, especialmente en los robledales y en los ecosistemas que con tanto empeño contribuyó a preservar.

Chaverri Polini en la cumbre del Cerro Chirripó,Costa Rica. (Foto: cortesía de Alfonso Mata)

Una pérdida para la ciencia y la conservación
La noticia del fallecimiento de Adelaida Chaverri Polini, nacida el 21 de mayo de 1947, ha conmocionado al mundo científico en América Latina, Norteamérica y Europa. Es una pérdida irremplazable para la ciencia de los bosques montanos y los pastizales del páramo alpino en el Neotrópico, puesto que ella sobresalió por su conocimiento y experiencia en estos frágiles ecosistemas de altura en Costa Rica, como resultado de su incansable entusiasmo por visitar estos sitios remotos, conducir investigación laboriosa en sus hábitats, y dar presentaciones sobre su ecología compleja y su manejo sostenible.Sus hijos, Andrés y Catalina, fueron una fuente de gozo y motivación para seguir trabajando, en condiciones difíciles, a favor de la conservación de los tesoros en las elevaciones naturales en la Cordillera de Taamanca de Costa Rica, hasta que entró en los últimos y difíciles meses y semanas de su vida que, triste y muy prematuramente, terminó el 20 de setiembre de 2003.

Llevaba años luchando contra su enfermedad sin querer rendirse: había tanto por hacer para asegurar la supervivencia de la biodiversidad de las montañas de Costa Rica, tanto en las poblaciones rurales como en las urbanas. Ella fue una naturalista en el sentido tradicional, motivada por su intuición y la voluntad innata de ayudar a salvaguardar la riqueza biológica necesaria para que la humanidad sobreviva en el largo plazo. Montañista de las zonas altas En varias giras, Adelaida, una verdadera montañista y científica, condujo a numerosos científicos a la cumbre del Cerro Chirripó (3819 msnm) —un pico del cual se enamoró— para conocer los majestuosos ecosistemas de altura, con su mezcla de flora y fauna tropical y templada. Explicó la naturaleza inmensa y la fragilidad extrema de estos hábitats, la alta incidencia del fuego durante las últimas tres décadas y el lento proceso de regeneración luego de las quemas frecuentes que tanto le preocupaban.

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