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viernes, 18 de noviembre de 2022

Adriana Zarri teóloga, periodista y escritora



Adriana Zarri ( San Lazzaro , 26 de abril de 1919 - Crotte de Strambino , 18 de noviembre de 2010 ) fue una teóloga, periodista y escritora italiana .

Nació en en San Lazzaro di Savena, en las inmediaciones de Bolonia, hija de un molinero (ex obrero ) e hija de un maestro de obras .

En su juventud fue líder de la Acción Católica ; desde 1952 fue periodista autónoma .

Tras vivir en varias ciudades italianas ( Roma , sobre todo), a partir de septiembre de 1975  , por elección ermitaña, se retiró primero a Albiano , luego a Fiorano Canavese y Perosa Canavese , y finalmente, a partir de mediados de los noventa , en Strambino , también en Canavese  .

Colaboró ​​con numerosos periódicos católicos: L'Osservatore Romano , Rocca , Studium , Politics today , Seven Days , Il Regno , Concilium , Servitium y Adista . Colaboró ​​con las revistas Avvenimenti (con la columna Diario inútil ), MicroMega y el semanario Anna. En el periódico, el manifiesto tenía una columna dominical, Parábolas .

También participó como invitada habitual en el programa de televisión Samarkand dirigido por Michele Santoro . En 2004 fue candidata sin ser elegida en las elecciones europeas en la lista de Refundación Comunista del Noroeste de Italia, resultando en la tercera más votada de la lista con 7.402 votos 

La suya era una teología antitradicionalista, que dudaba de la existencia del infierno como castigo no educativo. Se distanció públicamente tanto del desinterés por la religión como de movimientos cristianos como Comunión y Liberación o el Opus Dei .

Con motivo de la aprobación de la Ley 194 que permitió la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVG) en Italia y el referéndum posterior, se inclinó muy abiertamente a favor del derecho a interrumpir el embarazo, alegando motivos vinculados a los principios evangélicos.





La ermita no es la coraza de un caracol.

El testimonio de Adriana Zarri.

Adriana Zarri (1919 - 2010), periodista, teóloga y eremita laica italiana, trabajó hasta el último día de su vida en su libro: “La ermita no es la coraza de un caracol”. En cierto momento de su vida, Adriana tomó una decisión muy valerosa y a contracorriente (en lo que quizás haya sido su giro existencial): se decidió a alejarse de la ciudad, para vivir en una casa de campo en medio de la más absoluta soledad, proponiendose recuperar la antigua tradición de la vida eremítica contemplativa. En este libro nos habla sobre su aventura humana y espiritual, de aquel septiembre de 1975 en que, con sus 56 años de edad, se decidió por una opción radical.

Su nueva residencia fue una antigua casa solitaria, llamada: il Molinasso, que era un viejo molino; era una casa levantada sobre las colinas, cerca de Ivrea, al norte de Italia, aislada e inmersa en la naturaleza. Adriana había renunciado a la vida de la ciudad, y cultivaba una huerta. Transcurría largos períodos sumergida en una soledad eremítica, austera y sin comodidades, dedicada a la oración y a la meditación.

Por desgracia, la campiña con frecuencia es un territorio de caza y de delincuentes, quienes una noche llegaron a su casa y violentaron la puerta. Cuando irrumpieron, la golpearon salvajemente. Para Adriana, esta agresión significó la pérdida de lo que orgullosamente consideraba como un logro: la soledad vivida como un espacio de elección. Aunque la pérdida de su casa en la colina, era algo difícil de remplazar, finalmente, le ofrecieron una propiedad con vista al campo en otro lugar de la región. Allí recompuso su huerta y su jardín, con muchas rosas que lograron florecer.

La teología de Adriana es con seguridad una teología de la salvación; Adriana habla sobre sus experiencias espirituales y las intercala con reflexiones sobre el sentido de la vida y sobre la percepción de Dios, o mejor, sobre lo divino en la realidad humana. Su mirada, de aires franciscanos, siempre vuelve a la naturaleza y a sus ciclos, al amor por los animales y por lo creado.

El libro finaliza con sus recuerdos de una época feliz; aunque grande es su lamento por la ermita de il Molinasso y por su proyecto de una vida eremítica, a la que fatigosamente había conquistado. Dice Adriana: 

“Las realidades nacen y mueren; y cuando ellas no quieren morir ya no son más aquellas, pues se van degradando. Es también mejor que entierre esta vida mía conmigo, y que venga aquí quien quiera venir. Pero il Molinasso morirá dulcemente, abrazado por las zarzas. Aquí se dan el agrietamiento y el desmoronamiento de las paredes, el colapso y la caída de sus techos; el cielo se ríe desde arriba y el sol se desploma en su interior, mientras el viento juega con las puertas que se agitan […] Cuando ya todo se haya venido abajo, las ruinas florecerán y vivirán en todas partes: en la hierba, en la espesura de los espinos, en el refugio de los topos y en el correr de las lagartijas […] La muerte es la vida. Y en el invierno la nieve disminuirá como la angustia, preparando así el marzo de las prímulas.” 

Se trata de un feliz ejemplo de lo que los budistas llaman “impermanencia” y ”transitoriedad”, o los cristianos “morir a uno mismo como el grano de trigo”.

La escritora Valentina Fiume refiriéndose a Adriana Zarri dice que en su obra "Una ermita no es la coraza de un caracol" ésta insiste en que “…un eremitorio no es un lugar para encerrarse. Con esta afirmación, la teóloga cuenta su experiencia de ermitaña, tratando de explicar lo qué significa, hoy, vivir esta vocación contemplativa. Según la etimología griega, ἐρημίτης indica "El que pertenece al desierto", de ἔρημος que significa desierto, deshabitado. Incluso el sinónimo "ancla" etimológicamente se refiere a un distanciamiento, una separación, una retirada del mundo (del griego ἀναχωρέω, "me retiro"). Los Madres y Padres del desierto, en busca de la perfección, sintieron la necesidad de retirarse a otra parte, evitando la vida del cenobio. Ellos lideraron su propia existencia en cuevas, barrancos, en montañas, colinas, cerca de santuarios.

La vocación a la vida ermitaña es ante todo una vocación al silencio, por lo que la hace ubicarse en dos lugares privilegiados: el desierto y las montañas. La ermita es un lugar de silencio, de separación, de soledad pero también lugar de reunión. El inhóspito y árido desierto se convierte en una imagen tópica de la ermita. Al apelar a la exégesis de los textos bíblicos, es posible notar la frecuencia con la que aparece esta imagen desde el Antiguo Testamento. Todo parece estar sucediendo ἐν τῇ ἐρήμῳ, en la desolación del desierto donde todo está claro y claro, Dios revela y conduce a sus criaturas a áreas de aridez para asegurarse de que lo encuentren en la profundidad del Espíritu. El llamado al silencio es fuerte: "Tienes que estar en un desierto. Porque el que tenemos que amar está ausente " (Simon Weil, 1947, 196).

El desierto también adquiere un sentido aterrador, se presenta como un lugar de tentación, de pérdida de sí mismo, de largo y peligroso peregrinar que conduce cada vez más a una condición dolorosa de exilio. Sin embargo, es en este lugar cavado en el silencio y el vacío que se puede manifestar la voz y la plenitud del Dios. Adriana Zarri escribe: “Nuestro Señor a menudo iba al desierto para pasar noches solitarias y silenciosas. Diálogo con el Padre. Nosotros también debemos buscar nuestro desierto, hacer nuestro rincón de silencio imperturbable: un rincón que ama la soledad externa pero que reside en el lago profundo y tranquilo del corazón: como una cavidad o un nido, donde descansa el Espíritu de Dios: el silencio escucha, la soledad espera; ambos son bienvenidos como un hueco receptivo que se llena, un útero vacío que concibe”.

Leonardo Boff al hablar de la presencia en la Iglesia italiana de cristianos, laicos y laicas, no alineados, abiertos al Evangelio y a los valores de la buena nueva, dice que “destaca Adriana Zarri, eremita, teóloga, poetisa y eximia escritora. La visité algunas veces en su eremitorio cerca de Strambino en el norte de Italia. Vivía sola en un enorme y vetusto caserón, lleno de rosas y con su querida gata Archibalda. Tenía una capilla con el Santísimo expuesto donde se recogía varias horas al día en oración y profunda meditación. En nuestras conversaciones, ella quería saber todo sobre las comunidades eclesiales de base, del compromiso de la Iglesia en la causa de los pobres, de los negros y de los indígenas. Tenía un especial cariño por los teólogos de la liberación…”

El diario L’Osservatore Romano destaca que “Un día, entre estas páginas, cayó el inesperado relato de un milagro: eso está muy bien, porque con él quiero celebrar la fantasía de Dios. Pero es la normalidad mi verdadera pasión: lo obvio de la vida diaria en la que ‘no sucede nada’, pero sucede todo: sucede la vida”. Aunque quien habla es Benedetto, el escritor protagonista de Dodici lune (1989), se trata de una frase capaz de retratar –¡tan bien la refleja!– a la increíble autora de esta novela, Adriana Zarri.

Andando el tiempo hemos aprendido a conocer a esta ermitaña católica, nacida en 1919 en San Lazzaro de Savena (cerca de Bolonia). Directiva de la Acción católica primero y periodista después, tras haber vivido en diferentes ciudades italianas (entre las cuales, sobre todo, Roma), desde septiembre de 1975 Adriana Zarri elige la vida eremítica. En sus ermitas Adriana reza, cultiva, se dedica a los animales, acoge a cuantos pasan, y escribe.

Teóloga conciliar antes del concilio Vaticano II, autora prolífica, voz profundamente católica y profundamente disidente, primera laica admitida en la dirección de la Asociación teológica italiana en el lejano 1969, ermitaña durante treinta y cinco años, Adriana Zarri fue una mujer libre, quizá ligada únicamente a un sentido de lo sagrado constituido por una urdimbre de fe desnuda, justicia social, feminismo y amor a los indefensos, los débiles y los perseguidos. Así era esta teóloga que a lo largo del tiempo, como católica, sostuvo posiciones controvertidas, incómodas, clamorosas, y siempre salió al encuentro de la Palabra, transmitida desde su ermita a una humanidad libre de creer o de no creer.

Pero entre las numerosas palabras que nos dejó en sus ensayos, en sus memorias y en sus artículos (en L’Osservatore Romano, Il Manifesto, Il Regno, Concilium, Rocca y en otras muchas publicaciones más), las páginas del diario de Bruno son verdaderamente una maravillosa perla impregnada de vida (“un tiempo –escribirá Adriana años más tarde– era una intelectual pura; hoy soy una intelectual encarnada, contaminada, manchada de vida material”). Reflexionando sobre amor y felicidad, pérdida, muerte y resurrección, Dios, sexualidad y diferencias entre mujer y hombre, paternidad y soledad, sentido de la vida, teología y significado de la escritura, y Concilio

“La experiencia de escribir es, también ella, en cierto modo, eremítica, porque tiene lugar –escribió Adriana– en una soledad total, en la que el autor está solo consigo mismo y con Dios, si cree; y la página blanca es una especie de desierto tácito que va floreciendo en palabras”. La mujer que encontró en la vida eremítica su camino existencial, crea la figura de un hombre que, aunque es ermitaño a corto plazo, logrará encontrar precisamente en esta dimensión el camino para renacer.

Encanta la trama fluida de este diario teológico y, por tanto, humano –desde la perspectiva de Adriana–, en el que Bruno da un paso adelante y dos atrás. Dios está en el umbral, se calla, responde. Bruno vuelve una y otra vez a los mismos detalles, leídos y vividos siempre de manera diversa. Argumenta de un modo y después, al día siguiente, sostiene lo contrario. Su interlocutora es Lía; unas veces habla con Dios y otras con ser indistinguible. Solamente se distingue el itinerario de un hombre que aprende a leer la soledad que, entre los meses de octubre y julio, se convierte en “un vacío pleno”. Parecen páginas de las grandes místicas del pasado. Pero en algunos párrafos también se tiene la impresión de leer Niente e così sia, de Oriana Fallaci. Porque, por muchos aspectos, también el diario de Bruno es un diario de guerra, pero de una guerra ganada.

“Ha purificado mi dolor, ha purificado mi amor, ha purificado mi vida; y ahora –escribe Bruno, pero en contraluz está la sonrisa radiosa de Adriana– me deslizo hacia el inmenso mar: tu seno, el seno materno de Dios: el seno de Abraham, como decían los judíos”.

Es una la lección de vida de una mujer inteligente llena de amor y coraje. He aquí un epígrafe escrito por ella llamado epígrafe de hierba: 

No me vistan de negro:

es triste y fúnebre.

No me vistan de blanco:

es soberbio y retórico.

Vístanme

de flores amarillas y rosas,

y con alas de pájaros.

Y tú, Señor, mira mis manos.

Quizás haya una corona.

Quizás

haya una cruz.

O algo equivocado.

En mis manos tengo verdes hojas

y sobre la cruz,

tu resurrección.

Y sobre la tumba

no pongan un frío mármol

con las mentiras habituales

que consuelan a los vivos.

Dejen solo la tierra,

que ella escriba, en la primavera,

un epígrafe de hierba.

Y así dirá

que he vivido,

que he esperado.

Y escribirá mi nombre y el tuyo,

juntos como dos flores de amapolas.

...

Obras 

Laborables , Milán, Instituto de Propaganda del Libro, 1955.

L'ora di notte , Turín, SEI, 1960.

Nuestra hija Church , Vicenza, La Locusta, 1962.

Monismo y Trinidad , yo, la impaciencia de Adán. Ontología de la sexualidad , Turín, Borla, 1964.

Teología de lo probable. Reflexiones sobre el período posconciliar , Turín, Borla, 1967.

La cuestión de la píldora , editado por y con Giancarlo Zizola , Giovanni Gozzer y Pino Donizetti , Milán, Mursia, 1969.

¿Divorcio fuente de división o prueba de respeto? , con Angelo Castelli y Nilde Iotti , Florencia, librería editorial florentina, 1970.

El grano de los demás. Meditaciones sobre el Isolotto , Turín, Gribaudi, 1970.

Ustedes. Casi oraciones , Turín, Gribaudi, 1973.

Teresa de Lisieux a la Iglesia hoy , con Umberto Vivarelli y Ernesto Balducci , Turín, Padres Carmelitas, 1973.

Es más fácil que un camello ... , Turín, Gribaudi, 1975.

Nuestro Señor del desierto. Teología y antropología de la oración , Asís, Cittadella, 1978.

Hierba de mi hierba. Informe de vida , Asís, Cittadella, 1981.

Los guardianes del sábado. Reflexiones sobre la Iglesia italiana tras el referéndum sobre el aborto , Roma, Com-Nuovi Tempi, 1981.

El pozo de Jacob. Geografía de la oración de todas las religiones , Brescia, Camunia, 1985.

Doce lunas , Milán, Camunia, 1989. ISBN 88-7767-070-3 .

Apologario. Las fábulas de Samarcanda , Milán, Camunia, 1990. ISBN 88-7767-108-4 .

El hijo perdido. La palabra que viene del silencio , Celleno, La Piccola editrice, 1991. ISBN 88-7258-301-2 .

Quaestio 98. Shameless Nudes , Milán, Camunia, 1994. ISBN 88-7767-165-3 .

Dedicado a , Milán, Frontiera, 1998. ISBN 88-87216-02-9 .

El Dios que viene. Navidad y nuestra Navidad , Celleno, La Piccola editrice, 2007. ISBN 978-88-7258-318-0 .

El amante del hombre. Oración y oraciones , Celleno, La Piccola editrice, 2007. ISBN 978-88-7258-319-7 .

¿En qué dios creemos? Las pobres imágenes de Dios , Celleno, La Piccola editrice, 2007. ISBN 978-88-7258-320-3 .

Vida y muerte sin milagros de Celestino VI , Reggio Emilia, Diabasis, 2008. ISBN 978-88-8103-570-0 .

Una ermita no es una concha de caracol. Hierba de mi hierba y otros relatos de la vida , Turín, Einaudi, 2011. ISBN 978-88-06-20557-7 .

El gato Arcibalda y otras historias. Reflexiones sobre los animales y la naturaleza , Perugia, Graphe.it, 2011. ISBN 978-88-97010-08-1 .

Todo es gracia. La última entrevista con Domenico Budaci , Reggio Emilia, Aliberti, 2011. ISBN 978-88-7424-768-4 .

Teología del periódico , Turín, Einaudi, 2012. ISBN 978-88-06-20620-8 .

Casi una oración , Turín, Einaudi, 2012. ISBN 978-88-06-21510-1 .

Con esa luna en los ojos , Turín, Einaudi, 2014. ISBN 978-88-06-21713-6 .


Premios y distinciones 

"Premio Testigo en Tiempo Especial" otorgado por el Premio Acqui Storia

"Premio Matilde di Canossa" de la provincia de Reggio [4]

"Premio Minerva 1989" en el apartado "Investigación científica y cultural" [5]

"Premio Igino Giordani 2002" del municipio de Tivoli [6]

Con su libro Vita e morte senza miracoli de Celestino VI ganó, en 2008, la decimocuarta edición del "Premio Literario Domenico Rea", en el apartado narrativo y la cuarta edición del " Premio Literario Alessandro Tassoni ", también para la sección narrativa  .

Caballero de la Gran Cruz de la Orden del Mérito de la República Italiana

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https://it.wikipedia.org/wiki/Adriana_Zarri

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