Lucha Castro, activista y abogada por los derechos humanos. MANOLO GARCÍA |
Luz Estela Castro Rodríguez (Villa Ahumada, Chihuahua, 29 de febrero de 1952), también conocida como Lucha Castro, es una activista social, feminista y defensora de los derechos humanos mexicanos. Cofundadora , junto con Alma Gómez Caballero y Gabino Gómez Escárcega, del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (CEDEHM) y de la organización Justicia para nuestras hijas (JPNH). Reconocida por su labor en apoyo a familias de mujeres víctimas de feminicidio y casos de trata y desaparición forzada.
Su vida queda retratada en este texto* suyo que nos enseña e ilumina . Gracias Lucha :
Al reconocerme como defensora de los Derechos Humanos y tomar conciencia de que la violencia contra las mujeres es una violación de los Derechos Humanos, dio un vuelco a mi vida, significó un paso cuántico. Buscar en las jurisprudencias, los tratados internacionales, el andamiaje jurídico para hacerlos valer en los tribunales, lograr que cobraran vigencia en la vida concreta de las mujeres de carne y hueso, desde el horizonte de la teología feminista
En mi experiencia, acompañar, desde el respeto absoluto a la dignidad de las personas, abordar el sufrimiento en sus vidas y compartir procesos de resurrección, es ante todo cultivar la capacidad de escuchar, pensar y caminar desde las propias necesidades de las víctimas.
Escuchar historias cotidianas, pensar como proceso de liberación en oposición a las cruces impuestas, analizar colectivamente para descubrirlo que permite las injusticias. Y caminar al lado de las víctimas en relaciones horizontales, reconociendo los obstáculos que enfrentan las mujeres víctimas de algún tipo de violencia y juntas discernir las estrategias de acceso a la justicia.
Escuchar a las mujeres no desde la posición jerárquica de poder que te puede dar el conocimiento jurídico, sino con el absoluto respeto y veneración de quien abre su corazón, descubrir el sufrimiento con sus diferentes tonos, comprender sus silencios, su ir y venir en la espiral del círculo de la violencia, de las víctimas de la violencia familiar, escuchar los testimonios dolorosos de las mujeres violadas, las sobrevivientes de trata, la madre que busca justicia y verdad por el feminicidio o desaparición de su hija, las víctimas invisibles del conflicto armado: las abuelas, madres, hermanas, hijas de los torturados, desaparecidos/as, ejecutados, la obrera de la maquila en triple jornada laboral, la maestra que exige educación pública y laica, las activistas de los derechos LGTB, la líder indígena que defiende su territorio y el medio ambiente; la joven que se moviliza para despenalizar el aborto o los testimonios de las personas defensoras de Derechos Humanos en riesgo.
Cuando compartes el día a día las historias de terror de esas mujeres que llegan derrotadas, con el alma rota y el cuerpo destrozado por las violencias machistas, y te conviertes en testigo de su proceso de resurrección, al verlas empoderadas, sepultando el mito de la sumisión como destino, cuando se bajan ellas misma de las cruces impuestas y emprenden con dignidad el camino a la felicidad, es cuando confirmo mi vocación como defensora de los Derechos Humanos.
Convencerme de que no soy su voz, la estrategia consiste en brindar herramientas que permitan a las mujeres recuperar su voz, reconocer la discriminación ancestral y emprender la lucha reivindicatoria, colectiva.
El empoderamiento como camino de liberación se comparte en tres aspectos: lo psicológico, lo jurídico y el activismo. Lo psicológico, por medio del acompañamiento psicosocial. Lo jurídico, por medio de la socialización del derecho o alfabetización jurídica, así como por el activismo judicial de las víctimas y el recurso estratégico de las ONGS ante los tribunales.
Acompañamiento psicosocial.
Las mujeres en situación de violencia por la cultura patriarcal suelen sentirse culpables. El acompañamiento psicosocial es un enfoque liberador en la comprensión y acompañamiento a las personas (en sus contextos familiar y comunitario) fue propuesta inicialmente por el psicólogo y sacerdote jesuita Ignacio Martín-Baró en El Salvador y desarrollada posteriormente por Carlos Beristain, se invita a considerar de modo insoslayable la identificación y comprensión de las condiciones políticas e ideológicas de contextos opresivos en los que surge el sufrimiento, la ineficacia e ineficiencia en los sistemas de impartición de la justicia de las instituciones del Estado.
Los procesos de facilitación en el acompañamiento psicosocial individual o colectivo, promueven la identificación clara de las condiciones generadoras de trauma y sufrimiento psicosocial, desatan en las personas significados diferentes de las afectaciones sufridas, así como la identificación de capacidades de afrontamiento y resistencia, que permiten a las personas recuperar un sentido de poder y dignidad.
Socialización del Derecho o Alfabetización jurídica
En el Centro de Derechos Humanos (CEDEHM) la organización que cofundé, aprendimos que para evitar la revictimización, una táctica es pedir a las mujeres que escriban su historia. Al realizar ese ejercicio, empiezan a ponerle nombre a lo que viven y, desde esa narrativa, se construyen las denuncias visibilizando los diferentes tipos de violencias, muchas de ellas invisibles. Además de ser terapéutico, es muy útil para el litigio estratégico. Por ejemplo, la violación sexual en el matrimonio se justifica por el débito conyugal, o la violencia domestica por una riña de parejas.
El primer caso que litigué fue una tentativa de feminicidio. Cuando el fiscal se levantó de su escritorio por las copias de un “acuerdo de no agresión mutua”, el agresor dijo a la víctima: “Acabas de firmar tu sentencia de muerte”. Ella insistió ante el fiscal que quería narrar la película completa, en decir, contar la historia de violencia, las amenazas, etc. El Ministerio publico la paró en seco: “Señora, usted dígame que pasó el domingo a las tres de la tarde cuando llamó a la policía, es decir, las circunstancias de modo, tiempo y lugar, no me sirve que me cuente su vida”. El Ministerio público fue fiel a las enseñanzas de la Facultad de Derecho, le interesó solo una escena de la película, dos días después la mujer estaba en terapia intensiva.
Además de escribir su historia, las mujeres acuden semanalmente a talleres que les permiten tomar decisiones informadas. Creamos los talleres Respuestas legales a las violencias de género, en temas de Derecho Civil y Penal: custodia, divorcio, medidas de protección etc. Luego pasamos a la segunda parte, el taller Llevando mi juicio, las victimas preparan su testimonio, revisan las pruebas de las carpetas de investigación, visitan los tribunales para conocerlos. Finalmente, en el taller Caminando sobre mis propios pasos, las mujeres se apropian del conocimiento, recuperan su autoestima, se convierten en mentoras de otras víctimas y en coadyuvantes de los procesos judiciales
Activismo Judicial de las víctimas y el recurso estratégico de las ONGS ante los tribunales.
De pronto el número de víctimas que acompañamos nos superaba en fuerzas y caímos en la cuenta de que nos estábamos convirtiéndonos en una maquiladora de acompañamiento, no lográbamos incidir en cambios estructurales, así que construimos un observatorio ciudadano del actuar judicial. En mi país no basta con tener la razón jurídica, se hace necesaria la protesta social, las y los jueces se sentían observados, presentamos quejas como el caso de Genoveva, logramos sinergias con otras organizaciones y logramos cambios.
El emblemático caso de Genoveva, una mujer indígena, inspiro el nacimiento del colectivo Mujeres en lucha, que logró cuestionar el poder de aquello que, desde la visión del patriarcado, tienen en su manos la responsabilidad de administrar la justicia. Genoveva y su bebé, huyendo de la hambruna, se desplazaron a la ciudad de Chihuahua. Hasta el asentamiento en que vivían llegó una mujer mestiza en busca de una empleada doméstica. Al darse cuenta de que Genoveva tenía una niña recién nacida, se la robó.
Por medio año –tengamos en cuenta que Genoveva no habla el castellano- llegaba todos los días hasta la fiscalía exigiendo recuperar a su hija. Se paraba por horas pronunciando únicamente tres palabras: “busco mi hija”. En varias ocasiones fue regañada por denunciar, bajo el argumento que la niña estaba mejor con Yudith, que le daba todo lo que ella no podía y que, además, Genoveva ya tenía más hijos. Hartos de la presencia de la indígena, localizan a la niña y la ponen a disposición de la Institución de Protección a la Infancia. En este lugar, para permitirle ver a su hija, le ponen la condición de firmar de un documento, pero sin la asistencia de un traductor de su lengua. Confiada en que era el trámite para rescatar a su niña, le dan a firmar el perdón a la mujer que robó a su hija.
Yudith, la mujer mestiza, pide la guarda y custodia, y el juez la concede con el argumento de que no había denuncia. Cuando Genoveva se percata, acude al juzgado, donde le informan de que “ella no aparece en el expediente y que, por tanto, no está legitimada para participar en ese juicio”. La mujer indígena acude de nuevo diariamente durante tres meses, se planta en la puerta del juez y le dice: “quiero mi niña”. Una empleada del Juzgado se compadeció y nos contó la tragedia. Interpusimos recursos legales, logramos recuperar a la niña y destituir al juez,
No todos los casos son exitosos. Margarita, una mujer de una comunidad rural, fue privada de su libertad por un grupo de sicarios y violada tumultuariamente. Después de devolverla a su casa, le exigieron que no apagara el celular, a donde le enviaban videos de la violación. Amenazada su familia, la víctima se sintió obligada a estar a disposición de sus agresores cuando la requerían. Desesperada, huyó, llegó al CEDEHM y nos dio la siguiente respuesta a nuestra sugerencia de que denunciara los hechos: “En mi pueblo a una maestra le hicieron lo mismo que a mí. Ella denunció, pero el jefe de la policía es también el jefe de los sicarios. Como venganza le quemaron con ácido las manos y piernas.”
La única opción para ella fue el traslado a un refugio, lugar en que llegan las mujeres a quienes el Estado no es capaz de garantizar el derecho a la libertad o la vida. Unas semanas después, su pequeña hermana de 14 años fue tomada por el grupo criminal para reemplazarla y Margarita tuvo que regresar a su pueblo.
Permitir la violación para vivir y hacer vivir a la familia, es un lugar de crucifixión y de opresión cuando no hay alternativa posible. Se vive la experiencia como ausencia de esperanza, ante la imposibilidad de caminos alternativos. Todo esto se vive de modo diferenciado, según las historias, los contextos y los momentos históricos. La de Margarita es una de las vidas que más me duelen.
Comprendimos la importancia del litigio estratégico de las Organizaciones No Gubernamentales para que el avance de las leyes, que las mujeres feministas hemos conquistado a través de la historia, tenga sentido para Genoveva, Lolita, Margarita y todas las victimas que acompañamos.
Históricamente las olvidadas de los procesos penales fueron las víctimas. Quienes actuaban en nombre de ellas era exclusivamente el fiscal o Ministerio Publico, quienes representan los intereses de la sociedad, y la comisión de un delito era considerada una ofensa al Estado. Por tal motivo las pretensiones de las víctimas no solo eran invisibles, sino que no importaban. Los Derechos Humanos brindaron una oportunidad para tomar el papel protagónico.
La participación de las víctimas en un proceso legal se denomina “coadyuvancia”, viene del latín: co y adiuvare, que significa “ayudar”. Trabajo de equipo de víctima y abogada. Pondré un ejemplo significativo para que se comprenda el valor de la coadyuvancia. En la década de los 90, las madres de Ciudad Juárez que tenían hijas desaparecidas o asesinadas, denunciaban que las autoridades no las buscaban. Era su grito frente al Estado, pero no podían demostrado. Cuando me pidieron que fuera su abogada, presenté un escrito en el que asumimos la coadyuvancia la Madre y Yo, y solicitamos copia de la carpeta de investigación, así descubrimos que Julieta Marleng, la hija de doña Consuelo, y Erica, la hija de Hortensia, desaparecidas dos años antes, tenían su expediente de siete páginas. Por supuesto, la fiscalía informaba a las madres que habían realizado cateos, rastreos, declaraciones de testigos etc. Nada fue verdad y así empezamos a documentar y exhibir la indolencia del Estado retomado por A.I en el 2003 con el informe México, muertes intolerables diez años de desapariciones y asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y Chihuahua. Las madres se convirtieron en coadyuvantes, de víctimas a activistas y a defensoras de Derechos Humanos emergentes.
Documentamos para no olvidar, para conservar la memoria histórica en la cabeza y en el corazón de quiénes están torturando, quiénes queman nuestras casas, violan, asesinan y desaparecen a nuestras hijas e hijos.
Una coadyuvancia efectiva rompe paradigmas centrados en el poder, que a lo largo de toda la historia han detentado las y los abogados de la defensa, fiscales, abogadas de las víctimas, jueces y juezas. Y no es fácil. La participación de las abogadas coadyuvantes de las víctimas, desde el horizonte del feminismo, es muy importante. Se colocan en el debate los estereotipos y prejuicios que pueden limitar el acceso de las mujeres a la Justicia y además se brinda la oportunidad de cuestionar esquemas jurídicos patriarcales, tales como la absurda conclusión de que las víctimas de violación no opusieron resistencia suficiente.
La fiscalía, en caso de un feminicidio, aporta cuestiones técnicas, como la trayectoria de las balas, el objeto utilizado para cometer el crimen, las huellas etc. Pero la coadyuvancia aporta no sólo el marco jurídico invocando los tratados internacionales, las reglas de Brasilia, etc., también aporta peritajes con perspectiva de género, explica el daño moral que provoca la violencia. Un caso que también me marcó fue el de Marisela Escobedo, que actualmente se exhibe en Netflix bajo el documental Las tres muertes de Marisela Escobedo, es el ejemplo de una madre empoderada que tuvo un papel protagónico en el juicio del feminicidio de su hija.
La vida es siempre elección y la defensa de los Derechos Humanos ha sido mi mejor elección. Me llena el corazón y la elegí escuchando mi voz interna, que me reconcilia con mis exigencias. Aquí sigo en esta opción de vida. El talante de una defensora es ser signo de esperanza, es parte de mi equipaje, aun en las noches obscuras ella me acompaña.
Estoy convencida de que es por medio de las acciones de amor y de justicia como tenemos que proclamar el escándalo de todas las cruces injustas impuestas a las mujeres, que representan todas las formas de violencias, muchas de ellas ocultas. Empoderándolas les animo a iniciar procesos de resurrección de sus vidas.
La ideología del sacrificio impuesta por la cultura patriarcal, la manipulación del mensaje de Jesús traicionado y tergiversado por diversas causas, han permitido la creencia de que el sufrimiento que proviene de la injusticia conduce a la redención, desarrollando en las victimas la alienación, la educación para la renuncia y el temor a la rebeldía, la sobrevaloración del sufrimiento de niños, niñas, indígenas y mujeres conducen a soportar humillaciones, y a la renuncia de nuestros Derechos Humanos, por lo que esta teología promueve el victimismo de las mujeres, animándonos al martirio doméstico y familiar.
Como bien lo señala Ivonne Gebara, la teóloga feminista brasileira, el mensaje inconsciente es que el sufrimiento redime, que nuestro Dios cristiano necesita sacrificios humanos, y con este discurso teológico tradicional se avala el abuso y la violencia. Esta es la concepción de Dios que ha pasado de generación en generación, la del Dios autoritario, masculino, patriarcal, que identifica el amor con el sufrimiento. La espiritualidad de la liberación ayuda a tomar conciencia de la importancia de conocer las causas de la opresión. Descubrir al Dios liberador en un proceso comunitario y la socialización del mensaje bíblico desde el horizonte de la teología feminista, permite que miles de niñas, jóvenes y mujeres tengan la posibilidad de conocer un mensaje alternativo a las posturas conservadoras de la jerarquía.
Para las feministas cristianas es fundamental centrar el mensaje de nuestra fe como amor radical, justicia y liberación de las y los oprimidos. Teresa Forcades es un ejemplo de estas enseñanzas, con otras mujeres comprometidas que comparten la teología de la cruz en clave feminista, ha contribuido a terminar con el mito del destino social y a la construcción de sujetas hacedoras de la historia desde la realidad concreta de las mujeres y sus luchas reivindicatorias. Desde la cotidianidad se construye el profetismo que da esperanza y alegría de vivir el compromiso cristiano.
Finalmente, ante la justificación religiosa de las iglesias para validar el sometimiento de las mujeres, tenemos una respuesta:Nos queremos vivas
Para escribir poesía, música e historias
Para conquistar el cosmos, las profundidades del mar y la cima de las montañas
Para usar los espacios públicos para el arte, la cultura, la construcción de ciudadanía
Para ocupar los bancos escolares, las curules, las sillas presidenciales y ejecutivas de las empresas
Nos queremos vivas
Para decirles a los niños, los jóvenes y los adultos que somos iguales en derechos y dignidad
Que queremos transitar por la vida con ellos, sin violencia, con amor y respeto
Que somos dueñas de nuestros cuerpos y decisiones
Nos queremos vivas
Para tejer sueños y esperanzas
Para cuidar la tierra, el agua, el cielo
Es cierto. Berenice, Marisela, Paloma, Monserrath, y cientos de mujeres… No pudimos evitar su muerte
Nuevamente la madre tierra abre sus brazos para recibir sus cuerpos doloridos
Están ausentes, pero presentes en nuestro dolor e indignación
Caminarán con nosotras exigiendo verdad y justicia
Para construir un mundo con oportunidades para todas y todos
Estarán con nosotras en las calles, las plazas, las iglesias, en el ciberespacio, el teatro, el cine, los libros, la investigación
Estarán con nosotras en todas partes donde la indignación concite a la unidad y la lucha
Convocarán con nosotras a mujeres y hombres a construir otro mundo posible
Gritaran con nosotras: ¡Ni una más! ¡Nunca más!
Junto con Lydia Cacho también nuestra heroína |
https://www.frontlinedefenders.org/es/case/case-history-lucha-castro
https://es.wikipedia.org/wiki/Lucha_Castro
https://es.ara.cat/verano/hay-jovenes-feministas-no-precio-tuvimos-pagar_128_4463527.html
https://catalegbiblioteca.americat.barcelona/bib/33972